HISTORIA MEDIEVAL - ESPAÑOLES SIGLO VII
El Epitaphion Antoninae es una elegía fúnebre en latín de autor anónimo, compuesta en el reino visigodo de Hispania durante el siglo VII, que el investigador jesuita José Madoz Moleres consideraba "la más hermosa composición poética de Hispania en el siglo VII.º".1
Los treinta y seis versos de que consta el poema, compuesto en dísticos elegiacos, fueron editados por vez primera por el padre Fidel Fita en 1871 en un artículo sobre Braulio de Zaragoza y el papa Honorio I, a partir del códice 22 de la Catedral de León, bastante conocido entre los estudiosos por contener el epistolario brauliano. Fita adjudica a Braulio el poema, que según él habría sido escrito para lamentar la muerte de la viuda de Wistremiro a la que dirigió su carta trigésima. Manuel Cecilio Díaz y Díaz estudió y editó la obra nuevamente en 1958, concluyendo que "es una de las obras de más aliento, sinceridad y emoción, y de mayor logro poético, de la literatura visigoda", y la fecha entre los años 601 y 680, probablemente en la primera mitad del siglo VII; deduce del texto que Antonina era la hija de un hispanorromano con una visigoda, por lo que seguramente debió vivir en época del rey Leovigildo u otro posterior, en que esos matrimonios ya eran corrientes, y el poeta debía estar asentado en Toledo.2 Madoz y fray Justo Pérez de Urbel lo atribuyen a San Eugenio de Toledo, el famoso poeta visigodo.3 Ciertamente el autor parece conocer y citar la obra de Eugenio, y además la de San Julián de Toledo, Sedulio, Venancio Fortunato y San Jerónimo.
Esta pieza aparece en por lo menos dos manuscritos conocidos, a saber en León, Archivo-Biblioteca de la Santa Iglesia Catedral, núm. 22, posiblemente del siglo IX; y el manuscrito escurialense j.II.10, fechado en el siglo XVIII.4
El texto empieza así:
- In lacrimis cuncta si possem vertere membra / nec tandem potera funere flere mea / Grandibus hic lacrimis opus est nam grandia flentur, / nec recipit parvum tanta querela modum...
El latín que usa es puro y rico, y su métrica exacta, con las libertades usuales en el siglo VII y que venían desarrollándose desde la época clásica, como el alargamiento ante cesura o en razón del desplazamiento de acento y la escansión breve de vocal ante muta cum liquida.
San Eugenio de Toledo (Toledo, ¿59.? - 657) fue un escritor y poeta español, y primer Arzobispo de Toledo, de la época visigoda. Es uno de los considerados Padres de la Iglesia hispánica. Es llamado Eugenio II por los autores visigodos, pero los hagiógrafos hispanos posteriores a 1148 lo llaman Eugenio III a consecuencia de un erróneo desdoblamiento producido por la Passio sancti Eugenii (siglo IX), fundada en la Vita sancti Dyonisii de Hilduino.
Biografía[editar]
De estirpe goda, fue discípulo de Braulio de Zaragoza,2 estudiando con él en la Iglesia de Santa Engracia de esa ciudad. Supo fundir las enseñanzas de su maestro y de Isidoro de Sevilla. Destacó, además de por su actividad poética, como músico y teólogo. Estos y otros méritos lo llevaron a ser nombrado obispo de Toledo, atraído allí por su amigo el rey Chindasvinto, y es considerado como el iniciador del arzobispado de esta ciudad tras ser designado como tal por el rey en 649 hasta su muerte en 657.
Sus poemas y los testimonios de su discípulo Ildefonso de Toledo, además de un relato martirológico del siglo IX, son la principal fuente para conocer su biografía. Se educó con Eladio de Toledo y, más tarde, atraído por la fama de Zaragoza como foco cultural, ingresó en el monasterio de Santa Engracia para ampliar sus estudios con Braulio de Zaragoza, uno de los personajes más cultos de su tiempo, amigo y consejero de Isidoro de Sevilla.3
Braulio, tras ser nombrado obispo de la sede zaragozana en 626, escogió a Eugenio para que fuera su arcediano.4 Y como en el año 649 Eugenio fue nombrado arzobispo de Toledo por Chindasvinto, como muestra la carta del rey visigodo a Braulio, donde expresa su deseo de nombrar a Eugenio titular de un arzobispado en Toledo, Braulio, que veía en él a su sucesor en la sede cesaraugustana, se opuso sin ningún éxito. Desde su nueva cátedra toledana impulsó la cultura y celebró los concilios VIII, IX y X de Toledo.5 Fue asimismo, en esa sede, promotor de la música sacra.4 A causa de su riguroso ascetismo se resintió su salud, y aun parece haber padecido anorexia, de lo cual hay dolorida huella en su lírica.
En cuanto a su actividad literaria, escribió libros de teología, epístolas y poemas. En este último ámbito está considerado el principal poeta latino de la Europa del siglo VII por la multiplicidad de metros utilizados (hexámetros, dísticos elegíacos, trímetros trocaicos y yámbicos, eolios sáficos, e incluso jonios), aunque su prosodia no era estrictamente observante,6 por la variedad de sus composiciones y por el saber literario que se desprende de las mismas.7 Como era natural en la poesía medieval, usa y aun abusa de los artificios externos de origen helenístico y tardoantiguo: acrósticos, telésticos, abecedarios, versus disrupti, etc. Hace ocasional uso de la rima y tiene la audacia romántica de cambiar de metro en sus composiciones, en alguna de ellas hasta cuatro veces.8 Estas composiciones, fruto de en gran medida de las ejercitaciones escolares, entran por su contenido más en la historia de la retórica que en la de la lírica, y en su mayor parte son poemas de circunstancias cuya temática va desde la poesía devota tradicional a la encomiástica de epitafios y dedicatorias, pasando por los tópicos didácticos, moralizantes y escolares, como las nugae en torno a curiosidades de la naturaleza (por ejemplo, su famoso poema sobre animales mixtos De animantibus ambigenis, los consagrados al diamante y al imán); inscripciones dedicadas a iglesias;9 poemas compuestos para diversos objetos (un salero, una fíbula, una columna, entre otros); versificaciones de pasajes de las Etimologías de Isidoro de Sevilla; piezas de carácter didáctico sobre los sonidos de los animales, las estaciones del año o los fenómenos atmosféricos; composiciones de inspiración bíblica acerca de los días de la creación y de las diez plagas de Egipto; alabanzas al heroísmo de los santos, epitafios (dedicados asimismo, a la familia de Braulio, a la familia real y a un tal Nicholao Evantius); un famoso ciclo sobre las aves (ruiseñor, tórtola, golondrina); piezas de carácter moralizante, donde fustiga los vicios de la embriaguez y de la crápula o se lamenta de la inestabilidad de la mente humana, de la brevedad de la vida y de los achaques de la vejez; sentencias y máximas en verso, etc. Señala Marcelino Menéndez Pelayo además el talante realista de quien se llamaba a sí mismo misellus Eugenius al ponderar las incomodidades del estío, a veces con gracia:
- En esta época se ensaña la mosca y la cucaracha negra como la pez, y el mosquito mordaz y la maloliente chinche, y punza el cuerpo la pulga, acostumbrada a pasarse las noches en vela. Aparta, Dios mío, estos monstruos de quien te invoca; aleja de mí la enfermedad y dame la paz para que pueda pasar las noches en plácido sueño. ("Versus de aestate", XXX).10
Pero otras veces con una crudeza casi naturalista, cuando cuenta los quebrantos y achaques de la vejez. Y también aflora una veta personal más lírica e íntima, que es su aportación más valiosa.11 Incluso ejerció de filólogo y, a instancias de Chindasvinto, tomó a su cargo la edición, corrección y ampliación de la obra del épico cristiano del siglo V.º Draconcio, que había escrito en el África vándala. Eugenio trabajó sobre su Hexaemeron, fragmento del De laudibus Dei que circulaba por España, al que añadió una carta introductoria dirigida al rey, un prólogo en 25 hexámetros y una recapitulación de los siete días de la Creación (Monosticha recapitulationis septem dierum); además, corrigió y editó el texto draconciano, tanto el del De laudibus Dei como el de la Satisfactio escrita en el cautiverio, supliendo las lagunas y también suprimiendo algunos pasajes.
Entre sus 103 poemas, destaca el Libellus diversi carminis metro (Libro de poesías diversas). Una de sus composiciones habla de san Ildefonso, aunque no ha llegado hasta nuestros días.4 Otra, titulada «Lamentum de adventu propriae senectutis» («Lamento por la llegada de mi propia vejez») [1], trata el tema de la vejez, el paso del tiempo y la implacabilidad de la muerte. Fue famoso además su poema sobre el canto del ruiseñor, el Carmen philomelaicum, en dísticos elegíacos.12
- Tu voz, ruiseñor, incita a cantar canciones; / por ello mi lengua rústica de ti canta alabanzas. / Tu voz, ruiseñor, en el canto a las cítaras vence / y con tus admirables melodías aventajas a los músicos vientos. / Tu voz, ruiseñor, expulsa lejos la simiente de las cuitas / y con tus blandos sones recrea el corazón angustiado. / Los campos floridos habitas, del herboso césped gozas / y en el follaje de los árboles a tus retoños incubas. / A tus canoros cantos responden los arbustos / y el mismo bosque frondoso tu canto con sus ramas acompaña. / Cedan su puesto, por mi juicio, el cisne y la charlatana golondrina, / y cédalo también a ti el loro de eximia boca. / Jamás ave ninguna imitará tus cantos, / pues dulce miel de tu gorjeo fluye. / Entona, pues, con tu vibrante lengua tus trémulos susurros / y con tu garganta suave modula el fluido canto. / Ofrece grato sustento a los oídos solícitos. / No quiero que te calles, no quiero que te calles. / Toda gloria, alabanza y bendición a ti, oh Cristo, / que a tus siervos proporcionas estos agradables bienes.1314
Su poesía conoció un importante fortleben: lo imitan a trancas y barrancas Álvaro de Córdoba y los demás mozárabes, en Britania Aldhelmo y Beda el Venerable; entre los carolingios, Alcuino de York y Teodulfo.15 Asimismo, Eugenio enseñó Gramática y Sagrada Escritura y fue consejero de los reyes Chindasvinto y Recesvinto. El De uiris illustribus de su discípulo Ildefonso menciona un Libellus de sancta Trinitate suyo que se ha perdido. También publicó una colección de obras diversas en prosa (Libellus diuersi operis prosa), pero la referencia es demasiado vaga para poder identificar los textos contenidos en él; es muy posible que de este Libellus procedan las tres citas eugenianas que Julián de Toledo (fallecido en 690, y el último de sus discípulos importantes) recoge en su Prognosticon futuri saeculi.
Se le atribuye también el Decretum pro Potamio episcopo, un documento en el que los obispos asistentes al X Concilio de Toledo (656) condenaron el adulterio cometido por el obispo de Braga Potamio, y la Passio o Acta martyrum Caesaraugustanorum. Por otro lado, es lícito pensar que tomó parte en la revisión del código jurídico que se inició bajo el reinado de Quindasvinto y que se publicó durante el de Recesvinto, aunque no se puede concretar su aportación. Compuso asimismo oficios litúrgicos, entre los que se cuentan las oraciones para la festividad de san Hipólito contenidas en el llamado Oracional Visigótico de Verona (n.º 1153-1159) o la misa en honor a san Millán que se lee en un manuscrito de Silos conservado en la actualidad en la British Library de Londres (Add. 30845), aunque muchos dudan de su autoría. También se le han adjudicado numerosos himnos; hay cierto consenso (no unánime) en atribuirle el de san Hipólito.16 Murió el año 657 en Toledo y fue sepultado en la basílica de Santa Leocadia (Toledo). San Eugenio de Toledo es el patrón de la ciudad de Artigas Uruguay y de la Diócesis de Ciego de Ávila en Cuba. Su onomástica se celebra el 15 de noviembre.
La falsa narración martirológica sobre su vida y reliquias, que lo sitúan en el siglo I, siendo discípulo de san Pablo y de Dionisio Aeropagita, n e fue compuesta a mediados del siglo IX por un autor anónimo, probablemente el presbítero del santuario de Deuil donde, según la leyenda hagiográfica, reposaron los restos de San Eugenio.17 Existen dos versiones del relato. La más extensa se conserva en manuscritos de las bibliotecas de Bruselas, La Haya y París. En cuanto a sus retratos, todos imaginarios, el más ilustre, pero poco conocido, es el que le hizo El Greco, conservado en la sacristía del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, aunque en realidad se trata de un cuadro de san Ildefonso.
Braulio de Zaragoza (c. 590 – 651) fue un escritor y obispo de Zaragoza.
Obispo de Zaragoza desde 631 a 651,23 en cuya sede sucedió a su hermano Juan (619-631),4 fue uno de los intelectuales más destacados de la España visigoda. Tuvo relación con Isidoro de Sevilla, de quien catalogó sus Etimologías, a las cuales puso títulos y dividió en capítulos. Se conservan numerosas epístolas que dan idea de la fecunda comunicación que mantuvieron.
Escribió una Vida de San Millán de la Cogolla (h. 640)5 y un muy valioso himno en loor del mismo santo, que está considerado como uno de los mejores poemas del periodo visigodo. Fue su discípulo Eugenio de Toledo6 que llegó a Zaragoza para ponerse en contacto con Braulio, y supo fundir las enseñanzas de su maestro y de Isidoro de Sevilla.
Se conservan 44 cartas de su Epistolario que, entre otras cosas, ofrecen amplia documentación sobre la cultura de su tiempo y muestran su relación con el papa Honorio I y con los reyes visigodos Chindasvinto y Recesvinto. También se le atribuyen a él las Actas de los Mártires de Zaragoza.
Acudió a los concilios V (636) y VI (638) de Toledo. Murió en Zaragoza el año 651 y fue sucedido en la diócesis episcopal de dicha ciudad por Samuel Tajón.
Aunque existen dudas sobre su canonización formal,7 la Iglesia católica lo incorporó al Martirologio Romano y fijó la fecha de su conmemoración para el 18 de marzo, día que llegó a celebrarse hasta, al menos, 1809. Posteriormente, la festividad se trasladó al 26 de marzo.
San Braulio de Zaragoza | ||
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![]() Braulio de Zaragoza. Retrato de Bartolomé Bermejo en la predela del Retablo de Santa Engracia de Daroca. | ||
Información personal | ||
Nombre en latín | Braulius Caesaraugustanus | |
Nacimiento | ca. 590 Zaragoza | |
Fallecimiento | 651 Zaragoza | |
Religión | Iglesia católica | |
Educación | ||
Alumno de | Isidoro de Sevilla | |
Información profesional | ||
Ocupación | Presbítero católico, escritor y obispo | |
Cargos ocupados |
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Información religiosa | ||
Canonización | prelado | |
Festividad | 26 de marzo1 | |
Venerado en | Iglesia católica Iglesia ortodoxa | |
Patronazgo | Aragón y Universidad de Zaragoza |
Biografía[editar]
Todo lo que puede afirmarse de la vida de Braulio deriva de dos fuentes principales: sus propios escritos y los Carmina de Eugenio de Toledo. Lo que relata Ildefonso de Toledo sobre Braulio carece de valor, a juicio de los historiadores, por su imprecisión y falta de rigor.9
Entorno familiar[editar]
Si bien no existen argumentos históricos suficientes que permitan afirmar que el nombre de «Braulio» es godo o hispanorromano, sí parece pacífica en la historiografía la afirmación de que Braulio procedía de una familia hispanorromana.10
Se conocen los nombres de cinco familiares de Braulio y todos son hispanorromanos. Con la excepción de su hermana Basila, los demás ocuparon cargos de responsabilidad eclesiástica. Su padre, Gregorio, fue obispo, al igual que su hermano Juan. Otro hermano, Fronimiano, fue abad. Y abadesa fue su hermana Pomponia.11
La madre de Braulio pertenecía a una familia noble. Su padre Gregorio fue obispo de Osma y como tal asistió en 610 a uno de los concilios de Toledo.12
Lugar de nacimiento[editar]
No se sabe con certeza el lugar en que nació Braulio. Hay quien, suponiendo que su padre Gregorio residía en su sede episcopal de Osma, lo hace natural de dicha ciudad. Otros, pensando que Braulio y su hermano mayor, Juan, fueron obispos de Zaragoza, los hacen oriundos de la ciudad del Ebro. Y, en tercer lugar, hay quien establece el origen de esta familia hispanorromana en Gerona o sus aledaños, territorio perteneciente por entonces a la provincia tarraconense.13
Fecha de nacimiento[editar]
Los historiadores afirman que la fecha de nacimiento de Braulio debe situarse entre los años 581 y 600. Consta, por una parte, que su hermano Juan nació en 581 y que era mayor que Braulio. Y por otra, que Juan falleció en 631 a los 50 años de edad. Se sabe también que Braulio sucedió a Juan como obispo de Zaragoza el año 631 y que el IV Concilio de Toledo, celebrado en 633 y al que asistió Braulio, dictaminó que ningún sacerdote podría ser consagrado como obispo si no tenía treinta años cumplidos. Por estas razones, se afirma que Braulio ya era mayor de treinta años en 631.14
En general, se considera probable su nacimiento en el año 585. Su infancia, adolescencia y años de estudio en Sevilla debieron ocuparle hasta los 35 años, fecha en que llegó a Zaragoza para ser arcediano de su hermano Juan, recién nombrado obispo cesaraugustano en 620. Al morir su hermano, en 631, le sucedió en la sede episcopal a los 46 años y permaneció en ella veinte más, hasta que falleció a los 66 años.15
Educación[editar]
En el siglo VII la enseñanza apenas existía. No quedaba rastro de las escuelas retóricas tardorromanas ni del pedagogo vagabundo que intentó suplir su ausencia. No se había desarrollado la educación monástica y todavía faltaba mucho tiempo para el advenimiento de la escuela catedralicia carolina.16
Lo habitual en aquella época era que cada erudito formara su propia academia. El maestro solía ser un obispo y los alumnos eran candidatos a recibir el sacramento sacerdotal. Por esta razón este tipo de escuela se ha conocido con el nombre de «escuela episcopal» o «escuela familiar», ya que los estudiantes solían pertenecer a la familia del obispo.17
Es probable que los primeros estudios de Braulio corriesen a cargo de su padre Gregorio y su hermano Juan. Más tarde debió padecer el rigor del régimen escolar episcopal, conviviendo con sus compañeros adolescentes en una habitación de la casa bajo la dirección de una persona considerada ejemplar y encargada de hacer observar la disciplina. Los casos de rebeldía se solucionaban enviando al infractor a un monasterio para conseguir su arrepentimiento y reforma.18
Su enseñanza básica debió incluir el latín, la aritmética y la Biblia. Es conocido que su hermano Juan era una autoridad en el computus, cálculo que se utilizaba para determinar con exactitud las fechas en que debía celebrarse la Pascua y las fiestas dependientes de la misma.19
En Sevilla[editar]
Nadie niega que el joven Braulio viviera cerca de Isidoro de Sevilla durante algún tiempo. No se conoce cuándo viajó a Sevilla pero hay datos que permiten conjeturar tal fecha. Como se sabe que Braulio sugirió a Isidoro que escribiera las Etimologías y la primera parte de estas apareció en 620, los historiadores concluyen que se conocían y habían entablado amistad con anterioridad a ese año. Lynch considera que Braulio fue a Sevilla hacia 610. Pudo haber asistido con su padre, Gregorio de Osma, al Concilio provincial de Toledo celebrado dicho año y conocer allí a su futuro maestro.20
Obispo de Zaragoza[editar]
En 632 murió el obispo metropolitano de Tarraco, Eusebio, y el obispo Braulio de Zaragoza escribió al anciano obispo de Sevilla, Isidoro, para que intercediera al rey Sisenando para nombrar a metropolitano, ya que el nombramiento de obispos metropolitanos correspondía por costumbre al rey, a alguien ejemplar. Isidoro contestó a su amigo Braulio, pero le indicaba que el rey aún no había tomado una decisión al respecto. No mucho después el rey nombró a Audax.
Mientras se desarrollaban las sesiones del VI Concilio de Toledo, llegó a la ciudad un diácono llamado Turnino con una carta del Papa Honorio I, escrita en el año 637 y que se ha perdido. En ella parece ser que el pontífice urgía a los obispos hispanos a mostrarse más enérgicos en la fe y demostrar más dureza para con los infieles (judíos). Seguramente, el Papa conocía la legislación de Sisebuto y aprobaba medidas de conversión por la fuerza; enterado de que los sucesivos reyes no habían proseguido la misma política decidió ejercer presión en favor de ella. Los obispos encargaron la respuesta a Braulio de Zaragoza; en ella, el prelado cesaraugustano reconocía la supremacía del Papa y su derecho a interesarse por la actividad de todas las Iglesias, pero alegaba que las propuestas del pontífice, que no conocemos en detalle, ya habían sido planteadas por Chintila, y que la coincidencia de pareceres debía ser obra de la divinidad; continuaba afirmando que los obispos hispanos no habían descuidado sus deberes pero que la lentitud en las conversiones no era debida a descuido o miedo, sino que la causa era que a los judíos debía convencérseles mediante una constante predicación, y por tanto no eran justas las críticas del papa, al que de pasada señalaba en error en una cita bíblica; para demostrar los hechos expuestos, Braulio remitía al papa copias de las actas del Concilio, y de los diez cánones dedicados a los judíos, del 57 al 66, en el IV Concilio toledano; Braulio aconsejaba al Papa no dejarse engañar por falsos rumores, y explicaba que los obispos hispanos no se habían dejado engañar por el rumor de que el papa autorizaba a los judíos conversos a volver a su religión, a la que Braulio califica como superstición, y exponía que ningún hombre, por grande que fuera su delito, debía ser castigado con penas tan severas como las que proponía el papa y, conociendo las leyes existentes en la Hispania visigoda, las propuestas del papa debían ser monstruosas hasta un extremo tal que los obispos en general y Braulio en especial se atrevían a desafiar al Pontífice y a poner en evidencia su falta de conciencia y conocimientos cristianos, pues tales castigos carecían de apoyo legal y moral, ni en los cánones ni en el Nuevo Testamento.
El problema de la sucesión real fue abordado el 648. En una carta suscrita por el obispo de Zaragoza y el obispo Eutropio, cuya sede se desconoce, que alegaban actuar en nombre de todo el clero y fieles de sus diócesis, y firmada también por un tal Celso que se presume que era el conde de la ciudad o el dux de la Tarraconense, los remitentes solicitaban al rey que asociase al trono a su hijo Recesvinto para descargar al padre de las cuestiones de la guerra, para lo que evocaban los peligros y ataques enemigos a los que el país había estado expuesto, y procediendo la carta de la Tarraconense se referiría sin duda a los vascones y a los exilados, y permitir el descanso del rey hasta que los ataques de los enemigos, vascones o exilados, hubiesen cesado. La idea de la asociación al trono y la sucesión hereditaria era contraria al canon setenta y cinco del VI Concilio toledano, que Braulio había firmado, por lo que hemos de suponer que la carta fue inspirada por el propio rey, quien se valdría de la gran autoridad moral de Braulio, quien unos años antes había osado enfrentarse al Papa y desobedecido ciertas normas conciliares, no se había atrevido en cambio a oponerse a una decisión real como el nombramiento de Eugenio para la sede toledana, y seguramente de Eutropio, y del poder militar de Celso, que al gobernar una ciudad fronteriza o una provincia sede de los principales ataques enemigos, vascones y exilados, debía controlar un ejército más numeroso de lo habitual y debía contar con el apoyo de los condes de la zona.
Murió en Zaragoza el año 651. Le sucedió como obispo de la ciudad Tajón21, tal vez en el mes de marzo del 651, persona que al parecer no era muy del agrado de su antecesor.22
Epistolario[editar]
La obra más importante de Braulio es el Epistolario, uno de los documentos históricos más interesantes del periodo, de donde se obtiene la mayor parte de los datos sobre su vida y sus relaciones sociales.23 Esta colección está compuesta de cuarenta y cuatro epístolas, aunque las ocho primeras constituyen un bloque más o menos independiente que se transmite junto con las Etymologiae de Isidoro de Sevilla y que nos proporciona información sobre la relación de los dos eruditos y sobre la redacción y difusión de esta importante enciclopedia medieval.24 Los destinatarios de estas epístolas son otros obispos, como Eugenio II de Toledo, que había sido discípulo suyo en Cesaraugusta antes de su consagración episcopal,6 abades como Emiliano, valido además del rey Chindasvinto, así como este mismo monarca y su sucesor Recesvinto, o personalidades influyentes de la cultura y la intelectualidad hispanovisigoda, como Samuel Tajón o Fructuoso de Braga, además del papa Honorio I.
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