sábado, 4 de septiembre de 2021

HISTORIA DE ESPAÑA

 SIGLO XV EN ESPAÑA

La Constitución de la Observancia (en catalánConstitució de l'Observança) era un capítulo de corte promulgado en las Cortes de Barcelona de 1480-1481 que establecía el sometimiento del rey a la observancia y cumplimiento de las constituciones catalanas. Ya durante el reinado de Alfonso V de Aragón en las Cortes de Barcelona (1421) se había acordado la primacía de los Usajes de Barcelona, encargando a la Diputación del General de Cataluña el control de cualquier extralimitación real, pero el creciente autoritarismo de Juan II de Aragón desencadenó el sangriento final de la edad media en Cataluña con la Guerra civil catalana (1462–1472). Tras el conflicto Fernando II de Aragón inició la política de «Redreçament» (reforma) ratificando el pactismo como pilar rector de la política en Cataluña durante la edad moderna; mediante dicho capítulo de corte se consagró el imperio de la ley sobre cualquier atisbo de absolutismo y se ratificó a la Generalidad como institución encargada de velar por el cumplimiento de leyes por parte del rey y sus oficiales; en caso de vulneración constitucional (contrafacción) se apelaba a la Real Audiencia de Cataluña y, a partir de 1702, al Tribunal de Contrafacciones. Inicialmente fue denominado «Capítulo de corte Poco valdría», por ser estas sus primera palabras, pero posteriormente y a pesar de no ser propiamente una constitución sino un capítulo de corte fue conocido como «Constitución de la Observacia»:

Poco valdría hacer Leyes y Constituciones si no eran por Nos, y nuestros oficiales, observadas.





Galcerán de Requesens i Joan de Soler (ca. 1439-Barcelona, 8 de septiembre de 1505) fue un político y militar al servicio del Reino de Nápoles, de la Corona de Aragón y de la Corona de Castilla, perteneciente a la nobleza catalana. Accedió a la calidad de noble el 4 de abril de 1458, y asistió como tal a las Cortes de Barcelona de ese mismo año.

Biografía[editar]

Doncel de Barcelona, primer conde de Palamós, además Conde de TriventoConde de Avellino (desde 1468 y confirmado en 1504) y barón de Calonge. Era hijo del también afamado Galcerán de Requesens y hermano de Luis de Requesens i Joan de Soler, ambos gobernadores de Cataluña, otras dos figuras ilustres de la historia de España. Además, varios descendiente han sido también figuras importantes de la historia de España.

Su madre fue Isabel Juan de Soler (Elisabet Joan Dessoler, o Isabel Joan de Soler, según las fuentes), señora de Andreu, Rosanes, Martorell y Molíns de Rei (c. 1405–Barcelona 1486). Tuvo doce hermanos (Onofre, Bernat, Berenguer, Carmesina, Violant, Isabel, Jerónima, Castellana, Juana, Dimes, Dionísia y Luis).

Primero estuvo al servicio de Fernando I de Nápoles, como capitán de la armada. Como tal, en 1465, su escuadra de barcos consiguió bloquear la isla de Isquia, donde se había sublevado el Conde de IsquiaJuan de Torrelles i López de Gurrea, que era partidario de Renato I de Nápolesduque de Anjou (1409-1480) frente a su rival Juan II de Aragón (1398-1479), aliado de Fernando I de Nápoles, para obligarle a capitular. Tras la victoria, el rey Fernando I de Nápoles le agradeció personalmente sus servicios otorgándole en 1468 el condado de Avellino.

En 1471, con diez galeras, se unió a la flota veneciana por fustigar a los otomanos, donde junto con Pietro Mocenigodux de Venecia, atacó las islas de RodasCos y Samos, localizadas en el archipiélago del Dodecaneso (Mar Egeo), en la actual Grecia.

Ya bajo las órdenes directas de la Corona de Aragón, o sea, de Fernando II de Aragón y V de Castilla, llamado el Católico, combatió a los rebeldes de Arborea, provincia de Oristán (isla de Cerdeña), con los que firmó un tratado de paz. Efectivamente, más tarde hizo de mediador entre el rey Fernando el Católico, el ya vencido Leonardo de Alagón (juez de Arborea) y el embajador napolitano en la Corona de Aragón.

Más tarde, ostentó el cargo de capitán general de la armada de los Reyes Católicos durante la campaña de Málaga contra el debilitado Reino nazarí de Granada. En el año 1484, el Rey Católico le concedió los títulos de Conde de Palamós y Barón de Calonge.

En 1494 hizo construir un nuevo muelle en Palamós completando así el que ya había desde mediados del siglo XV.

En 1495, conjuntamente con el Gran Capitán, manda una flota de 60 naves y 20 leños, con 6000 infantes y 700 jinetes. Su finalidad será desalojar a los partidarios del Rey de Francia de las plazas de Nápoles y Sicilia que tienen ocupadas. Lo consiguen, incluso llegando unos meses más tarde hasta las puertas de la misma Roma. Un año antes de su muerte, el Rey Católico le confirmó el título de conde de Avellino.

Matrimonios y descendencia[editar]

Galceran de Requesens i Joan de Soler se casó dos veces:

  • Primero con Elena Baucio y Ursino (hija del conde de Ugento y duque de Nardo, y de la condesa de Castro). Sin descendencia.
  • En segundas nupcias casó con la noble castellana Beatriz Enríquez de Velasco, hija de Alfonso Enríquez de Guzmán (conde de Alba de Liste) y de Juana Pérez de Velasco, hija de los primeros condes de Haro.

A pesar de que tuvo varios hijos e hijas naturales, solo se le conocen dos legítimas de su segunda esposa:


Galcerán de Requesens i Joan de Soler
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Información personal
Nacimientoc. 1439 Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento1505 Ver y modificar los datos en Wikidata
Barcelona (España) Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
PadreGalcerán de Requesens Ver y modificar los datos en Wikidata
HijosIsabel de Requesens y Enríquez de Velasco Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
OcupaciónPolítico y militar Ver y modificar los datos en Wikidata








Las guerras remensas fueron dos revueltas campesinas contra los abusos señoriales (malos usos) que comenzaron en el Principado de Cataluña en 1462 y terminaron en 1485. Fernando II puso fin al conflicto en 1486 con la Sentencia Arbitral de Guadalupe que abolió los malos usos a cambio del pago de una indemnización de los remensas a los señores feudales.

Placa Conmemorativa del 500 aniversario de la aceptación por parte de los Remensas de la mediación de Fernando II entre estos y los señores feudales. Localizada en el monasterio de Amer.

Antecedentes[editar]

La monarquía aragonesa comenzó a interesarse en el problema remensa y a contactar con su movimiento a partir de 1388 bajo el reinado de Juan I de Aragón. En ese año los remensas se dirigieron al monarca exponiéndole que «el tiempo de la servidumbre, o sea de pagar exorquiaintestiacogucia y otros derechos ya había pasado».1​ Será la reina María de Luna, esposa de Martín I el Humano, quien enjuiciará de forma más negativa la situación de los remensas recurriendo a expresiones como «mácula de la patria» e «infamia de la nación catalana».2​ Para intentar acabar con esta situación la reina escribe al Papa Benedicto XIII al que pide que otorgue una bula que ponga fin a tan «pestíferas y reprobadas servidumbres» en los señoríos eclesiásticos, siendo transformadas en censos perpetuos a pagar por los campesinos beneficiados, pero la bula papal nunca fue promulgada.3​ Según Jaume Vicens Vives, «el interés de la monarquía por la causa remensa respondía a razones de alto valor moral, a presiones e instancias de los propios payeses, y, finalmente, a su posición política frente a los señores jurisdiccionales».4

Ducado de oro de Alfonso el Magnánimo, acuñado en Nápoles.

Alfonso el Magnánimo continuó con la política filoremensa de la monarquía. Permitió la formación de un sindicato, el Gran Sindicato Remensa autorizado en julio de 1448, para que los campesinos pudieran reunirse para tratar la supresión de los malos usos y nombrar síndicos que los representaran, además de recaudar la cantidad de 100.000 florines que serían entregados al tesoro real ―un tall (derrama) de tres florines por cada mas―. Las reuniones se realizarían bajo la presidencia de un oficial real que daría cobertura legal a la asamblea y también garantizaría su seguridad.5678​ Esta decisión se produjo después de la visita que hicieron en mayo de ese año a la lugarteniente de Cataluña, la reina María, cuatro síndicos de los remensas de Gerona en la que le ofrecieron 60.000 florines por la intervención de la monarquía en su emancipación. Como ha destacado, Jaume Vicens Vives, la autorización del sindicato remensa fue una media «decisiva, puesto que por primera vez la Corona daba carácter legal a las reivindicaciones de los payeses» y «asimismo, ofrecía la posibilidad de encauzarlas pacíficamente».9

La decisión de la Corona fue muy mal recibida por los señores que intentarán impedir las reuniones de los remensas y hacer fracasar la iniciativa de la monarquía de lograr una salida pacífica al conflicto, en lo que encontraron la plena colaboración de las instituciones catalanas que controlaban como la Diputación del General de Cataluña o Generalitat y el Consejo de Ciento de la ciudad de Barcelona ―Barcelona era propietaria de las baronías de MontcadaTarrasa y Sabadell que poseían payesías remensas―. Los diputados de la Generalitat llegaron a afirmar que existía un plan remensa «detestable y diabólico» de ofrecer el Principado al rey de Francia o a Renato de Anjou si el rey Alfonso no satisfacía sus aspiraciones. 10​ Por su parte los remensas, que llegaron a integrar en su sindicato a unos 20.000 hogares, presentaron en 1450 un requerimiento a la Corona para que los liberara de la servidumbre y de los malos usos («demanant per aquella [la Corona] de la dita servitud e mals usos esser deslliurats»). Entonces los señores se aprestaron a defenderse «contra tan gran daño y perjuicio de todos».11

En 1454 Alfonso el Magnánimo nombró nuevo lugarteniente de Cataluña a su hermano don Juan, rey de Navarra. Este continuó con la política filoremensa lo que le enfrentó con los señores laicos y eclesiásticos de la Cataluña vieja también representados en las Cortes.12​ El 5 de octubre del año siguiente Alfonso el Magnánimo, probablemente aconsejado por su hermano, dictó desde Nápoles una sentencia interlocutoria por la que suspendía temporalmente la prestación de los malos usos y servidumbres, aunque sin llegar a resolver el fondo del asunto.13141516

Juan II de Aragón siguió con la política filoremensa llevada a cabo por los soberanos anteriores incluso cuando se produjo el enfrentamiento con las instituciones catalanas en la revolución catalana de 1460-1461 y cuando tras la muerte del príncipe Carlos de Viana en septiembre de 1461 le sucedió al frente de la lugartenencia de Cataluña la reina Juana Enríquez en nombre del «primogénito» el príncipe Fernando. En diciembre de 1461 la reina Juana ordenaba a los señores, tanto laicos como eclesiásticos, que acataran las disposiciones que habían dejado en suspenso las prestaciones debidas por los malos usos, mientras que al mismo tiempo ordenaba a los remensas que hicieran efectivos los pagos que debían como arrendatarios de las tierras ya que muchos se negaban a hacerlo, justificándolo algunos de ellos con la proclama de que «cualquier oficial o persona que les exigiera censos, ‘’tascas’’ u otro cualquier derecho correspondiente a vasallo deseaba mal al senyor rey».17

Primera guerra remensa[editar]

Castellfollit de la Roca, en la comarca de La Garrocha, escenario de la primera acción importante de los remensas sublevados (marzo de 1462).

La primera guerra remensa tuvo lugar entre 1462 y 1472 coincidiendo con la Guerra Civil Catalana, aunque constituyó una guerra específica. Fue una rebelión campesina protagonizada por los remensas que querían acabar con la servidumbre a la que les tenían sometidos sus señores feudales. Con la esperanza de que la monarquía les apoyara los remensas, al frente de los cuales estaba Francesc de Verntallat, se pusieron del lado del rey Juan II de Aragón en su enfrentamiento con las instituciones catalanas que se habían rebelado contra él. La guerra acabó con la victoria del bando realista pero esto no supuso el fin del pleito remensa porque Juan II no lo abordó ya que muchos señores feudales también habían defendido su causa.

Según Jaume Vicens Vives, «el conflicto remensa constituye la base social de la “época de las turbaciones” ―como fue denominada la guerra entre Juan II y parte de Cataluña―, y quizá es, asimismo, el motivo íntimo de la revuelta de las clases privilegiadas del Principado contra su soberano». Lo mismo opinaba el cabildo catedralicio de Gerona que al referirse a la guerra civil catalana que acaba de terminar afirmaba que había sido provocada por los hombres de remensa: «perque es vinguda en Cathalunya la guerra o rebellio» (‘porque es venida en Cataluña la guerra o rebelión’).18

Segunda guerra remensa[editar]

Después de la muerte de Juan II en 1479, su hijo Fernando siguió sin resolver el conflicto e incluso, debido a las presiones señoriales, llegó a revocar la pragmática publicada por su tío, el rey Alfonso el Magnánimo en 1455 suspendiendo temporalmente los malos usos.

Esta situación de agravamiento de las condiciones de vida de los remensas desembocó en 1484 en la segunda guerra remensa. Liderada por Pere Joan Sala (Alzamiento de Mieres, 22 de septiembre de 1484), este fue derrotado en la batalla de Llerona de 24 de marzo de 1485. Un año después, el 21 de abril de 1486, el rey dictaba la Sentencia arbitral de Guadalupe que redimía definitivamente de los malos usos a los payeses de remensa previo pago de 60 sueldos por manso.

 

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