jueves, 27 de mayo de 2021

HISTORIA DE ESPAÑA

SIGLO IX

Frodoino, fue obispo de Barcelona (861-890), de origen franco-germánico.1​ A pesar de no ser el primer obispo después de la expulsión de los musulmanes en el año 801, se le ha destacado como promotor de la restauración de la Iglesia en Barcelona e impulsor de las obras de reconstrucción de su catedral.2​ Fue contrario a la liturgia visigoda1​ y consta que en un concilio celebrado en Attigny en el 870 expuso el caso de un sacerdote cordobés llamado Tirso, instalado en Barcelona, que administraba los sacramentos y cobraba diezmos sin reconocer la autoridad del obispo.2​ Estos hechos cabe relacionarlos con la intención de los monarcas carolinios y de sus condes y obispos de origen franco-germánicos de ir rompiendo sus ligaduras religiosas entre la Marca Hispánica y la Hispania dominada por los musulmanes, a la vez que la de eliminar los particularismos de raíz visigótica contrarios al centralismo y el uniformismo propugnados por la corte.3

Frodoino fue también quien, en el año 878, encontró el cuerpo de Santa Eulalia (según la tradición, en el lugar donde está la iglesia de Santa María del Mar, entonces Santa María de las Arenas) y el que los trasladó solemnemente a la catedral.12​ Este descubrimiento, con el consiguiente impulso de la devoción a la santa, junto con su oposición a la restauración del obispado de Egara (Tarrasa),1​ más la obtención de los reyes francos de privilegios fiscales y reconocimiento de los derechos del obispado,2​ sirvieron para su objetivo de aumentar el poder de la sede episcopal barcelonesa.





Cuando reinaba Alfonso II, fallecido el 20 de marzo de 842, las escrituras auténticas mencionaban como segundo obispo de Oviedo a Gomelo I.

De Gomelo I se sabe que también gobernó esta iglesia durante los últimos años del reinado de Ramiro I, pues en el año 852 confirmó y suscribió una donación que hizo este rey al monasterio de Samos, si bien nada dice el archivo del monasterio y más bien puede referirse a ciertas concesiones hechas por el rey a monjes que vinieron desde Córdoba hacia el norte de la península, llamándose uno de ellos Audefredo. Dice el rey Ordoño I que les concede el citado monasterio con sus posesiones para que lo tengan a perpetuidad del mismo modo que lo había tenido otro obispo de cuyo nombre solo se lee lix, las tres últimas letras del nombre, que bien hubiera podido ser «Felix». Los monjes dieron al rey dos talentos de oro como contraparida y agradecimiento. Como de todo esto dio testimonio el obispo Gomelo I, es prueba de que Gomelo I gobernó la Oviedo en los primeros años del reinado de Ramiro I.1

Durante el gobierno de esta iglesia por Gomelo I, el rey Alfonso II el Casto mandó construir el templo de Santa María de Tremañes en Gijón en el año 841.

Se tienen noticias de una célebre donación hecha a favor de la catedral por dos obispos que en ese reinado y en el siguiente vivieron en Asturias, del mismo modo que otros muchos que escapaban de los invasores musulmanes. Se trata de los obispos Severino y Arnulfo o Ariulfo y la donación era la facultad de sacar todos los domingos del año tres pozales de salmuera de un pozo que era propiedad del rey, de igual manera que a ellos se lo había concedido el rey Ramiro I, padre de Ordoño I junto con don Gomelo, obispo de Oviedo.

También vivió en Oviedo durante el gobierno de esta iglesia por Gomelo I la reina Urraca con la que se había casado el rey Ramiro I en Bardulia, es decir, en Castilla. Fue muy ponderada por su «fe, cristiandad y piedad» por el arzobispo Rodrigo y por el obispo de Tuy y dicen que además dejó muchas alhajas de gran valor a las iglesias de Santiago de Compostela y a la Catedral de Oviedo.

Durante el reinado del rey Ramiro I y siendo obispo Gomelo I se tiene una prueba excelente de la continuidad de los obispos en Oviedo sin falta de ellos en la sede. Se trata del concilio ovetense en el que Gladila, abad del monasterio de san Pedro de Trubia, en Asturias, fue hecho obispo de la Braga que se hallaba desolada, desamparada y con la sede vacante.




Hermenegildo I fue el cuarto obispo de Oviedo. Algunos historiadores suponen y otros afirman que durante el pontificado de Hermenegildo I se celebró en Oviedo un concilio nacional para erigir esta sede ovetense en metropolitana e insertan en confirmación de este hecho dos cartas del sumo pontífice Juan VIII, dirigidas una al rey Alfonso III el Magno y otra a los padres del Concilio. Nunca, durante las prolongadas ausencias del rey, perdió la ciudad el título y las prerrogativas de Corte, como se prueba con fechas y referencias de regios documentos.

Algunos historiadores dudaron, como lo hicieron en el reinado del Casto, que se llevase a cabo la asamblea o concilio de Oviedo en tiempos de Alfonso III, pero ya puede referirse con más exactitud que no solamente tuvo lugar el citado Concilio, sino que, además, se celebró el año 886, según testimonios fehacientes, examinados por el Padre Risco. Allí se congregaron los prelados fugitivos de sus diócesis y tomaron los acuerdos que, entre otros cronistas provinciales, han sido publicados y traducidos por el Padre Carballo.

Además de los príncipes de la Iglesia, concurrieron los nobles (potestades) y el pueblo, que asentía (plácet ómnibus), pues se trataban no solo asuntos espirituales, sino también temporales. A la generosa hospitalidad que dieron el Rey, los nobles y el pueblo ovetense a los diecisiete obispos, a quienes la guerra contra los árabes obligó a separarse de sus diócesis, debe Oviedo un dictado ilustre con que viene siendo conocido en la historia: «Ciudad de los Obispos».

Hizo traer de Córdoba, de acuerdo con el emir Muhammad, los cuerpos de San Eulogio y de Santa Lucrecia, mártires, que colocó en la capilla de Santa Leocadia de Oviedo. Fue Dulcidio, un político que actuaba como embajador de Alfonso III ante el emir Abdallah, quien se encargó del traslado. Dulcidio está enterrado debajo del altar en la misma cripta de Santa Leocadia.

Durante el pontificado de Hermenegildo, Alfonso III fundó la abadía de Santo Adriano de Tuñón para religiosos benedictinos, que está dedicada a los santos Adriano (oficial romano) y su esposa Natalia y fue consagrada en el año 891 por el obispo Hermenegildo asistido por los obispos de Iria, Coímbra y Astorga. Santo Adriano es actualmente un pequeño concejo asturiano cuya capital es Villanueva y se encuentra a unos 20 km de Oviedo. Este rey también mandó construir el palacio y Santuario de Nuestra Señora de Contrueces en Gijón.





Hostegesis (825-864?) fue obispo de Málaga.

Biografía[editar]

Obtuvo la mitra a la tierna edad de veinte años en el 845. La logró comprándola, a través de la simonía, y logró gran beneficio con ella. Cobraba las tercias y diezmos con gran violencia, más como sátrapa en reino recién conquistado que como obispo cristiano. Utilizaba las riquezas mal ganadas en lujos, banquetes y orgías en las que convidaba al rey moro. Disponía de guardia personal y la utilizaba contra sus propias ovejas. Dudaba de la inmortalidad del alma, y la futura resurrección de los muertos, vivió mal y transmitió la iniquidad a quienes le rodeaban. Obligó a muchos infelices a la apostasía, a los que se negaron los cargó con grandes tributos que fueron a parar a los reyes moros e incluso mandó desenterrar y profanar los cadáveres de los mártires para contrariar a los que seguían rebeldes. Se juntó con Romano y Sebastián, de la secta antropomofista, el primero siendo octogenario tenía un serrallo de concubinas, el segundo fue un adúltero público.1​ Pronto comulgó Hostegesis en el antropomorfismo tras juntarse con estos sujetos. Así pues, pasó a proclamar que Dios es figura material y humana, afirmando que estaba el Hacedor en todas las cosas no por esencia, sino por sutileza, a lo cual añadía que el verbo se había encarnado en el corazón de la virgen y no en su vientre. Llegó a la impiedad de afirmar que la omnipotencia divina está en todas las partes, como la tierra, el agua, el aire o la luz, y que se halla igualmente en el profeta que vaticina, en el diablo que vuela por los aires, en los ídolos y hasta en los pequeños gusanos. Por lo tanto introduce la variedad de dioses. La iglesia mozárabe le obligó a abjurar, cosa que terminó haciendo para no perder riquezas.





Novidio fue obispo de Astorga a mediados del siglo IX.

La única noticia histórica acerca de este prelado procede del concilio de Astorga1​ celebrado en fecha imprecisa durante el reinado de Ramiro I de Asturias (842-850), en el que el rey concedía a la diócesis asturicense la jurisdicción eclesiástica sobre las iglesias de las comarcas de Braganza,2​ AlisteSanabriaTrivesCaldelasCaurelleQuiroga y Valdeorras, que habiendo pertenecido a Astorga en época de los visigodos habían sido desmembradas de ella tras la invasión musulmana del 711.34

Se desconoce la fecha de la muerte de Novidio, que algunos autores sitúan en el año 848.





El obispo Serrano I, tercer titular de la sede ovetense, adquirió en el año 853, por donación de un obispo llamado Severino y de un tal Urulfo, el Monasterio de Santa María de Hermo sito en Cangas del Narcea, en el occidente asturiano, del que eran fundadores los donantes, además de otras heredades e iglesias. Estas donaciones fueron posteriormente ratificadas por el rey Fernando II, que reedificó y mejoró la mencionada iglesia. Durante su pontificado vivían en Oviedo otros dos obispos cuyos nombres eran Oveco y Gladila y que posiblemente fueran coepíscopos.

Durante su pontificado fue llamado a Oviedo el obispo de Iria de Portugal y el de Santiago de Compostela, Adolfo o Arnulfo, por el rey Ramiro I de Asturias para que se justificase de una serie de cargos contra él, cargos que resultaron infundados. El prelado Adolfo o Arnulfo falleció poco después de salir de la capital y se le dio cristiana sepultura en la iglesia parroquial de La Mata de Grado, en la zona centro-occidental de Asturias, donde se conserva su sepulcro que goza de gran veneración por los fieles de esa zona, así como de los peregrinos del Camino de Santiago.

En tiempo de Serrano I, el rey Ramiro I de Asturias inicia una serie de obras importantes. Entre ellas cabe destacar el complejo palatino en la ladera sur del monte Naranco o «Mons Naurancius», que dista tres kilómetros de la ciudad de Oviedo y que está protegido del aire norteño. De estas construcciones solo se conserva este palacio de recreo, así como la iglesia de palacio de San Miguel de Lillo. Se construyó originalmente con función civil y se convirtió en iglesia en el siglo XII, puesta bajo la advocación de Santa María, llamándose desde entonces Santa María del Naranco. La crónica Silense confirma que la actual iglesia de San Miguel de Lillo era realmente la iglesia de Santa María, hecho que queda reflejado en el ara situado en el mirador oriental del palacio. El original está depositado en el Museo Arqueológico de Oviedo.

También acrecentó el rey Ordoño I y su mujer Nuña la iglesia de Asturias con la cesión de la villa de Castrillón, situada entre los pueblos de Naveces y Quiloño y otras heredades más. En la época de este obispo se edificó la iglesia de Santa Cruz de Leorio.

En esta diócesis se reza y venera a San Serrano, cuyos restos se conservan en la Cámara Santa de Oviedo, pero no es el obispo Serrano I, sino que se trata de Asturio Serrano, arzobispo de Toledo, el cual se trasladó a Alcalá de Henares después de descubrir las reliquias de los santos Justo y Pastor, mártires.




Sisemundo fue un eclesiástico español, obispo de Sigüenza a mediados del siglo IX.12345

Las únicas noticias históricas acerca de su existencia proceden de una carta que el sacerdote Eulogio de Córdoba, después arzobispo de Toledo, dirigió al obispo de Pamplona Wilesindo, relatando su paso por Sigüenza en su viaje de regreso desde Francia, en el que menciona a Sisemundo como "varón prudentísimo".




Teodomiro fue obispo de la diócesis de Iria Flavia, en la actualidad una parroquia del Concello de Padrón, a principios del siglo IX.

Cuenta la leyenda que en el 813 un ermitaño llamado Pelayo, o Paio o Pelagio, vio una estrella posada en el bosque Libredón. Se lo comunicó a Teodomiro, obispo de Iria Flavia y se realizó el descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago. Teodomiro puso de inmediato el hecho en conocimiento del rey Alfonso II de Asturias, que acudió rápidamente desde Oviedo para visitar el lugar. Este relato fue publicado en la misma época para justificar la creación del peregrinaje a Santiago de Compostela cuando acechaba la amenaza árabe y el miedo a la pérdida de la Cristiandad como se conocía hasta el momento. Se la conoce como la 'invención' de Teodomiro y puede leerse en su Cronicon Irense.

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Wilesindo (también llamado Gulesindo) fue obispo de Pamplona entre los años 845 y 860 siendo rey de Navarra García Íñiguez, por mano del cual fundó el monasterio de Santa María de Fuenfría (Salvatierra de Escá) y el de Santa María de Obarra (Val de Isábena) en Ribagorza. Durante el desempeño de su cargo, corriendo en el año 851, recibe la visita, y luego una carta, de San Eulogio de Córdoba. La famosa Carta de San Eulogio ofrece un sinfín de detalles históricos muy interesantes, además de ser un documento auténtico, manuscrito de los más singulares que de aquella época se conservan. 

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