domingo, 9 de febrero de 2025

HISTORIA DE ESPAÑA

 CONJUNTOS MONUMENTALES

La Inmaculada Concepción es una talla de los siglos xvi o xvii atribuida a Jerónimo Hernández, a Alonso Cano y a Juan Martínez Montañés. Está ubicada en la Iglesia de San Andrés, en Sevilla (AndalucíaEspaña).

Atribución y datación

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Actualmente existen tres posturas con respecto a la autoría de la imagen. Algunas fuentes afirman que la talla fue elaborada por Jerónimo Hernández,12​ atribución fuertemente enfrentada a las demás, en las que figuran los nombres de dos de los escultores más destacados del barroco: Alonso Cano3​ y Martínez Montañés. El nombre de este último fue aportado en 2002 por el historiador del arte Emilio Gómez Piñol, quien además sitúa la talla próxima al círculo escultórico de San Isidoro.4​ Piñol atribuyó a Montañés no solo la talla de la Iglesia de San Andrés, sino también la Inmaculada de la Iglesia de San Julián, actualmente atribuida a Cano: «Concluimos que las dos imágenes [...] deben atribuirse a Martínez Montañés. Ambas nos parecen anteriores a la "Cieguecita" y probablemente cercanas al ciclo escultórico de S. Isidoro. Más antigua, la de S. Andrés, de rostro de formas plenas y lozanas».4

También hay conflicto en lo relativo a la datación de la imagen, encuadrándose la obra en hasta tres etapas distintas. La Inmaculada es comúnmente fechada hacia 1570;125​ de ser este el periodo en el que se creó la imagen, Cano y Montañés tendrían que quedar descartados debido a que el primero nació en 1601 y el segundo era todavía un niño en aquel entonces. En 1981 el catedrático Jesús Miguel Palomero Páramo aportó los años 1580-1585;6​ estas fechas, al igual que la anterior, permiten asignar la pieza a Hernández pero no a Montañés ni a Cano. Por su parte, también se ha propuesto como fecha aproximada el periodo comprendido entre 1620 y 1625,738​ lo que permitiría atribuir la imagen a Cano o a Montañés y, al mismo tiempo, descartar a Hernández, quien supuestamente no habría tenido nada que ver con la talla según el historiador del arte Domingo Sánchez-Mesa Martín.3​ La participación de la obra entre 2019 y 2020 en una exposición dedicada a Montañés4​ parece indicar que la atribución al maestro jienense es la que prevalece en la actualidad.

Descripción

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Talla de la Inmaculada de El Pedroso, por Juan Martínez Montañés (1606-1608).

La imagen, en madera policromada y de bulto redondo, muestra a la Virgen con rostro sereno y facciones juveniles, aunque no aniñadas como muchas Inmaculadas del barroco. Destacan principalmente una boca pequeña, unos ojos casi cerrados y un mentón muy marcado, todo ello delimitado por una melena ondulada que cae sobre los hombros. Los brazos, flexionados y con ambas manos en actitud orante (tan juntas que las palmas llegan a tocarse), muestran un desplazamiento muy leve, casi imperceptible, hacia el lado izquierdo; posteriormente Montañés triunfaría con La Cieguecita al acentuar este desplazamiento.

La Virgen, de 1,72 metros de alto,7​ viste una túnica apenas visible por un manto a modo de capa que la cubre casi por completo. Este manto, decorado con ricos estofados, presenta un esquema de pliegues en el que las dobleces enmarcan la figura con drapeados curvilíneos y permiten acentuar la zona del vientre, donde se forman claroscuros y se crea un pliegue de gran tamaño resaltado gracias al contrapposto originado por la flexión de la pierna derecha. Por su parte, la túnica luce drapeados en vertical los cuales confluyen al llegar a los pies en una serie de pliegues muy pronunciados, casi a modo de fruncido. La Inmaculada se apoya en una peana compuesta por una media luna presidida por la cabeza alada de un querubín y se corona con una aureola de doce estrellas en referencia a las doce tribus de Israel.

Esta obra posee grandes similitudes con la Inmaculada de El Pedroso, realizada por Montañés entre 1606 y 1608; de hecho, se considera que está influenciada por ella8​ si se asume como periodo de ejecución los años 1620-1625. Por otro lado, según Emilio Gómez Piñol la disposición del manto guarda relación con la iconografía de las imágenes asuncionistas: «[El] raro efecto de virtuosismo en la talla ahuecada de la orla del manto, esa sugestión de movimiento agitado nos parece proviene de estampas o representaciones escultóricas de la Asunción. Montañés no se arredró ante la dificultad de traspasar a la madera ese audaz grafismo plástico».

Inmaculada Concepción
Autoratribuida a Jerónimo Hernández, a Alonso Cano y a Juan Martínez Montañés
Creaciónc. 1570
1580-1585
1620-1625
UbicaciónIglesia de San AndrésSevilla (AndalucíaEspaña)
Estilobarroco
Materialmadera policromada
Dimensiones172 cm








Inmaculada Concepción
Autoranónimo
Creaciónsiglo xvii
UbicaciónCapilla Sacramental, Iglesia de San Juan de la Palma, distrito Casco AntiguoSevilla (AndalucíaEspaña)
Estilobarroco sevillano
Materialmadera policromada

La Inmaculada Concepción es una talla del siglo xvii1​ ubicada en la Iglesia de San Juan de la Palma, en el distrito Casco Antiguo, en Sevilla (AndalucíaEspaña).

Historia

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Originalmente la imagen de la Inmaculada, encuadrada en el barroco sevillano y de autoría anónima, era un mediorrelieve a tamaño natural emplazado en el ático del retablo mayor. Tras el desmontaje de la obra en 1960 debido a la adquisición de un nuevo retablo por parte de la Hermandad de la Amargura2​ a la Iglesia de San Felipe de Carmona,34​ la talla fue sometida a una importante reforma por parte del escultor Francisco Buiza, quien la convirtió en una imagen de bulto redondo al eliminar el fondo liso del relieve y tallar la parte posterior para completarla, policromándola de nuevo y añadiendo asimismo una peana compuesta por las cabezas aladas de cinco serafines.5​ Por su parte, el retablo al que pertenecía la Inmaculada fue trasladado a la Iglesia de San Juan Bautista, en San Juan de Aznalfarache,3​ donde se encuentra actualmente.

Descripción

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Talla

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La imagen, muy similar a la Inmaculada de Martínez Montañés conocida como La Cieguecita, está realizada en madera policromada. La Virgen figura de pie con ambos brazos flexionados y desplazados a un lado, estando las manos juntas en actitud orante. La cabeza se halla levemente erguida y la vista dirigida al frente, con el cabello cayendo a ambos lados. El rostro, de rasgos juveniles, es ovalado y muestra boca cerrada, labios finos y ojos entreabiertos, todo ello marcado a su vez por un acentuado hoyuelo en el mentón. Viste túnica larga hasta los pies ceñida por un cíngulo apenas visible por el manto que cubre sus hombros y aparece recogido sobre su brazo izquierdo, produciendo en el lado derecho una cascada de pliegues que dota de gran profundidad al conjunto, caracterizado por el tratamiento asimétrico de los ropajes, lo que aleja a esta Inmaculada de las obras de Gregorio Fernández, reconocibles por su simetría, hieratismo y postura frontal. La pierna derecha está flexionada en un claro contrapposto, lo que a su vez provoca una profusión de drapeados en la parte inferior de la túnica, la cual presenta notables pliegues en las telas que reposan sobre la peana (tanto el manto como la túnica muestran ricos estofados típicos del barroco). La base de la estatua está conformada por un pequeño escabel compuesto por las cabezas aladas de cinco serafines, sobre los cuales, a ambos lados de la Virgen, se alzan los extremos puntiagudos de una luna creciente, elemento característico de la iconografía de las Inmaculadas al igual que la corona de doce estrellas que porta la imagen en alusión a las doce tribus de Israel.

Retablo

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La talla recibe culto en la Capilla Sacramental, en un sencillo retablo de estilo neobarroco compuesto por una hornacina con altar, banco y ático. La hornacina es rectangular y presenta decoración similar a casetones, cada uno con un motivo ornamental en forma de flor tetrapétala. El marco se cubre con rocalla, destacando en los extremos columnas de base cilíndrica y fuste estriado a excepción del tercio inferior, ornamentado con relieves los cuales enmarcan un medallón. El retablo luce en los laterales motivos de hojarasca con una gran voluta en la base y otra de menor tamaño en la zona superior. El ático consiste en un medallón ovalado con rocalla en el que se muestra un relieve de San Miguel Arcángel custodiado por dos querubines de bulto redondo, hallándose en los extremos dos diminutos jarrones que coronan el entablamento que soportan los capiteles de orden corintio que rematan los pilares.

En este retablo se veneraban anteriormente las imágenes de vestir de Nuestra Señora de la Amargura y San Juan Evangelista, las cuales presiden a día de hoy el retablo mayor. Por su parte, la Inmaculada recibió culto en su momento en un retablo actualmente ocupado por una imagen del Jesús del Silencio. Del mismo modo, la talla tuvo el honor de presidir en varias ocasiones el altar portátil que la corporación del Corpus instalaba en la calle Francos para la celebración de la solemnidad del Corpus Christi.







Inmaculada Concepción
AutorAlonso Cano
Creación1632-1634
UbicaciónIglesia de San JuliánSevilla (AndalucíaEspaña)
Estilobarroco
Materialmadera policromada
Dimensiones141 cm

La Inmaculada Concepción es una talla de Alonso Cano fechada entre 1632 y 1634. Está ubicada en la Iglesia de San Julián, en Sevilla (AndalucíaEspaña).

Historia

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La imagen fue originalmente asignada a Martínez Montañés, atribución defendida en 2002 por el historiador del arte Emilio Gómez Piñol, quien además sitúa la obra próxima al círculo escultórico de San Isidoro,1​ si bien con el paso del tiempo se terminaría considerando a Alonso Cano como autor de la talla, tesis que se mantiene en la actualidad. La Inmaculada puede fecharse en el periodo 1632-1634 y, con toda seguridad, antes de 1638, debido a que ese año Cano fue llamado a la corte en Madrid por el conde-duque de Olivares.2

La talla recibió culto inicialmente en la Iglesia de Santa Lucía hasta que, en el marco de la Revolución de 1868, la Junta Revolucionaria, alegando el exceso de parroquias en Sevilla, clausuró el templo y lo vendió a particulares, siendo la imagen de la Inmaculada enviada, junto con otros objetos litúrgicos, a la Iglesia de San Julián, donde pasó a presidir la Capilla Sacramental. Este templo sufrió la madrugada del 8 de abril de 1932 un grave incendio provocado que causó serios daños en la talla, la cual fue rescatada más de tres horas después de declararse el fuego por fray Sebastián de Ubrique, guardián del Convento de los Capuchinos, con ayuda de varios bomberos.3​ Fue restaurada con éxito, aunque sus manos tuvieron que ser reemplazadas, convirtiéndose en la única imagen de la iglesia que logró salvarse de las llamas.4

Titular de la Hermandad de la Hiniesta5​ junto con el Cristo de la Buena Muerte y la Virgen de la Hiniesta además de ser una de las obras de mayor valor de San Julián, la imagen tuvo el honor de presidir en 1974 el altar instalado en la Plaza de San Francisco con motivo de la celebración del Corpus Christi y de la salida en aquellas fechas de la Hiniesta Gloriosa para su coronación canónica.

Descripción

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La Inmaculada Concepción en su retablo.

La Inmaculada, de 1,41 metros y realizada en madera policromada y estofada, sigue muy de cerca el esquema artístico impuesto por Montañés, razón por la que en principio se le atribuyó su factura. La Virgen, de bulto redondo, tiene la cabeza ligeramente agachada y los ojos casi cerrados a imagen y semejanza de La Cieguecita, luciendo una boca pequeña de labios finos y un semblante juvenil, casi aniñado. La melena está dividida y caen mechones a ambos lados del rostro y sobre los hombros, mostrando el cabello unas leves ondulaciones típicas en la imaginería de Montañés. Los brazos están flexionados y las manos juntas en actitud orante, perfectamente integradas con el resto de la obra pese a ser de factura mucho más reciente. A diferencia de La Cieguecita, la Inmaculada de Cano no presenta los brazos desplazados y ambas manos se sitúan delante del pecho, lo que crea una disposición claramente frontal, si bien esta frontalidad se quiebra gracias al contrapposto creado por el ligero desplazamiento de la pierna derecha, lo que rompe a su vez el hieratismo y la estaticidad en la que podría haber caído la obra. La Virgen se apoya en un escabel con forma de media luna en la que destacan los rostros alados de dos querubines. Esta característica permitió que la talla pudiese ser atribuida con mayor seguridad a Cano puesto que en las Inmaculadas de Montañés es típica la reproducción de una o tres cabezas.2

La vestimenta ayuda a dotar de gran movimiento a la escultura; la túnica, apenas visible por el manto, posee una estructura de pliegues verticales los cuales se arquean a medida que la tela cae hasta los pies, mientras que el manto muestra una doblez a la altura del pecho que contribuye a acentuar el arqueamiento de los drapeados y el contrapposto, contrastando a su vez con la caída vertical del otro extremo. Esta doblez, producida en una zona en la que el manto carece de sujeción, recuerda al pliegue de la capa de la talla de Santa Teresa de Jesús conservada en el Museo Nacional de Escultura, obra de Gregorio Fernández, contemporáneo de Cano. Del mismo modo, posee importantes semejanzas con la Inmaculada custodiada en el Hospital de los Venerables, obra de Montañés; con la Purísima conservada en el Convento de las Teresas, realizada por Juan de Mesa; y, sobre todo, con una Inmaculada venerada en la Iglesia de San Andrés, atribuida a Montañés y tomada al parecer como punto de referencia.

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