HISTORIA MEDIEVAL - SIGLO VII
La basílica visigoda de Santa María de Ibahernando se enmarca dentro de una serie de hallazgos en forma de restos cristianos primitivos de finales del siglo V a principios del VIII, descubiertos en el área próxima a esta localidad extremeña, siendo consagrada por Oroncio en el 635 d. n. e. Fue dada a conocer por Carlos Callejo12 y Fernández-Oxea3 entre 1962 y 1963 y excavada por el catedrático y arqueólogo extremeño Enrique Cerrillo Martín de Cáceres en 1973.
Basílica visigoda de Santa María de Ibahernando | ||
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![]() Estela de Sunua. | ||
Localización geográfica | ||
Continente | Europa | |
Coordenadas | 39°19′45″N 5°54′02″OCoordenadas: 39°19′45″N 5°54′02″O (mapa) | |
Localización administrativa | ||
País | ![]() | |
División | ![]() | |
Subdivisión | Cáceres | |
Localidad | Ibahernando | |
Historia del sitio | ||
Tipo | «Iglesia propia» | |
Uso original | Edificio de culto | |
Estilo | Arquitectura visigoda | |
Época | Alta Edad Media | |
Eventos históricos | ||
Abandono o destrucción | Siglo VIII | |
Hallazgos y descubrimiento | ||
Arqueológicos | Siglos I-VIII | |
Descubrimiento | 1962 | |
Arqueólogos | Enrique Cerrillo Martín de Cáceres |
Situación e historia del edificio[editar]
Los restos arqueológicos todavía visibles de la basílica altomedieval de Santa María se hallan situados en la dehesa de Magasquilla de los Donaire, muy cerca de la carretera CC-24.2 que une actualmente las poblaciones de Ibahernando y Santa Cruz de la Sierra, al Sureste de la provincia de Cáceres y 1,3 km en línea recta al Este del casco urbano.
Sus coordenadas son 39°19′45″N 5°54′02″O y su altitud media sobre el nivel del mar de 540 m, en una pendiente del terreno.
A falta de nuevas referencias bibliográficas, no se encuentran por ahora textos acerca del edificio anteriores a la segunda mitad de la pasada centuria. Así, José Ramón Mélida afirma que «no existe en la provincia de Cáceres monumento arquitectónico alguno en pie de la época visigoda, ni trazas se adivinan entre los posteriores»; cita algunos restos localizados hasta entonces en Alcuéscar, Brozas, Herguijuela, Plasencia o Trujillo, entre otros.6
Ya en marzo de 1962, se hallaron en la zona dos sarcófagos de granito de una sola pieza, intactos; un ara funeraria del siglo I que pasó a engrosar los fondos del Museo de Cáceres,78 varios fragmentos de otros epígrafes, restos de columnas, sillares de cimentación… y, sobre todo, la inscripción dedicatoria «de mármol, de 2 cm de grosor, incompleta y fragmentada en nueve trozos, bastante deteriorada en su superficie»1 de una iglesia de época visigoda que debió de construirse en las inmediaciones hacia el 635 d. n. e.2
Desde un punto de vista histórico, la presencia de estas «iglesias propias» explica el progresivo desarrollo del culto a «Santa María» ya desde finales del siglo VI y comienzos del VII por todo el territorio peninsular.
Las inscripciones más antiguas fechadas descubiertas hasta ahora corresponden a las de Jerez de los Caballeros (556) y Toledo (587). Ya del siglo VII, datan las de Mérida (627), Loja (652), Cabra (660) y esta de Ibahernando. Excepto la de Loja, todas están dedicadas a Sanctae Mariae [sic] o, como aparece en la de Mérida, bajo el apelativo añadido de «Madre de Dios».
La posterior llegada de poblaciones musulmanas a la zona a partir del 711 no parece que tuviera un significado especialmente negativo para este numeroso conjunto de parroquias rurales que pervivirán durante algún tiempo tras la nueva situación; no hubo sistemáticas campañas destructivas, sino más bien un progresivo abandono de las áreas ocupadas.
La venida de nuevos colonos de los reinos castellano y leonés ya en el siglo XIII, se encontraría muy probablemente con una población de orígenes muy diversos, entre la que se hallarían grupos marginales de procedencia hispanovisigoda.9
Intervención arqueológica[editar]
Tras la autorización y financiación de la entonces Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas de la Dirección General de Bellas Artes en octubre de 1972, se llevaron a cabo los trabajos entre junio y julio del año siguiente, reanudándose en octubre con el fin de comprobar una serie de aspectos acerca de los usos del edificio.
Arquitectura[editar]
- Espacio 1. Se centró la excavación en una sola nave de planta rectangular (un rasgo presente en otros edificios de las mismas características), orientada de NE a SO, cuyas dimensiones eran de 7,50 por 3,20 m; no se pudo determinar si todo el edificio fue construido de la misma mampostería del zócalo o si el resto fue levantado a base de tapial, siendo el espesor constante de sus muros de 0,52 cm. No así su altura discontinua, producto de sucesivas extracciones de materiales con destino a la construcción, como las que dieron lugar a los hallazgos de 1962.
- Espacio 2. Al SO de la nave descrita, se halló otro espacio de proporciones irregulares, dispuesto transversalmente al eje del primero y del que solo se había conservado una hilada de mampuesto trabado con argamasa.
- Espacio 3. Un tercer espacio de proporciones notablemente reducidas (1,55 por 1,50 m), centrado respecto al eje del espacio rectangular, albergaría el centro de culto o santuario. Justo en el centro del mismo, se halló la oquedad donde debería de estar implantado el tenante de altar, de un solo pie, similar al de otras iglesias de la zona.
El grosor de los muros de esta última estancia, idéntico al de las dos anteriores, haría suponer que las tres poseyeron el mismo sistema de cubierta mediante una cierta estructura de madera, tal y como se observa en otras construcciones de la época.
Sí llamaría poderosamente la atención la falta —tanto en el interior como el exterior— de piscina bautismal, presente en casi todos los casos conocidos de edificios de culto del sur de la antigua Lusitania y cuya existencia hubiese contribuido a reafirmar la función parroquial de carácter privado que parece derivarse de la morfología de sus ruinas.10
Restos funerarios[editar]
Según la vieja fórmula jurídica, el dueño de una ecclesia propria [sic] aportaba el edificio, el necesario mobiliario litúrgico, a la vez que corría con los gastos que ocasionara el clérigo que designaba el obispo. Se comprometía además a pagar anualmente una cierta cantidad (las tertiae), la primera de cuyas partes iba destinada directamente al obispo; la segunda, al culto de otras iglesias, y la tercera a los más necesitados de la diócesis.
A cambio, el propietario, sus familiares y los empleados de la finca tenían derecho a la correspondiente asistencia religiosa, pudiendo alojarse sus cuerpos en las inmediaciones del recinto sagrado. Cabe también la posibilidad de que «la tumba del fundador» (generalmente un sarcófago de una sola pieza de granito) precediese a la construcción del edificio.
Durante la excavación, se localizaron tres de estos enterramientos en el interior de la nave. En todos los casos, el fallecido se colocaría directamente sobre el suelo, sin lajas de pizarra que delimitaran los laterales.
De los pocos restos humanos encontrados, podía desprenderse que uno de los cadáveres pertenecía a un individuo de edad infantil. Un segundo, muy mal conservado, respondería a las características de un individuo de edad adulta.
Fuera del edificio, sobre el muro septentrional de la nave, se excavaron otros dos, no hallándose en ninguno restos óseos. A escasos metros del centro de culto, hacia el NE, se halló un tercero, producto de una somera excavación sobre el terreno y cubierto por tres gruesas lajas de granito.
A estos últimos, habría que añadir los descubiertos por Carlos Callejo en marzo de 1962.11
Hallazgos muebles[editar]
Como ocurre en todos los edificios de este tipo, el uso funerario se evidencia como una de las principales funciones del mismo. Era lógico, pues, que la excavación efectuada no pusiera al descubierto demasiados objetos arqueológicos, salvo los utilizados exclusivamente como elementos de ajuares, muy parecidos a los de otras necrópolis de la zona, de los que se conserva una interesante colección en el Museo de Cáceres.
No obstante, cabe resaltar al respecto el hallazgo de algunos fragmentos cerámicos cuya existencia pondría de manifiesto el poblamiento de la zona ya en los primeros siglos de nuestra era y entre los que se encontrarían diversos trozos de cerámica de paredes finas del taller de Mérida (datables hacia mediados del siglo I), así como varios fragmentos de terra sigillata hispánica, que bien pudieran corresponder a los siglos III-IV. Tampoco faltan fragmentos vidriados de coloración melada, así como con decoración espatulada en zigzag, ya claramente altomedievales.
Se encontraron también dos jarros de cerámica pertenecientes, al parecer, a sendas inhumaciones realizadas al mismo tiempo; otro jarro de perfil piriforme y asa sinuosa, del que ya no se conservaba la boca, posiblemente trebolada, en el momento de la inhumación; así como el borde y cuello de un ungüentario de vidrio azul verdoso y una botella biansada de boca circular.12
Epigrafía[editar]
La inscripción dedicatoria del edificio (35 x 24 x 2,5 cm) apareció en la dehesa de Magasquilla —propiedad de Luis Cercas Fernández— a principios de 1962, ingresando en el Museo de Cáceres en abril de ese año. Carlos Callejo resalta la importancia de esta pieza por un doble motivo: porque se trata de la primera de esta clase encontrada en la provincia de Cáceres y, en segundo lugar, «porque, si apareciese algún fragmento complementario, podríamos saber el nombre del obispo consagrante»:1
«En el nombre del Señor, esta basílica fue consagrada a Santa María y a (…), siendo obispo Horoncio, el día (…) del mes de (marzo o abril) del año 673 de la era».1314
Inscripciones latinas[editar]
Destacan también varias inscripciones funerarias de época romana, entre las que cabe reseñar una estela de granito, posiblemente con cabecera redondeada, que se utilizó de umbral de acceso al santuario, lo que ha borrado partes de la cabecera y primera línea del siguiente texto:
- (…)
- SVN(V)A
- LVBAECI
- F(ILIA) AN(NORVM) L十V
- H(IC) S(ITA) S(IT) T(IBI) T(ERRA) L(EVIS)
- FILI F(ACIENDVM) C(VRAVERUNT)
- (…)
«(…) Sunua, hija de Lubaeco, de 65 años, aquí está sepultada. Séate la tierra leve. Sus hijos procuraron hacerlo».151617
Durante la excavación, se descubrió formando parte de un cercado una lápida romana que se encontraba incompleta:
- QVADRA
- TVS FUSC
- I F(ILIVS) H(IC) S(ITVS E(ST) S(IT)
- (TIBI TERRA LEVIS)
- QVADRA
«Quadrato, hijo de Fusco, aquí está sepultado. Séa(te la tierra leve)».18
Se halló también otra estela de granito que servía de hogar en la cocina de la casa del guarda, rota por ambos extremos y cabecera decorada con creciente lunar:
- D(IS) M(ANIBVS) (SACRVM)
- (…)
- IVLIA (M)
- ATERNA
- AN(NORVM) I(…)
- H(IC) E(ST) S(ITA)
- D(IS) M(ANIBVS) (SACRVM)
«Consagrada a los dioses Manes. (…) Julia Materna, de (…) años, aquí está sepultada».1920
A mediados de los años 50, había aparecido en la zona una curiosa estela trapezoidal de granito claro, de grandes proporciones, cuya anchura va decreciendo de arriba abajo (155 x 45-29 x 24 cm). Debajo del texto, pintadas de rojo, se trazaron tres líneas verticales unidas por una horizontal. Se conserva en el patio de la casa de Manuel Amarilla en Ibahernando:
- CABVRIIA
- AIINIMARI
- I' OCII
- MONIM
- IITVS
- CABVRIIA
«(A) Caburena, hija de Enimaro, (se le hizo) este sepulcro».212022
Hemerografía[editar]
Publicaciones especializadas aparte, la excavación de la basílica tuvo cierto eco en la prensa diaria:
Los arqueólogos Javier Cerrillo, María Luisa Cuenca y Enrique Cerrillo Martín han descubierto las ruinas de una basílica, al parecer del siglo VII, en las cercanías de Ibahernando en una finca de don Luis Cercas.
En las excavaciones que estuvieron autorizadas y financiadas por la Dirección General de Bellas Artes, se logró alumbrar una nave de planta rectangular y con pórtico, según parece una de las primeras construcciones cristianas del sur de la Península. Asimismo aparecieron cinco tumbas y varios jarros funerarios, que vienen a demostrar la tardía romanización y cristianización de los núcleos rurales en la región extremeña. En este mismo lugar se halló en 1962 una lápida con el nombre del obispo Osorio [sic], que debió de consagrar la basílica cuyos restos se han descubierto ahora.Europa Press (6 de septiembre de 1973). «Hallazgos arqueológicos en Ibahernando (Cáceres)». ABC (Madrid) (21 043): 54.
La Capilla de San Xes de Francelos es una pequeña y sencilla capilla visigótica que originariamente pertenecía a un antiguo monasterio medieval hoy en día desaparecido. En la actualidad es el resultado de diversas reconstrucciones que alteraron totalmente la fábrica original. Su importancia y valor residen en que en las reconstrucciones se aprovecharon elementos decorativos y arquitectónicos prerrománicos procedentes de las edificaciones anteriores, magníficos vestigios de un estilo poco conservado en Galicia.

Capilla de San Xes de Francelos.
Situación[editar]
Se localiza en el núcleo poblacional de la parroquia de Santa María Magdalena de Francelos perteneciente al ayuntamiento de Ribadavia,en la comarca del Ribeiro, a escasos dos kilómetros de la villa de Ribadavia.
Historia[editar]
Sobre su fundación existen diversas controversias. Algunos autores señalaron la existencia de un monasterio, desde el siglo IX, de monjas benedictinas o monjes que fue abandonado o incorporado al monasterio de Celanova y, su posterior conversión como realengo dependiente de la diócesis de Tuy con el título de Santa María en el siglo XII, ubicando la existencia de un nuevo monasterio en el siglo XV.
Analizando la documentación se encuentra la primera referencia a Francelos en un documento del año 986 que recoge una donación al Monasterio de San Salvador de Celanova, y en un documento del Tumbo de Celanova (conservado en el Archivo Histórico Nacional) del año 993 aparece una nueva referencia concretada en el monasterio de Francellos, documentándose de este modo la existencia de una comunidad monástica.
Cuál fue la duración de este convento y cuándo desapareció es difícil de determinar. Lo cierto es que en un documento de 1156 dictado por Alfonso VII en el que se confirma la división de diezmos hecha entre el obispo de Tuy y el Cabildo se menciona como Iglesia de Santa María de Francelis. Durante los siglos XII al XIV la entidad poblacional Francelos sigue apareciendo en documentos, como en el del año 1176 en el que Fernando II de León otorgó en realengo el coto de Francelos al Monasterio de Santa María de Melón y otros documentos, pero en ellos no existen menciones expresas a la ermita.
De este modo tenemos que, la primera cita de la capilla de Francelos se encuentra en un foro del año 1424 que el Cabildo de Tuy hace a los moradores de la ermita. Desde esta fecha en múltiples documentos de foros, arrendamientos y otros negocios jurídicos aparece plenamente identificada la ermita.
Se supone que son de Francelos las monedas visigóticas gallegas que llevan la leyenda fravcello y fr. avcel. Hoy en día, la advocación de la Iglesia ya no es la originaria de Santa María Magdalena, sino que cambió por la de San Xes o San Ginés.
Descripción[editar]
La actual estructura es de una sola nave de planta rectangular con una orientación este - oeste, con unas medidas de 8.6 metros de ancho por 5,75 de ancho. Cúbrese con tejado de madera a dos aguas. Los muros se componen principalmente de cachote y entre ellos insertados elementos prerrománicos y algunos sillares bien labrados.
En los trabajos arqueológicas que se llevaron a cabo se comprobó que los actuales muros no corresponden con el primitivo edificio del cual no se encontraron los cimientos, lo que hace suponer que la ubicación de la construcción original estaría en las cercanías del lugar que ocupa el edificio actual.
Fachada[editar]
Los elementos que conforman el vano de acceso a la actual capilla debieron corresponder al original arco triunfal que daba paso al ábside desde la nave, como apuntaron entre otros autores Lorenzo Fernández y García Álvarez.
La fachada se sitúa al abrigo de un atrio cubierto con un tejado de madera apoyado sobre pilastras.
La puerta principal se compone de un arco de herradura de dovelaje asimétrico (número par de dovelas y despiece radial) y que fue modificado con la introducción de un dintel adovelado. El conjunto acusa una evidente afinidad con el estilo visigótico. En las obras de restauración descubrieron que el arco no tiene una función constructiva (por dentro está compuesto de cachote, las dovelas no llegan al interior) por lo que se especula que se trate de una reposición.
El arco se apoya sobre dos semicolumnas de fuste monolítico decorados con ondulantes motivos vegetales y adosados a las jambas. La decoración nos lleva de nuevo al estilo visigodo y, el hecho de que las columnas se encuentren adosadas a las jambas, al arte asturiano prerrománico, a ejemplos como los de la Iglesia de Santa María del Naranco, pese a que en esta última los motivos y formas decorativas son bien distintas.
Los fustes se apoyan en basas compuestas por plinto, dos boceles y una semi-escocia. Los orificios en las basas podrían corresponder a la existencia de un cancel de cierre.
Los capiteles son entregos y en forma de ábaco recto decorado por cuatro filas de carnosas hojas, perteneciendo a una tipología degenerada del tipo visigodo (a su vez basado en el romano corintio). En el extremo superior derecho del capitel derecho se puede ver un cuerpo circular y bajo este otra figura en forma de S. Estos capiteles presentan semejanzas con los de la asturiana Iglesia de San Miguel de Lillo o los de San Salvador de Priesca, producto de la asimilación de elementos del estilo tradicional visigodo e influencias del arte ramirense.
La decoración de los capiteles se prolonga en relieves grabados directamente en los sillares semejantes a los de San Juan de Camba (Castro Caldelas). En ambos lados aparecen representados un personaje aureolado montado en un asno que lleva en la mano un posible ramo y figuras con túnicas saliéndole al paso (dos en el de la derecha y una en el de la izquierda). Son de talla muy plana con el fondo rebajado y se enmarcan por un resalte recto y ajustado a las figuras en pie. Sobre la interpretación de esta representación existen varias teorías que coinciden en señalar que se trata de escenas bíblicas:
- Una primera teoría defiende que representan, uno la Entrada de Jesús en Jerusalén y el otro la Huida a Egipto.
- Una segunda teoría defiende que uno representa la Entrada de Jesús en Jerusalén y el otro a Balaan detenido polo Ángel.
- Una tercera considera que se trata de un desdoblamiento de la misma escena, bien la Entrada en Jerusalén o bien la Huida a Egipto.
La disposición en frisos de los relieves buscando destacar la horizontalidad nos lleva a las formas de hacer visigodas, pero por el contrario la técnica de la viruta utilizada no fue la de bisel propia de este estilo, sino que más bien presenta semejanzas con el arte asturiano o ramirense.
La puerta principal se flanquea por dos vanos:
El vano izquierdo es cuadrado con derrame interior y exterior.
El vano derecho presenta un arco de medio punto y se tapa con una celosía en piedra de 90 cm de ancho y 146,5 cm de alto. La celosía presenta un calado de dos rosáceas de ocho pétalos superpuestos y triangulitos intercalados entre las hojas, y en la cima tres arquitos de herradura. La celosía se enmarca con una moldura de 3 cm de ancho con un baquetón soguedado y enmarcado su vez por un tallo serpenteante con racimos, y encima de todo el conjunto cuatro aves enfrentadas por parejas picando en los racimos. El estilo o estilos de esta pieza dividen a los autores, ya que algunos ven influencias visigodas, otros mozárabes y otros del arte asturiano tardío.
La fachada remata en una espadaña compuesta por un solo vano.
Piezas en otras partes de la capilla[editar]
Durante el transcurso de las obras de restauración del conjunto se encontraron diversos elementos prerrománicos formando parte de los muros así como pinturas barrocas en el interior.
En el muro meridional se abre un estrecho vano en forma de aspillera con un amplio abocinamiento hacia el interior presentando un arco decorado con un baquetón sogueado, arco mutilado que en la actualidad presenta forma de medio punto.
En el muro oriental se encuentra un sillar rematado en un modillón con decoración de sogueado. En la base del alero del tejado otro sillar con sogueado rematado por un baquetón.
En la cabecera se encontró un sillar enmarcado por una moldura con forma de alfiz, además de una rosácea de ocho pétalos enmarcados por una moldura circular.
En el muro norte, colocadas horizontalmente y visibles desde el interior una, y otra desde el exterior, dos pilastras que formarían pareja divididas en tres fajas paralelas con un baquetón central y los laterales con sogueado, conformando una decoración en espina de pez.
En el muro sur un pequeño nicho decorado con un baquetón sogueado.
Otras piezas fueron documentadas dispersas entre las casas de Francelos: cuatro jambas, un trozo de columna, un trozo de cornisa moldurada en nacerla, un trozo de pilastra sogueada.
Interior: Pinturas y retablo[editar]
Son pinturas barrocas hechas al fresco situadas a los lados del altar. Se encuentran en mal estado de conservación y representan cortinajes y estrellas insertadas en círculos.
En la cabecera se sitúa el retablo barroco, apoyado en un banco decorado con pinturas de estilo similar al de los muros. Es un retablo estructurado en un solo cuerpo con predela y ático. Se distribuye en tres calles con la central resaltada. Los nichos presentan arcos de medio punto y con los fondos policromados.
Trabajos arqueológicos[editar]
El Grupo Marcelo Macías con motivo de las obras de restauración propuso la realización de catas arqueológicas, que dieron como resultado el descubrimiento de una necrópolis compuesta por un total de nueve tumbas de niños de corta edad hechas en granito degradado, sin cubierta y orientadas oeste - este. En ellas se encontraron algún resto óseo y casi ningún ajuar.
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