SIGLO XII
La conquista de Toledo a manos del reino de León fue un hecho que se produjo el 6 de mayo de 1085 bajo el gobierno de Alfonso VI, que desalojó de manera definitiva a las fuerzas musulmanas de Al-Qádir, emir de la Taifa de Toledo.
Conquista de Toledo (1085) | ||
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Parte de Reconquista | ||
Azulejo de la plaza de España de Sevilla representando la conquista de Alfonso VI de Toledo |
Antecedentes[editar]
La Taifa de Toledo y la de Sevilla aspiraban a unir a sus dominios el resto de taifas. Al-Mamún de Toledo ocupó la Taifa de Valencia en 1064 y la Taifa de Córdoba fue agregada a los dominios de Al-Mu'tamid de Sevilla en 1070.
Alfonso VI de León había recibido protección de Al-Mamún cuando huyó de su hermano Sancho II de Castilla, con quien se disputaba las tierras que Fernando I de León había repartido entre sus hijos, siguió una política de apoyo a todos contra todos en su exclusivo beneficio. En 1075 Al-Mamún fue envenenado en Córdoba, asumiendo el reinado su nieto Al-Qádir, que se consideró bastante fuerte en sus dominios como para prescindir del rey cristiano y expulsó de Toledo a los partidarios de la colaboración con los cristianos. Estos provocaron una revuelta en Valencia, que se declaró independiente bajo el mando de Abu-Bakr ibn Abd-al-Aziz, y la taifa de Toledo, sin el apoyo cristiano, perdió las tierras cordobesas y las provincias del sur en 1077, y se vio atacado para Al-Mutawakkil ibn al-Aftas, rey de la Taifa de Badajoz.
Al-Qádir se vio forzado a pedir ayuda al rey de León y se ganó el apoyo de una gran parte de la población: los musulmanes querían romper la alianza con León y Castilla y acercarse a los otros reinos musulmanes, mientras que los mozárabes y judíos eran partidarios de la alianza e incluso de la anexión.1
Al-Mutawakkil entró en la ciudad en 1080, mientras Al-Qádir se refugiaba en Cuenca. En 1081 Al-Mutawakkil, que había permanecido los últimos diez meses en Toledo, marchó a Badajoz y los leoneses y castellanos contraatacaron y tomaron la zona del río Tajo ocupando Madrid y Talavera y estableciendo fortificaciones en Escalona (1081-1082).23
El asedio[editar]
El 1082 las tropas leonesas y las castellanas reconquistaron Coruche, varias fortalezas en la zona de Talavera y otros puntos y entraron en la capital, donde colocaron como rey vasallo a Al-Qádir. El rey de León exigió a los sevillanos la evacuación de los territorios toledanos que ocupaban (la moderna provincia de Ciudad Real y una parte de la de Cuenca) y ante la negativa declaró la guerra a la Taifa de Sevilla. Una incursión de tropas leonesas y castellanas llegó hasta Tarifa.
El nuevo rey taifa toledano cedió al rey de León los territorios al norte del Tajo (Madrid, Escalona, Madinat Salim...) e incluso algunas fortalezas al sur del río a cambio de Valencia. Finalmente cedió Toledo a Alfonso VI de León a cambio de Valencia. Ante este acuerdo, los toledanos opuestos a la colaboración de Alfonso VI con Al-Qádir solicitaron el apoyo de Al-Muqtadir, Al-Mu'tamid y Al-Mutawakkil mientras la otra parte de la población, cansada de las continuas guerras, aceptaba la entrega de Toledo a Alfonso VI de León, siempre que este simulara tomarla por la fuerza, para evitar que los toledanos fueran acusados de traicionar a la causa musulmana, conscientes de la pérdida de prestigio que supondría para el islam la cesión de Toledo.4
En aquel momento, el Reino de León era más poderoso que el Reino de Castilla y se consideraba el heredero directo del Reino visigodo de Toledo, por lo que tenía la intención de recuperar para sí la capital de dicho antiguo reino. En León se continuaba aplicando la legislación de carácter romanovisigoda diferenciada de la de Castilla, basada en las comunidades de villa y tierra.
En 1085, después de cuatro años de asedio, Toledo se rindió pacíficamente el 6 de mayo, después de garantizar a los musulmanes que se respetarían sus personas y bienes y que se les permitiría seguir en posesión de la mezquita mayor. Por su parte, los toledanos se comprometían a abandonar las fortalezas y el alcázar. El 25 de mayo del mismo año, Alfonso VI entró en la ciudad.56
Consecuencias[editar]
Después de la conquista de esta Taifa, León pasó a ser más poderoso y dio pie a la inversión de fuerzas entre cristianos y musulmanes en la península ibérica.
Alfonso VI conquistó Valencia con las tropas de Alvar Fáñez, que quedó encargado de la defensa para que Al-Qádir pudiera gobernar el la taifa valenciana. Al-Qádir participó en el sitio de Játiva para garantizar su reconocimiento como rey por el valí de Játiva. Su fracaso provocó que Játiva pasara a ser controlada por Al Mundir Imad-ad-Dawla, quien atacó Valencia.7
Al-Qádir consiguió el apoyo financiero de Abu Abd al-Rahman ibn Tahir, antiguo rey de Murcia, exiliado en Valencia desde que fuera conquistada por Al-Mu'tamid. Gracias a esta alianza pudo resistir.
Cuando los almorávides iniciaron la conquista de la península llamados por Al-Mu'tamid, Al-Qádir creyó que su ciudad estaba en peligro y contrató a el Cid para que protegiera su ciudad de los almorávides.
El Fuero de Avilés es el documento escrito en idioma asturiano más antiguo del que se tiene noticia. Fue otorgado en 1085 por Alfonso VI, rey de León a la ciudad Avilés, donde ya existía una población desde tiempos romanos. El fuero de Avilés le da categoría de villa de realengo y a lo largo de la Edad Media apoyará siempre a la Corona, a quien paga impuestos. Avilés no fue nunca feudo ni tuvo otro tribunal competente que los que dependían directamente del Rey. El fuero fue posteriormente confirmado por el nieto de Alfonso VI, Alfonso VII de León, en 1155, significando el nacimiento de la ciudad de Avilés.1
Es, tras la ratificación del fuero, que confiere a la ciudad derechos tanto económicos, comerciales como políticos, cuando se edifica la muralla. Con el impulso de su nuevo estatus, la ciudad se convierte en la segunda en tamaño e importancia de Asturias y su puerto, merced a los favores comerciales en uno de los más importantes del Atlántico europeo.1
Hoy en día se conservan diferentes copias del texto, una de las cuales fechada en 1289 está guardada en el ayuntamiento de la villa.
El sitio de Aledo fue un episodio de la conquista almorávide de al-Ándalus.
Sitio de Aledo | ||
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Parte de Reconquista | ||
![]() El asedio en una miniatura medieval. |
Antecedentes[editar]
En la segunda mitad del siglo xi, el rey taifa al-Mu'tamid de Sevilla, que había dispuesto una agresiva política de expansión frente a sus estados vecinos surgidos de la descomposición del Califato de Córdoba, terminó viendo amenazados sus propios dominios cuando el rey Alfonso VI de León y Castilla conquistó Toledo en 1085 y tan solo un año después sus tropas se hacían con el castillo de Aledo dirigidas por el caballero García Jiménez.1
El dominio sobre Toledo y la ocupación de Aledo formaban parte de una misma estrategia de los castellano-leoneses para debilitar el fragmentado poder musulmán y, en ese sentido, la definitiva caída de Toledo significó un golpe de efecto que dio a los cristianos un nuevo empuje en el sometimiento de los territorios del sur. Pero mientras algunas taifas se avinieron a la introducción de las parias u homenajes, gravámenes que reforzaban la economía de los reinos cristianos, otras pidieron la ayuda de los almorávides,2 una dinastía bereber cuyas fuerzas desembarcaron en al-Yazira al-Jadra en 1086 y derrotaron a los cristianos en la batalla de Sagrajas. Sin embargo, esta expedición dirigida por el emir Yusuf ibn Tašufin prefirió regresar poco tiempo después al Magreb ante la noticia de la muerte de su hijo.
Aledo iba a ganar entonces un importante protagonismo, dada su posición de avanzadilla cristiana aislada en territorio islámico, que va a poner en jaque a las taifas del entorno. Las mesnadas castellano-leonesas sembraron el pánico entre la población de la taifa murciana con audaces correrías sobre la huerta de Murcia y Orihuela,2 haciéndose dueñas por completo del valle del Guadalentín y controlando las principales vías de comunicación del Levante, de modo que la preocupación de los principados andalusíes hará que soliciten nuevamente el auxilio almorávide.
El asedio[editar]
El emir Ibn Tašufin regresó a la península ibérica en 1089, haciendo uso de Gibraltar como punto de desembarco.3 En al-Yazira al-Jadra se unieron a sus tropas las del sevillano al-Mu'tamid, y juntos avanzaron hasta Málaga, donde se agregó el rey taifa Tamim ibn Buluggin con sus huestes. El objetivo del emir sevillano, a pesar de sus protestas de defensor del islam contra las correrías cristianas desde Aledo, era hacerse con el castillo y con el dominio de Murcia para su hijo, que su propio visir le había arrebatado.2
En el camino hacia Aledo se incorporaron a la ya numerosa fuerza Abd Allah ibn Buluggin de Granada y Almotacín de Almería,4 mientras que Abu Muhammad ibn Rashiq de Murcia colaboró enviando hombres y dinero.
El ejército musulmán plantó su campamento a los pies del castillo de Aledo, y comenzó a hostigar la posición cristiana mediante disparos de manganas y balistas,5 construidas ex profeso por expertos artesanos traídos desde Murcia.
Los asaltos se sucedieron día y noche, atacando cada jornada el ejército de uno de los emires rotativamente,62 pero el tiempo transcurría sin lograr la rendición de la guarnición castellano-leonesa. La moral de los sitiadores empezó a resentirse y afloraban tensiones entre ellos,7 hasta el punto que Ibn Rashiq, temeroso de que al-Mu'tamid pretendiera anexionar Murcia a su taifa de Sevilla, aprovisionó7 a los sitiados. Destituido finalmente por Ibn Tašufin debido a una fetua, los murcianos abandonaron el asedio, rechazaron someterse a los sevillanos y pidieron auxilio al rey cristiano Alfonso VI.7
El Cid tuvo la intención de socorrer la plaza, pero sería el mismo monarca quien marchase al frente de sus tropas a liberar Aledo, provocando la retirada almorávide después de un asedio de cuatro meses.8 A finales del verano y tras insistentes peticiones de la guarnición y de los murcianos enemistados con Ibn Tašufin, Alfonso se puso en marcha para socorrer la plaza.8 Tras este revés, Yusuf ibn Tašufin prosiguió brevemente su campaña peninsular, apoderándose de Talavera de la Reina y Madrid, pero al ser rechazado en Guadalajara se replegó a Córdoba, para terminar volviendo a sus posesiones norteafricanas.9
Consecuencias[editar]
La demora del Cid a la hora de partir hacia Aledo hizo entrar en cólera al rey Alfonso,8 que lo desterró de nuevo.
La fortaleza de Aledo llegaría a sufrir hasta tres cercos por parte de las tropas almorávides, en un intento desesperado por acabar con la resistencia cristiana. En 1092, el mismo Alfonso VI decidió abandonarla ante la imposibilidad de seguir defendiéndola, de forma que cabalgó hacia ella para evacuar a la guarnición y ordenar su destrucción,10 con el objetivo de impedir que sus enemigos se hicieran con una fortificación tan valiosa.
Los almorávides, una vez se asentaron firmemente en la península ibérica, lograron pronto detener la presión de los reinos cristianos y hacer valer su autoridad sobre la región occidental, donde Sevilla se convirtió en su capital administrativa. En la mitad oriental de al-Ándalus, los ejércitos organizados desde Murcia participaron en las guerras de la frontera aragonesa, y finalmente conquistaron en 1102 la Valencia ocupada por el Cid, consiguiendo una importante vía de penetración hacia el interior peninsular. Después de varios ataques contra los condados catalanes, decidieron lanzar una ofensiva contra Castilla por su flanco este, con Uclés como primer objetivo.
El sitio de Saraqusta de 1086 fue una de las batallas de la Reconquista.
Antecedentes[editar]
Al-Múndhir ibn Yahya at-Tujibí consiguió hacia 1013 la independencia de la Taifa de Saraqusta respecto del Califato de Córdoba.1
El 1076, a la muerte del rey Sancho IV de Navarra, Alfonso VI de León se anexionó los territorios del actual País Vasco y adoptó el año siguiente el título de Emperador. Mediante el sistema de las parias consiguió que la mayor parte de los reinos de taifas musulmanes fueran sus tributarios.
El 25 de mayo de 1085 conquistó Toledo aprovechando la reclamación de un antiguo aliado contra un usurpador del trono. Con esta conquista el rey castellano-leonés se tituló Emperador de las dos religiones y sus dominios se extendieron hasta el río Tajo, cosa que permitió la amenaza constante de las taifas cordobesas, sevillanas y granadinas. Conquistó Valencia el febrero de 1086 con las tropas de Alvar Fáñez, que se quedó encargado de la defensa para que Yahya al-Qàdir pudiera gobernar el emirato de Balansiya.2
El asedio[editar]
La primavera de 1086, Alfonso VI de León puso asedio a Zaragoza, que contó para su defensa con el Cid como lugarteniente de el-Mustaín. Ante esta circunstancia, los reyes de las taifas pidieron ayuda a los almorávides y el emir Yússuf ibn Taixfín desembarcó en el-Yazira al-Jadrā en auxilio de los débiles reyes musulmanes el 30 de julio.34
Alfonso VI, que no estaba dispuesto a tolerar esta osadía, levantó el asedio de Zaragoza y se dirigió al encuentro de Yusuf pero sufrió una humillante derrota en la batalla de Sagrajas.5
Consecuencias[editar]
En la batalla de Sagrajas (Badajoz), el emir almorávide Yusuf ibn Tashfin consiguió vencer al rey Alfonso VI. A pesar de que los musulmanes asediaron varias veces la ciudad de Toledo, pero no consiguieron conquistarla.
Mientras, Monzón cayó el 24 de junio de 1089 a manos de Pedro I de Aragón, quien en 1095 conquistó Waixqa (Huesca), después de derrotar el emir Àhmad ibn Yússuf al-Mustaín en la batalla de las llanuras de Alcoraz. El 1101 tomó Barbastro, Sariñena y puso asedio a las ciudades de Zaragoza y Tamarite de Litera en1104.6 Con estas conquistas se consolidó la supremacía militar de las tropas cristianas sobre las musulmanas y la zona del Ebro como terreno abierto a la conquista aragonesa. El emirato fue finalmente conquistado en 1118 por Alfonso I de Aragón.
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