SIGLO XV EN ESPAÑA
El Libro de los ejemplos por a. b. c. es una obra de Clemente Sánchez de Vercial, realizada para Juan Alfonso de la Borbolla, canónigo de Sigüenza. uno de las compilaciones de exempla más conocidas de la literatura medieval española. Tiene la particularidad de ser la única recopilación de ejemplos en orden alfabético. La cantidad y el tamaño de fuentes que poseen añaden aún más importancia al texto.
Estructura y contenido[editar]
El libro consta de trescientas cuarenta y cuatro oraciones divididas en tres ciclos oracionales: De laude creatoris (Sobre la alabanza del creador), De vita et excellentia redemptoris (Sobre la vida y la excelencia del Redentor) y De vita et ordinatione hominis viatoris (Sobre la vida y ordenación del hombre en el mundo).
Como ha señalado Albert Hauf, esta obra y la Vida de Jesucrist forman una unidad de creación literaria, variando el estilo.1 De esta manera, como dice el propio Hauf, el Psalterium toma un estilo diferente a la Vida de Jesucrist para un mismo contenido básico.
Origen[editar]
Entre 1404 y 1408, Francesc Eiximenis fue elaborando una bella colección de oraciones en latín conocida como Psalterium alias Laudatorium (Psalterio también llamado Laudatorio). Las primeras de estas oraciones las dedicó a Berenguer de Ribalta, con motivo de su nombramiento como obispo de Tarazona en 1404. La colección final definitiva se la dedicó a Pero de Luna, el papa aragonés de Aviñón Benedicto XIII.2
Aunque Benedicto XIII quizás ya tenía interés por la obra en 1405, como testimonia un documento datado en Barcelona el 11 de agosto de 1405, es muy verosímil que la colección final la ofreciera Eiximenis al papa Benedicto XIII con ocasión de su ida al concilio de Perpiñán en noviembre de 1408. Se ha planteado que la buena impresión que el libro le debió de hacer al papa fue también un factor que influyó en el hecho de que éste le concediera a Eiximenis sus dos últimas dignidades finales: patriarca de Jerusalén y administrador apostólico de la diócesis de Elna (antigua denominación de la diócesis de Perpiñán).3
Traducciones[editar]
Se conserva una traducción parcial al catalán hecha en 1416 por Guillem Fontana de cien oraciones, impresa en Gerona el 20 de marzo de 1495 por Diego de Gumiel.
La Refundición del Halconero es una obra de la literatura medieval española de mediados del siglo XV. Atribuida tradicionalmente a Lope de Barrientos, la autoría es discutida, como también se debate que sea una continuación de la Crónica del Halconero.1
Fernando Gómez Redondo señala que
se trata de una redacción cronística totalmente independiente de cualquiera de las líneas historiográficas dedicadas a Juan II, atribuible, [...] con las cautelas adivinables, a Fernán Pérez de Guzmán [...]2
Se organiza en varios puntos nodales, que comprenden el reinado de Enrique III el Doliente y el de Juan II de Castilla.
Repetición de amores y arte de ajedrez es un tratado de Luis Ramírez de Lucena, compuesto hacia 1495.
A finales del siglo XV las reglas actuales del ajedrez ya habían aparecido pero aún no estaban unificadas, y en cada lugar se jugaba con matices más o menos diferentes. En esa época Luis de Lucena compuso un libro en el que por primera vez aparecían unificadas todas las reglas del ajedrez, que son con las que se juega actualmente. Llevaba por título Repetición de amores y arte de ajedrez, con 150 juegos de partido, y la primera edición apareció en Salamanca en 1497. También incluía las reglas antiguas.
Lucena enunció más o menos someramente los principales planteamientos actuales de aperturas, como por ejemplo el Giuoco piano de la apertura italiana, la apertura española, el gambito de rey, la apertura de peón de dama, las defensas que hoy se conocen con el nombre de la defensa Philidor, la defensa Petrov, la defensa francesa, la defensa holandesa, y los fianchettos de rey o de dama, la apertura de alfil, y otras que posteriormente se han atribuido a ajedrecistas más modernos.
Incluye las ideas fundamentales del desarrollo de las piezas, los problemas del avance de los peones, sobre todo los del enroque, la importancia de ocupar el centro, la de abrir líneas para los alfiles, la torre y la dama.
El romance de Abenámar es un poema anónimo, perteneciente al Romancero Viejo, de tema fronterizo, subgrupo de los romances históricos inspirados en sucesos que se nutren de los acontecimientos ocurridos durante la Reconquista.
El romance recrea un diálogo entre Juan II de Castilla y el moro Abenámar.
Estructura[editar]
Se compone, este romance, de cuarenta y seis versos que pueden dividirse en tres partes La primera parte (versos 1-10) abre el poema con la presentación del personaje, aquí se resaltan las manifestaciones naturales que hacen especial a este personaje. En la segunda parte (vs. 11-36) se establece el diálogo entre don Juan y Abenámar.
Este diálogo nos lleva, a su vez, a la descripción poco precisa de los edificios que hacen tan codiciada a la ciudad de Granada. La tercera parte (vs. 37-46) es en la que se establece el diálogo entre don Juan y Granada. Esta estructuración gira en torno a la metáfora central, importantísima, que estructura el poema, la transformación de Granada como ciudad-mujer.
Resalta, y esto hace de este romance algo especial, la poca insistencia en la descripción de los palacios, torres y jardines, sólo en su valor único, enfatizado por la alusión al orfebre y por el intercambio que el rey-galán entregaría a la ciudad-mujer: de un elevado valor pero que no están a la altura.
Estilo[editar]
Este romance muestra una gran poetización dentro del romancero: un tono distinto del tono épico, un tipo de elaboración altamente creador. La introducción del suspense es un elemento muy poco frecuente en el castellano (verso 39). Este elemento llama poderosamente la atención porque en conjunto crea una metáfora central que organiza el poema con sutileza, sensualidad e ironía (en la respuesta de la Granada-mujer, al replicar al pretendiente que es esposa feliz).
Particular hace a este poema la transformación de los interlocutores y el vocabulario empleado, que simboliza una situación de guerra en términos de amor. Así el rey de Castilla no es únicamente un rey conquistador que emprende una operación militar, sino también es un hombre que desea poseer algo maravilloso y teme no lograrlo.
El Sinodal de Aguilafuente es el primer libro (incunable) impreso en España y en español, en el año 1472. Contiene las actas del sínodo diocesano que tuvo lugar en Aguilafuente (Segovia) en junio de ese mismo año, convocado por el obispo Juan Arias Dávila. En el sínodo se tratan diversos aspectos de la vida eclesial de la diócesis segoviana, que afectaban tanto a religiosos como a laicos.
Descripción[editar]
El Sinodal de Aguilafuente fue impreso en Segovia en el taller de Juan Parix de Heidelberg, impresor alemán que procedía de Roma. El obispo Juan Arias Dávila, superintendente del Estudio de gramática, lógica y filosofía moral que había en Segovia, y bibliófilo, conocía el nuevo arte de la imprenta, por lo que llevó al impresor alemán. En su taller segoviano, sito cerca de la antigua catedral, Juan Parix imprimió al menos nueve obras, unas religiosas, otras de derecho, comenzando por el Sinodal.
El Sinodal es un libro de 48 hojas, sin portada y con espacios para las letras iniciales. Está impreso en una letra redonda similar a la de los impresores Conrado Scheynheym y Arnoldo Pannartz, Ulrico Han (o Gallus) o Georgius Lauer. Su texto está a línea tirada, salvo dos fragmentos que aparecen a dos columnas, aquellos en que se cita a los procuradores de las villas de Fuentidueña y Pedraza, que no querían aparecer uno tras de otro.
Su único ejemplar conocido se encuentra en la catedral de Segovia, junto a otros cinco de los impresos segovianos de Parix. También se conserva el original que sirvió para la impresión, el Codex canonum, que conserva huellas de su paso por el taller, entre ellas unas marcas para realizar la cuenta del original. Se trata del primer original de imprenta español, ubicado en la misma catedral, y que tiene las firmas de los asistentes y del notario.
En pocos meses salieron otras obras, como el Modus confitendi, de Andrés Escobar, un manual para confesores, o una obra teológica de Pedro de Osma. Precisamente otra obra de este último, De confessione, que fue prohibida, pudo ser la última obra de un taller que perduró hasta 1476 o 1477. Sea por esto o porque se acabaron los encargos, el alemán se trasladó a Toulouse, donde continuó dedicándose a la impresión y edición hasta su muerte, en 1502. En Segovia no hubo imprenta desde entonces hasta el siglo XVI.
Diego de Colmenares, en su Historia de Segovia (1637), dio por primera vez noticia del impreso, pero al no haberse visto después el ejemplar los bibliógrafos no le creyeron, considerándose durante mucho tiempo como el primer libro impreso las Obres e trobes en lahors de la Verge María (Valencia, 1474). La descripción del ejemplar del Sinodal por su canónigo, Cristino Valverde, en 1930, supuso un cambio en la historia de la imprenta, pues el Sinodal se colocó por delante del libro valenciano, situación que se mantiene hasta hoy.
Segovia, por aquel entonces, era un importante centro político y económico, corte de Castilla y lugar donde se proclamó la reina Isabel (1474).
En pocos años la imprenta se extendió por otras ciudades: Barcelona (1473), Valencia (1474, tal vez 1473), Zaragoza (1475), Sevilla (1477, tal vez 1473), La Puebla de Montalbán (hacia 1477), Salamanca hacia 1478, etc., en un viaje que recorrió muchas localidades de España. En 1473 se imprimió la Bula de Borja en lugar desconocido, tal vez Segovia, y se conservan muestras de impresos muy tempranos cuyo origen se desconoce.
Desde 2004 se recrea en Aguilafuente, el primer fin de semana de agosto, el ambiente en que se creó el Sinodal, con numerosas actividades que incluyen una escenificación del Sínodo y de la posible entrevista del obispo con el impresor, además de otras que recuerdan un hecho tan importante para la historia como la llegada de la imprenta.
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