domingo, 24 de octubre de 2021

HISTORIA DE ESPAÑA

 ÉPOCA MEDIEVAL

El sitio de Algeciras de 1369 fue una empresa militar desarrollada durante la reconquista por el rey Muhámmed V del Reino de Granada con el objetivo de recuperar la ciudad de Al-Yazirat Al-HadraAlgeciras, del Reino de Castilla. En el asedio, que apenas duró tres días, resultó victorioso el rey musulmán que recuperó de este modo una importante ciudad tras veinticinco años en manos castellanas desde que Alfonso XI la tomara tras un largo asedio a los benimerines del reino de Fez. Transcurridos diez años de la toma de la ciudad, en 1379 el propio rey granadino tomó la decisión de destruir completamente la ciudad para evitar que cayera en manos cristianas ante la imposibilidad de defender la plaza en una época en la que los reinos musulmanes de la península ibérica habían perdido gran parte de poderío militar del que gozaban en siglos anteriores.

Sitio de Algeciras de 1369
Parte de Reconquista
Puente merini2.jpg
Puente de acceso a Al-Yazirat Al-Hadra.
Fecha28 - 30 de julio de 1369
LugarAlgeciras
Coordenadas36°07′39″N 5°27′14″O
ResultadoVictoria nazarí
Cambios territorialesAlgeciras pasa a control nazarí.
Beligerantes
Standard of Grenade after Cresques Atlas s XIV.svg Reino de GranadaEstandarte de la Corona de Castilla.png Corona de Castilla
Comandantes
Standard of Grenade after Cresques Atlas s XIV.svg Muhammed VEstandarte de la Corona de Castilla.png Enrique II

Antecedentes históricos[editar]

Principales construcciones y lugares en los alrededores de Al-Yazirat Al-Hadra.

La ciudad de Al-Yazirat Al-Hadra, primera ciudad fundada por los musulmanes de Tárik en la península ibérica sobre las ruinas de Iulia Traducta,1​ había pasado durante los siglos XIII y XIV por manos almorávidesalmohadesbenimerines para ser conquistada en 1344 por los castellanos de Alfonso XI tras un asedio de cuatro años.2​ A pesar de que el dominio castellano de la ciudad de las Algeciras debía garantizar el control de los reinos cristianos sobre el Estrecho de Gibraltar la muerte de Alfonso XI en el sitio de Gibraltar de 1350 devino en una guerra civil entre los dos sucesores al trono de Castilla Pedro y Enrique. En el Reino nazarí de Granada el rey Muhámmed V había emprendido una política de amistad con Castilla apoyando al rey Pedro I como legítimo heredero del trono; las relaciones con Aragón sin embargo no eran tan fluidas y desde este reino se propició la proclamación de Muhámmed VI en Granada en el intervalo de 1359 a 1362.3​ El regreso de Muhámmed V en 1362 hizo que su apoyo a Pedro I aumentara al constatar las relaciones entre Aragón y Enrique. El fin de la guerra civil castellana tras la muerte de Pedro I en 1369 convenció a los nazaríes de la necesidad de asegurar sus fronteras con Castilla y en concreto las fronteras en el Estrecho de Gibraltar. El rey nazarí entabla en estos momentos relaciones con el rey de Portugal, Fernando I, contra el que consideraban usurpador del Trono de Castilla. Muhámmed V atacaría Algeciras mientras que el portugués haría lo mismo contra diversos emplazamientos en Galicia.4

El Asedio de Muhámmed V[editar]

El 28 de julio de 1369 se presentó Muhámmed V con un numeroso ejército en las puertas de la ciudad de Algeciras.5​ Se establece el sitio mandando rodear las murallas mediante bastidas estableciendo a sus soldados en todo el perímetro de la ciudad. Algeciras en estos tiempos estaba compuesta por dos villas separadas por el río de la Miel. Cada una de ellas tenía sus propias murallas con fuertes torres y puertas de acceso. Tras el anterior sitio de la ciudad gran parte de sus murallas habían sido destruidas o fuertemente debilitadas por lo que los castellanos tuvieron la necesidad de reforzar diversos tramos. Las reconstrucciones acometidas en las defensas dejaban mucho que desear en comparación con la fábrica original que los meriníes habían utilizado para su construcción en el siglo XIII. De este modo la puerta principal de la ciudad, la Puerta del Fonsario que había sufrido la mayor parte de los ataques mediante trabucos en la época de Alfonso XI fue reconstruida en partes de sus tramos con un débil muro de argamasa adelantado. La conjunción de las disminuidas defensas físicas y la escasa guarnición que poseía la ciudad tras el desplazamiento de las tropas hacia el norte ocasionó que el asedio musulmán resultara demoledor para la ciudad.

En apenas tres días de sitio en el que los nazaríes emplearon sus armas de asedio más como medida disuasoria que como un intento real de abrir brecha en las defensas los castellanos de Algeciras rindieron las armas.6​ Los ataques se centraron en primer lugar en la Villa Nueva de la ciudad, situada al sur. Los soldados de Muhámmed V montaron numerosos ingenios de asedio y altas escalas que permitieron tomar las murallas y desde la zona de ronda se procedió al asalto de la ciudad. Las defensas dentro de la villa no debían ser demasiado numerosas en estos momentos y la Villa Nueva, llamada al-binya cayó el día 30 de julio y todos sus habitantes fueron degollados.7​ El terror inspirado por la caída de la villa sur y el convencimiento de que no llegarían refuerzos desde Castilla hizo tomar la decisión a los sitiados de entregar la ciudad antes de sufrir más bajas; por esta razón desde la Villa Vieja el alcaide de la ciudad, Alonso Fernández Portocarrero, tercer señor de Moguer,8​ pide salvoconducto al rey de Granada para abandonar la ciudad a salvo y llevando consigo aquellos bienes más preciados.9​ El 31 de julio las tropas de Muhámmed V entraron en la Villa Vieja de la ciudad dejando salir de las villas a sus ocupantes que pudieron llevar consigo aquellas pertenencias que pudieron transportar. La Catedral de Algeciras, anterior Mezquita Aljama de la ciudad, volvió al culto islámico y el propio rey de Granada ocupó el antiguo alcázar situado en el Cerro de Matagorda.10

La repercusión en el mundo hispanomusulmán de la reconquista de Al-Yazírat Al-Hadra quedó de manifiesto en las múltiples crónicas realizadas en Granada ensalzando la operación militar del rey. Ibn al-Jatīb, poeta oficial de la corte granadina, fue el responsable de informar a la corte del fin y conquista de la ciudad y de posteriores documentos conmemorativos.11​ Muhámmed V por su parte emprenderá en los siguientes años diversas ampliaciones en la Alhambra entre las que destaca la construcción y embellecimiento del Patio de Comares que dedica a la toma de la ciudad del Estrecho con unos versos, obra de Ibn Zamrak, en el dintel de su puerta de acceso:

Bendito sea el que te concedió el mando de sus servidores, y ensalzó por ti el Islam cumplida y benéficamente.
¡Cuántas veces te acercaste por la mañana a las ciudades de los infieles, y fuiste por la tarde árbitro de la vida de sus habitantes!
Les impusiste el yugo de los cautivos, y amanecieron en tu puerta construyendo los alcázares, como servidores tuyos.
Conquistaste a Algeciras por fuerza de armas, y abriste al socorro una puerta que estaba cerrada.12

Diez años de control nazarí y destrucción de Al-Yazírat Al-Hadra[editar]

Ruinas de Algeciras en un grabado del siglo XVIII.

Tras la toma de la ciudad Muhámmed V emprende la reconstrucción de las defensas y emplaza una guarnición. Durante diez años la ciudad permanece en manos granadinas sin lograr adquirir la importancia que había tenido en el pasado; el Reino de Granada no es en estos momentos una potencia militar ni económica en la península por lo que los principales valores de Algeciras, su situación portuaria como vía de entrada de tropas norteafricanas y de comercio, se ven disminuidas. No ocurren en estos tiempos sucesos notables en la ciudad y prácticamente desaparece de las fuentes escritas. En 1379 muere el rey de Castilla Enrique II y le sucede su hijo Juan I y se prepara en los reinos cristianos una nueva época centrada en la reconquista. En estas circunstancias se contempla desde el reino nazarí la consolidación de sus fronteras con Castilla. En la bahía de Algeciras existen en estos momentos dos ciudades portuarias, la propia Algeciras y Gibraltar y, a pesar de las sólidas defensas con que cuenta la primera, es Gibraltar la plaza más fácil de defender pues cuenta con la ventaja de su hostil orografía. Algeciras por su parte cuenta con más de 5000 metros de murallas que requerían de una gran cantidad de soldados. La decisión es clara, la ciudad de Al-Yazírat debe ser abandonada para concentrar los futuros esfuerzos defensivos en la cercana Gibraltar. El abandono de la ciudad debía ir acompañado de la destrucción de sus fortificaciones para hacerlas inservibles en caso de ser ocupadas por Castilla.13​ Se desmantelan las murallas, se ciega el puerto y se destruyen las principales construcciones de Algeciras, el alcázar, las atarazanas y la alcazaba mientras se incendian las viviendas de la urbe. La ciudad permanecerá destruida hasta 1704 cuando la toma británica de Gibraltar obligue a parte de la población original de esa ciudad a refugiarse en las ruinas de la vieja Algeciras.






El Sitio de Antequera de 1410 fue una victoria castellano-leonesa sobre la guarnición nazarí de esta ciudad española. La victoria otorgó gran prestigio al infante Fernando de Castilla, facilitándole la sucesión en el trono de Aragón, concluida en el Compromiso de Caspe de 1412. En el siglo XV tuvo lugar en España la batalla de antequera, llamada también ``de los cuernos``, por haberse utilizado en ella cuernos, pezuñas y otros restos de animales de difícil combustión y muy fumígenos, cuyos humos acres sembraron la desorganización en las filas árabes.

Sitio de Antequera
la Reconquista
Alcazaba de Antequera2.jpg
Fecha26 de abril - 24 de septiembre de 1410
LugarAntequera
ResultadoVictoria castellano-leonesa
Beligerantes
Estandarte de la Corona de Castilla.png Corona de CastillaStandard of Grenade after Cresques Atlas s XIV.svg Reino de Granada
Comandantes
Infante Fernando de Castilla







Historia[editar]

La campaña de 1410[editar]

En 1410 el infante Fernando de Castilla, regente de Juan II de Castilla, decidió emprender una gran campaña contra los nazaríes tras algunos meses de tregua. Ya en febrero don Fernando inició su marcha hacia la frontera, yendo de Valladolid, donde había pasado la Corte el invierno, a Extremadura, y de allí a Córdoba, donde recibió la noticia de la caída de Zahara ante los granadinos, que mataron a 114 hombres y se llevaron cautivos a las mujeres y los niños. La fortaleza había resistido defendida tan solo por 20 hombres, pero el culpable del desastre fue un escudero llamado Antón Fernández de Beteta, que vendió información clave a los musulmanes.

El 24 de abril, los líderes cristianos, reunidos en Alhonoz, decidieron atacar Antequera, aunque esperando a que pasaran las lluvias primaverales y reunieran tropas y equipamiento suficientes. Sin embargo, el infante Fernando, deseoso de una victoria rápida que hiciera aumentar su fama, no atendió a razones y partió de inmediato a Antequera, a donde llegó el 26. Tras rodear la villa, se encargó de traer desde Sevilla el necesario material de asedio.

Para poner fin al asedio antes de que los cristianos se atrincheraran, el rey Yusuf III de Granada movilizó con rapidez 5.000 caballeros y los 80.000 peones que, dirigidos por los infantes Sidi Alí y Sidi Hamet, llegaron a Archidona la tarde del 4 de mayo.

Al día siguiente se aproximaron a Antequera, produciéndose varias escaramuzas, y el día 6 se produjo una cruenta batalla, al cargar los infantes granadinos sobre las posiciones cristianas en la Sierra de la Rábida, comandadas por el entonces obispo de PalenciaSancho de Rojas.

La batalla estuvo indecisa hasta que llegó el infante Fernando con el grueso de su ejército, poniendo al enemigo en desbandada. Murieron 15.000 musulmanes y tan solo 120 cristianos, pero los supervivientes prefirieron dedicarse a robar los cadáveres y el campamento granadino en lugar de perseguir a los vencidos. Tras el desastre, el emir granadino intentó concertar la paz a través de su embajador, Zayd Al-Amín, pero el regente castellano se negó, determinado como estaba a obtener una gran victoria que le abriera las puertas del trono aragonés.

El cerco de Antequera[editar]

El 12 de mayo por fin llegó el equipo de asedio, comenzando una frenética actividad. Tras algunos retrasos, el asalto general tuvo lugar el 27 de junio, pero fue un fracaso: las escalas resultaron ser demasiado cortas para las murallas de Antequera y los defensores lograron quemar una bastida.

Para entretener a las tropas mientras se renovaba el equipo de asedio y mantener al enemigo a raya, el infante Fernando emprendió una serie de correrías por los alrededores de Antequera: se hizo una incursión en Loja y otra en Ronda, que resultó en una derrota y fue vengada al poco al desbaratar una celada de los moros de Ronda. El 11 de julio se envió una poderosa cabalgada que durante cinco días causó estragos por tierras de Málaga, derrotando a las tropas que salieron a su encuentro. Entretanto, en la frontera de Jaén, Alonso Fernández de Córdoba derrotó a fuerzas muy superiores del yerno y visir del rey granadino, Mofarrax, en la Batalla de Montefrío, dando muerte al comandante nazarí y tomando su pendón.

El emir de Granada pidió de nuevo la paz, enviando de nuevo a Zayd Al-Amín, pero Fernando le exigió unas condiciones leoninas: declararse vasallo de Castilla, pagar cuantiosas parias y liberar a todos los cautivos cristianos. Ante esas inaceptables exigencias, el embajador granadino intentó conspirar con algunos súbditos castellanos musulmanes para quemar el campamento de los sitiadores, pero la perfidia fue descubierta. Sin embargo, fuertes vientos inutilizaron las bastidas, obligando a posponer de nuevo el asalto. Mientras se traían repuestos, se completó el cerco de la villa con un muro y se pidieron fondos adicionales para financiar las operaciones.

A la mitad del verano llegaron noticias de la muerte del rey de Aragón, Martín I el Humano, a quien el infante pretendía suceder. Sin embargo, el cerco no avanzó más allá de algunas victoriosas escaramuzas. Pero el 2 de septiembre los sitiadores lograron privar a la ciudad de su abastecimiento de agua. El 10 de septiembre llegó el Pendón de San Isidoro de León, que elevó la moral cristiana.

En los días siguientes, mientras continuaban las escaramuzas en los alrededores del sitio, se ideó una estratagema. Desde lo alto de las bastidas, los cristianos comenzaron a disparar contra los guardias que oteaban en lo alto de las torres, hasta que los defensores dejaron de guarnecerlas para evitar las numerosas bajas. Aprovechando la ocasión, la noche del 16 de septiembre varios soldados cristianos se descolgaron desde una bastida hasta la torre más expuesta y la tomaron. Comenzó entonces una feroz lucha cuerpo a cuerpo en la villa que obligó a los defensores a retirarse a la alcazaba, donde pidieron negociar la entrega de la fortaleza a cambio de sus vidas, familias y bienes.

El infante les conminó a darse por cautivos y liberar a todos los cristianos, pero respondieron que preferían antes morir que entregarse. Retomadas las negociaciones, el Conde de Trastámara y el obispo Rojas convencieron al regente para que aceptara las condiciones de los sitiados a cambio de la liberación de los cautivos, pues el tiempo empeoraba y la fortaleza aún podía resistir mucho tiempo. Por tanto, se acordó respetar sus vidas y bienes y permitirles retirarse a Archidona, para lo cual se les prestaron 1000 bestias de carga.

El 24 de septiembre el conde y el obispo tomaron posesión de la alcazaba, y al día siguiente salieron los últimos defensores: 895 hombres con 770 mujeres y 863 niños. En los días siguientes vendieron a los cristianos los bienes que no podían transportar y marcharon en paz para Archidona, si bien algunos murieron por el camino.

Resultados[editar]

A comienzos de octubre se consagró como iglesia de Santa Eufemia la mezquita mayor y comenzó la retirada hacia Sevilla. El 14 de octubre tuvo lugar un fastuoso recibimiento en la capital hispalense, y el infante Fernando pasó a ser llamado "el de Antequera", en reconocimiento de su victoria.

El elevado coste del sitio de Antequera impidió continuar la guerra, aunque los benimerines propusieron una alianza contra los nazaríes. El 10 de noviembre se acordaron 17 meses de tregua con Granada, ahorrando así 20 millones de maravedíes en mantener el ejército y logrando la liberación de 300 cautivos cristianos.

Liberado el infante de sus preocupaciones en el sur, pudo entregarse plenamente a obtener el trono de Aragón, lo que logró en el Compromiso de Caspe de 1412.

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