jueves, 27 de mayo de 2021

HISTORIA DE ESPAÑA

 SIGLO IX

Genadio de AstorgaSan Genadio o popularmente San Juanacio1​ (El Bierzo ?, León, c. 865 - Peñalba de Santiago, hacia 936) fue un religioso benedictino, eremita, obispo de la diócesis de Astorga entre 899 y 920 y fundador de varios monasterios en El Bierzo.

San Genadio
Altar de San Genadio.jpg
Información personal
NacimientoSiglo IXjuliano Ver y modificar los datos en Wikidata
El Bierzo (España) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento936 Ver y modificar los datos en Wikidata
El Bierzo, 936.
Orden religiosaOrden de San Benito Ver y modificar los datos en Wikidata

Vida[editar]

Cueva donde se retiró San Genadio, situada en el Valle del Silencio.
Ruinas del Monasterio de San Pedro de Montes, restaurado a finales del siglo IX por San Genadio.

Mencionado por algunos autores como sobrino de Ordoño I o como hijo de Alfonso III y Jimena de Asturias,2​ fue un cenobita seguidor de San Fructuoso y San Valerio. En sus comienzos se formó en el Monasterio de Ageo (Ayoó de Vidriales) bajo la tutela de su abad Arandiselo, y fue allí donde conoció la obra de estos santos. Posteriormente, hacia 895, decidió restaurar el monasterio benedictino de San Pedro de Montes, ubicado en los Montes Aquilanos, en el que también habían residido San Fructuoso y San Valerio.3

Tras su restauración, en 898 el obispo de Astorga Ranulfo le nombró abad del monasterio. En 899, a instancias de Alfonso III, sucedió a Ranulfo al frente de la diócesis «más bien por obediencia al príncipe que por propia voluntad, si bien ni aun casi corporalmente vivía allí».4​ Hacia el año 9195​ o 9206​ Genadio renunció al obispado, sucediéndole Fortis.7​ Después se retiró de nuevo al valle del Silencio a continuar su ascetismo hasta su muerte, acaecida hacia 936 probablemente en Peñalba de Santiago.68

Estuvo sepultado en este monasterio hasta que en 1603 la duquesa de Alba María de Toledo, viuda de Fadrique Álvarez de Toledoexhumó sus restos sin autorización para llevarlos al convento de dominicas de Villafranca;9​ su cabeza, reclamada por el cabildo de Astorga, fue entregada a la catedral en 1621,10​ mientras que su cuerpo fue trasladado al monasterio de Nuestra Señora de la Laura de Valladolid, que derribado en la década de 1980 ocupaba el lugar donde hoy está el Hospital Campo Grande.

Legado[editar]

San Genadio se convirtió en una de las figuras más importantes en el denominado arte de repoblación pues en la zona de El Bierzo fue el impulsor de la restauración de San Pedro de Montes y Santa Leocadia de Castañeda y de la fundación de Santiago de PeñalbaSanto TomásSan Pedro y San Pablo de Castañeda y San Andrés de Montes, a los que legó una nutrida biblioteca que todos ellos debían compartir.4

Aclamado como santo poco después de su muerte, las cuevas adonde supuestamente se retiró fueron objeto de veneración por los fieles católicos, que acostumbraban a peregrinar a ellas en romería y a recoger tierra de su suelo, que suponían curativo de las calenturas intermitentes.1​Su festividad se celebraba el 25 de mayo1112​ hasta que en la reforma litúrgica de 1969 fue suprimido del santoral,13​ pues no fue canonizado oficialmente.

Se le reconoce como el primer santo relacionado con el ajedrez, pues de Peñalba de Santiago proceden las piezas de marfil denominadas Piezas de San Genadio, las cuales se consideran las figuras de ajedrez más antiguas de Europa, y que pertenecieron al santo.







AdulfoAdaulfo o Adulfus (¿?-826) era un religioso que fue el primer obispo de Oviedo en 802.

El rey Alfonso II de Asturias le encargó al maestro Teudis o Tioda que edificase un templo de mampostería para que sustituyera al que había levantado el rey Fruela I de Asturias medio siglo antes, consagrado al Salvador y a los doce apóstoles. Por esta razón el rey Alfonso II quiso que este templo también fuera dedicado al Salvador del mundo y a los doce apóstoles a los que consagró otros tantos altares. La construcción duró treinta y dos años como indica el Silense

La solemne dedicación de la nueva basílica, que era la primera de la reconquista y de la península ibérica que se consagró el 13 de octubre del año 802 con la asistencia de los obispos «Maido» de Orense, «Suintila» de León, «Ataulfo» de Iría, Padrón, «Quindulfo» de Salamanca y «Teodomiro» de Calahorra.

Bajo el reinado de Alfonso II el Casto la sede episcopal es trasladada desde Britonia, hoy Santa María de Bretoña cerca de Mondoñedo, ciudad que fue destruida por los musulmanes, a Oviedo donde los obispos antes citados procedieron a nombrar y consagrar a Adulfo como primer obispo de la nueva sede. La Cruz de los Ángeles, obra maestra de la orfebrería asturiana, fue creada durante su mandato y está fabricada en oro esmaltada con piedras preciosas y camafeos muy antiguos. Esta Cruz de los Ángeles constituye el escudo y armas de la ciudad de Oviedo. También el «Rey Casto» mando construir una iglesia adosada a la catedral por su fachada norte y la puso bajo la advocación de Santa María, que es conocida popularmente desde entonces como «Capilla del Rey Casto» y que quiso destinar a panteón de las familias reales.

Igualmente mandó hacer otras construcciones como una capilla, adosada a la zona sur de la Catedral y emplazada sobre la cripta de Santa Leocadia, que fue destinada a cámara de reliquias y dedicada a San Miguel Arcángel y la iglesia y monasterio de San Juan Bautista para religiosas de la Orden de San Benito o benedictinas, las parroquias de San Julián de los Prados, también conocida como de «Santullano» y San Tirso, un hospital que llamó de San Nicolás, así como unas defensas para proteger la ciudad y los edificios religiosos de posibles ataques.

En el año 811 se celebró una reunión o concilio de los obispos que vivían en la corte de Asturias con el fin de que los obispos cuyas sedes habían sido invadidas, ocupadas o destruidas por los mahometanos tuvieran una asignación eclesiástica que les sirviera de sustentación digna.






Heleca o Eleca fue un eclesiástico español, obispo titular de Zaragoza a finales del siglo IX.

A diferencia de su antecesor en la silla episcopal Senior, a quien los musulmanes habían permitido desarrollar su labor pastoral, Eleca fue desterrado de Zaragoza por éstos, dirigiéndose a Oviedo, donde el rey Alfonso III de Asturias tenía su corte.

Algunos autores lo mencionan como obispo desde el año 8601​ u 864,2​pero históricamente sólo consta desde su asistencia al concilio de Oviedo del año 872,3​ tras el cual le fueron asignadas las rentas de la iglesia de Santa María de Solís para su sustento. También se halló presente en la consagración del monasterio del Salvador de Valdediós el año 893 y en la de la catedral de Santiago de Compostela en el 899. La última noticia conocida sobre él data del año 902; se ignora la fecha y lugar de su fallecimiento.45

No se tiene noticia de que dejara escrita cosa alguna, pero a principios del siglo XVII el jesuita Jerónimo Román de la Higuera compuso algunos fragmentos literarios atribuidos a Eleca, que fueron incluidos como adiciones a los falsos cronicones de Flavio Lucio Dextro y Marco Máximo6​Su condición de apócrifos quedó demostrada poco después.






Elipando de Toledo (717 — †805) fue arzobispo de Toledo a finales del siglo VIII, y el principal defensor del adopcionismo.

Defensor del adopcionismo[editar]

Sostuvo, quizás por influencia del islam y por el pasado visigodo arriano, que Cristo es Hijo de Dios no por naturaleza, sino por adopción del Padre. Defendió sus tesis en el Sínodo de Fráncfort (794), en una memoria dirigida a los obispos hispanos, y en el Concilio de Aquisgrán (800). En este último se le enfrentó Alcuino de York, quien entabló debate con Elipando.[cita requerida]

Elipando no negaba el dogma de la Santísima Trinidad, es decir, creía que el Hijo era eterno como el Padre y que junto con el Espíritu Santo formaban una sola persona. El problema para Elipando era que el Hijo había sido engendrado por una mujer por lo que no podía tener una «naturaleza» divina, sino solamente humana. Así que la única alternativa que cabía era que el Padre lo hubiera adoptado como su propio Hijo. Su razonamiento enlazaba con la reflexiones cristológicas de autores de la época visigoda como Julián de Toledo.1

Elipando era arzobispo de Toledo, que en aquel momento estaba sometido a los emires de Córdoba. Pero a pesar de ello el prestigio de la sede toledana todavía se mantenía en toda la península ibérica, por lo que su propuesta «adopcionista» provocó una feroz respuesta en el Reino de Asturias encabezada por el monje Beato de Liébana, posiblemente abad de un monasterio y muy bien relacionado con la reina Adosinda. Beato de Liébana acusó a Elipando de locura, herejía e ignorancia y llegó a llamarle «testículo del Anticristo». Según Eduardo Manzano Moreno, la polémica entre Elipando y Beato de Liébana fue «espoleada por la fuerte pugna entre una iglesia septentrional, cada vez más independiente, y la antigua iglesia visigoda, cuyos principales episcopados habían caído en territorio andalusí».1

El conflicto se agudizó cuando Félix de Urgellobispo de Urgell, se puso del lado de Elipando. Como Urgell acababa de ser sometido al imperio carolingio la querella adopcionista alcanzó a la corte de Carlomagno y una serie de eminentes clérigos —como Alcuino de YorkPaulino de Aquilea o Teodulfo de Orleans— con el apoyo del propio rey y del papa, se ocuparon en rebatir la «herejía» del arzobispo Elipando de Toledo y del obispo Félix de Ugell. Se llegó a reunir en el año 794 un concilio en Fráncfort presidido por el propio Carlomagno en el que el adopcionismo fue condenado. En uno de sus cánones se decía que esta «herejía debería ser radicalmente extirpada de la Santa Iglesia». Finalmente Félix de Urgell fue destituido de su diócesis y confinado a Lyon, donde pasó el resto de sus días. Por su parte Elipando murió hacia el año 805 en la sede toledana sin que ningún discípulo continuara su tesis «adopcionista». Como ha destacado Eduardo Manzano Moreno, «se certificaba así la defunción del vínculo con los herederos de la antigua iglesia visigoda, lo cuales quedaron confinados en un territorio, el andalusí, progresivamente marginado de las tendencias políticas que ayudaron a configurar la cristiandad occidental».1

Se afirma que Elipando murió en la llamada Jornada del foso de Toledo, acontecida en 797. Sin embargo, los siete años de diferencia con la fecha en que se estima el óbito de Elipando (c. 805) hacen imposible esta aseveración.






Heterio o Eterioobispo de Osma (siglos VIII-IX), tuvo que refugiarse en el monasterio lebaniego de San Martín Turieno, a causa de la ocupación árabe de su diócesis.

Allí conoció a Beato de Liébana, quien le dedicó su Comentario al Apocalipsis (Commentarium in Apocalypsin) en doce libros, lo que le ha permitido pasar a la Historia. Eterio fue coautor con Beato del Apologeticum o Adversus Elipandum libri duo, un tratado en dos libros escrito para edificación de los hermanos de su comunidad monástica, como respuesta airada a la creencia adopcionista y contra los obispos Félix de Urgel y Elipando de Toledo, principales defensores en la península ibérica de la idea de que Jesucristo, como hombre, sólo era hijo adoptivo de Dios.

En su dedicatoria, Beato dice:

Haec ergo sancte pater Etheri te petente ob aedificationem studii fratrum tibi dicavi, ut quo consorte perfruor religionis, coheredem faciam et mei laboris.
Todo esto, por tanto, Santo Padre Eterio, a petición tuya, para la edificación de la instrucción de los hermanos, te lo he dedicado a ti, de forma que, a aquél de cuya compañía gozo como religioso, le haré coheredero también de mi trabajo.

Así explica el historiador Luis A. García Moreno las circunstancias de la colaboración entre Beato de Liébana y Eterio de Osma en la querella adopcionista: «La llegada a Asturias de estas noticias [sobre la aceptación del adopcionismo por el arzobispo de Toledo] presentaba una magnífica ocasión para intentar separar y distinguir a la Iglesia del pequeño reino de la sometida al Islam, lo que al mismo tiempo significaba también su aproximación hacia el Occidente cristiano de entonces, encarnado en el reino de Carlomagno. De esta forma, un oscuro monje de la Liébana, Beato, ayudado por el obispo de Osma, Eterio, refugiado en Asturias, iniciaron un radical ataque dialéctico contra las tesis adopcionistas defendidas por Elipando».1

Eterio es el personaje de unos diálogos de ficción histórica sobre la figura de Beato, el adopcionismo y la producción de manuscritos en la Alta Edad Media. El viejo monje habla, a principios del siglo IX, con un novicio (Ramiro) sobre estos temas, recordando la figura de su admirado Beato.

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