viernes, 19 de marzo de 2021

HISTORIA DE ESPAÑA

 HISTORIA MEDIEVAL - SIGLO IX

La Crónica albeldense (Chronicon Albeldense o Codex Conciliorum Albeldensis seu Vigilanus), también se le llama Cronicón Emilianense,1​ es un manuscrito anónimo redactado en latín y finalizado en el 881. Fue realizado por el monje Vigila o Vela, así como por sus discípulos Sarracino y García.

Folio 241 del manuscrito de la Crónica albeldense (siglo IX).

Contenido[editar]

Historia del mundo[editar]

La Crónica albeldense no recoge información exclusiva de España, sino que su contribución es mucho más amplia, aportando referencias históricas y geográficas sobre el resto del mundo (Roma...).

Geografía y cultura[editar]

Además de su aspecto histórico, más conocido, también es una importante fuente de datos geográficos sobre España (montañas, ríos...) y culturales (léxico...).4​Esta crónica se escribe en el momento de transición entre la España visigótica, reducida a su mínima expresión tras la invasión musulmana del año 711, y una nueva Hispania cristiano-astur5​ nacida de la Reconquista.

Historia de España[editar]

En un formato de crónica histórica, relata pasajes de la historia antigua y de Hispania y supone una de las escasas fuentes conservadas de estudio del periodo final de la monarquía hispanovisigoda, la invasión y asentamiento del poder Omeya en la península, y la génesis del Reino de Asturias.

Junto con la Crónica rotense y la sebastianense, es también referida como las crónicas alfonsinas.

Se cree que fue confeccionada por un eclesiástico llamado Dulcidius o Dulcidio, con supervisión directa del propio rey. Por ello, tiene el sesgo goticista propio de las últimas décadas del Reino de Asturias.

Comienza narrando la historia de Roma, pasa por los reyes visigodos y, por último, habla de los reyes asturianos, desde Pelayo hasta Alfonso III.

La primera versión se acaba de escribir en 881. Más tarde se le añadirían dos grandes párrafos referidos a los años 882 y 883. La crónica acaba en noviembre de ese año.

El nombre de Albeldense le viene del códice del monasterio de San Martín de Albelda en Albelda de IreguaLa Rioja, copiado y continuado por el monje Vigila hasta el año 976. De ahí el nombre de Códice vigilano (Codex Conciliorum Albeldensis seu Vigilanus).6

Entre otras informaciones útiles, el Códice vigilano contiene la primera mención y representación de los números arábigos (excepto el cero) en occidente.

La gente de Toledo, según el Códice vigilano, la versión más avanzada e ilustrada de la Crónica albeldense.








La Crónica de Alfonso III es un documento histórico del tipo crónica que se atribuye al propio rey Alfonso III. Abarca un espacio de tiempo que va desde el reinado de Wamba hasta el final del de Ordoño I de Asturias. Existen dos versiones de esta crónica: la Rotense, que se encuentra en el Códice de Roda, y la Sebastianense, también llamada Ovetense, ad Sebastianum o Erudita.

Ediciones[editar]

Permaneció inédita hasta que en 1615 Prudencio de Sandoval publicó el fragmento de la crónica que abarca los reyes de Asturias, interpolado y corregido por él mismo,1​ aunque la editio princeps fue la que Juan Ferreras incluyó en su "Historia de España" en 1727.2​ Dos años después Francisco de Berganza publicó su propia versión criticando la de Ferreras,3​ pero la de más esmerada elaboración fue la que Enrique Flórez incluyó en 1756 en su España sagrada,4​ que posteriormente sería reproducida por Jacques Paul MigneRamón Cobo y Sampedro5​ y Ambrosio Huici,6​ estos dos últimos con traducción al castellano. En 1918 Zacarías García Villada sacó a la luz un estudio sobre la crónica que incluía las versiones Rotense y Sebastianense.7

Crónica rotense[editar]

Comienzo de la Crónica de Alfonso III en su versión rotense. Códice de Roda, folio 178 recto.

En un orden cronológico sobre las crónicas que hacen referencia a la monarquía asturiana y a su historia, la de mayor antigüedad es la Crónica albeldense, y a continuación la Crónica de Alfonso III. De esta última, la primera «versión» es la Crónica rotense, así llamada por haberse hallado en la Catedral de San Vicente de Roda de Isábena. Posteriormente aparece la Crónica ovetense, que hacía mayor hincapié en considerar a Don Pelayo como sucesor de los reyes de Toledo, es decir del reino visigodo. El fin de estas dos crónicas era demostrar la continuidad del reino visigodo en el reino de Asturias.

Está escrita en un latín bastante bárbaro, se cree que por un laico, para muchos estudiosos el propio rey Alfonso III ya que en una frase referida a la ciudad de Viseu, en Portugal, se dice que fue poblada “por nuestro mandato”[cita requerida], frase que sólo el rey podía escribir. La obra pretendía haber sido una continuación de la Historia de los godos del obispo Isidoro de Sevilla y terminaba al final del reinado de Ordoño I.

Crónica sebastianense[editar]

Una vez redactada la anterior «versión», el rey Alfonso III se la envió a su sobrino Sebastián, obispo de Salamanca u Ourense,8​ quien mejoró el estilo retocando su tosco latín, censuró varios fragmentos e introdujo ciertas correcciones ideológicas como las del noble origen de Pelayo, la exculpación del clero o la exaltación de la intervención goda en el origen del reino de Asturias. Esta versión corregida es la conocida como la versión Ad Sebastianum o Sebastianense.







La Crónica Profética es un texto histórico escrito en el 883 que explica la orientación goticista que tomó la monarquía asturiana en su última etapa.

El texto trata básicamente de una profecía en la que los godos, tras el dominio de los árabes, impondrían a estos los mismos castigos y penurias que habrían soportado durante su dominación. Los árabes serían expulsados y Alfonso III sería rey de una España nuevamente unida. En esta crónica se canoniza la figura del moro como un personaje cruel, cobarde y lujurioso. Se genera también la leyenda que justifica la conquista musulmana como expresión de la ira divina por la mala acción de los nobles visigodos.







El Laterculus regum Visigothorum, también llamado Cronicón de Wulsa o Chronica regum Visigothorum, es un catálogo de los reyes visigodos y sus años de reinado, asociado al Liber Iudicorum.

Notablemente exacto, experimentó al parecer tres redacciones: una primera hasta los reinados de Recesvinto o Ervigio, una ampliación con los últimos reyes godos, y una segunda prolongación con los reyes asturleoneses, desde Pelayo hasta Ordoño III de León, el llamado Laterculus Legionensis, que sólo se encuentra en un manuscrito del Fuero Juzgo del año 1057, formado por un presbítero llamado Munio.

Su atribución a un prelado llamado Wulsa es resultado de una lectura errónea del comienzo de algunos de los manuscritos en los que se ha transmitido el texto.

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