ÉPOCA MEDIEVAL
Era la moneda del Reino de Valencia. "Reals de Valencia" es como ordenó Jaime I que se denominara
En Valencia se había acuñado moneda en otros momentos históricos, si bien esta, que se encontraba recogida ya en los Fueros del reino desde 1239,1 es seguramente más emblemática y que más tiempo ha estado en circulación como moneda propia.
Originariamente (en época cristiana) las transacciones comerciales se realizaron en "moneda jaquesa", la propia del reino de Aragón, si bien también circuló en cantidades no significativas, moneda melgaresa y tornesa (de Francia), del condado de Barcelona, del reino de Castilla, genovesas y mazmudinas musulmanas.
La moneda que originariamente se reguló en la "Costum" no llegó a acuñarse, pero diez años después de la conquista, Jaime I consiguió la moneda que quería tener para todo el reino de Valencia, disponiendo que se acuñase.
Las primeras monedas tenían el siguiente diseño:
hicimos cocer una moneda con el signo de la cruz sobre flores y el nombre del reino de Valencia, con mi nombre y efigie. Jaime I1
...establece que la ley sea de tres dineros de argento en once dineros y óbolo, lo que la convierte en "ternal" aproximadamente, debiendo salir de una marca hasta dieciocho sueldos, o sea, doscientas dieciseis piezas.1
La primera acuñación está datada en 1247.
La transición a la nueva moneda se estableció en 40 días, prohibiendo la extracción de otras monedas en cualquier material (oro, plata o vellón).
Paridad inicial:
- 16 melgareses ---- 12 reals de Valencia
- 1 denario de plata ---- 3 dineros de reals (36 reals)
- 15 dineros de Jaca ---- 12 dineros de reals (144 reals)
- 15 torneses ---- 12 reals
- 18 barceloneses ---- 12 reals de Valencia
- 1 morabatino alfonsí ---- 6 sueldos de realas (72 reals)
- 1 mazmudina luzif ---- 4 sueldos (48 reals)
- 1 mazmudina contrahecha ---- 3 sueldos y 6 dienros (42 reals)
- 2 genoveses ---- 1 dinero de reals (12 reals)
- 2 reales de Marsella ---- 1 dinero de reals (12 reals)
- 1 genovés grueso de argento ---- 3 reals
- 1 marca de argento ---- 28 sueldos (336 reals)2
En el mismo documento en el que se estableció la paridad entre monedas, se reguló el tipo de interés para préstamos, equivalente a un 1'66% mensual, añadiendo el 25 de febrero de 1241 un tope anual del 16'6%, siendo el mismo para moros, cristianos y judíos.
El Florín de Aragón, nombre por el que fue conocido en la época en todos los estados europeos por donde se difundió, era una moneda de oro con un peso medio de 3,42 gr. Inicialmente su valor osciló entre los catorce y los once sueldos aragoneses y su ley, de 24 quilates menos cuarto en su primera emisión de 1346, pronto fue disminuyendo hasta los 18 e incluso 16 quilates. Hacia 1370 la cotización de las acuñadas en Santa María la Mayor de Zaragoza era de once sueldos, y la ley de 18 quilates, que fue la que mantuvo hasta su desaparición.
La tipología de esta moneda fue tomada del florín, una moneda originaria de Florencia que después se imitó en toda Europa. Desde 1252 el Fiorino d'oro era el áureo típico de la República de Florencia, y se llamaba así porque tenía grabado un lirio o flor de los Médici. El florín de Aragón imitó en el anverso la iconografía de San Juan Bautista y en el reverso el lirio, emblema de Florencia, pero con la leyenda ARAGO.REX, la inicial del rey de Aragón y la marca de la ceca donde se acuñó, en lugar de la inscripción FLORENTIA del florín florentino.
Las Cortes de los diversos estados regidos por Pedro IV de Aragón se oponían a la introducción de una nueva moneda, que, sin embargo, era necesaria a mediados del siglo XIV para atender las grandes sumas de dinero que debía manejar la Corona. Por ello Pedro IV buscó la solución acuñando en 1346 los nuevos florines en Perpiñán —recién incorporado como plaza de soberanía real a la corona junto con el reino de Mallorca— sin indicación del nombre del rey ni de la ceca donde se acuñaban. Una vez que su difusión subrepticia hizo asumir su uso en todos los territorios del rey de Aragón, comenzaron a acuñarse en otros estados de la Corona hasta el reinado de Fernando el Católico con la denominación de Florí d'or d'Aragó.
Hubo además acuñaciones medio florín y de un cuarto de florín con la misma tipología que las monedas mayores. Asimismo, algunos reyes de Castilla que pretendían la monarquía de Aragón acuñaron florines. Enrique II de Castilla los acuñó «a senyal d´Aragó», y también los emitió Enrique IV.
Florín aragonés | ||
---|---|---|
Moneda fuera de curso | ||
![]() Florín de Aragón de Pedro IV de Aragón. | ||
Código ISO | XXX | |
Símbolo | ¤ | |
Fracción | 11 sueldos de minutos 24 quilates menos cuarto | |
Emisor | Corona de Aragón |
Expansión comercial[editar]
El Mediterráneo oriental.[editar]
El Mediterráneo oriental, llamada Levante o ultramar, era la ruta más rica del comercio aragonés. Más allá del estrecho de Mesina, las embarcaciones que se adentra dividían el rumbo de la siguiente manera: unas, navegando a través de las islas griegas y haciendo escala eventualmente a Quíos y Eubea, se dirigían a Constantinopla, otros haciendo escala en Rodas, se dirigían a Beirut (Siria) y Alejandría (Egipto).
En el sector de la Egeo y Constantinopla, donde los aragoneses gozaban de privilegios, vendían productos agrícolas (azafrán, aceite) y de fabricación (trapo s, dagas, coral), y compraban materias primas (alumbre, cera, cobre, algodón) y esclavo s.
En el sector de Ruedas, Siria y Egipto los mercaderes aragoneses también vendían productos agropecuarios y de fabricación y se proveían de artículos de procedencia lejana, sobre todo especies (jengibre, pimienta, canela, laca, incienso), que eran productos caros y fáciles de transportar, susceptibles de dar un amplio margen de beneficios.
El comercio oriental era "la corriente más importante del comercio internacional de Barcelona, que le debía todas sus fortunas y la prosperidad de su clase dirigente".1
Mediterráneo occidental[editar]
El Mediterráneo occidental era, para los aragoneses, un ámbito familiar en el que históricamente se mezclaban intereses mercantiles, dinásticos y militares, y en la que el dominio político reforzaba o garantía el auge de los mercaderes. Las áreas de acción preferente eran el norte de África, Sicilia y Cerdeña:
- El África septentrional fue el primer gran mercado. Supieron aprovechar las rivalidades entre los sultanes de la zona para ganar ventajas fiscales y posiciones políticas. Ahí vendían productos muy diversos, agropecuarios, de fabricación (sobre todo trapo s) y de reexportación, y obtenían esclavo s, or, trigo, lana, lino, cera, cuero, coral y productos exóticos.
- Sicilia fue para los mercaderes de la Corona de Aragón una escala en la navegación hacia el Oriente, Nápoles y el norte de África, al tiempo que un lugar de intercambio directo, centrado en ciudades como Palermo, Mesina, Catania y Siracusa, donde había colonias de catalanes que, además, prosperaban gracias al crédito, el comercio del dinero y el seguro. De Sicilia se obtenía trigo, coral, seda, azúcar y algodón, es decir, productos para la alimentación y la industria propias y para la reexportación. En cambio vendían productos agrícolas e industriales diversos (sobre todo trapos) y de reexportación.
- Cerdeña era más bien una escala de la navegación hacia ultramar, Nápoles, Sicilia y Túnez. Sin embargo, había un comercio directo sardocatalà de volumen escaso para la isla y la clientela sardo no eran muy ricos. Los cargamentos hacia Cerdeña eran, pues, poco importantes y muy heterogéneos, si bien los trapos y el vino se ocupaban un lugar importante. En cambio, los puertos sardos se cargaba sal, trigo, lana, queso, cuero, plata, plomo, coral.
Península italiana[editar]
La península italiana fue otra zona abierta al comercio catalán:
- Al sur, el reino de Nápoles, que fue conquistado por el rey Alfonso el Magnánimo en pleno siglo XV, era una zona internacional de intercambio donde se celebraban las ferias de Nápoles, Gaeta y Salerno, centros de abastecimiento y de reexportación para los mercaderes que operaban en ultramar y de comercio triangular dentro del Mediterráneo occidental. Los catalanes obtenían alimentos (vino, trigo), esclavos e materias primas (algodón, seda), y vendían productos de reexportación (procedentes de Sicilia) y productos propios: trapos, lana, cuero, azafrán, sal.
- La Toscana, con las ciudades de Pisa y Florencia, fue seguramente la zona italiana menos favorable al comercio catalán debido a la competencia de los mercaderes florentinos, muy activos en la Corona de Aragón, donde colocaban tejidos de lujo, mientras que los catalanes les vendían materias primas (lana, sal), especias (azafrán, grana), alimentos (arroz, frutos secos) y tejidos de calidad media (paños de lana).
- Con Génova, en la Liguria, las relaciones fueron problemáticas, a veces abiertamente hostiles debido a la competencia catalana y de la conquista de Cerdeña, donde genoveses y pisanos tenían intereses. A pesar de las medidas proteccionistas adoptadas por Génova, los catalanes venían los genoveses lana, trapo si especies, y los genoveses a los catalanes pastel y alumbre. En buena parte eran productos de reexportación.
- De la capital de la Lombardía, Milán, los catalanes obtenían pastel, Fustanyà y productos metalúrgicos, mientras que colocaban productos diversos tales como pieles, grana y lanas. Los mercaderes milaneses estaban activos en Barcelona y Valencia.
- Finalmente, el comercio en el Adriático (Venecia, Ragusa, Ancona) era claramente favorable a los catalanes, que venían productos alimenticios, lana, trapos y otros, entre los cuales algunos de sicilianos, ya cambio obtenían ducados.
La Península ibérica[editar]
La intensidad de los intercambios con los territorios peninsulares que no formaban parte de la Corona de Aragón era desigual: así, mientras con el reino de Granada y la corona de Portugal, por ejemplo, siempre fue un mercado marginal, más interés potencial presentaba la Andalucía castellana, en concreto Sevilla, pero aquí, a pesar de los privilegios obtenidos, el volumen de negocios nunca fue considerable.
Diferente era la situación de los mercados del interior de la península, a los que se accedía a través de Aragón. A través de la cuenca del Ebro el territorio se proveía de productos hispánicos y reenviaba hacia el interior peninsular productos norteafricanos, mediterráneos, orientales y de la propia industria.
Al final de la Edad Media la marina castellana llegó al Mediterráneo, donde rivalizó en la industria del transporte con la aragonesa, y los mercaderes andaluces comenzaron a ser activos en mercados de la Corona de Aragón donde vendían, entre otros productos, pescado secado o salado, cueros, hierro, etc.
Europa continental y del Atlántico norte[editar]
La Europa continental y del Atlántico norte era un ámbito esencial del comercio catalán:
- Al Languedoc, una vez superados los problemas fronterizos con Francia derivados de las guerras de Sicilia, los catalanes se proveían de trigo y pastel, y vendían productos diversos, pero sobre todo trapos y especies orientales.
- A través de los países del Ródano y del Saona llegaban productos muy diversos del norte y del este de Europa, y también de Saboya, Liguria, Lombardía y Alemania meridional, entre los cuales tilos de lino y cáñamo, Fustanyà, cobre, latón y metalurgia, que los mercaderes catalanes pagaban con especies orientales y azafrán producido en Cataluña.
- Los Países Bajos e Inglaterra, los países más septentrionales los que Cataluña dirigía su comercio, eran de vital importancia para absorbían buena parte de la única producción agrícola catalana orientada hacia la venta en el exterior (el azafrán) y porque permitían reexportar con beneficios una parte importante de las especies adquiridas a ultramar. A cambio, los catalanes importaban lana de Inglaterra y sobre todo tejidos ricos de Flandes.
En resumen, en la plenitud del mundo medieval buena parte de la prosperidad catalana reposaba en esta estructura mercantil que integraba, en las actividades de producción y en el comercio, sectores sociales muy diversos, generaba beneficios particulares y alimentaba las finanzas públicas.
Los circuitos mercantiles estaban integrados en una lógica global que en buena parte se basaba en la reexportación de productos, es decir, en la comercialización fuera del territorio catalán de mercancías adquiridas en otros países, sobre todo especies orientales y tejidos flamencos, y en la integración en esta estructura de una parte de la propia producción, sobre todo azafrán y paños de lana.
Dada la interrelación de las rutas marítimas y la reexportación, es lógico que la balanza comercial presentara déficits en unas rutas y superávits en otras, pero todos los indicadores muestran que el saldo final era favorable.
El comercio interior peninsular[editar]
Los intercambios entre los propios reinos de la Corona de Aragón peninsular fueron muy importantes.
Así, las relaciones comerciales entre los condados catalanes y Aragón eran fluidas: Cataluña encontraba en la agricultura (trigo) y la ganadería (lana, carne) de Aragón productos que permitían remediar las carencias de la población. A cambio, Aragón se servía de la mediación de Cataluña para acceder a productos mediterráneos de importación (especies, tejidos de lujo, esclavo s).
Cataluña, el Reino de Valencia y las Islas también mantuvieron intensas relaciones comerciales: los catalanes eran los principales clientes de la producción valenciana (lana, seda, lino, arroz, fruta) que en parte reexportar, y aunque los valencianos compraban poco en Cataluña los catalanes compensaban el desequilibrio invirtiendo capitales en el Reino de Valencia y haciendo de transportistas marítimos.
En el tráfico mercantil entre Mallorca y Valencia, en el que predominaba el intercambio de productos alimenticios y materias primas, la balanza comercial era más equilibrada.
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El transporte marítimo se apoyaba sobre una potente industria naval, sector en el que el capital privado encontraba el apoyo de los poderes públicos. Los barcos se construían en las atarazanas, que eran espacios y edificios junto al mar.
Sin embargo, construir embarcaciones, sobre todo cuando eran de gran tonelaje, implicaba inversiones fuertes que los particulares afrontaban asociándose entre ellos. El resultado eran unos barcos de más de un propietario (parçoners), que los explotaban conjuntamente y se repartían los beneficios de los fletes.
Las atarazanas de Barcelona[editar]
La construcción de las atarazanas de Barcelona comenzó por iniciativa de Jaime I (1243), pero el impulso decisivo lo dieron el rey Pedro el Ceremonioso, la ciudad y la Generalísima en el siglo XIV, época en que quedaron terminadas las ocho grandes naves paralelas. Estas atarazanas dotaron a los mercaderes y a la monarquía de una marina potente que tanto servía para comerciar como para hacer la guerra.
Las embarcaciones[editar]
Las embarcaciones empleadas en el comercio mediterráneo de la baja edad media pertenecían a dos tradiciones náuticas: la latina y la atlántica.
La latina, de barcos de remos, líneas planas y vela triangular. A su vez, los barcos de remos se agrupaban en dos familias: la familia de la galera, que era la embarcación más utilizada por los catalanes en las líneas largas de navegación, con una capacidad de carga de entre 10 y 40 toneladas Moorsom, y la familia del leña, de una capacidad no superior a 10 toneladas, destinado a la navegación de cabotaje.
El atlántica, de barcos redondos y vela cuadrada. Los principales buques redondos que navegaban por el Mediterráneo, y que en parte pertenecían a navieros del Cantábrico, eran las naves, de una capacidad de carga de 150 a 200 toneladas, y las tortas.
El Mestre Racional o Maestre racional, (también denominado Maestre Hostal en la Corona de Navarra), fue uno de los oficios de corte de la Corona de Aragón, creado como institución única para todos los territorios de ella por Pedro el Grande en 1283. Tenía como función el control de los tesoreros y sus lugartenientes (tanto los del rey como los de la reina y los regentes), que le presentaban las cuentas cada año o seis meses, así como todos los oficiales de la curia real, especialmente los que administraban rentas reales, como el Baile general y los bailes locales.
Historia[editar]
El cargo de Mestre Racional para el conjunto de la Corona de Aragón fue regulado en las Ordinacions ('Ordenaciones') de 1344 por Pedro IV. A principios del siglo XV el cargo fue desgajado entre los diversos estados de la Corona y así nacieron el Mestre Racional del Reino de Valencia y los del reino de Aragón y el del Principado de Cataluña.2
El primer Mestre Racional valenciano fue Berenguer Minguet —que provenía del oficio del Mestre Racional de la corte en Barcelona— nombrado por el rey Alfonso V El Magnánimo en 1419 a petición de las Corts reunidas ese año y tras la entrega al rey de un cuantioso "donativo" para las empresas italianas del monarca.3
El Maestre Racional de Cataluña tenía jurisdicción sobre Baleares y Cerdeña
A la Institución del Maestre Racional le fueron asignadas las funciones de previsión, dirección y control último de la administración financiera real, destacando, entre todas ellas, la de fiscalización de la gestión financiera. El Maestre Racional analizaba los ingresos y los gastos, anotando en los márgenes de los libros la documentación presentada para la justificación de la contabilidad, así como cuantas observaciones considerase oportunas para el examen de las cuentas.
El cargo subsistió hasta los Decretos de Nueva Planta de 1707-1715 en el contexto de la Guerra de Sucesión Española.
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