Cronológicamente situado en la transición del gótico al renacimiento, pero en gran medida ajeno a la corriente renacentista introducida en Valencia por Paolo de San Leocadio, el maestro de Perea debe su nombre al retablo de los Tres Reyes o de los Perea procedente de la capilla de la Epifanía del convento de Santo Domingo de Valencia (Museo de Bellas Artes de Valencia), costeado en 1491 por Violante de Santa Pau, viuda de Pedro de Perea, trinchante mayor de Fernando el Católico.1 Se trata de un retablo de dos cuerpos apaisados y calle única, con la Epifanía y la Aparición de Cristo a su Madre tras la resurrección, ático con la Santísima Trinidad, predela formada por cinco tablas con Santa Ana, San Juan Bautista, Varón de Dolores, Santiago el Mayor y María Magdalena, y guardapolvo con diversos santos, la Anunciación y cuatro escudos heráldicos.
Maestro de Piedrahíta es el nombre con el que se conoce a un pintor de estilo hispano flamenco, activo en la zona de Ávila entre finales del siglo XV y principios del XVI. Debe su nombre al Retablo de la Sagrada Parentela o altar de santa Ana, que se encuentra situado bajo un arco escarzano adosado al muro norte de la iglesia de Santa María la Mayor de Piedrahíta 1 Este retablo, sin predela, está distribuido en tres calles, separadas por pilarcillos, de las cuales, la central es el doble de ancho que las laterales. Estas dos, se encuentran igualmente divididas en tres cuerpos o escenas superpuestas, separadas por arquillos. De esta forma, se encuentran un total de siete escenas, puesto que la calle central está ocupada por una única representación con el tema de Santa Ana triple, sosteniendo en su regazo a la Virgen María, que da de mamar al Niño. En la esquina inferior derecha, se postra de rodillas en posición de oración el donante del retablo, Diego González Armenteros, cura de Villafranca, según una inscripción en alabastro que se encuentra en una losa sobre el retablo. Una vez que Santa Ana enviuda de San Joaquín, matrimonio del que nació la Virgen, se casó con Cleofé y tuvo una hija: María Cleofás. Esta, casada con Alfeo, tiene cuatro hijos, que se representan de niños, junto a su madre, en la escena superior izquierda, y de adultos y por parejas en las dos escenas inferiores. Estos son: san Judas Tadeo, san Simón, san José el Justo y Santiago el Menor. Santa Ana enviuda por segunda vez, volviendo de nuevo a casarse, esta vez con Salomé, dando a luz a una tercera hija: María Salomé. Esta aparece representada con los vástagos que tuvo con Zebedeo de niños en la escena más alta de la calle derecha, y en las dos escenas inferiores, aparecen estos ya de adultos de nuevo: Santiago el Mayor y San Juan Evangelista con sus respectivos atributos2. La iconografía de estas pinturas está originada en los llamados Evangelios apócrifos, que fueron prohibidos en el Concilio de Trento, y muchas obras de este tipo, destruidas. Esto hace que el retablo sea una de las joyas del Museo de Arte Sacro de la Iglesia de Piedrahíta.
María Purificación Ripio González en su artículo «Un nuevo pintor hispanoflamenco: el maestro abulense de Piedrahíta», publicado en el boletín del Instituto Camón Aznar en 1994, aporta otras dos obras que considera de la misma mano: un fragmento con Santa Lucía, conservado en el Museo de la Catedral de Ávila, y una Asunción de la Virgen, atribuida al Maestro de las Once Mil Vírgenes en el Museo del Prado, maestro con quien no tendría relación, opinión que comparten Lafuente Ferrari, Camón Aznar y más recientemente María Ángeles Torné. Esta última obra pertenece al legado de Luis Castro Solís, procedente del antiguo Museo de la Trinidad y actualmente se encuentra en los almacenes del Museo del Prado.3
Elías Tormo, Gudiol Ricart y Post lo relacionan con el Maestro de Ávila o su círculo. También parecen apreciarse algunos parecidos con Fernando Gallego y su taller, como en los rostros de los apóstoles en la Asunción, conservada en la iglesia parroquial de Arcenillas (Zamora).
El maestro de Riglos fue un pintor gótico activo entre 1435 y 1460 en el Reino de Aragón de la España medieval.
El anónimo artista recibe su nombre del altar que elaboró en torno a 1450 para la ermita de San Martín de Riglos (provincia de Huesca)123 Este altar fue desmontado en la década de 1920, y de él se conservan45 cuatro de sus ocho tablas en museos de Londres,6 Barcelona,7 Filadelfia8 y Bolonia.9El debate sobre la identidad y obra del maestro de Riglos tiene un gran interés artístico e histórico, ya que su estética es un ejemplo del último periodo del estilo gótico en Aragón. En sus obras también se aprecian los signos de un nuevo realismo, lo que indica su contacto con la pintura flamenca de ese periodo10
El catálogo del maestro de Riglos es objeto de un continuo examen crítico.11 En un principio, sus obras fueron asignadas al maestro de San Quirce,,12 y a Pedro de Zuera, pintor activo en Huesca entre 1430 y 1469,13 antes de ser consideradas obra de un artista distinto, para el que se propuso el nombre de «maestro de Riglos».14 Una investigación histórico artística descubrió trazas de varios autores en el retablo procedente de la ermita de Riglos: se aprecia al menos la colaboración de un autor del taller de Blasco de Grañén, quizás Pedro García de Benabarre, que recibió formación en dicho taller.1516 No obstante, la obra del maestro de Riglos sigue siendo objeto de estudio.
Maestro de Robredo es la forma denominación convencional dada a un pintor hispanoflamenco activo en Burgos en el último cuarto del siglo XV.
Recibe su nombre de un retablo dedicado a San Pedro procedente de Robredo de Zamanzas (Burgos) del que se conservan dos tablas en colección privada: Prendimiento de san Pedro y San Pedro entronizado entre san Pablo y san Andrés. A partir de ellas, Chandler R. Post le atribuyó algunas otras obras y entre ellas el fragmento de La cena en casa de Simón del Museo del Prado. Hacia 1470-1480 debió de colaborar con otro maestro burgalés de mayor proyección, el llamado Maestro de San Nicolás, de quien según Post sería sucesor. Indicios de esa colaboración se encontrarían en las tres tablas restantes de un retablo dedicado a San Juan Evangelista conservadas en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Maestro de San Ildefonso es la denominación convencional acuñada por Chandler R. Post para referirse al anónimo pintor hispanoflamenco activo en Valladolid en el último cuarto del siglo XV autor de una tabla de la Imposición de la casulla a san Ildefonso adquirida por el Museo del Louvre en 1904.
La tabla del Louvre con otras cuatro de menor tamaño conservadas en el Museo Nacional de Escultura, procedentes todas ellas de un mismo aunque desconocido retablo, en las que se representa a San Atanasio, San Luis obispo de Tolosa, Santiago el Mayor y San Andrés y San Pedro y san Pablo, forman «uno de los más bellos conjuntos de nuestro arte hispano-flamenco, por su sentido plástico, riqueza de colorido, solemnidad e idealismo».1
José Gudiol Ricart propuso su identificación con Sancho de Zamora, autor de algunas de las tablas del retablo de don Álvaro de Luna en la capilla de Santiago de la catedral de Toledo,2 con quien guarda ciertas semejanzas estilísticas en la creación de figuras monumentales y en el plegado de los paños en lo que también se acerca al maestro de Ávila, aunque tal identificación ha sido discutida, entre otros, por Pilar Silva Maroto.
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