EN EL SIGLO IX MÁRTIRES
Flora de Córdoba fue una mujer mozárabe del siglo IX, considerada santa por la Iglesia católica, que fue martirizada en tiempo de Abderramán II.12
Flora de Córdoba y María de Córdoba fueron compañeras de martirio.
Los martirologios de Adón, Usuardo, Maurolico, el del obispo Equilino y el Romano recogen la historia de estas dos vírgenes mártires de Córdoba. Tal vez ello haya tenido que ver en la repercusión que debió tener el doble martirio en España en el siglo IX y explique la rápida difusión de su culto.
Flora de Córdoba | ||
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![]() Santa Flora, altar mayor de la Catedral de Córdoba |
Contexto histórico[editar]
En la década 850-860 tuvieron lugar en Córdoba persecuciones religiosas contra los cristianos que se saldaron con la muerte de unos cincuenta mártires mozárabes.
En Al-Ándalus, hasta el siglo XI, la Iglesia mantuvo su organización, si bien en situación muy precaria.4 Los mozárabes, cristianos hispanos, mantenían su organización, cultura y religión, con cierta cobertura legal, pagaban sus impuestos y respetaban la autoridad del emir. Sin embargo, tenían ciertas restricciones con respecto a los musulmanes con el fin de incitarlos a que se convirtieran al Islam.5
Hagiografía[editar]
La fuente más fiable sobre las vidas y martirios de Flora y María es San Eulogio, que las conoció personalmente y fue testigo de su martirio.2
Flora nació en Córdoba. Era hija de madre cristiana, natural de Ausinianos (la actual Villarrubia de Córdoba),6 y de padre musulmán, natural de Sevilla, que se establecieron en Córdoba. El matrimonio tenía varias hijas y un hijo. Flora era la más joven.1 Las hermanas fueron educadas en la fe cristiana de su madre y el hijo en la musulmana de su padre. Flora era devota, austera y observadora de su religión, practicando ayuno a diario. En edad adolescente, Flora y sus hermanos quedaron huérfanos de padre. Hasta ese momento había practicado libremente el cristianismo, pero, a partir de entonces, su hermano, de fe musulmana, intentó la conversión de sus hermanas. Las hermanas se convierten pero Flora se mantiene firme en sus creencias. Flora finalmente huye y se esconde, pero ante las represalias que su hermano está tomando con algunos clérigos a los que acusaba de esconderla, regresó a casa. Allí se ratifica en su fe. El hermano la intenta convencer con promesa y amenazas. Como Flora no cede, su hermano la lleva ante el tribunal, donde confiesa ante el cadí3 el ser cristiana y el haber consagrado a Dios su virginidad. Es torturada, desollada la cabeza por flagelación (azotada por dos verdugos sin compasión en la cabeza hasta que quedó desnudo el hueso de la cabeza), llevada a su casa para ser curada e intentar convertida al Islam, pero no reniega de su fe y nuevamente huye. Permanece un tiempo en casa de un cristiano y luego en Osaria, la actual Torredonjimeno. Se encontró con María en la iglesia de San Acisclo cuando rezaba para soportar el martirio. Decidieron entregarse juntas. María fue condenada por blasfemia tras condenar a Mahoma ante el tribunal y Flora por apostasía, en 851. Se presentó voluntariamente ante el cadí, junto con María, se las arrojas en un calabozo y, llegado el día de la ejecución, es públicamente degollada tras haber signado la señal de la cruz. Su cuerpo quedó expuesto para escarmiento y, tras unos días, arrojado al río Guadalquivir.241
Las cabezas de Flora y María se depositaron en la iglesia de san Acisclo.
San Isaac (m. 3 de junio de 851), fue un monje y mártir español nacido en Córdoba, de padres nobles. Considerado uno de los 48 Mártires de Córdoba.
Biografía[editar]
Educado en la religión cristiana, hizo grandes progresos en las ciencias humanas y divinas. Instruido en la lengua árabe en el manejo público, desempeñó el cargo de síndico general. Renunciando luego a todas las grandezas y prosperidades mundanas, se retiró a servir a Dios en el monasterio de Tabana, a dos leguas de Córdoba. A los tres años de estar en el convento, hubo una cruel persecución de cristianos en la que por sostener la fe cristiana fue colgado por los pies y quemado vivo el 3 de junio de 851.1 Se celebra su fiesta dicho día.
Laura de Córdoba, viuda y mártir (n/d-†864), fue una religiosa y mártir hispanocristiana. Una de los 48 Mártires de Córdoba.
Pertenecía a una noble familia y además estaba casada con un importante funcionario del emirato independiente cordobés. Al quedar viuda entró en el monasterio de Santa María de Córdoba, llegando incluso a ser abadesa. Proclamó en público su fe cristiana y el emir Muhammad I la mandó prender y azotar. Al ver que no renegaba del cristianismo, fue llevada a los más duros castigos de varas antes de ser sumergida en una caldera de plomo hirviendo, su muerte fue el 19 de octubre del año 864.1
Su festividad se celebra el 19 de octubre.
Leocricia (Córdoba, siglo IX - 15 de marzo de 859) fue una mujer musulmana, convertida al cristianismo por Eulogio de Córdoba. Murió mártir por no querer renunciar a su fe cristiana durante el emirato de Muhammad I. Venerada como santa, es una de los Mártires de Córdoba.
Biografía[editar]
Mujer musulmana de familia noble, había sido educada por una sirvienta cristiana, siendo bautizada en secreto. En 858 pidió al presbítero Eulogio de Córdoba que la protegiera de sus parientes, que no aceptaron su conversión al haberse enterado. El nuevo emir de Córdoba Muhammad I había endurecido entonces las medidas contra los cristianos de Córdoba, hasta entonces tolerados siempre que no hicieran pública su fe ni hicieran proselitismo.
Eulogio ocultó a Leocricia en casa de unos cristianos conocidos, pero fueron descubiertos y detenidos todos. Eulogio fue juzgado por el emir, ante el que hizo una defensa del cristianismo. Condenado a muerte, Eulogio fue decapitado el día 11 de marzo de 859, y Leocricia, el 15 de marzo. Su cuerpo fue arrojado al Guadalquivir, pero los cristianos lo recuperaron.
Veneración[editar]
Los restos de Leocricia fueron enterradas en la iglesia de San Ginés de Córdoba. En 883, Alfonso III de Asturias obtuvo del emir las reliquias de ambos y las llevó a la Catedral de San Salvador de Oviedo, depositándolas en la Capilla de Santa Leocadia. En 1303 se trasladaron a la Cámara Santa de la catedral.
Leocricia | ||
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María de Córdoba fue una mujer mozárabe del siglo IX, considerada santa por la Iglesia católica, que fue martirizada en tiempo de Abderramán II.12
María de Córdoba y Flora de Córdoba fueron compañeras de martirio.
Los martirologios de Adón, Usuardo, Maurolico, el del obispo Equilino y el Romano recogen la historia de estas dos vírgenes mártires de Córdoba. Tal vez ello haya tenido que ver en la repercusión que debió tener el doble martirio en España en el siglo IX y explique la rápida difusión de su culto.
Contexto histórico[editar]
En la década 850-860 tuvieron lugar en Córdoba persecuciones religiosas contra los cristianos que se saldaron con la muerte de unos cincuenta mártires mozárabes.
En Al-Ándalus, hasta el siglo XI, la Iglesia mantuvo su organización, si bien en situación muy precaria.4 Los mozárabes, cristianos hispanos, mantenían su organización, cultura y religión, con cierta cobertura legal, pagaban sus impuestos y respetaban la autoridad del emir. Sin embargo, tenían ciertas restricciones con respecto a los musulmanes con el fin de incitarlos a que se convirtieran al Islam.5
Hagiografía[editar]
La fuente más fiable sobre las vidas y martirios de María y Flora es San Eulogio, que las conoció personalmente y fue testigo de su martirio.2
Era hija de padre cristiano natural de Niebla y madre musulmana, natural de Córdoba. Tras vivir en Córdoba, donde había un ambiente opresivo hacia los cristianos, marcharon a Froniano en la montaña cordobesa. La madre murió atacada por unos lobos. El padre, no pudiéndose hacer cargo de sus dos hijos Walabonso y María, los entregó a los cenobios de San Félix y de Cuteclara respectivamente.
Pasado un tiempo Pedro, sacerdote, el propio Walabonso y otros compañeros fueron martirizados por su fe cristiana, siendo decapitados. María estuvo al tiempo orgullosa y afligida por el martirio de su hermano. Se dice que entonces Walabonso se apareció a una religiosa compañera para que le dijese a su hermana que no le llorara más, que pronto estaría con él en el cielo. Desde ese sueño, María sintió la vocación del martirio y deseaba por morir por Cristo. Un día, María abandonó el monasterio para entregarse a las autoridades y exponerse al martirio. Antes paró un momento en la iglesia de San Acisclo para orar y prepararse. Y allí, se encontró con Flora, se dieron el ósculo de paz, pues ya se conocían. Flora había vivido un tiempo en el monasterio de María. Luego se contaron la una a la otra su propósito de sufrir el martirio y, tras ello, se presentaron juntas ante los cadíes de la ciudad. María fue condenada por blasfemia tras condenar a Mahoma ante el tribunal, y Flora por apostasía, en 851.241
Las cabezas de María y Flora se depositaron en la iglesia de san Acisclo.3
María es venerada en la ermita de Niebla.
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