sábado, 4 de septiembre de 2021

HISTORIA DE ESPAÑA

 SIGLO XV EN ESPAÑA

La Arqueta de Sant Martirià es un relicario gótico, que data del siglo XV y que conserva las reliquias de San Martirià, en el Monasterio de San Esteban de Bañolas en Gerona.

Es una de las obras capitales de la orfebrería catalana. Fue construida entre 1413 y 1453 en el taller gerundense de los Artau: la empezó Francesc Artau I y fue acabada por su hijo Francesc Artau II.


Arqueta del santo, mostrando los colores de los esmaltes y el cuerpo de madera.

Descripción[editar]

Es una caja de madera de ciprés, en forma de templo: tiene la base rectangular (65 x 32,5 cm) y las fachadas laterales con una cubierta a dos vertientes. Encima, una crestería y, en medio, un pináculo rematado por una cruz, la altura de la cresta es de 43,5 cm, el pináculo sube hasta 60,6 cm, y la cruz que lo remata, 71 cm.

Toda la superficie está recubierta de plata repujada, con las carnaduras policromadas con esmaltes, formando como capillas dispuestas simétricamente, con veinte y ocho figuras en relieve. Cada uno de los laterales más largos está centrado por una figura de plata de san Martirià bendiciendo, con hábito de obispo. A ambos lados del santo, se disponen doce figuras más pequeñas (más o menos la mitad de la medida que tiene la del obispo): a cada lado, tres en la fachada lateral y tres en la vertiente inclinada de la cubierta.

Los santos representados son:

  • En una cara, encima: San Miguel, María Magdalena, un obispo / San Ferreol, Santa Tecla, San Francisco de Asís; abajo: los santos obispos Nicolás, Eloi y Martí / San Benito, San Jaime y San Pedro.
  • En la otra cara, encima: Santa Marta, San Gregorio y San Cristóbal / San Pablo, San Pedro, Santa Lucía; abajo: Santa Catalina, San Esteban, San Juan Bautista / Santa Bárbara, Santa Ana, Sant Félix de Gerona.

En los lados pequeños (61 x 29,2 cm), tiene dos relieves con una escena del martirio de Martirià y una Virgen con ángeles.

Robo y recuperación[editar]

Sant Martirià, una de las figuras de plata de la arqueta recuperada.

El 11 de enero de 1980 fue desmontada y sus figuras robadas por la banda de Erik el Belga. Desde entonces, ha habido numerosos intentos de recuperación de las piezas, se encontró la pista en 1997, cuando algunas salieron a subasta. Una buena parte había sido adquirida por una coleccionista neerlandesa que, tras largas negociaciones, decidió venderlas al obispado de Gerona. Recuperados la totalidad de los relieves, en octubre de 2009 comenzó la restauración de la arqueta en Madrid, para devolverla a su estado original.

Será exhibida en el monasterio de Bañolas, en una sala dotada con nuevas medidas de seguridad.




















La Carta de Calatayud fue un documento firmado en 30 de mayo de 1481 por un guanarteme (rey de los primeros habitantes de la isla) y los Reyes Católicos, que pretendía acabar con la guerra en Gran Canaria. El pacto consistía en la incorporación de Canarias a la Corona de las Españas a cambio del respeto a las estructuras políticas y sociales, a las costumbres culturales y a la libertad de los aborígenes canarios. No hay consenso sobre que guanarteme firmó dicho documento.


Llegada de los castellanos a Gran Canaria[editar]

En 1477, durante la Guerra de Sucesión Castellana, enfrentadas Castilla y Portugal, los Reyes Católicos obtuvieron el derecho de conquista de las islas de Gran Canaria, Tenerife y La Palma de los señores titulares que no habían podido someterlas, Diego de Herrera e Inés Peraza, y estos recibían el señorío sobre Lanzarote, Fuerteventura, Hierro y Gomera.12

Los Reyes encomendaron la conquista de Gran Canaria en mayo de 1478 por el sistema de capitulación a Juan de Frías, obispo de Rubicón, a Juan Bermúdez, deán del obispado de Rubicón y a Juan Rejón, criado de la reina Isabel.3​ Debido a los conflictos entre ellos una vez iniciada la conquista, la Corona nombró un gobernador, Pedro de Algaba, que llegó a Gran Canaria en noviembre de 1478, que no solucionó las desavenencias, Pedro de Vera fue nombrado nuevo gobernador en febrero de 1480, y Algaba asesinado a instigación de Juan Rejón en mayo.4​ La Corona hizo otra nueva capitulación en febrero de 1480, esta vez con Alonso de Quintanilla, Contador Mayor de Castilla, y con Pedro Fernández Cabrón, a la que se adhirió Pedro de Vera.2​ En verano la nueva flota con el nuevo gobernador llegó a Gran Canaria y expulsó a Rejón de la isla.5

Carta de Calatayud[editar]

Gracias a los refuerzos que recibieron los conquistadores, hubo facciones indígenas que se sometieron a los castellanos, los cuales aceptaron el compromiso de tratarlos como a iguales. En este sentido se tiene constancia de un guanarteme que viajó a España para acatar la soberanía castellana,6​ aunque no hay consenso de quien fue este monarca. La carta está fechada el 30 de mayo de 1481 en Calatayud, donde los Reyes estaban instalados, ya que había cortes de Aragón para tomar juramento de heredero al príncipe Juan. De este modo los canarios fueron autorizados a moverse libremente por el territorio castellano:6

D. Fernando y Dª Isabel por la Gracia de Dios, Rey y Reina de Castilla, de Aragón, y de León, a los prelados, duques y condes, marqueses de costumbres, maestres de órdenes, priores, comendadores, sabed:

Que al tiempo que los Guanartemes, y Caballeros y otras personas del común de Canarias después de ser por la Gracia de Dios convertidos a nuestra Santa Fe Católica, que nos reconocieron por su Rey y Reina, fueron por su Corte ante Nos presentados ciertos capítulos por escrito.

Que leídos y es nuestra merced y voluntad que por ser como son nuestros vasallos sean tratados, y defendidos, y amparados como lo son nuestros vasallos y súbditos y naturales de todos nuestros reinos. Y si alguna persona quisiera ir contra de tales personas canarias o contra lo en esta Carta contecido mandamos a nuestro Justicia proceda contra tales personas con todo rigor de Derecho.
Pacto de Calatayud. 30 de mayo de 1481.7

No se ha encontrado registro de esta carta ni en el Archivo de Simancas ni en el Libro rojo de Gran Canaria.8

Este documento no garantizó la sumisión del resto de la isla de Gran Canaria. La conquista de la isla prosiguió con la muerte del caudillo Doramas en la campaña de Arucas (Gran Canaria), lo que produjo el debilitamiento de la resistencia indígena.9​ En 1482 Hernán Peraza intervino en la conquista de Gran Canaria, donde capturó al guanarteme Tenesor Semidánguanarteme de Gáldar, el cual se trasladó a España, donde se entrevistó con los Reyes y fue bautizado con el nombre de Fernando Guanarteme.1011​ De este modo se ha puesto en entredicho que el guanarteme que fue a Calatayud un año antes fuera el de Gáldar.12

La conquista de Gran Canaria se prolongó hasta 1483,13​ tras la cual se prosiguió con la de La Palma y Tenerife, fruto de la capitulación con Alonso Fernández de Lugo.1415​ Y la incorporación de la isla de Gran Canaria en la Corona de Castilla no fue definitiva hasta enero de 1487.






Tratado de los Toros de Guisando

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Inscripción que recuerda el tratado

TratadoJura o Concordia de los Toros de Guisando son denominaciones historiográficas para una reunión que tuvo lugar el 18 o 19 de septiembre de 1468 en el cerro de Guisando (junto a los Toros de Guisando, un conjunto de toros o verracos de piedra de origen prerromano, en la actual localidad abulense de El Tiemblo), y al acuerdo que en ella se alcanzó entre el rey de Castilla Enrique IV y su medio hermana Isabel. Por tal jura, esta era proclamada princesa de Asturias y reconocida como heredera de la Corona de Castilla. Algunos historiadores discuten su veracidad,[cita requerida] atribuyendo su presencia en los textos posteriores al propósito de legitimar la sucesión, dado que no se ha conservado ningún documento original.

Historia[editar]

Los primeros enfrentamientos que conducirían a la Guerra de Sucesión Castellana habían comenzado en 1464, cuando un grupo de nobles se había rebelado con la intención de hacer abdicar al rey y deponer a su valido, Beltrán de la Cueva. Los nobles rebeldes llegaron a realizar una ceremonia (la Farsa de Ávila de 1465) en la que depusieron simbólicamente a Enrique IV y entronizaron en su lugar a su medio hermano Alfonso. La muerte del infante en julio de 1468 convirtió a la medio hermana de Enrique, Isabel, en la candidata de los nobles rebeldes. Sin embargo, la infanta prefirió pactar con su medio hermano, utilizando como mediador a Antonio de Véneris. Tras unas vistas realizadas en Castronuevo, se llegó a un acuerdo preliminar, por el que finalizaría la guerra. Ese fue el acuerdo que se formalizó ante los Toros de Guisando. Mediante tal tratado o concordia, todo el reino volvía a la obediencia del rey y a cambio Isabel pasaba a ser princesa de Asturias y recibía un amplio patrimonio. El matrimonio de la princesa debía realizarse solo con el consentimiento previo del rey. Juana, la hija de Enrique IV, quedaba desplazada de la posible sucesión, al declararse nulo el matrimonio del rey y la reina.[cita requerida]

Sin embargo, la boda de Isabel con Fernando, el heredero del trono aragonés, celebrada en 1469 en Valladolid y que no contaba con la aprobación del rey, motivó el repudio de la Concordia por Enrique IV. El rey reconoció nuevamente los derechos de su hija Juana en la Ceremonia de la Val de Lozoya (25 de noviembre de 1470).

Es sabido que Enrique IV, muerto su hermano el Príncipe D. Alonso, mandó jurar Princesa y heredera de sus reinos a la Infanta Doña Isabel el 19 de Setiembre de 1468 en la venta de los Toros de Guisando. Concurrieron a esta ceremonia, que tanto pesó en la balanza de la fortuna de España, muchos prelados y caballeros que con el Rey estaban. Un pueblo innumerable fue testigo de aquella solemnidad, a la cual faltó para ser completa la presencia de los procuradores de las ciudades y villas del reino.

Subsanaron la falta las Cortes de Ocaña de 1469, pues según la carta que la Princesa Doña Isabel escribió a Enrique IV, cuando ya meditaba el Rey el rompimiento con su hermana, después en la villa de Ocaña por mandado de vuestra señoría, otros muchos prelados e procuradores de las cibdades e villas... lo juraron, segund que vuestra señoría bien sabe, e a todos es notorio.

Confirmada la jura de la Princesa en las Cortes inmediatas, se desvanecen todos los escrúpulos acerca del derecho de sucesión en la Corona que asistía a doña Isabel; derecho declarado por el único tribunal competente, que no pudo invalidar la jura posterior de doña Juana, hija presunta del Rey, en el Ayuntamiento de grandes, prelados y caballeros de Val-de-Lozoya, porque no se reunieron allí los tres estados del reino, como era necesario, para anular la concordia de los Toros de Guisando.

Manuel Colmeiro, Introducción a Cortes de los antiguos Reinos de León y de Castilla, Parte Segunda, Capítulo XXI

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