SIGLO XV EN ESPAÑA
Reintegración foral es la expresión con que se conoce la reivindicación de la recuperación de los fueros de Álava, de Vizcaya, de Guipúzcoa y de Navarra tras la aprobación de la Ley de Confirmación de Fueros de 1839 por la Cortes españolas en la que quedaban subordinados a la Constitución española de 1837. En Navarra la aplicación de la ley se hizo mediante consenso, lo que se tradujo en la aprobación de la Ley Paccionada de 1841, pero en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya no se alcanzó el "arreglo foral", por lo que el gobierno español lo aprobó de forma unilateral en 1876, aunque manteniendo el concierto económico.
Historia[editar]
Inicios[editar]
En el abrazo de Vergara de 1839 que puso fin a la primera guerra carlista el isabelino general Espartero se comprometió con el carlista general Maroto a que los fueros de las provincias vascongadas y de Navarra serían mantenidos. El 25 de octubre de 1839 fue sancionada la Ley de Confirmación de Fueros aprobada por las Cortes españolas que reconocía los fueros pero sometidos a la Constitución, por lo quedó pendiente el «arreglo foral» que en Navarra se consiguió mediante la promulgación de la Ley Paccionada de 1841, pero que en las «provincias Vascongadas» no se alcanzó.
La ley de 1839 constaba de dos artículos:
Artículo 1º: Se confirman los Fueros de las provincias Vascongadas y de Navarra sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía.
Artículo 2º: El Gobierno tan pronto como la oportunidad lo permita, y oyendo antes a las provincias Vascongadas y a Navarra, propondrá a las Cortes la modificación indispensable que en los mencionados fueros reclame el interés de las mismas, conciliándolo con el general de la Nación y de la Constitución de la Monarquía, resolviendo entretanto provisionalmente, y en la forma y sentido expresados, las dudas y dificultades que puedan ofrecerse, dando de ello cuenta a las Cortes.
El foralismo navarro se dividió entre el pactismo mayor y el Cuarentaiunismo, que renunciaba a la supuesta soberanía originaria navarra para adaptarse, por pactismo menor, a la unidad constitucional, reconocida en la Ley Paccionada de 1841. Así el "pactismo mayor" pasó a formar parte del programa carlista y el pretendiente se comprometió a restablecer el derecho foral cuando fuera rey de España. Destacados defensores del foralismo carlista fueron Eustaquio de Echave-Sustaeta, autor en 1915 de un libro de temática histórico-doctrinal que fue titulado El Partido Carlista y los Fueros, y Jesús Etayo Zalduendo, director del diario El Pensamiento Navarro.
Ángel Sagaseta en 1839 sostuvo que Navarra era por definición un estado constitucional ya que los fueros permitían un control del poder real y una separación de poderes, desde hacía siglos, en la misma línea que predicaban las nuevas ideas nacidas de la Revolución francesa. Si las formas y estructuras se habían quedado anticuadas las “Cortes con el Rey” era la institución legítima para realizar los cambios. Navarra tenía capacidad constituyente y someterse a una ley ajena, como la Constitución española de 1837, suponía la destrucción misma de sus fueros.
Sagaseta fue deportado y escribió el alegato “Fueros Fundamentales”, donde redactaba lo que podía ser una constitución navarra, pero la obra fue prohibida por las autoridades españolas.
Movimiento por la Reintegración foral durante la Restauración[editar]
Un grupo de intelectuales encabezado por Juan Iturralde y Suit con Arturo Campión, Hermilio de Oloriz, Florencio Ansoleaga, Serafín Olave y otros más, crearon en 1878 la Asociación Eúskara de carácter foralista y de defensa de la cultura vasca.
La formulación de la Reintegración foral de los Eúskaros era constante, como puede apreciarse en los escritos de Campión o en la Cartilla Foral de Oloriz. Sin embargo el momento político exigía la defensa a ultranza del sistema nacido en la Ley de 1841 que estaba siendo atacado por el centralismo.
El gran momento de este movimiento fue la Gamazada de 1893.
En 1918 el Ayuntamiento de Pamplona aprueba, con unanimidad de los siete grupos políticos que la constituían, gestionar ante las Cortes “la derogación de la Ley de 25 de octubre de 1839 y la consiguiente restauración de todos los organismos y fueros navarros”. Otros ayuntamientos fueron aprobando la moción y el 20 de diciembre de ese año se habían adherido 216 de los 269 ayuntamientos navarros.
Entendían que la Ley de Confirmación de Fueros de 1839 debía ser derogada al considerar que la “unidad constitucional” suponía la supresión foral y reivindicaban la recuperación del reino, no tanto en sus aspectos formales como en su poder legal.
Encabezaron este movimiento los carlistas, entonces jaimistas y los nacionalistas vascos. Pero entre las filas carlistas rápidamente surgieron críticas a la propuesta.
Desde sectores del nacionalismo español, como el integrista Víctor Pradera, se opusieron al reintegracionismo, sobre todo le reprochaban querer recuperar instituciones anticuadas, como las Cortes estamentales, además de poner en peligro la unidad de España.
Se celebró una asamblea en la Diputación, el 30 de diciembre de 1918, donde se aprobó “solicitar a las autoridades públicas la derogación de la ley de 1839”. Nunca se solicitó la derogación.
La Segunda República[editar]
Tras la proclamación de la Segunda República Española, el País vasconavarro inició el proceso para la consecución de un Estatuto de Autonomía muy pronto. La primera propuesta fue una iniciativa de los alcaldes del Partido Nacionalista Vasco que a principios de mayo de 1931 encargaron a la Sociedad de Estudios Vascos (SEV) la redacción de un anteproyecto de Estatuto General del Estado Vasco (o Euskadi), que incluiría Vizcaya, Álava, Guipúzcoa y Navarra. El resultado fue un intento de síntesis entre el foralismo tradicional y la estructura de los modernos estados federales que no contentó a nadie. Mes y medio después, una asamblea de los ayuntamientos vasconavarros reunidos en Estella el 14 de junio aprobó un Estatuto más conservador y nacionalista que el de la SEV y que se basaba en la "reintegración" de los fueros vascos abolidos por la ley de 1839, junto con la Ley de Amejoramiento del Fuero de 1841.1
El Estatuto de Estella fue presentado el 22 de septiembre de 1931 a las Cortes Constituyentes republicanas por una delegación de alcaldes pero no fue tomado en consideración porque el proyecto se situaba claramente al margen de Constitución que se estaba debatiendo, entre otras cosas, por su concepción federalista y por la declaración de confesionalidad del «Estado vasco».2
Tras su rechazo del Estatuto de Estella, las Cortes encargaron a las Comisiones Gestoras provisionales de las Diputaciones —que habían sido designadas por los gobernadores civiles respectivos para sustituir a los equipos monárquicos, y donde los republicanos y socialistas tenían mayoría— para que elaboraran un nuevo proyecto de Estatuto, que al final fue consensuado con el PNV, que se había distanciado de la Comunión Tradicionalista carlista. Una Asamblea de Ayuntamientos celebrada en Pamplona en junio de 1932 aprobó el proyecto —el llamado Estatuto de las Gestoras—, pero los carlistas lo rechazaron, por lo que al tener la mayoría en Navarra, dejaron fuera del ámbito de la futura «región autónoma» a este territorio.3
Tras la formación del gobierno del Frente Popular en febrero de 1936 el socialista vasco Indalecio Prieto y el líder del PNV José Antonio Aguirre acordaron reanudar el debate parlamentario del proyecto de Estatuto que había quedado paralizado durante el bienio negro (1933-1935). La Comisión de Estatutos, presidida por Prieto, propuso un proyecto con pocos artículos que fue aceptado por el PNV.4 En julio de 1936 estaba previsto que pasara al pleno de la Cámara, pero el 18 se produjo la sublevación militar que daría inicio a la Guerra Civil.5
Tras la entrada de las tropas franquistas en San Sebastián en septiembre de 1936 —Álava, como Navarra, desde el primer momento estuvieron del lado del bando sublevado—, el PNV entró a formar parte del gobierno del Frente Popular, a cambio de la inmediata promulgación del Estato.6 Sin embargo, el nuevo Estatuto de Autonomía aprobado en octubre de 1936, a diferencia del Estatuto de las Gestoras no hacía referencia a la "reintegración foral" y tampoco a la futura integración de Navarra.7
La Transición y Constitución de 1978[editar]
Al final del franquismo y en la primera transición se suscitó un debate sobre la Reintegración foral en el contexto de los cambios de régimen político de España. En la Diputación y el Consejo Foral se presentó la moción de Irazoqui, Arza y Visus en 1976, en ese sentido, que no fue aprobada.
Los partidos políticos con representación en Navarra, UCD y PSOE, comienzan el camino autonómico mientras la Diputación propone lo que denomina la “Reintegración Foral plena”. En febrero de 1978 elabora una propuesta que es rechazada por el Consejo Foral. En realidad la Diputación y su vicepresidente Amadeo Marco, sólo pretendían demorar los inevitables cambios que se avecinaban.
La Constitución Española de 1978 en su disposición derogatoria segunda dice: “En tanto en cuanto pudiera conservar alguna vigencia, se considera definitivamente derogada la Ley de 25 de octubre de 1839 en lo que pudiera afectar a las provincias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya “. Por tanto sigue vigente para Navarra y la LORAFNA la cita como uno de las fuentes del foralismo navarro.
La Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra recoge la reintegración exclusivamente en el título.
El bando de los Ayala era uno de los bandos que se enfrentaron de forma cruenta en la Baja Edad Media en la villa y, desde 1431, ciudad de Vitoria, Álava, en las llamadas Guerras de bandos.
Dentro de estas luchas pertenecían a la facción gamboína y estaban enfrentados intramuros a los Calleja.
Origen[editar]
A finales del siglo XIV, parientes mayores y miembros de la nobleza rural de la Llanada y alrededores comienzan a llegar a Vitoria con el objetivo de tener presencia dentro del Concejo de la villa, así como, de enriquecerse con el control comercial. Esto da lugar a sucesivos conflictos y a la agrupación de estos linajes en dos bandos: los Calleja y los Ayala, lo que respondía a un nuevo capítulo de la lucha banderiza entre oñacinos y gamboínos respectivamente.
Como indica su nombre los Ayala estaban estrechamente vinculados a la familia de Ayala. El propio Fernán Pérez de Ayala, señor de Ayala, se retiró a Vitoria, donde murió como fraile dominico en 1385. Aunque integrados por ricos hombres, se encontraban relacionados con los cabildos artesanos y gentes llanas y así lo demuestra su apoyo en 1423 para la defensa de sus reivindicaciones. 1
Destacaron como miembros de este bando los propios Ayala, Salcedo, Abendaño, Iruña, Larrínzar entre otros.
Su lugar de reunión y juntas era la Iglesia de San Miguel Arcángel, iglesia juradera desde la fundación de Vitoria en 1181 por Sancho VI el Sabio de Navarra.
Ambos bandos hacían construir casas-torre en puntos estratégicos de la ciudad y portales fortificados para dominar las diferentes zonas y calles de la ciudad.2
Conflictos[editar]
Tales fueron los conflictos entre ambos bandos por hacerse con los cargos del Concejo, que en 1423, Pedro Manrique, adelantado del reino y III señor de Treviño, decidió elegir el mismo número de representantes de cada bando y dos alcaldes: uno de los Ayala y otro de los Calleja.3 Sin embargo, esta medida no terminó con la inseguridad en tiempos de elecciones. En enero de 1429 con la sucesión de cargos, el banderizo Juan de Avendaño Lopez de Gamboa, ballestero mayor del rey y III señor de Villarreal, entró con hombres armados a la villa, amenazando y entrando en casas del bando rival, como la de Fernán Ibáñez de Peñacerrada, para apoyar al candidato de los Ayala, gamboíno como él. Con el fin de completar la sucesión de ese año y evitar más altercados, el ayuntamiento saliente estimó que los hombres de Juan de Avendaño así como destacados representantes de cada bando, como el propio Angebín Sánchez de Maturana, líder de los Calleja, debían salir fuera de las murallas hasta completar la sucesión de cargos.4
En estos años, Vitoria experimentó un fuerte descenso tanto económico como demográfico. Así lo revelan las actas del Concejo en las que en sucesivas ocasiones se pide a Juan II de Castilla una bajada de los tributos para aliviar la despoblación.
Capitulado de 1476[editar]
Episodios violentos similares se repitieron a lo largo del siglo XV, hasta que Fernando el Católico se decidió a terminar con los bandos y después de tres visitas a la ciudad en 1476, dejó a juristas y doctores del consejo real para tal fin. Aconsejados por ellos, los vecinos acordaron y redactaron un capitulado, jurado en San Pedro y San Miguel, apartándose de linajes y apellidos:56
"no se nombre ni haya en esa dicha ciudad de Vitoria apellidos ni bandos de Calleja ni de Ayala, ni otros apellidos, ni quadrillas, ni voz de otras parentelas, ni cofradías algunas que a esto correspondan ni se junten, ni vos juntedes a ellas, salvo que todos juntamente nos llamemos los Vitorianos"
Además, pedían al rey levantar las obligaciones, juramentos y pleitos ligados a los diferentes bandos, así como que en el Concejo sólo hubiese un alcalde, dos regidores, un procurador, un merino y dos alcaldes de Hermandad. Todos ellos deberían ser elegidos anualmente el día de San Miguel en septiembre en la iglesia homónima. El procedimiento de elección y jura aparece descrito en el propio Capitulado. La custodia de las llaves de la ciudad debían ser custodiadas por los regidores, al contrario de lo que se llevaba haciendo que guardaba una el alcalde de cada bando.
La aprobación por Fernando El Católico se llevó a cabo el 22 de octubre del mismo año y fue ratificado por Isabel I de Castilla en 1479, poniendo fin de forma definitiva a la lucha de bandos en Vitoria y estableciendo las ordenanzas municipales en vigor hasta 1747, cuando Fernando VI estableció un nuevo ordenamiento municipal.
Estas reformas municipales se extendieron de igual manera a otras villas y ciudades alavesas (Laguardia, Bernedo, Salvatierra), vizcaínas (Bilbao), guipuzcoanas (San Sebastián, Mondragón, Vergara, Fuenterrabía), cántabras (Santander, Laredo, San Vicente de la Barquera)...7
A principios del siglo XVI, la familia de Ayala entraría en desgracia al levantarse Pedro López de Ayala, conde de Salvatierra, con los comuneros contra Carlos I. Tras su derrota definitiva en la batalla de Miñano Mayor, gran parte de las propiedades de los Ayala en Vitoria fueron confiscadas y sus escudos retirados de las fachadas.
La casa de Balda o de Valda es uno de los más ilustres y antiguos linajes de la provincia española de Guipúzcoa, reputada de parientes mayores en época anterior a las veinticuatro casas calificadas por el monarca Carlos I de España. Este noble linaje fue la primera raza que habitó en Azcoitia, tenían su casa solar y Palacio en dicha villa. Era casa de Parientes Mayores y del bando gamboíno, y casa solar muy conocida y de la primera estimación y antigüedad de la provincia de Guipúzcoa.
La Casa-Torre de Balda fue incendiada en 1318, y asaltada posteriormente en 1420 por el bando de los oñacinos; en 1456 fueron derribadas sus torres y almenas, pero se reedificó junto con la casa torre de la familia Loyola.
Casa de Balda | ||
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Origen(es) |
Historia genealógica[editar]
Expuesta por Juan Carlos de Guerra en sus Linajes bascongados, obra citada en la bibliografía.
- Martín de Valda, I señor de la casa de Balda, vivió en los tiempos del rey Fernando III de Castilla.
- Juan Martínez de Balda, II señor de la casa de Balda. Vivió en tiempos del rey Alfonso X de Castilla, siendo uno de los principales caballeros de Guipúzcoa y señor del patronato real de la iglesia monasterial de la parroquia de Santa María, llamada de Valda. Esta iglesia de Balda perteneció primero a los Caballeros templarios; extinguida esta Orden, pasó a la Corona de Castilla, y ésta cedió su patronato a la casa de Balda; se la llamaba monasterio, término que entonces equivalía a patronato de legos. Esta iglesia fue incendiada en 1318.
- Pedro Ibáñez de Balda , III señor de la casa de Balda, vivió en tiempos de los reyes Sancho IV de Castilla y Fernando IV de Castilla. Fue asesinado en 1318.
- Pedro López de Balda, IV señor de la casa de Balda, quedó huérfano siendo niño. Pudo sobrevivir a la muerte de su padre y abuelo gracias a su criada lo escondiera de sus enemigos los oñacinos. Se crio en Vizcaya. Al ser mayor de edad, reclamó a su tío Martín Ibáñez de Balda los bienes de la casa, de los que éste se había apropiado. Pedro López de Balda sirvió al rey Alfonso XI de Castilla desde su juventud y fue Escudero de su Casa, recibiendo de aquel varias mercedes, entre ellas la confirmación del dicho Patronazgo para toda su vida en Carta Real en Sevilla el 7 de octubre de 1327.
- Ochoa López de Balda, V señor de la casa de Balda reinando Alfonso XI de Castilla al tiempo que se fundó la villa de Azcoitia o Miranda de lraurgui por Carta Puebla de 3 de julio de 1331. El mismo año por Carta Real de fecha 29 de diciembre obtuvo la confirmación del patronato de Santa María de Balda, que fue siempre uno de los de mayor renta de estas tierras de cuantos hay en ellas a merced de los reyes. Ochoa López de Balda fue Pariente Mayor del bando gamboíno que luchó contra los oñacinos en el segundo combate del vado de Usurbil. Fue desjarretado, y encontrándolo por la noche gravemente herido, lo rescataron los suyos que lo habían dado por muerto y así escapó de las heridas. Sirvió en muchas guerras a al rey Alfonso XI de Castilla, así como a Pedro I de Castilla y a Enrique II de Castilla.
- Pero López de Balda, VI señor de la casa de Balda, llamado como su abuelo, vivió en los tiempos del rey Enrique II de Castilla y su hijo el rey Juan I de Castilla, por cuya gracia y merced gozó del patronazgo mediante Carta Real dada en Burgos el 11 de agosto de 1379. Según el cronista Juan Carlos de Guerra, el hermano de Pero López de Balda, Ochoa López de Balda, continuó con el mayorazgo de la casa de Balda.
- Ochoa López de Balda, VII señor de la casa de Balda. Llamado en algunas relaciones Fortuño de Balda y también apodado “el Abuelo”. Participó con los gamboínos en la quema de la casa de Marzana en Vizcaya, en 1387, y obtuvo del rey Enrique III de Castilla la confirmación del patronato de Azcoitia y del patronato del monasterio de Balda mediante Carta Real fechada en las Cortes de Burgos a 20 de febrero de 1392. Contrajo matrimonio en primeras nupcias con María Ochoa de Berástegui, llamada también María López en algunas relaciones, hija legítima de García Martínez de Berástegui, señor del solar y Palacio de Berástegui, Pariente Mayor del bando oñacino en la villa de Berástegui, provincia de Guipúzcoa. En segundas con Constanza de Guevara, hija natural de Beltrán Vélez de Guevara, señor de Oñate. Del primer matrimonio nacieron: Inés de Balda Berástegui, que casó en Azpeitia con Pedro Martínez de Emparan Murguía y Esténaga; y María Ochoa o María López de Balda Berástegui, que casó en Mondragón con Juan Martínez de Oro, hijo de Ochoa Martínez de Oro, alcalde de dicha villa en 1401,y de Teresa Ibáñez de Avendaño. Del segundo matrimonio de Ochoa López de Balda con Constanza de Guevara nacieron: Ladrón de Balda Guevara, que sigue la línea; Fortún de Balda Guevara, que falleció peleando por los oñacinos en 1420; y María López de Balda Guevara, que casó en la villa de Deva con Sancho Martínez de Lastur, siendo padres de María Sáez de Lastur y Balda, también llamada Marquesa o Gracia Sáez de Balda, sucedió en la casa de Balda a su tío Ladrón de Balda Guevara. María Sáez de Lastur y Balda casó con Martín García de Licona, natural de la Villa de Ondarroa, en el señorío de Vizcaya, de noble y antiguo linaje, conocido como el Doctor Ondarroa. El Doctor Ondarroa pagó todas las deudas que había contraído la familia y consiguió recobrar el Patronazgo que por sanción real había perdido la familia Balda.
- Ladrón de Balda Guevara, VIII señor de la casa de Balda y vasallo del rey Enrique IV de Castilla, preeminencia que correspondía en aquel tiempo a Ricohombre. Fue también patrón de la iglesia parroquial de Santa María de Balda, en Azcoitia, y caballero principal y de la primera estimación de Guipúzcoa entre los Parientes Mayores del bando gamboíno. Ladrón de Balda, Martín Ruiz de Avendaño y Juan López de Lazcano, señor de Lazcano, los tres vasallos del rey Enrique IV de Castilla, fueron los caudillos principales que, por si y sus parientes y confederados, desafiaron a ocho villas de Guipúzcoa en julio del año 1456. Casó con Constanza de Tobar, de la que no tuvo sucesión. Falleció desterrado en la villa de Jimena, frontera de los moros, en el Reino de Andalucía, el año de 1457, por sentencia del rey Enrique IV de Castilla a causa de las diferencias de los bandos oñacino y gamboíno. En el solar de Balda le sucedió su sobrina María Sáez de Lastur y Balda que sigue en la línea. Ladrón de Balda Guevara tuvo un hijo natural, Pedro de Balda o de Silva. Según consta en escritura pública del 29 de octubre de 1459, Pedro de Balda o de Silva vendió la casa y señorío de Balda al Doctor Martín García de Licona, esposo de María Sáez de Lastur y Balda.
- María Sáez de Lastur y Balda, IX señora de la casa de Balda, también llamada Marquesa o Gracia Sáez de Balda, sucedió en la casa de Balda a su tío Ladrón de Balda Guevara. Contrajo matrimonio con Martín García de Licona, consejero del rey Enrique IV de Castilla, natural de la villa de Ondarroa, en el señorío de Vizcaya, de noble y antiguo linaje, conocido como el Doctor Ondarroa. En aquel tiempo debido a la cruenta guerra bandos la casa de Balda fue derribada por orden del el rey Enrique IV de Castilla. Llena de deudas por el mal gobierno de Ladrón de Balda Guevara, el Doctor Ondarroa consiguió recobrar el patronato que por sanción real habían perdido la familia Balda. María Sáez de Lastur y Balda y Martín García de Licona fueron padres de: Juan que sigue en la línea; Juana Sáez de Licona y Balda, que casó con Nicolás de Larraspuru; y Marina Sáez de Licona y Balda, que en 1466 casó con Beltrán Ibáñez de Oñaz y Loyola, padres de San Ignacio de Loyola.
- Juan García de Balda, X señor de la casa de Balda, obtuvo el privilegio del patronato del monasterio de Balda, dado por el rey Enrique IV de Castilla en 1463 y confirmado por el Papa Paulo II en 1469. Fue señor de la casa de Balda en 1473, nombrado como tal el 15 de enero de 1475, en la proclamación de los Reyes Católicos en Guipúzcoa. Sirvió al rey Enrique IV de Castilla en las fronteras de Francia y luego a los Reyes Católicos en las campañas de Portugal y Granada. Casó en 1460 con María Ortiz (Beatriz) de Gamboa y Butrón, hija legítima de Martín Ruiz de Avendaño Gamboa y Olaso, señor de estos solares y de Juana Ibáñez de Butrón y Múgica hija de Gómez González de Butrón y Múgica, VII señor de la casa de Butrón, fortalezas de Zaballa, Abadiano y Ochandiano y del valle de Aramayona; y de Elvira Sánchez de Leyva, tataranieta por línea materna del rey Alfonso XI de Castilla, naciendo de ese enlace, como consta en una ejecutoria despachada en la Real Chancillería de Valladolid el año de 1544, los siguientes hijos: Pedro Vélez de Balda y Gamboa; Martín García de Balda y Gamboa; Hernando de Balda y Gamboa, que sigue la línea; y Ladrón de Balda. Este último contrajo matrimonio en segundas nupcias con Inés de Garibay y Galarza, señora de la casa de Garibay. Fueron padres de María Ortíz de Balda y Gamboa, esposa de Juan Martínez de Emparan, V señor de la casa de Emparan de este solar en la villa de Azpeitia; María Ortíz de Balda casada con Martín Ibáñez de Jausoro, señor de la casa de Jausoro de quienes descienden los marqueses de Narros y los señores de la casa de Emparan de Azpeitia.1
- Hernando de Balda y Gamboa, XI señor de la casa de Balda. Patrono del monasterio de Santa María la Real de Azpeitia por Reales Cartas dadas en Sevilla a 7 de marzo de 1500 y en Valladolid a 22 de diciembre de 1509. Sirvió jusnto a su padre y criados a los Reyes Católicos en el año de 1512, cuando el ejército franco-navarro invadió las fronteras de Guipúzcoa y puso en sitio a la ciudad de San Sebastián el 17 de noviembre del mismo año, según consta en Real Cédula del rey Fernando II de Aragón el Católico despachada para los Parientes Mayores de Guipúzcoa en la ciudad de Burgos, a 28 de mayo del año referido. También se halló en las batallas de Velate en 1512, de Noáin en 1521 y en Hondarribia en 1524. En su tiempo se trasladó la iglesia al Cuerpo de la villa, se renovaron los pleitos de los vecinos de Azcoitia sobre el patronato. Contrajo matrimonio en 1496 con María López de Guevara y Yarza, naciendo de esa unión: Juan de Balda y Guevara, que sigue la línea y Pascual de Balda y Guevara, que murió en vida de su padre en la batalla naval del Cabo de Urso, contra los franceses en 1528.
- Juan de Balda y Guevara, XII señor de la casa de Balda. No obtuvo el patronato que se concedió por Real Carta dada en Segovia a 2 de junio de 1534. Casó con María de Recalde e Idiáquez, hija de Juan López de Recalde, caballero de la Orden de Santiago, proveedor general de España y señor de las casas solares de Recalde y Vizcargui, en la jurisdicción de la villa de Azcoitia, y de su mujer Lorenza de Idiáquez o Idiacaiz, hija de esta casa solar y Torre en la misma villa, de la que tuvo los siguientes hijos: Lorenza de Balda y Recalde, que sigue la línea y María Ortiz de Balda y Recalde, esposa de Francisco de Idiáquez, señor de la casa solar y torre de Idiáquez.
- Lorenza de Balda y Recalde o de Gamboa, XIII señora de la casa de Balda, y después también de las de Recalde y Vizcargui, con sus mayorazgos. Nacida en Valladolid en 1536, casó en esta villa mediado el siglo con Lorenzo Suárez de Figueroa y Cárdenas, natural de Llerena, gentilhombre de boca del rey Felipe II, hijo segundón de Alonso de Cárdenas y Portocarrero, I conde de la Puebla del Maestre, comendador de Mérida en la Orden de Santiago, y de Elvira de Figueroa, su mujer, señora de Lobón, hija de los II condes de Feria.
- Alonso de Cárdenas y Balda, XIV señor de la casa de Balda, de las de Recalde y Vizcargui y del mayorazgo de la Torre del Fresno, corregidor de las ciudades de Úbeda, Baeza y Córdoba. Casó tres veces: la primera en Sevilla con María de Zárate y Recalde, su tía segunda, natural de esta ciudad (c.1555-1588), hija de Diego Ortiz de Zárate, señor de la torre de Zárate en Artómaña (Álava), caballero de las Órdenes de Santiago y de la Espuela Dorada, contador de la Casa de Contratación de Indias, natural de la ciudad de Orduña, y de María de Recalde e Idiáquez, su mujer, nacida en Azcoitia y hermana entera de la abuela materna de Alonso (también llamada María). En segundas casó con Isabel Pimentel, su sobrina segunda, hija de Alonso de Cárdenas y Toledo, III conde de la Puebla del Maestre, y de Catalina de Mendoza su mujer, de los marqueses de Mondéjar. Y su tercera mujer fue Juana Ángela Manrique, dama de la infanta Catalina Micaela y de la reina Margarita de Austria, hija de Francisco de Orense Manrique, señor de Amaya, Peones y Melgar de Yuso, alférez mayor de la ciudad de Burgos, y de Isabel de Bernuy y Barba, de los señores de Benamejí. Del primer matrimonio nacieron:
- Lorenzo de Cárdenas Valda y Zárate, que sigue la línea.
- Alonso de Cárdenas Valda y Zárate, paje del príncipe Don Felipe y caballero de la Orden de Alcántara en 1599, que nació en Sevilla hacia 1578 y murió mozo.
- Diego de Cárdenas y Balda, que nació en Sevilla en 1581 y se crio en Azcoitia al lado de su abuela paterna, Lorenza de Balda. Testó en Madrid el 6 de febrero de 1654 ante el escribano Francisco Suárez. Fue caballero de la Orden de Santiago, maestre de campo general de las armadas de Portugal y superintendente del Consejo de Guerra de este reino, gobernador y capitán general del Yucatán en la Nueva España, capitán general de Guipúzcoa y ministro de los Consejos de la Guerra e Indias y de la Junta de ambos. Casó tardíamente en Sevilla hacia 1630, a su retorno de Méjico, con Ana Francisca de Portugal y Colón de Toledo, 28 años más joven que él, que litigó por la casa de Veragua. Su padre fue Diego de Portugal, nieto del I conde de Gelves. Su madre, Guiomar Colón de Toledo, era nieta del almirante Diego Colón y prima segunda de su marido. Tuvieron descendencia en que recayeron la casa de Balda y el condado de la Puebla del Maestre al extinguirse la de Lorenzo, el primogénito.
- Fernando de Cárdenas Balda y Zárate, natural de Sevilla, bautizado el 30 de abril de 1582. Ingresó en la Orden de Santiago en 1619, sirvió en Flandes como capitán de Infantería española y murió célibe.
- María de Cárdenas Valda y Zárate, dama de la reina Isabel de Borbón.
- Y Francisco de Cárdenas Valda y Zárate, caballero de Santiago, castellano de Alejandría en el ducado de Milán.
Y de la tercera tuvo una hija: - Lorenza de Cárdenas Manrique, que casó dos veces: primera con Francisco de Orense Manrique y Bernuy, su tío carnal, corregidor de Trujillo, que estaba viudo de Juana Zapata, y en segundas con el erudito escritor Lorenzo Ramírez de Prado, caballero de Santiago, familiar del Santo Oficio, ministro del Consejo de Castilla y embajador de S.M.C. cerca del rey Luis XIII de Francia. Sin sucesión de ninguno de los dos.
- Lorenzo de Cárdenas Valda y Zárate, IX conde de la Puebla del Maestre, XV señor de la casa de Balda y de las de Recalde y Vizcargui, de la villa de Lobón y del mayorazgo de la Torre del Fresno, caballero de la Orden de Calatrava en 1611, asistente y capitán general de Sevilla, presidente de la Casa de Contratación de Indias, gobernador de este Consejo y ministro también de los de Guerra y Estado. Nació en Valladolid el 12 de octubre de 1576, fue bautizado en la iglesia del Salvador y falleció en Madrid el 29 de septiembre de 1637. Casó con Juana de Herrera y Padilla.
- Diego de Cárdenas y Herrera (1602-1659), X conde de la Puebla del Maestre, I marqués de Bacares y III de Auñón, XVI señor de la casa de Balda, etc., caballero de Santiago, que fue como su padre asistente de Sevilla y su maestre de campo general. El marquesado de Bacares le fue otorgado por el rey Felipe IV en el año 1625, doce antes de suceder a su padre, como título de espera para los primogénitos de la casa de la Puebla del Maestre.
Escudo de Armas[editar]
Las armas de la casa de Balda de la villa de Azcoitia, en un principio, traían en campo de oro, cinco bandas, de sable. Posteriormente, ese escudo primitivo fue organizado tal como luce hoy día en su fachada el solar de la Casa-Torre de Balda de Azcoitia: En campo de plata, un roble de sinople, de cuyas ramas pende sobre el tronco un escudete de oro, con las cinco bandas de sable, que son Balda, y, al pie del árbol, un jabalí andante, de sable, perseguido por cuatro perros blancos, dos a la derecha y otros dos a la izquierda, formando como una orla al escudete central, que son de la familia Berástegui.
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