HISTORIA MEDIEVAL ESPAÑOLA - SIGLO VIII
Alfonso II de Asturias (c. 760-842), apodado el Casto, fue rey de Asturias en dos periodos distintos: primero en el año 783 y posteriormente entre los años 791 y 842, en que falleció. A su muerte, Nepociano, un familiar de parentesco no demasiado claro, le disputó el trono al futuro Ramiro I.
Durante su reinado, que abarcó un periodo de cincuenta y un años, se descubrió en Compostela la supuesta tumba del apóstol Santiago.
Alfonso II de Asturias | ||
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Rey de Asturias | ||
![]() Alfonso II el Casto, rey de Asturias (Museo del Prado). | ||
783 | ||
Predecesor | Silo de Asturias | |
Sucesor | Mauregato de Asturias | |
791 - 842 | ||
Predecesor | Bermudo | |
Sucesor | Ramiro I | |
Información personal | ||
Nacimiento | c. 760 Oviedo | |
Fallecimiento | 842 Oviedo | |
Entierro | Panteón de reyes de la Catedral de Oviedo | |
Familia | ||
Dinastía | Dinastía Astur-Leonesa | |
Padre | Fruela I | |
Madre | Munia |
Biografía[editar]
Nacido en Oviedo hacia el año 760, era hijo de Fruela I y Munia. Al morir su padre quedó a cargo y cuidado de su tía Adosinda, esposa del rey Silo.1 Según el privilegio concedido por Ordoño II fue depositado para ser educado durante toda su niñez en el monasterio de Samos, en Galicia,2
Postea vero, vene Proabus meus jam supradictus Dominus Adefonsus adhuc in pueritia, remorabit ibidem in Sammanos, et in alium locellum, quod dicunt Subregum in Ripa Laure, cum fratres, multo tempore, in tempore persecutionis ejus.
Durante el reinado de Silo Alfonso tuvo a su cargo el gobierno y administración del palacio real.1 A la muerte de este fue elegido rey gracias al apoyo de su tía Adosinda y de los magnates y nobles de la corte, pero su tío Mauregato organizó una fuerte oposición y consiguió deponer a Alfonso, quien ante el peligro que corría buscó refugio en Álava entre sus parientes maternos.1
Cuando Bermudo I renunció al trono debido a su derrota en la batalla de Burbia, Alfonso regresó a Asturias donde fue proclamado rey en forma definitiva el 14 de septiembre de 791.1
Trasladó la capital del reino a Oviedo y, a pesar de los saqueos de esta ciudad en 794 y 795 o la derrota de las Babias (18 de septiembre de 795), comenzó la Reconquista.3
Se sabe que mantuvo contactos con el emperador Carlomagno. En 795 una embajada del rey astur se desplazó hasta Toulouse donde se encontraba Ludovico Pío a quien Carlomagno, su padre, le había encargado la defensa del reino franco contra las incursiones de los musulmanes desde España.4 El motivo de la embajada fue para solicitar una alianza.4 Otras dos delegaciones viajaron a la corte de los francos en 798, una en la primavera y otra en el invierno.4 El asunto tratado en la primera embajada en la primavera de 798 fue la herejía adopcionista contra la que Carlomagno combatía activamente. La segunda delegación en el invierno de 798, fue para informar a Carlomagno del saqueó de Lisboa ese año aprovechando disensiones en el gobierno de Córdoba así como para entregarle parte del botín formado por «siete armaduras, siete mulos y siete cautivos».5
Venció a los musulmanes en Lutos (794), Narón y Anceo (825). También combatió en el río Orón (816), enfrentamiento que quedó en tablas. Gracias a las victorias sobre los musulmanes, afianzó su presencia en Galicia, León y Castilla, que reorganizará políticamente. Llegó a conquistar y gobernar temporalmente la ciudad de Lisboa, refundando también la despoblada Oporto, realizó correrías rescatando esclavos en manos musulmanas hasta Sevilla, o los godos en campos góticos (Ribera del Duero), despoblando la meseta norte como franja de seguridad contra los ataques musulmanes, y llevándose a esta población a las actuales Galicia, Asturias y Cantabria, dándoles allí tierras. Inicia así una política de alta densidad de población en la región norte, como base para la capacidad militar y base defensiva del reino de Asturias.
Fijó su corte en Oviedo, en donde construyó varias iglesias y un palacio (siendo Oviedo la tercera capital tras Cangas de Onís y Pravia). En la actualidad solo quedan restos de la iglesia de San Tirso. En las afueras de los límites del Oviedo de su época levantó la iglesia de Santullano.
La situación interna del reinado de Alfonso II tuvo un momento de gravedad entre los años 801 y 808 cuando el rey fue obligado a retirarse al monasterio de Ablaña ante la presión de un grupo nobiliario. Recuperó el trono gracias al noble Teudano, poniendo en marcha desde ese momento una importante labor de reorganización del reino, vinculándose a la herencia visigoda para reforzar el poder real. El autor anónimo de la Crónica albeldense manifiesta que Alfonso restauró en Oviedo todo el orden gótico toledano, tanto en la Iglesia como en Palacio.
La Crónica sebastianense dice de él que murió en 842 «tras haber llevado durante 51 años casta, sobria, inmaculada, piadosa y gloriosamente el gobierno del reino».
La tradición afirma que bajo su reinado se produjo el descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago por un ermitaño en Compostela (c. 830), hecho que convirtió a este lugar en uno de los más importantes centros de peregrinación de toda la cristiandad6. En el siglo XI, Alfonso fue considerado el primer peregrino y se le atribuyó en el siglo XX la creación el camino primitivo que parte desde Oviedo. Más tarde, se hará famoso el dicho «Quien va a Santiago y no a San Salvador, visita al criado pero no al señor» en referencia al patrón ovetense y la importancia del rey astur en la consolidación del camino. El camino de Santiago sería de vital importancia para la supervivencia del reino Astur, por la importancia logística del camino y su comercio, como por la llegada de técnicas y caballeros desde Europa, que servirían para afianzar el reino.
Al rey Alfonso II no se le conocieron o dieron a conocer relación con mujeres, de ahí el apodo de Alfonso II el Casto.
Sepultura[editar]
Después de su defunción, el cadáver del rey Alfonso II recibió sepultura en el panteón de reyes de la iglesia de Nuestra Señora del Rey Casto de Oviedo, que el monarca había ordenado erigir, y en el que también fue sepultada su esposa, la reina Berta, según refiere el Cronicón de Cardeña.7 Junto a la entrada al panteón real, se encontraba el sepulcro que contenía los restos del rey Alfonso II, alzado dos pies sobre el suelo y cubierto por una tapa acofrada carente de adornos e inscripción. Sin embargo, la tradición y el lugar preeminente que ocupaba dicha tumba señalaban, en opinión de diversos historiadores, que en ella reposaban los restos del fundador de la iglesia y del panteón real.8
No obstante, debido a la reconstrucción del panteón de reyes de la Catedral de Oviedo, llevada a cabo a comienzos del siglo xviii, resulta imposible en la actualidad identificar e individualizar los restos mortales del rey Alfonso II el Casto, que se cuentan entre los allí sepultados.9
En la literatura española[editar]
Aparece como personaje en el perdido Cantar de Bernardo del Carpio y en la historia de este personaje legendario; también existe el romance Bernardo y el rey. Lope de Vega se inspiró en su biografía para componer una de sus primeras comedias, El casamiento de la muerte (h. 1597, impresa en 1604), y Antonio Mira de Amescua le consagró su Las desgracias del rey don Alfonso el Casto (1615). Es un personaje del poema épico culto barroco El Bernardo o la victoria de Roncesvalles, de Bernardo de Balbuena. El dramaturgo del romanticismo Juan Eugenio Hartzenbusch escribió también el drama histórico Alfonso el Casto (1841)
Matrimonio[editar]
Contrajo matrimonio con Berta, emparentada según algunos historiadores con la casa real francesa.7 Sin embargo, las crónicas de la época señalan que el rey Alfonso II no mantuvo relaciones íntimas con su esposa y que falleció sin dejar descendencia.
Beato de Liébana (Liébana, c. 730-Liébana, c. 798), también llamado san Beato, fue un monje del monasterio de San Martín de Turieno (actualmente monasterio de Santo Toribio de Liébana), en la comarca de Liébana (Cantabria, España), en las estribaciones de los Picos de Europa. Su obra más conocida es el Comentario al Apocalipsis de San Juan (Commentarium in Apocalypsin) en doce libros, de gran difusión durante la Alta Edad Media, debido a su trabajo en el campo de la teología, política y geografía.
Algunas fuentes no del todo fiables aseguran que el Beato se retiraría posteriormente al monasterio de Valcavado en Palencia, donde sería nombrado abad —según Alcuino de York— y finalmente encontraría la muerte.[cita requerida]
En Cantabria, así como en Asturias, sienten una gran devoción por esta figura. Inscrito en el santoral católico, su festividad se celebra el 19 de febrero.
Beato de Liébana | ||
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![]() | ||
Información personal | ||
Nacimiento | 730 Liébana (España) | |
Fallecimiento | 798 Monasterio de Santo Toribio de Liébana (España) | |
Religión | Iglesia católica | |
Orden religiosa | Orden de San Benito | |
Información profesional | ||
Ocupación | Monje y sacerdote | |
Información religiosa | ||
Canonización | santo | |
Festividad | 19 de febrero |
Biografía[editar]
Sin duda no es originario de los Montes Cantábricos. Algunos historiadores piensan que viene más bien de Toledo, o incluso de Andalucía. Quizá eligió este monasterio de Liébana debido a la proximidad de Covadonga y Cosgaya,1 lugares que los cristianos de la época daban por milagrosos.
El Beato adquiere rápidamente una reputación de gran erudición. Pasa a ser incluso durante algún tiempo preceptor y confesor de la hija de Alfonso I, la futura reina Adosinda, que se casaría con el rey Silo de Asturias, monarca desde 775 a 783.
Su notoriedad tenía también otras causas que su Comentario al Apocalipsis. Pensador militante y enérgico, combate a los que se comprometen con los invasores musulmanes, comenzando por el arzobispo de Toledo, a quien acusa de herejía por defender el adopcionismo.
Como ha destacado Eduardo Manzano Moreno, su Comentario sobre el Libro del Apocalipsis es una «interpretación de la difícil obra del apóstol San Juan. Uno de los temas que se desarrollaban en ese comentario era el de la Jerusalén celeste». «Su comentario sobre el Apocalipsis adquirió una enorme resonancia y fueron numerosos los manuscritos que se hicieron de él; manuscritos muchas veces iluminados con fantásticas imágenes que componen todo un ciclo —los llamados "Beatos"— que constituye una de las cumbres de la iconografía medieval».2
La querella adopcionista[editar]
A finales del siglo VIII Elipando de Toledo, arzobispo de Toledo, entonces bajo dominio del Emirato de Córdoba, defendió el adopcionismo que afirmaba que el Padre había adoptado al Hijo, ya que la «naturaleza» de este no era divina sino humana al haber sido concebido por una mujer.2 Como el prestigio de la sede toledana todavía se mantenía en toda la península ibérica, a pesar de que estaba sometida al emir de Córdoba, la propuesta «adopcionista» de Elipando provocó una feroz respuesta en el Reino de Asturias que estuvo encabezada por el monje Beato de Liébana, posiblemente abad de un monasterio y muy bien relacionado con la reina Adosinda. Beato de Liébana acusó a Elipando de locura, herejía e ignorancia y llegó a llamarle «testículo del Anticristo». Según Eduardo Manzano Moreno, la polémica entre Elipando y Beato de Liébana fue «espoleada por la fuerte pugna entre una iglesia septentrional, cada vez más independiente, y la antigua iglesia visigoda, cuyos principales episcopados habían caído en territorio andalusí».2 En el año 794 el concilio de Frankfurt presidido por Carlomagno condenó el adopcionismo. En uno de sus cánones se decía que esta «herejía debería ser radicalmente extirpada de la Santa Iglesia».2
Obras[editar]
De indudable autoría del Beato es el Apologeticum adversus Elipandum, una obra en dos volúmenes, que escribió con Eterio de Osma, para enfrentarse a la herejía adopcionista del arzobispo de Toledo, Elipando.
En cambio, se discute su autoría del himno O Dei Verbum, que está formado por frases y conceptos tomados del Comentario para ensalzar y promocionar el patronazgo de Santiago sobre la Hispania cristiana septentrional, necesitada de la ayuda divina. Pocos años después, sería descubierta la tumba del apóstol en Santiago de Compostela.
Otra obra atribuida al Beato sin certeza y que se conserva en un manuscrito fragmentario del siglo X (en Santillana del Mar), es un Liber Homiliarum de uso litúrgico. Son homilías que siguen las lecturas de la misa o el oficio de maitines, de acuerdo con el calendario mozárabe.
Los Beatos[editar]
Se conocen como «Los Beatos» los manuscritos de los siglos X al XIII, más o menos abundantemente ilustrados, donde se copian el Apocalipsis de San Juan y los Comentarios sobre este texto redactados en el siglo VIII por el Beato de Liébana. Escribió los Comentarios al Apocalipsis de San Juan (Commentarium in Apocalypsin), en el año 776. Diez años después, en el 786, redacta la versión definitiva. En esta versión pretende hacer frente a la crisis por la que pasaba la Iglesia en aquellos años e intenta demostrar que está en posesión de la traditio sobre la llegada y predicación del Apóstol Santiago en Hispania. Para ello se basa en ciertos escritos del libro Breviario de los Apóstoles.
Estos Comentarios contienen también uno de los más antiguos mapamundis del mundo cristiano.
Contexto histórico: el Reino de Asturias[editar]
Romanos y bárbaros[editar]
En el año 379, el emperador Graciano escogió a un general hispano, Teodosio (o Teodosio I, también conocido como Teodosio el Grande) para ocupar el trono del Imperio de Oriente. Éste, después de eliminar a un usurpador del trono de Occidente en 388, reinó sobre todo el Imperio romano.
Tras convertirse al cristianismo en 380, hizo de ésta la religión oficial del Imperio, prohibiendo la herejía arriana, los cultos paganos y el maniqueísmo.
La unificación del Imperio duró poco: a la muerte de Teodosio, el Imperio se dividió entre sus dos hijos.
El 31 de diciembre del año 406, diversos pueblos germánicos atravesaron la Galia. Los Suevos se establecieron en Galicia (al noroeste de España), los vándalos y los alanos se establecieron en Andalucía.
Durante ese tiempo, Ataúlfo, jefe de los visigodos, y sucesor de Alarico I, se casó en el 414 con Gala Placidia, la hija del emperador Teodosio I el Grande. Pero, empujado por el gobierno de Rávena, se trasladó a Hispania, lo que causaría que las guerras entre los bárbaros se multiplicaran en la península ibérica.
Al mismo tiempo, estos pueblos sufrieron una "romanización". Así los visigodos se unen a una coalición romana encabezada por el general Flavio Aecio, siendo rey de los visigodos Teodorico I, para enfrentarse a la alianza de los hunos mandada por su rey Atila. La batalla de los Campos Cataláunicos, en la que Teodorico murió, se desarrolló cerca de Orleans, en el 451.
Poco después, el rey de los Visigodos, Eurico, viajó a Hispania y se proclamó su primer rey independiente. El Imperio romano había dejado de existir. Eurico, fiel a las doctrinas de Arrio,3 instó al rey Suevo a convertirse al arrianismo.
Arrianismo en Hispania y vuelta del catolicismo[editar]
En el 325, el obispo Osio de Córdoba fue convocado por el emperador Constantino al primer concilio ecuménico en Nicea para condenar las doctrinas de Arrio (Jesucristo siervo de Dios).
Los Visigodos, también arrianos, contribuyeron a extender la herejía por la península. Pese a que sólo el 5% de la población la practicaba, hicieron del arrianismo la religión oficial del estado.
Tras esto, los clérigos católicos se refugiaron en los ámbitos rurales.
A comienzos del siglo VI, el rey visigodo Leovigildo contrajo matrimonio con Teodosia, la hermana de Isidoro de Sevilla.4 Isidoro intentó reconciliar a los Visigodos con los "hispano-romanos" y se muestra de acuerdo con el Símbolo niceno en lo que concierne a la naturaleza de Cristo. Uno de sus hijos casó con una nieta cristiana de Clodoveo. El otro, Recaredo, se convirtió al cristianismo en el 587 y abjura oficialmente del arrianismo en el concilio de Toledo (589), arrastrando con él a la reina, la corte y a los obispos visigodos herejes.
El arzobispo de Toledo queda como primado de Hispania, y la Iglesia es sostenida por los soberanos. Estos nombran a los obispos que, a cambio, ejercen un control sobre la administración real.
Pero los visigodos deben hacer frente a epidemias, hambres, incursiones de francos. Las guerras de sucesión devastan el país. Un aspirante al trono de Toledo, Agila II, refugiado en Ceuta (Mauritania en la antigüedad), para garantizarse la victoria sobre su enemigo Rodrigo, pide la ayuda de tropas de el Magreb. Así pues, en 711, Táriq ibn Ziyad cruza el estrecho cuyo nombre en adelante se asocia al suyo5
Expansión del Islam y resistencia cristiana[editar]
Los 7000 hombres de Tariq no eran árabes sino bereberes, de los que los árabes, que ocuparán poco después África del Norte, eran aliados, si bien esta alianza conoció momentos bajos debido a que los bereberes eran tratados como musulmanes 'de segunda'. Y este antagonismo entre las dos etnias, debilitará a los nuevos amos musulmanes de Hispania, que ahora recibe el nombre de Al-Ándalus.
En tres años fue ocupada la Península, a excepción de una parte de la Cordillera Cantábrica (futuro reino de Asturias) que forma en el noroeste del país una especie de fortaleza cuyas cumbres alcanzan a menudo más de 2000 metros, e incluso más de 2600 metros en los Picos de Europa. Muy pronto acuden los cristianos a refugiarse allí, en particular de Toledo. Pelayo,6 se hace elegir jefe de los rebeldes con los que atacará las guarniciones berberiscas.
Tranquilamente instaladas en Córdoba, o estando ocupadas en razzias en el sur de la Galia, las fuerzas musulmanas no se preocupan de la rebelión al principio. Sin embargo, se envía una expedición a Asturias. Pero allí, Pelayo, fingiendo huir, atrae a bereberes y árabes a las gargantas de Covadonga, los divide en grupos, y según la leyenda acaba de exterminarlos en gran número cerca de Liébana. El reino de Asturias se consolida a partir de entonces en torno a Cangas de Onís, con Pelayo como rey.
Árabes y mozárabes[editar]
Mientras que Asturias se refuerza cada vez más y se puebla, los cristianos que viven bajo el dominio musulmán se encuentran en la misma situación que antes bajo la dominación de los visigodos arrianos. Sujetos a impuestos que sólo se les aumentan a ellos, no tienen derecho a construir nuevas iglesias ni a fundar nuevos conventos. Una vez más, son numerosos los que se refugian en el campo, mientras los invasores permanecen en las ciudades. De nuevo las ermitas aparecen en lugares remotos. Los cristianos que viven en tierra musulmana no pueden practicar su religión excepto si antes juraron lealtad a un jefe moro.
En 791, el rey asturiano Alfonso II el Casto traslada la capital del reino a Oviedo.
En este contexto histórico, y en una región donde los huidos del Islam estaban aportando una cultura muy rica, particularmente en el ámbito artístico, es en el que Beatus (Beato para los hispanos), monje en un convento del valle de Liébana, escribe su comentario del Apocalipsis.
El comentario del Apocalipsis[editar]
Descripción[editar]
Es una obra de erudición pero sin gran originalidad, hecha sobre todo de compilaciones. El Beato toma extractos más o menos largos de los textos de los Padres y Doctores de la Iglesia; en particular, San Agustín, San Ambrosio, San Ireneo, San Isidoro. También está el comentario del Libro de Daniel por San Jerónimo.
La organización de la obra es juzgada por algunos[¿quién?] como torpe, y el texto a veces redundante o contradictorio. Lejos de una obra que emana una fuerte y profunda personalidad, estamos en presencia de una producción un tanto timorata, no dando pruebas de un gran espíritu de innovación. ¿Cómo tal libro, escrito en 776 y alterado diez años más tarde, ha tenido tal impacto durante cuatro siglos?. Si la parte del Beato es muy reducida, la obra contiene por el contrario una traducción latina íntegra del Apocalipsis de Juan, lo que puede en parte explicar su notoriedad.
El género apocalíptico y su historia[editar]
El Apocalipsis de Juan es el último libro del corpus bíblico cristiano. La clase literaria apocalíptica (del griego apocalupteïn, revelar) que florece en el período intertestamentario (entre el II y el I siglo a. C.) encuentra sus raíces, no en el Nuevo Testamento, sino en los últimos libros del Antiguo, en particular, algunas partes del Libro de Daniel (escrito hacia 167 antes del J.C.): el Apocalipsis7 tiene entonces más relaciones conceptuales y de contexto con la cultura semítica del Antiguo Testamento que con el mundo de los Evangelios. El Apocalipsis de Juan se redactó en el último tercio del siglo I, durante las persecuciones de Néron, después de la de Domiciano contra los cristianos que se negaban a rendir culto el Emperador.8
Un apocalipsis es un "descubrimiento" del futuro, revelado a un alma y transcrita bajo una forma poética más o menos criptada. Es un discurso escatológico.9 Se calificaron los Apocalipsis de "Evangelios de la Esperanza", ya que anuncian a poblaciones martirizadas que el mal histórico consigue una felicidad eterna. El texto parece generalmente oscuro a los que no están penetrados de la cultura bíblica: destinado a los creyentes y a ellos sólo, hace referencia a la Historia Santa y a libros proféticos del Antiguo Testamento. Por eso su alcance "político" escapa a los perseguidores. Es pues una concepción de la Historia (una "Teología de la Historia", escribía Henri-Irénée Marrou) destinada a mostrar a los que sufren cómo el Bien Supremo se encontrará al término de una marcha históricamente necesaria a través del Mal.10
El mensaje[editar]
El Apocalipsis se presenta como el libro de la resistencia cristiana. Los grandes símbolos toman un nuevo sentido. El Animal, que designaba al Imperio, se convierte en el nombre del emirato (convertido más tarde en califato) - Babilonia no es ya Roma sino Córdoba, etc.
El Apocalipsis, que se había interpretado como una profecía del final de las persecuciones romanas, se convierte en el anuncio de la Reconquista. Es una promesa de entrega y castigo. El desciframiento es sencillo para las masas que creen, y este libro termina por adquirir, en Al-Ándalus, más importancia que los Evangelios.
Arma teológica[editar]
El Apocalipsis, que los arrianos se negaban a considerar como un libro revelado, y que se centra en la divinidad del Cristo, se convierte, a partir del siglo VIII, en el texto faro de los cristianos que resistían. El Apocalipsis es pues una obra de combate, verdadera arma teológica, contra todos los que no veían en Cristo una persona divina en el mismo plano que Dios Padre. El clero de Asturias reanuda la prescripción del IV Concilio de Toledo (633): so pena de excomunión, el Apocalipsis debe considerarse como un libro canónico; se leerá en la "Misa" entre la Pascua y Pentecostés. Tengamos en cuenta que tal obligación solo se refería, de la Biblia entera, a este único texto.
Santiago[editar]
El Comentario del Apocalipsis menciona que Santiago es el evangelizador de Hispania.11 Algunos historiadores piensan incluso que Beato es el autor del himno O dei verbum, en el cual se califica a San Yago de santo patrón de España.
Al principio del siglo IX "se descubre" la tumba de Santiago en el "Campo de Estrella" (es decir, Compostela), que se convertirá en Santiago de Compostela. Allí se habrían transportado las reliquias del hermano de San Juan Evangelista un siglo antes, desde Mérida, para sustraerlos a los profanadores musulmanes.12 Dado que en la época se asignó el Apocalipsis a San Juan, Beato quiso quizá honrar también a su hermano Santiago el Mayor, y hacer de los dos hijos de Zebedeo los vectores de los valores de la España martirizada, resistente y gloriosa.
Beato muere en 798, antes de la primera mención a la tumba del "Matamoros".
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