domingo, 26 de enero de 2025

HISTORIA DE ESPAÑA

 CONJUNTOS MONUMENTALES


Reconstrucción del coro románico en piedra del maestro Mateo, en el Museo de la Catedral de Santiago.

El coro pétreo del maestro Mateo fue un conjunto arquitectónico-escultórico románico de la catedral de Santiago de Compostela, tallado totalmente en piedra por el taller de Mateo y construido hacia el año 1200. Fue desmontado entre 1603 y 1604 por orden del arzobispo Juan de Sanclemente para ser sustituido por otro de madera que encargó a Xoán Dávila y Gregorio Español, que fue desmontado a su vez en 1945.

El coro tenía una estructura rectangular y ocupaba los cuatro primeros tramos de la nave mayor a partir del crucero. En los tres primeros tramos se encontraban los 72 sitiales, en dos filas superpuestas, mientras que el cuarto tramo estaba ocupado por una tribuna sobre la que se encontraba el leedoiro.

Las piezas del coro románico derribado fueron aprovechadas en otras obras, tanto en la misma catedral como en ubicaciones más alejadas. El nuevo uso que se les dio dependió de la calidad de cada pieza: las esculturas de apóstoles y profetas fueron reutilizadas para la construcción de la Puerta Santa o como ornato de capillas y otras estancias de la catedral, o de otras edificaciones más lejanas.

Tras varias reconstrucciones parciales —el dibujo de una silla en 1953 y la reconstrucción de otra en 1961, dos en 1971 y tres en 1985—, los profesores Yzquierdo Perrín y Otero Túñez consiguieron montar en 1999 una reconstrucción virtual del conjunto completo y otra física, formada por 17 sitiales, que se expone en el Museo de la Catedral.


Construcción

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Está fuera de toda duda que la construcción del coro fue obra del taller del maestro Mateo, realizado en la última etapa de la construcción de la catedral y posterior al pórtico de la Gloria, probablemente hacia el año 1200.

Ya existió un coro, mandado levantar por el obispo Gelmírez en la basílica prerrománica de Alfonso III, del que solo se conoce su existencia pero no sus características. El Códice Calixtino no lo menciona y la Historia compostelana (1100-1139) solo dice de él que era grande y magníficamente decorado. Esta basílica prerrománica —y con ella el coro de Gelmírez— fue derribada al terminar las obras de la catedral románica.

Cuando se consagró la nueva catedral, el 21 de abril de 1211, el coro debió de estar acabado, inaugurándose en tan solemne ocasión.

La técnica constructiva, el estilo de las esculturas, la composición del conjunto, coinciden con el trabajo del Pórtico y, como en este, se aprecia la mano de, por lo menos, cuatro artistas distintos bajo la dirección del maestro Mateo. A él se le atribuyen, como mínimo, cinco de las esculturas que coronaban la cara exterior: Jeremías, Abdías, Miqueas, Nahúm y Hageo.

El coro constituía una compacta y amurallada Civitas Dei, un templo dentro del templo (en palabras de San Agustín) con un complejo y elaborado mensaje teológico (como el que tiene el Pórtico de la Gloria).

Destrucción

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Puerta Santa, con 24 esculturas procedentes del antiguo coro románico.

Ya en 1519, el arzobispo de Compostela Alonso III de Fonseca dictó unas capitulaciones que regulaban los oficios religiosos y las normas de protocolo a seguir por los canónigos de la catedral, entre las que se cita la prohibición de moverse de un coro a otro o de bajar del coro superior al inferior. Todo esto quizás esté en el origen del acuerdo del Cabildo catedralicio de 7 de junio de 1522 por el que se nombra una comisión para que:

«vean y acuerden si será bien mudarse el coro de la dha. yglesia o no, o lo que se debe hacer en ella, para que lo que ellos acordaren con oficiales y a vista dellos, se hiciese.»

En cualquier caso, el coro no fue alterado. Según Manuel Chamoso Lamas, el resultado de esta comisión fue solo la ampliación del coro con varias sillas de madera: un contrato del 18 de junio de 1536 entre la abadesa del convento de Santa Clara de Santiago de Compostela y el escultor flamenco Cornielles de Holanda acuerda la construcción de «veinte y quatro sillas de madera muy bien hechas, del talle y manera y del tamaño de las sillas que están en el coro de la Santa Iglesia de Santiago».

Quizás la primera actuación sobre el coro pétreo (primera mutilación, según Yzquierdo Perrín) ocurrió hacia 1545, cuando se encarga a dos canónigos «que entienden en ... mudar e retraer la rexa del coro y retraer el dicho coro», medida que afectó al primer sitial de cada lado.

La destrucción del coro no llegaría hasta que fue nombrado arzobispo Juan de Sanclemente quien, según Antonio López Ferreiro, «tenía gran empeño en que se cerrase la puerta trasera del coro para poner en su lugar la silla pontifical». La silla del arzobispo estaba situada al comienzo del lado norte del coro —coro del Chantre, en el lado sur se situaba el coro del Deán—, y consideraba poco digna la situación lateral de su silla, lo que explica su manía de cerrar la puerta del coro y colocar allí, centrada, su silla. Además, era evidente que soñaba con un coro renacentista.

En 1594 se acordó alargar el coro en su parte posterior con más sitiales, que fueron encargados a Gregorio Español y Diego Solís. No se sabe realmente cuántos sitiales hicieron, ni siquiera si llegaron a colocarse, aunque existen indicios de que así fue y que esto trajo consigo el derribo del Leedoiro y del lado trasversal del coro para poder colocar los nuevos sitiales en la parte posterior del trascoro.

Aun así, esta convivencia de los sitiales de madera con el coro pétreo solo fue provisional. El 20 de julio de 1599 el arzobispo Sanclemente consigue por fin que el Capítulo acordase

«para effecto que en el medio del Coro se haga la silla arçobispal y que las demás sillas se hagan en la mejor traza que pareciere, quedando el coro claro y con luz sufficiente. Y visto por su Señoría el Sr. Arçobispo dixo que, porque el coro se hiciese, su Señoría se obligaba y obligó de que daría más luz y claridad que al presente hauia en el coro y que, no quedando, su Señoría, a su costa, volvería a reedificar su silla y todo lo que fuese necesario para que el coro tuviese tanta luz y claridad y más que el presente tiene.»

Un contemporáneo de la destrucción del coro, el historiador Mauro Castellá Ferrer (Historia del apóstol Santiago), escribió en 1605 lo siguiente:

«se ha desecho el más lindo Coro antiguo que avía en España.»

La destrucción del coro del maestro Mateo comenzó en el último trimestre de 1603 y finalizó en los primeros días de enero de 1604, de la mano del entonces maestro de obras de la catedral Ginés Martínez. En esa fecha Sanclemente había fallecido (abril de 1602), sucediéndole el arzobispo Maximiliano de Austria, quien trajo consigo al arquitecto Ginés Martínez y lo nombró maestro de obras en 1603.

Dispersión

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San Judas Tadeo en el interior de la Puerta Santa.
El profeta Ezequiel en el interior de la Puerta Santa.

Como resultaba habitual en la práctica arquitectónica de aquella época —y también en otras posteriores—, las piezas del coro derribado fueron aprovechadas en otras obras que se realizaron en la catedral y en sus inmediaciones.

El uso que se les dio dependió de la calidad y aprecio percibido de cada pieza. Las esculturas de apóstoles y profetas fueron usadas para la construcción de la Puerta Santa o como ornamentos de capillas y estancias de la catedral, pero también en otros puntos más distantes. Este aprovechamiento permitió que hoy se haya logrado recuperar 36 de las 38 figuras que coronaban la cara exterior del coro.

Las 24 estatuas de la fachada exterior de la Puerta Santa fueron colocadas en el siglo XVII.

Entre 1611 y 1616 se colocaron las primeras doce, según se puede ver en los dibujos que José Vega y Verdugo insertó en su Memoria sobre las obras en la catedral de Santiago (1657) para argumentar la necesidad de la reforma de la fachada de la catedral que da a la plaza de la Quintana.

A partir de 1658, el arquitecto José Peña de Toro comenzó las obras de esta fachada y completó la Puerta Santa con otras doce estatuas y con los cuatro plafones de la parte superior. Por más que fuese impensable su utilización para una futura reconstrucción del coro, su estudio permitió saber más sobre la disposición iconográfica que tuvo el coro en su emplazamiento original.

Yzquierdo Perrin y Otero Túñez inventariaron en 1990 las siguientes figuras del coro, dispersas en diferentes localizaciones:

  • 24 profetas y apóstoles en la Puerta Santa, más 4 plafones en la misma puerta
  • 2 figuras más (el profeta Ezequiel y el apóstol Judas Tadeo) en el deambulatorio de la catedral, a ambos lados de la cara interna de la Puerta Santa.
  • 2 figuras en la Fuente de Vilanova, en Vedra.
  • 2 figuras en el Museo Arqueológico Nacional, que fueron adquiridas en 1950 y en 1961 a sendos propietarios particulares y que procedían de una vecina de la calle de Acibechería, la primera, y de un pazo de la Comarca de Ulloa, la segunda.
  • 3 figuras en la buchería de la catedral.1​ Una de estas estatuas fue utilizada para la reconstrucción del coro situado en el museo.
  • 2 figuras expuestas en el Museo de la Catedral, procedentes de la colección Blanco-Cicerón y cedidas al museo en 1985.


Identificación de las figuras de la Puerta Santa
Jamba izquierda.
1. Rey Salomón;
2. Moisés;
3. Profeta Daniel;
4. Profeta Isaías;
5. Aarón;
6. Profeta Nahum;
7. Evangelista San Lucas;
8. Profeta Hageo;
9. Rey Saúl;
10. Profeta Zacarías;
11. Apóstol S. Andrés;
12. Apóstol Simón.
Jamba derecha.
1. Profeta Miqueas;
2. Profeta Oseas;
3. Profeta Samuel;
4. Apóstol San Felipe;
5. Profeta Abdías;
6. Apóstol San Tomás;
7. Profeta Malaquías;
8. Evangelista San Marcos;
9. Profeta Jeremías;
10. Apóstol Santiago el Mayor;
11. Profeta Habacuc;
12. Profeta Jonás.

Otras piezas fueron usadas en diferentes partes en la catedral (muros, pavimentaciones) pero el resto de los elementos sufrió peor suerte. Con las piezas que retiró al desmontar el coro, Ginés Martínez hizo la base del nuevo coro de madera (acabado en 1606) y, dos años después, aprovechó otras para rellenar las escalinatas de acceso a la fachada del Obradoiro, cuya construcción también le fue encomendada.

En las sucesivas excavaciones realizadas durante los siglos XIX y XX en diferentes localizaciones del complejo de la catedral fueron apareciendo muchos de los elementos constructivos del viejo coro de piedra. Estas excavaciones se realizaron en distintas campañas y por distintos autores en el subsuelo de la nave mayor, en el pavimento de la cripta del Pórtico de la Gloria, en la nave oriental del claustro y en el acceso a la galería sur del claustro, además de las ya citadas en las escaleras del Obradoiro.

Niños cantores en la fachada de Platerias.

Aún hoy puede verse, en el pilar noroeste del crucero, un bloque tallado dentro del pilar a unos dos metros de altura que probablemente proceda de una esquina del sillar bajo del coro de piedra y que se colocaría allí para restaurar algún daño ocasionado al desmontar el coro. Algunas piezas aparecieron en lugares tan insólitos como las estructuras de cierre de algunas tiendas situadas en la Plaza de Platerías, e incluso hay dos ménsulas que hoy sostienen una viga de una casa particular en la calle compostelana de la Fuente de San Antonio.

Hubo piezas que terminaron fuera de Santiago, como es el caso de la fuente de San Pedro de Vilanova (Vedra, La Coruña), e incluso algunas esculturas fueron a parar a manos privadas, como los apóstoles y profetas de la colección Blanco-Cicerón —cedidos hoy a los fondos del Museo de la Catedral— o del Museo Arqueológico Nacional. Dos estatuas más siguen sin ser identificadas.

Mención aparte merecen las seis figuras de niños cantores situadas en el friso del Pórtico de Platerías (sobre el tímpano derecho). Fueron colocadas allí por Antonio López Ferreiro en 1884, aunque en esa fecha se desconocía que su origen era el coro del maestro Mateo. Fueron atribuidas al Pórtico del Paraíso. Otras figuras de niños cantores fueron a parar a las jambas de la capilla de San Salvador de Bembibre (en Valle del Dubra, La Coruña) o al pie de un crucero de Santa Cristina de Nemenzo, parroquia de Santiago de Compostela. Las primeras fueron recuperadas por Chamoso Lamas en torno a 1970 y utilizadas, en 1971, en la segunda reconstrucción de dos sitiales que hoy forman parte del coro reconstruido en el Museo de la Catedral.

Recuperación

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Baldaquino del sepulcro de María Magdalena, en Zamora.

Antonio López Ferreiro, en los albores del siglo XX, y Manuel Chamoso Lamas, en las excavaciones que realiza en la catedral entre 1946 y 1958, recuperaron y reconocieron como pertenecientes al coro de piedra algunas figuras colocadas en el claustro de la catedral, en la Puerta Santa y en los lugares de fuera de Santiago ya citados.

A partir de estos elementos José Manuel Pita Andrade publicó en 1953 varios dibujos con una primera propuesta de cómo pudo ser un sitial del coro, sobre una sugerencia de Xosé Filgueira Valverde y José Ramón Fernández-Oxea. Ambos historiadores establecieron ya en 1932 el innegable paralelismo entre el sepulcro de la iglesia de la Magdalena, en Zamora, y el coro de piedra de Mateo, del que deriva aquel:

«Soio compre indicar as relacións do tema dos arquiños trilobulados, baixo torreciñas e teitos, cos que temos que topar en Santiago no coro vello e nos desfeitos sartegos da capela do Espíritu Santo.»
Filgueira e Ramón Fernández-Oxea, 1930, p. 102.

Texto que modificaron ligeramente en 1987:

«Sólo conviene indicar las relaciones del tema de los arquillos trilobulados entre torrecillas y techos, con piezas que hemos de encontrar en Galicia como las del infortunadamente destruido coro románico de la Catedral de Santiago y en los que cobijaban sepulturas en el mismo templo y se ven en la capilla del Espíritu Santo.»
Filgueira e Ramón Fernández-Oxea, 1987, p. 19.

En 1961, Chamoso Lamas presentó una reconstrucción de un sitial que se mostró en una exposición dedicada al arte románico en Barcelona y Santiago de Compostela. En 1971, con motivo de otra exposición celebrada en Nueva York dedicada al arte en el año 1200 (The Year 1200), Chamoso Lamas y Pita Andrade presentaron otra propuesta que modificaba parcialmente la anterior y que ahora comprendía la reconstrucción de dos sitiales. Una vez terminada la exposición, se colocaron en la cripta del Pórtico de la Gloria.

En 1978 tuvo lugar el descubrimiento del mayor número de piezas del coro, con motivo de las obras de restauración que Chamoso Lamas dirigió en las escalinatas de Obradorio y en la plataforma en la que terminan, frente a la fachada de la catedral. Al levantar el pavimento se comprobó que algunas de las piedras de la escalinata tenían, en su cara oculta, arcos, columnas, castillos y diversas figuras que se correspondían, estructural y temáticamente, con los restos conocidos del viejo coro pétreo. Estas obras no formaban parte de ningún proyecto arqueológico sino que se dirigían a corregir las filtraciones que desde esta plataforma afectaban a las bóvedas de la cripta inferior del Pórtico de la Gloria. Curiosamente ya hubo este mismo problema en 1659, al poco de construirse estas escaleras, y motivó un pleito entre el párroco de las parroquias de San Juan Bautista y San Fructuoso —situadas en aquella época en la cripta— y el Cabildo de la catedral.

Con toda la información recogida hasta entonces sobre el coro románico de Mateo, los profesores Yzquierdo Perrín y Otero Túñez organizaron en 1981 una mesa redonda en Santiago, con la colaboración de Pita Andrade y Chamoso Lamas y varios catedráticos de historia del arte, que culminó en 1985 con la propuesta de la reconstrucción completa del coro, tanto en su disposición espacial como iconográfica, así como en una reconstrucción de tres sitiales, que se presentarían en Europalia 85 (Gante, Bélgica) dentro de la exposición Santiago de Compostela. 1000 años de peregrinaje europeo.

Proceso de reconstrucción

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Lado exterior del coro. La figura decapitada de la izquierda también forma parte del mismo.

En 1995 se inició la reconstrucción completa del coro, gracias al patrocinio de la Fundación Pedro Barrié de la Maza.

El coro reconstruido consta actualmente de 17 sitiales, expuestos en el Museo de la Catedral: 8 del lado sur, 6 de la cabecera y 3 del lado norte, estos últimos con su fachada exterior. Para esta fachada exterior solo se disponía de 5 figuras, de las que se utilizaron de izquierda a derecha las de San Pedro, San Pablo, San Mateo apóstol y San Juan evangelista. Esta reconstrucción fue inaugurada por la reina Sofía el día del Apóstol del año Santo Jacobeo de 1999.

Todas la piezas originales que se emplearon para esta reconstrucción pertenecen al Museo de la Catedral. Fue una de las condiciones del convenio firmado entre el Cabildo, la Fundación Barrié y los autores.

Durante la reconstrucción del coro se tuvo especial cuidado en asegurar una intervención mínima y cuidadosa de las piezas originales. La reconstrucción de las piezas incompletas se hizo sobre moldes de escayola que permitían mantener seguros, sin desplazamientos ni manipulaciones, los fragmentos originales y reproducir las partes que faltaban en diferentes talleres. Estas reproducciones se hicieron sobre granito procedente de una cantera de Friol (Lugo), claramente distinto del que utilizó el maestro Mateo, procedente de canteras de las inmediaciones de Santiago, y con las figuras simplemente esbozadas, todo con la intención de que se distinga sin dificultad el material original y el reconstruido.

Algunas piezas, pocas, no precisaron ningún trabajo de restauración, bien porque estaban en buen estado de conservación, bien porque ya habían sido restauradas anteriormente. Se limpió y se fijó la policromía de las piezas que la conservaban y se consolidó el granito cuando fue necesario.







Fachada de Acibecharía.
Dibujado por Ramón Gil Rey .

La fachada de la Acibecharía es la fachada norte de la catedral de Santiago y fue construida por Lucas Ferro Caaveiro, en sustitución de la anterior románica llamada Paraíso, que había sido construida por Mestre Bernardo en 1122. Es el acceso a la catedral de los peregrinos que siguen el camino francésprimitivo e inglés a través de la Porta Francíxena.

Debe su nombre al gremio de artesanos de Azabache, que trabajaban en la calle que accede a la plaza frente a la que se abre la fachada, hoy llamada plaza de la Inmaculada.

Fachada románica

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La portada románica había sido construida en 1122 por Bernardo, maestro de obras de la catedral, pero gran parte de las esculturas que la componían se atribuyen al Maestro Esteban, autor también de algunas esculturas en Praterías. Alejandro Barral describe así el estilo del maestro Estevo: "Son figuras vigorosas, con rostros de pómulos hinchados, ojos saltones y labios gruesos, con el pelo en guedellas onduladas. La cuidada anatomía se transparenta bajo la ropa convencional, paralelamente a la U". -pliegues, como firma del maestro". En el Códice Calixtino se da una descripción detallada portada románica.1

"Sobre la columna adosada al muro, que separa los dos pórticos del exterior, está el Señor sentado en un trono majestuoso, impartiendo la bendición con la mano derecha y un libro en la izquierda. Rodeando el trono, como para sostenerlo, aparecen los cuatro evangelistas. A su derecha está representado el paraíso, donde reaparece el Señor reprendiendo a Adán y Eva por su pecado; a la izquierda, en otra representación, expulsándolos del paraíso. Allí mismo, a su alrededor, están representadas innumerables imágenes de santos, bestias, hombres, ángeles, mujeres, flores y otras criaturas, de las cuales no podemos hacer una descripción de su significado y calidad, debido a su gran número. Nembergante, encima de la puerta de la izquierda, según entramos en la catedral, es decir, en el tímpano, está tallada la Anunciación de la Santísima Virgen María. Allí también aparece el Ángel Gabriel hablándole. A la izquierda de la entrada lateral, encima de las puertas, están tallados los meses del año y muchas otras hermosas representaciones de la izquierda, que siempre miran hacia la puerta, como si estuvieran mirando. entran a la catedral.
En la puerta de la izquierda está Pedro a la derecha, y Pablo a la izquierda. Y en la puerta de la derecha está el apóstol Juan del lado derecho, y Santiago del lado izquierdo. Además, encima de cada una de las cabezas de los apóstoles, hay cabezas de buey talladas que sobresalen de los dinteles.".
Guía do peregrino, pp. 132-133.
Cristo en majestad, hoy en Pratarias.
Detalle del tímpano izquierdo del Pórtico das Pratarías. A la izquierda, el relieve de la Expulsión del Paraíso; en el centro, el símbolo de Sagitario.

La fachada original tuvo que ser derribada tras sufrir un incendio en 1758. Tras la restauración, muchas de las esculturas fueron trasladadas a otras zonas de la catedral, especialmente en la fachada de Pratarías, y otras pasaron a formar parte de la colección del Museo Catedralicio. Lamentablemente otros han desaparecido o no están identificados.

Entre las imágenes identificadas que se pueden contemplar hoy en el pórtico de Praterías se encuentran el Cristo en majestad y el símbolo del evangelista Mateo, la Expulsión del Paraíso, el Sacrificio de Isaac, Mujer con cachorro de león, Joven montado en un gallo, el Mes de febrero, Sagitario y Piscis. El Museo Catedralicio conserva el relieve de la Reconvención de Adán y Eva, Mes de febrero y Mujer con un racimo de uvas, así como una figura sentada cuyo estado de conservación no permite relacionarla con la descripción del Códice Calixtino. La Reconvención de Adán y Eva fue identificada por Antonio López Ferreiro hacia 1900 en una casa particular de Santiago. Posteriormente pasó a la colección Blanco-Cicerón y, con el tiempo, quedó depositada en el Museo. El relieve del Mes de febrero fue identificado por Serafín Moralejo hacia 1961, quien relacionó la referencia del Código a los meses del año con representaciones de trabajos y actividades propias de cada mes; este relieve representa una figura sentada, calentándose junto al fuego.

El fondo mirabilis

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En la plaza frente a la Acibecharía había una gran fuente, la Fons mirabilis, construida por el maestro Bernardo para recibir a los peregrinos que llegaban a la catedral por la Porta Francíxena. Esta fuente fue trasladada al claustro de la catedral cuando se construyó la fachada actual.

"Al final de las escaleras de este atrio [de la puerta Francíxena] hay una fuente admirable que no tiene igual en el mundo. Esta fuente se asienta sobre tres escalones de piedra, que sostienen un hermoso cuenco de piedra, circular y cóncavo, [...] En su centro se alza una columna de bronce, de espesor inferior, heptagonal y de altura proporcionada. De su extremo emergen cuatro leones, de los que brotan de sus bocas cuatro chorros de agua para refrescar a los peregrinos de Santiago y a los habitantes de la ciudad. [...] Sobre la columna de bronce, bajo las garras de los leones, está grabado, por todas partes, en dos líneas, este texto: 'Yo Bernardo, tesorero de Santiago, hice este conducto de agua y realicé esta obra para el remedio de mi alma y la de mis padres, al tercer día de los idus de abril de MCLX'" [11 de abril de 1122]
Guía do peregrino, p. 129

Fachada barroca

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La nueva fachada fue diseñada en estilo barroco por Lucas Ferro Caaveiro, quien inició las obras y completó el primer y segundo cuerpo. Con esta obra, Ferro Caaveiro buscó uniformar la plaza y darle a la fachada de la catedral el esplendor de la fachada del monasterio de San Martiño Pinario, situada al frente, al tiempo que ampliaba el Palacio Episcopal, al noroeste de la catedral.2

Cuando presentó el proyecto para el remate de la fachada en 1762, el alcalde no lo aceptó y solicitó un nuevo proyecto a Ventura Rodríguez, proyecto que fue presentado en 1765 con la recomendación de que las obras fueran dirigidas por Domingo Lois Monteagudo. Éste, junto con Clemente Fernández Sarela, terminó la fachada en 1769, en estilo neoclásico, aunque conserva algunos rasgos barrocos.34

Lois Monteagudo modifica el segundo cuerpo e introduce dos medallones con efigies de los reyes y, en el centro, la estatua de la Fe, obra de Xosé Gambino. Y añade un tercer cuerpo con frontón central curvo sostenido por atlantes y, encima, una estatua de Santiago Peregrino, del siglo XVIII, con dos reyes a sus pies en posición de oración: Alfonso III y Ordoño II; todas son obras de Máximo Salazar.

Restauración

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El Plan Director de la Catedral de Santiago, elaborado en 2010 por el Ministerio de Cultura y el Cabildo Catedralicio, ponía de relieve la situación de numerosos elementos en todos los edificios y estructuras de la catedral que requerían una limpieza o restauración más o menos urgente.

El plan de restauración se inició por la fachada de la Acibecharía, donde se habían detectado grietas, hierros oxidados, abundante vegetación en las juntas de las piedras, humedades, etc., que estaban afectando gravemente a la piedra. Las obras finalizaron en octubre de 2011. Se buscó recuperar, en la medida de lo posible, la imagen original de la fachada, para lo que se llevó a cabo una limpieza general de la fachada, eliminando líquenes y plantas, así como concreciones calcáreas, y, posteriormente, se trabajaron en la reconstrucción de las zonas perdidas. fragmentos de cornisas y aleros e incluso en obras escultóricas, pegar partes fisuradas, retirar abrazaderas de hierro oxidadas o rotas y velar por la correcta evacuación del agua de lluvia. Finalmente se sustituyeron las ventanas de madera y se restauraron las rejas exteriores y portones de entrada.

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