domingo, 12 de septiembre de 2021

HISTORIA DE ESPAÑA

 SIGLO XV EN ESPAÑA

El levantamiento del conde de Salvatierra es el nombre historiográfico que recibe el alzamiento armado de Pedro López de Ayala, conde de Salvatierra, a favor de la Santa Junta, durante la Guerra de las Comunidades de Castilla.

Situación previa[editar]

En Alava, Diego Martínez de Álava ocupaba desde 1498 el cargo de diputado general de la provincia y sus relaciones con el conde de Salvatierra se habían visto deterioradas al mismo tiempo que el poder real se afianazaba sobre sus dominios. Por ello, en septiembre de 1520 Ayala lo denunció ante la Junta de Tordesillas por corrupción fiscal y otros cargos, la cual respondió solicitando abrir una investigación sobre el caso, investigación que se confió a Antonio Gómez, diputado de la hermandad.1​La negativa de Vitoria y la hermandad de obedecer las órdenes de la Junta le valió la antipatía del conde, y pronto las relaciones entre este y el órgano de gobierno comunero en Tordesillas se hicieron más estrechas.2

Nombramiento para capitán general e iniciativas militares[editar]

Ganada la confianza de los comuneros, el conde de Salvatierra fue designado, el 6 de noviembre1​ de 1520, capitán general del norte de España en estos términos, confiriéndole el poder para nombrar funcionarios:

Capitán general (...) del Condado de Vizcaya e provincias de Guipúzcoa e Álava e de las cibdades de Vitoria e Logroño e Calahorra e Santo Domingo de la Calzada e de las siete Merindades de Castilla Vieja e de todas las otras cibdades, villas e logares e merindades e tierras e bailes que caen y están desde la cibdad de Burgos hasta la mar.3

Los esfuerzos de las autoridades reales para convencer al conde de abandonar la causa comunera no dieron frutos, a pesar de las gestiones del Consejo Real, exigiéndole su presencia en Burgos, o del licenciado Leguízamo, en enero. Y ya en diciembre comenzó a reclutar hombres y e iniciar su campaña para rebelar a los provincianos. Como castigo a esa hostilidad al poder real, el regente Adriano de Utrecht propuso al rey Carlos I de España, en carta del 4 de enero, que se procediese a confiscarle el feudo y elevarlo a jurisdicción realenga.2

Intento de sublevar Burgos (enero de 1521)[editar]

Pero el momento clave se dio en el contexto del hostigamiento antiseñorial a Tierra de Campos, cuando las tropas del conde de Salvatierra, compuesto de unos 2000 hombres, se movilizaron a Medina de Pomar y Frías cruzando a las Merindades, feudo del Condestable, en un intento de sublevarlas. Ello ponía en peligro la lealtad al poder real que Burgos venía practicando desde finales de noviembre y el virrey apenas podía controlar la situación. Al ejército del conde se le unió el de Acuña y juntos marcharon sobre la localidad burgalesa, uno por el sur y otro por el norte. La toma de Ampudia por parte de las tropas realistas no logró mitigar el peligro comunero sobre Burgos luego de que Padilla y Acuña la recuperasen rápidamente, y la sublevación burgalesa se fijó para el 23 de enero, contando esta vez con el apoyo del ejército dirigido por el capitán toledano. Sin embargo la revuelta se adelantó dos días y terminó en fracaso para los rebeldes.4​ Temeroso el conde de Salvatierra de una posible represalia del ejército del Condestable, se le garantizó el perdón si desertaba, por lo que optó por licenciar a sus hombres y marcharse a sus dominios.

Toma de la artillería de Fuenterrabía[editar]

Tras mantenerse al margen del conflicto comunero, el conde volvió a entrar en acción durante el mes de febrero reclutando soldados, e hizo oídos sordos al emisario del Condestable, Antón Gallo, que solicitaba una entrevista. La Junta entonces le encomendó la misión de interceptar la artillería que desde Vitoria se disponía a llegar a Burgos,2​ tarea que el conde completó satisfactoriamente el 8 de marzo, luego de apoderarse de Vitoria y expulsar sus autoridades, pero sin poder evitar que los cañones resultasen destruidos por el destacamento que los protegía para impedir su provecho por los comuneros.

Derrota del conde de Salvatierra[editar]

En el momento culmine de su popularidad, el conde se vio derrotado en varias ocasiones. Expulsado de Vitoria, que nunca pudo volver a recuperar, el ejército real, formado en parte por refuerzos del duque de Nájera, tomó la plaza fuerte de Salvatierra y garantizó a sus súbditos su incorporación al patrimonio real desligándolos de la autoridad condal.

Los intentos de reconquistar Salvatierra en los días 19 y 20 de marzo resultaron frustrados, mientras el ejército realista alcanzaba sus victorias asolando el valle de Cuartango y destruyendo el castillo de Morillas. A mediados de abril el diputado Diego Martínez de Alava, quien anteriormente el conde había acusado ante Tordesillas, selló la derrota definitiva del ejército insurrecto ante Salvatierra y Vitoria, en lo que se llamó la batalla de Miñano Mayor. El conde decidió entonces mantenerse oculto hasta refugiarse en el castillo de Fermoselle, cerca de la frontera portuguesa.2

El conde de Salvatierra y la represión[editar]

Tras la derrota comunera, el 23 de abril de 1521, y fundamentalmente luego de la llegada del emperador Carlos a la península, en julio de 1522, se inició el proceso de represión contra los principales protagonistas de la revuelta. Instalado en Palencia, el Consejo Real decretó el 23 y 24 de agosto 50 condenas a muerte por rebeldía, entre las cuales se incluye la del conde de Salvatierra, a quien además se le adjuntó la sentencia de confiscación de su feudo. Fue excluido del Perdón General, y probablemente también del derecho a poder beneficiarse de las multas de composición, provisión real que perdonaba las culpas cometidas por los exceptuados y les devolvían sus bienes confiscados aún no vendidos a cambio de un monto de dinero o multa.

En su exilio el rey Juan III de Portugal se negó a recibirlo, por lo que en enero de 1524 se presentó en Burgos creyendo poder alcanzar el perdón regio a través de una gestión personal. Sin embargo, fue capturado, encadenado y tratado severamente por las autoridades judiciales, que no llegaron a hacerlo comparecer en algún juicio, pues el conde falleció el domingo 16 de mayo de 1524, siendo enterrado con los grilletes en los pies.2

Suerte del Condado de Salvatierra[editar]

A pesar de haberse firmado una cédula el 15 de mayo de 1521 que asimiliba el condado a la Corona, pronto se creyó más beneficioso para el tesoro real su desmembramiento. En efecto, Diego de Zárate, Diego López de Castro, Agostín de Urbina y Pedro de Zuazola compraron algunas fracciones poco importantes del mismo, hasta que el 6 de diciembre se puso a la venta el feudo completo, a excepción de la villa de Salvatierra, incorporada al patrimonio real. El valle de Orozco pasó a manos del licenciado Leguízamo, y el de Cuartango debió pagar una importante suma de dinero para pasar a ser parte del dominio de realengo. El hijo del conde de Salvatierra, Atanasio de Ayala, pudo beneficiarse de heredar las partes del dominio de su padre aún no compradas ni enajenadas.






El sitio de Aledo fue un episodio de la conquista almorávide de al-Ándalus.

Antecedentes[editar]

En la segunda mitad del siglo xi, el rey taifa al-Mu'tamid de Sevilla, que había dispuesto una agresiva política de expansión frente a sus estados vecinos surgidos de la descomposición del Califato de Córdoba, terminó viendo amenazados sus propios dominios cuando el rey Alfonso VI de León y Castilla conquistó Toledo en 1085 y tan solo un año después sus tropas se hacían con el castillo de Aledo dirigidas por el caballero García Jiménez.1

El dominio sobre Toledo y la ocupación de Aledo formaban parte de una misma estrategia de los castellano-leoneses para debilitar el fragmentado poder musulmán y, en ese sentido, la definitiva caída de Toledo significó un golpe de efecto que dio a los cristianos un nuevo empuje en el sometimiento de los territorios del sur. Pero mientras algunas taifas se avinieron a la introducción de las parias u homenajes, gravámenes que reforzaban la economía de los reinos cristianos, otras pidieron la ayuda de los almorávides,2​ una dinastía bereber cuyas fuerzas desembarcaron en al-Yazira al-Jadra en 1086 y derrotaron a los cristianos en la batalla de Sagrajas. Sin embargo, esta expedición dirigida por el emir Yusuf ibn Tašufin prefirió regresar poco tiempo después al Magreb ante la noticia de la muerte de su hijo.

Aledo iba a ganar entonces un importante protagonismo, dada su posición de avanzadilla cristiana aislada en territorio islámico, que va a poner en jaque a las taifas del entorno. Las mesnadas castellano-leonesas sembraron el pánico entre la población de la taifa murciana con audaces correrías sobre la huerta de Murcia y Orihuela,2​ haciéndose dueñas por completo del valle del Guadalentín y controlando las principales vías de comunicación del Levante, de modo que la preocupación de los principados andalusíes hará que soliciten nuevamente el auxilio almorávide.

El asedio[editar]

El emir Ibn Tašufin regresó a la península ibérica en 1089, haciendo uso de Gibraltar como punto de desembarco.3​ En al-Yazira al-Jadra se unieron a sus tropas las del sevillano al-Mu'tamid, y juntos avanzaron hasta Málaga, donde se agregó el rey taifa Tamim ibn Buluggin con sus huestes. El objetivo del emir sevillano, a pesar de sus protestas de defensor del islam contra las correrías cristianas desde Aledo, era hacerse con el castillo y con el dominio de Murcia para su hijo, que su propio visir le había arrebatado.2

En el camino hacia Aledo se incorporaron a la ya numerosa fuerza Abd Allah ibn Buluggin de Granada y Almotacín de Almería,4​ mientras que Abu Muhammad ibn Rashiq de Murcia colaboró enviando hombres y dinero.

El ejército musulmán plantó su campamento a los pies del castillo de Aledo, y comenzó a hostigar la posición cristiana mediante disparos de manganas y balistas,5​ construidas ex profeso por expertos artesanos traídos desde Murcia.

Los asaltos se sucedieron día y noche, atacando cada jornada el ejército de uno de los emires rotativamente,62​ pero el tiempo transcurría sin lograr la rendición de la guarnición castellano-leonesa. La moral de los sitiadores empezó a resentirse y afloraban tensiones entre ellos,7​ hasta el punto que Ibn Rashiq, temeroso de que al-Mu'tamid pretendiera anexionar Murcia a su taifa de Sevilla, aprovisionó7​ a los sitiados. Destituido finalmente por Ibn Tašufin debido a una fetua, los murcianos abandonaron el asedio, rechazaron someterse a los sevillanos y pidieron auxilio al rey cristiano Alfonso VI.7

El Cid tuvo la intención de socorrer la plaza, pero sería el mismo monarca quien marchase al frente de sus tropas a liberar Aledo, provocando la retirada almorávide después de un asedio de cuatro meses.8​ A finales del verano y tras insistentes peticiones de la guarnición y de los murcianos enemistados con Ibn Tašufin, Alfonso se puso en marcha para socorrer la plaza.8​ Tras este revés, Yusuf ibn Tašufin prosiguió brevemente su campaña peninsular, apoderándose de Talavera de la Reina y Madrid, pero al ser rechazado en Guadalajara se replegó a Córdoba, para terminar volviendo a sus posesiones norteafricanas.9

Consecuencias[editar]

La demora del Cid a la hora de partir hacia Aledo hizo entrar en cólera al rey Alfonso,8​ que lo desterró de nuevo.

La fortaleza de Aledo llegaría a sufrir hasta tres cercos por parte de las tropas almorávides, en un intento desesperado por acabar con la resistencia cristiana. En 1092, el mismo Alfonso VI decidió abandonarla ante la imposibilidad de seguir defendiéndola, de forma que cabalgó hacia ella para evacuar a la guarnición y ordenar su destrucción,10​ con el objetivo de impedir que sus enemigos se hicieran con una fortificación tan valiosa.

Los almorávides, una vez se asentaron firmemente en la península ibérica, lograron pronto detener la presión de los reinos cristianos y hacer valer su autoridad sobre la región occidental, donde Sevilla se convirtió en su capital administrativa. En la mitad oriental de al-Ándalus, los ejércitos organizados desde Murcia participaron en las guerras de la frontera aragonesa, y finalmente conquistaron en 1102 la Valencia ocupada por el Cid, consiguiendo una importante vía de penetración hacia el interior peninsular. Después de varios ataques contra los condados catalanes, decidieron lanzar una ofensiva contra Castilla por su flanco este, con Uclés como primer objetivo.






La batalla de Calatañazor fue una batalla que habría tenido lugar en esta localidad soriana en julio del año 1002, esta batalla es tildada de irreal desde el siglo XVIII debido a la no existencia de prueba alguna en las crónicas de la época. En ella parece que Almanzor se vio obligado a huir tras luchar contra los ejércitos cristianos coaligados de Castilla (conde Sancho García), León (Alfonso V) y Navarra (Sancho Garcés III de Pamplona).

De entre las fuentes cristianas, el cronista Lucas de Tuy fue el primero en narrar el encuentro de Calatañazor. Según él, después de una campaña contra Galicia, Almanzor se adentró en Castilla, saliendo a su encuentro el rey de León Alfonso V (y no Vermudo II, como apunta el cronista), aunque es algo muy difícil pues el rey leonés entonces tendría ocho años. Continúa:

e en el lugar que se dize Calatanasor muchos millares de Sarrazines cayeron, et si la noche non cerrara el día, ese Almançor fuera preso. Enpero, en esse dia non fue vençido, mas de noche tomó fuyda con los suyos.

Cuando el sol apuntaba un nuevo amanecer, el rey leonés ordenó a los suyos que atacasen el campamento amirí, pero los cordobeses habían desaparecido, y todo el botín que capturaron se reducía a las tiendas de campaña y diversos enseres de escaso valor. Añade el obispo historiador que en la persecución de los mahometanos jugó un papel significante el conde García Fernández de Castilla (que llevaba siete años muerto, y en realidad fue su hijo Sancho García).

El prelado incorpora además el germen de una mítica leyenda, señalando que, el día de la batalla, un extraño personaje, que identifica con un pescador, lloraba gimiendo, a veces en árabe, otras en lengua romance, diciendo: «En Calatañazor perdió Almanzor el tambor». Para el cronista, este espejismo era el diablo que lloraba la caída de los moros.

En cualquier caso, Almanzor se negó a comer o beber, muriendo al llegar a la ciudad de Medinaceli. La Historia silense sentencia:

Pero, al fin, la divina piedad se compadeció de tanta ruina y permitió alzar cabeza a los cristianos, pues pasados doce años Almanzor fue muerto en la gran ciudad de Medinaceli, y el demonio que había habitado dentro de él en vida se lo llevó a los infiernos.

Rodrigo Jiménez de Rada y la Estoria de España de Alfonso X ofrecen una versión idéntica de los hechos, con la excepción del espectro que anuncia el próximo final de Almanzor se aparece en Córdoba.

Con respecto a las fuentes mahometanas, la versión más completa es la proporcionada por al-Maqqari, autor del s. XVII que recopiló a numerosos historiadores medievales. Según este, a comienzos de 1002, Almanzor se preparó, siguiendo su costumbre anual, para romper la frontera cristiana, dirigiendo sus ataques hacia Castilla. El arabista Lévi-Provençal apunta como uno de sus objetivos el monasterio de San Millán de la Cogolla, que fue arrasado. Siempre según el cronista, Almanzor ordenó que se sumara a su hueste un considerable contingente de tropas norteafricanas con las que se encontró, según lo acordado, en Toledo partiendo hacia la ribera del Duero, en cuyas proximidades causó estragos y cuyas tierras devastó.

Desde allí, remontó el curso del río para penetrar ya directamente en los dominios del conde de Castilla. Mas un enorme ejército cristiano le sorprendió acampado cerca del castillo llamado de las Águilas (Calatañazor). Almanzor atacó esta hueste a la cabeza de sus propias tropas y fue derrotado, con grandes pérdidas.

De regreso de esta expedición, se sintió enfermo (quizá de una herida recibida en combate), pero continuó haciendo la guerra a los infieles y devastando su territorio hasta que la dolencia se complicó de tal manera que tuvo que ser transportado en una litera, sobre suaves cojines y cubierto por un baldaquino y cortinas que le protegían de la vista de su ejército. En tal estado llegó a Medinaceli. Allí los médicos analizaron la naturaleza de su mal, pero, incapaces de ponerse de acuerdo en un diagnóstico y menos en el tratamiento oportuno, la enfermedad se agravó lo suficiente para provocarle finalmente la muerte.

Sintiéndose morir, el caudillo de al-Ándalus pidió a su hijo Abd al-Malik y a algunos amigos íntimos que recibieran sus postreros consejos. Luego, a solas con Abd al-Malik, le repitió las instrucciones dadas unos momentos antes. Cuando su hijo y sucesor abandonó la tienda con el rostro arrasado en lágrimas, el agonizante Almanzor le reprochó su falta de valor con palabras que demostraron ser proféticas: Esta me parece la primera señal de la decadencia que aguarda al imperio.

El caudillo amirí murió la noche del 10 al 11 de agosto de 1002.


Batalla de Calatañazor
Parte de Reconquista
Map Almanzor campaigns-es.svg
FechaJulio de 1002
LugarSupuestamente Calatañazor
Coordenadas41°42′00″N 2°49′00″OCoordenadas41°42′00″N 2°49′00″O (mapa)
ResultadoVictoria cristiana
Beligerantes
Umayyad Flag.svg Califato de CórdobaBanner of arms kingdom of Castile.svg Condado de Castilla
Banner of arms kingdom of Leon.svg Reino de León
Bandera de Reino de Navarra.svg Reino de Pamplona
Comandantes
Umayyad Flag.svg Almanzor (herido)Banner of arms kingdom of Castile.svg Sancho García
Bandera de Reino de Navarra.svg Sancho Garcés III de Pamplona
Banner of arms kingdom of Leon.svg Alfonso V de León
Fuerzas en combate
60 000 jinetes y 100 000 infantes110 000 jinetes y 20 000 infantes1
Bajas
40 000 jinetes y 70 000 infantes muertos2Desconocidas, menores







El sitio de Saraqusta de 1086 fue una de las batallas de la Reconquista.

Antecedentes[editar]

Al-Múndhir ibn Yahya at-Tujibí consiguió hacia 1013 la independencia de la Taifa de Saraqusta respecto del Califato de Córdoba.1

El 1076, a la muerte del rey Sancho IV de NavarraAlfonso VI de León se anexionó los territorios del actual País Vasco y adoptó el año siguiente el título de Emperador. Mediante el sistema de las parias consiguió que la mayor parte de los reinos de taifas musulmanes fueran sus tributarios.

El 25 de mayo de 1085 conquistó Toledo aprovechando la reclamación de un antiguo aliado contra un usurpador del trono. Con esta conquista el rey castellano-leonés se tituló Emperador de las dos religiones y sus dominios se extendieron hasta el río Tajo, cosa que permitió la amenaza constante de las taifas cordobesassevillanas y granadinas. Conquistó Valencia el febrero de 1086 con las tropas de Alvar Fáñez, que se quedó encargado de la defensa para que Yahya al-Qàdir pudiera gobernar el emirato de Balansiya.2

El asedio[editar]

La primavera de 1086Alfonso VI de León puso asedio a Zaragoza, que contó para su defensa con el Cid como lugarteniente de el-Mustaín. Ante esta circunstancia, los reyes de las taifas pidieron ayuda a los almorávides y el emir Yússuf ibn Taixfín desembarcó en el-Yazira al-Jadrā en auxilio de los débiles reyes musulmanes el 30 de julio.34

Alfonso VI, que no estaba dispuesto a tolerar esta osadía, levantó el asedio de Zaragoza y se dirigió al encuentro de Yusuf pero sufrió una humillante derrota en la batalla de Sagrajas.5

Consecuencias[editar]

En la batalla de Sagrajas (Badajoz), el emir almorávide Yusuf ibn Tashfin consiguió vencer al rey Alfonso VI. A pesar de que los musulmanes asediaron varias veces la ciudad de Toledo, pero no consiguieron conquistarla.

Mientras, Monzón cayó el 24 de junio de 1089 a manos de Pedro I de Aragón, quien en 1095 conquistó Waixqa (Huesca), después de derrotar el emir Àhmad ibn Yússuf al-Mustaín en la batalla de las llanuras de Alcoraz. El 1101 tomó BarbastroSariñena y puso asedio a las ciudades de Zaragoza y Tamarite de Litera en1104.6​ Con estas conquistas se consolidó la supremacía militar de las tropas cristianas sobre las musulmanas y la zona del Ebro como terreno abierto a la conquista aragonesa. El emirato fue finalmente conquistado en 1118 por Alfonso I de Aragón.

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