SIGLO XV EN ESPAÑA
Cárcel de Amor es una obra de Diego de San Pedro, perteneciente al género de la novela sentimental. La primera edición de la novela, dedicada a Diego Fernández de Córdoba, se imprimió en Sevilla en 1492 y tuvo un enorme éxito, haciéndose durante los siglos XV y XVI veinte reimpresiones en España. Fue traducida a las principales lenguas europeas, y se hicieron numerosas ediciones bilingües y trilingües, que indican un probable uso didáctico. Como modelo de prosa literaria fue elogiada por Baltasar Gracián en su Agudeza y arte de ingenio.
Argumento[editar]
El autor aparece como un personaje en la obra, siguiendo la tradición de la ficción autobiográfica; la obra comienza cuando éste, según el esquema de la visión alegórica, se extravía en Sierra Morena, y se encuentra con un joven encadenado; este joven es Leriano, hijo del duque Guersio, que es llevado a la prisión del Amor por un monstruo llamado Deseo. Siguiéndoles, el autor entra en un castillo en la montaña, donde Leriano le confiesa su pasión por Laureola, hija del rey Gaulo de Macedonia, y le ruega que actúe como intermediario. El autor va en busca de Laureola y, tras hablarle de Leriano y del dolor que padece, logra ablandar su corazón y consigue que la muchacha le escriba una carta. Con la ayuda de una serie de personajes alegóricos (la Esperanza, la Satisfacción, la Tranquilidad, la Alegría...) libera de su cautiverio a Leriano, que se dirige a Macedonia para ver a Laureola, quien le recibe con agrado.
Pero otro personaje que también pretende a Laureola, el malvado Persio, hijo del señor de Gavia, difunde rumores que ponen en peligro el honor de la doncella, de modo que Leriano lo desafía, venciéndole en dos ocasiones. La victoria de Leriano sobre Persio no soluciona la situación, porque el rey Gaulo, padre de Laureola, ha dado crédito a los falsos testimonios y condena a muerte a su hija. Leriano y sus partidarios asaltan la prisión donde Laureola aguarda la ejecución y la liberan, enfrentándose a todo el ejército real en una cruel batalla. En la lucha, capturan a uno de los calumniadores, que admite su culpa, con lo que el rey perdona a su hija. Laureola, preocupada por defender su honor y no levantar más sospechas, rechaza definitivamente a Leriano. Este, tras defender acaloradamente ante sus amigos y partidarios la actitud de sumisión caballeresca a la dama (recurriendo al Tratado en defensa de las virtuosas mujeres, de Diego de Valera), echa en una copa las cartas de Laureola, que ha roto, se bebe su contenido y se deja morir de inanición, mientras su madre entona un desesperado planto.
Estructura[editar]
La novela está constituida por tres núcleos narrativos que se disponen simétricamente. Siguiendo los tratados retóricos medievales, que no reconocían la novela como una forma literaria, San Pedro utiliza la narración como una unidad de extensión limitada que se inserta en un discurso, y la emplea junto con una gran variedad de géneros menores, en capítulos sueltos de una extensión similar a la de las demás unidades, como por ejemplo las cartas. Las divisiones de la novela se definen precisamente por el cambio de una unidad retórica a otra, de modo que los distintos modos discursivos se hallan siempre intercalados, sin que aparezcan en ningún momento dos unidades narrativas consecutivas. El método recomendado por los tratados retóricos como inicio de un discurso era la alegoría, y así comienzan sus obras muchos autores medievales.1
Cárcel de Amor comienza también con una alegoría, pero su función no es meramente ornamental, como apertura de la obra, sino que se relaciona con otras alegorías que aparecerán después. La alegoría de la cárcel de amor que da comienzo a la novela es, técnicamente, una alegoría perfecta, ya que no se mencionan los términos reales a que refieren las imágenes (salvo la mención inicial al Deseo y al Amor) hasta que Leriano hace en el segundo capítulo las aclaraciones que permiten entender todo su sentido. El segundo episodio alegórico llega cuando el Autor consigue que Laureola escriba una misiva a Leriano; ésta es una alegoría imperfecta, sin necesidad de explicación posterior, pues su contenido se revela a través del nombre de las emociones alegorizadas. Estas alegorías permiten al autor explicar de un modo gráfico, sencillo y ameno su concepción del amor.
Además de la narración y la alegoría, en la novela aparecen también discursos y cartas, con la misma estructura retórica, ya que en la Edad Media las dos divisiones principales de la composición en prosa eran las cartas y los sermones. las epístolas son una forma literaria con una larguísima tradición desde los clásicos grecolatinos, y sobre la que se habían escrito en la Edad Media las artes dictaminis, compendios de reglas para orientar al literato en la creación de estas composiciones. Las cartas se empezaban con la salutatio, que en las de San Pedro se reduce al nombre del destinatario o desaparece por completo; a continuación venía el exordium, que explicaba la razón por la que se escribía, y podía utilizar la fórmula de la captatio benevolentiae (desde la alabanza de la belleza de la dama hasta la promesa de ser breve). A continuación venía la expositio o narratio, el núcleo central de la carta, seguida por la petitio, la petición hacia la que se orienta todo lo escrito antes, y finalmente la conclusio, bien una breve recapitulación de lo expuesto anteriormente, o bien una nueva captatio benevolentiae. A pesar de la rígida estructura de estas epístolas, San Pedro sabe utilizarlas, igual que las alegorías, para plasmar la psicología del enamorado y el comportamiento que deben observar los amantes por medio de elaborados argumentos sentimentales y detalladas descripciones de los sentimientos de Leriano y Laureola en distintos momentos del proceso.
Las cartas del desafío de Leriano a Persio y la respuesta siguen también un estricto esquema que se explica en varios tratados españoles del siglo XV.2 La arenga a las tropas sigue el modelo de las artes arengandi, en las que se recomienda alabar el valor de los soldados, hablar de la fama que van a conseguir, recordarles el heroísmo de sus antepasados, explicarles la justicia de su causa y que vale la pena morir por ella. La arenga de Leriano, que no deja de ser una digresión en el desarrollo argumental de la obra, sirve para dividir en dos la narración más larga que se encuentra en esta novela.
Los discursos entroncan con la tradición medieval de los sermones. El más importante probablemente es el que hace Leriano, ya moribundo, en defensa de las mujeres, dando quince razones por las que los hombres no deben hablar mal de ellas y veinte por las que deben servirlas. Es, según la retórica, una argumentatio, que consta de una serie de probationes del genus artificiale (pruebas que se extraen del objeto de litigio mediante la reflexión). Además del método de los argumenta, San Pedro emplea el de los exempla, dando una serie de ejemplos históricos de mujeres virtuosas o heroicas que ilustran la excelencia del género femenino. El lamento de la madre de Leriano ante la muerte de éste es un planctus, género menor regulado en las artes poeticae. Las figuras ornamentales que se recomendaban eran la exclamatio y la interrogatio, utilizadas abundantemente por la duquesa
Concepción del amor[editar]
Generalmente la crítica encuentra artificial, exagerada, retórica y vacía de sentimientos la literatura sentimental del siglo XV; como dice Gili Gaya, se trata de «un mundo extraño y lejano de sentimientos».3
Tradicionalmente, en los manuales de historia de la Literatura se afirma que la concepción del amor que aparece en estas novelas —el amor cortés o cortesano— nace en Provenza a finales del siglo XI.4
El escritor medieval muchas veces se hallaba desconcertado, entre diferentes concepciones del amor a veces contradictorias; según la Iglesia medieval, la pasión amorosa es un pecado indistinguible de la concupiscentia, la lujuria,5 y constituía un pecado mortal, el pecado de adulterio, incluso dentro del matrimonio.6 Aceptando esta doctrina, Diego de San Pedro calificó Cárcel de Amor de «salsa para pecar», a pesar de que el protagonista, Leriano, sostiene que los enamorados creen aún más firmemente en Dios, y que el amor a las mujeres da a los hombres las cuatro virtudes teologales y las tres cardinales. Si la Iglesia consideraba el amor un pecado, los médicos medievales lo consideraban como una enfermedad7 que afecta sobre todo a las almas más sensibles;8 así, la madre de Leriano dice en su lamento «Bienaventurados los baxos de condición y rudos de engenio, que no pueden sentir las cosas sino en el grado que las entienden[...]; pluguiera a Dios que fueras tú de los torpes en el sentir».9
Por otro lado, la Cárcel de amor es un claro ejemplo de novela sentimental al estar fuertemente influenciada por el amor cortés y tener un claro propósito didáctico, puesto que lo principal es el análisis del sentimiento amoroso, y este análisis se da en el cambio de estado del protagonista, de uno normal a una situación extrema debido al amor, donde la novela sentimental sería un ejemplo de los estragos del amor. Así lo afirma Besó Portalés: “las novelas sentimentales, en su intento de analizar el proceso de enamoramiento, se constituirían como una especie de casos prácticos en los que el padecimiento concreto de los enamorados funcionaría como un exemplum.”10 El amor en la novela sentimental no termina bien porque si terminara bien no sería un “padecimiento”, y lo es, el mismo San Pedro lo ve así, por eso su obra termina en tragedia con la muerte de Leriano. Incluso, la actitud de Leriano a ojos de los médicos de la época se puede ver como la de un enfermo patológico que solo “está pendiente del transcurso de sus escarceos amorosos.”10 También su enfermedad de amor se puede atribuir al amor cortés, pues las reglas de esta hace que el amante solo piense y haga cosas por su amada.
Si se ve a Leriano con los ojos del poeta cortés, él sería un ejemplo de amante perfecto, pero si se ve con los ojos de Diego de San Pedro no sería más que otro ejemplo de las tragedias que causa el amor; esto explicaría porque el autor renegó de su obra, pues vio que había sido malinterpretada, ya que "la decisión de terminar en tragedia la debemos entender en tanto que condena el amor de Leriano por Laureola, un amor que era socialmente imposible"10. Por ende, no se puede esperar un final feliz donde ambos terminen casados, pues el matrimonio no puede estar basado en el amor pasional, entendiéndose "así la obra como una reprobatio amoris, como un ejemplo negativo a lo que puede dar lugar la pasión desenfrenada."10 Quizás otra razón para que la novela fuera malinterpretada fue la divinización que se debe hacer a la amada para que el amor cortés surja, pues “para que se inicie el proceso amoroso entre el amante y la dama, se debe admitir necesariamente la perfección de la dama, no sólo en el plano físico, sino también en el moral”10, por lo cual, era necesaria la defensa de las mujeres que hace Leriano antes de morir, una defensa, que además, está basada en las virtudes cristianas. Probablemente la elevación de la mujer, considerada inferior al hombre para la iglesia, la enfermedad de amor de Leriano, fueran los puntos para que la obra fuera condenada; ya que para ellos el amor de Leriano era mera lujuria y la elevación de la mujer una ofensa. No por eso se puede asegurar que la Cárcel de amor es una obra en pro de las mujeres y mucho menos, feminista, de hecho, algunos críticos como Rubén Sanchéz, en su ensayo sobre la misoginia en la Cárcel de amor, concluye que:
- "...En todas las causas emitidas por Leriano en defensa de la mujer, no encontramos una sola que diga: debemos respetarlas porque son seres humanos igual que los hombres. No. Según él hay que respetarlas por leyes absurdas, tanto de la caballería, como las religiosas y de la nobleza. También por ser madres, por no buscarse enemigos, por los daños y las consecuencias que la difamación causa a la mujer (que, dicho sea de paso, afecta a los hombres), por mantenerse al margen de las murmuraciones y “Porque de ellas nacieron hombres virtuosos que hicieron hazañas de digna alabanza; de ellas procedieron sabios que alcanzaron a conocer qué cosa era Dios... (34). Esta última causa es de mis preferidas: a las mujeres hay que respetarlas porque ellas paren a grandes hombres."11
También Lillian von der Walde al referirse a la literatura de la época y más concretamente, al amor cortés, dice que el hombre sigue estando en el centro y la amada ocupa un lugar secundario, pues "si a alguien se ensalza es al amador; no en balde, comúnmente los protagonistas son del género masculino. Los escritores subliman el sentimiento del varón, y enfocan su atención a la magnificencia del amor de éste: sus pensamientos su respeto, su sumisión, su valor, etc."12 En la Cárcel de amor se cumple esto, puesto que el protagonista es masculino y son sus sentimientos los que ocupan más páginas en la obra; mientras Laureola solo está en la obra para ser la amada de Leriano. Además, el valor de la amada, en este caso Laureola, está en su honra, la mayor virtud de una mujer. De hecho, aunque Leriano no lo diga directamente, en todos los ejemplos que pone de la bondad de las mujeres siempre se subraya la castidad, la fidelidad al marido y la virginidad, «virtudes» asociadas a la honra; por eso, la mayoría de mujeres casadas deciden suicidarse antes que traicionar a su esposo. En cuanto a las vírgenes, todas guardan su virginidad hasta la muerte, como se puede ver en este fragmento: "Atalante, la que primero hirió el puerco de Calidón, en la virginidad y nobleza le pareció. Camila, hija de Matabo, rey de los bolsques, no menos que las dichas sostuvo entera virginidad. Claudia vestal, Cloelia, romana, aquella misma ley hasta la muerte guardaron". Ya fueran gentiles, cristianas o judías, virgen o casada, todas conservaron su honra (ya sea manteniéndose fieles al marido o preservando su virginidad). Inclusive, San Pedro privilegia la honra de Laureola sobre los amores ilícitos de Leriano, al hacer que Leriano se coma todas las cartas que Laureola le escribió para luego suicidarse, evitando así la condena a Laureola.
El amor en la Cárcel de amor es uno trágico, frustrado e imposible, no solo debido al amor cortés, sino a las mismas leyes de una sociedad medieval fuertemente influenciada por la iglesia. Asimismo, el sentimiento en la novela es contradictorio, mientras por un lado se alaba el amor por el otro se condena; la misma figura del autor que aparece en la obra alienta a Leriano a que se entregue al amor, pero a la vez, el verdadero autor, Diego de San Pedro, encamina la historia para que sea un ejemplo de lo que no se debe hacer. A su vez, la doctrina del amor cortés busca un amor frustrado, pues así será un amor más puro al no esperar la entrega de la amada, pero esto tiene una falla, ya que a pesar del ideal de la unión de las almas que plantea, realmente también se desea el encuentro sexual, lo que lo hace un amor profundamente carnal12 y por tanto, condenable. Estas profundas contradicciones hacen, que tanto el autor como Leriano, solo encuentren una manera de resolverlas: la muerte. Por último, no solamente los debates sobre el amor permean la obra, sino también los debates en favor y en contra de la mujer que se dieron en la época, lo cual explicaría la extensa defensa de las mujeres que hace Leriano, de hecho, se puede encontrar un debate mucho más directo en Grisel y Mirabella, donde hay un juicio en el que se discute el grado de culpabilidad de la mujer en los yerros del amor. Además, la defensa de las mujeres en la Cárcel de amor sigue estando basada en la inferioridad de la mujer en comparación al hombre, lo que hace que no pueda verse como feminista, sino como otro tipo de misoginia mucho más sutil, donde la mujer es la débil, la que debe ser cuidada para no perder su honra, pues su honra está es al servicio de su esposo, su padre o la misma sociedad.
En conclusión, por un lado, se exalta el amor, por otro se le denigra. Tales son los polos entre los que debía fluctuar Diego de San Pedro cuando escribió su novela, polos que reflejan muy bien las contradicciones de un mundo medieval dominado por tres sistemas irreconciliables: el cortesano, el feudal y el religioso.
Se conoce como Catón Castellano o Castigos y ejemplos de Catón a las diversas traducciones e interpretaciones en castellano de la consagrada obra de tradición latina Disticha Catonis1. Está enmarcada en el conjunto de obras del pseudo-catón. Los primeros testimonios de estas traducciones datan del siglo XIII. Esta obra se engloba dentro de la literatura sapiencial2 o moral propia del mester de clerecía. Su estructura consiste en la sucesión de los consejos morales e intelectuales que un padre, presumiblemente Catón, le proporciona a su hijo. Por la propia naturaleza de la obra, que radica en diversos proverbios y sentencias, fue utilizada con carácter didáctico y doctrinal, siendo empleada como Espejo de Príncipes3.
Catón castellano | ||
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![]() Portada de la edición de Medina del Campo de 1543. | ||
Género | Poesía | |
Subgénero | Didactismo | |
Edición original en latín | ||
Título original | Disticha Catonis | |
Formato | Manuscrito | |
Edición traducida al español | ||
Título | Catón castellano | |
Ciudad | Medina del Campo (Valladolid) | |
País | España | |
Fecha de publicación | 1543 |
Historia y transmisión[editar]
Autoría[editar]
El autor de los Disticha Catonis es desconocido, ya que se tiene certeza de que su nombre era Catón, pero no está claro quién fue y está sujeto a muchas conjeturas sobre su identidad. Pudo ser Catón el Censor, un Catón de Útica o un Catón de Córdoba entre diversas conjeturas4. La teoría más aceptada sobre la fecha de su composición defiende que la obra Disticha Catonis fue escrita entre los años 117 y 3245. Compuesta en latín, tuvo una gran importancia en la enseñanza a lo largo de toda la Edad Media, por lo que fue muy editada y traducida a diferentes lenguas vernáculas. A pesar de su gran importancia, no se conservan ediciones completas de la obra original, solamente partes sueltas de la misma6. Teniendo en cuenta la moral cristiana de la época, el texto sufrió una cristianización para adaptarlo a los valores cristianos7.
Versiones[editar]
El primer testimonio conservado de una traducción castellana es un fragmento en versos alejandrinos de once estrofas presente al final de una traducción parcial del Liber de vera et falsa penitentia del seudo Agustín, fechado en 1460, aunque se considera que las primeras traducciones llegaron en el siglo XIII. Se conocen cuatro traducciones, de las cuales destaca una en cuaderna vía, de la que se desconoce la datación exacta de esta versión, por lo que se determina que fue realizada entre los años 1270 y 1349. Algunas partes de esta obra se conservan en tres códices del siglo XIV, el primero en la Biblioteca Nacional de España (ms. 9302) y en otros dos custodiados en la Biblioteca del Monasterio de El Escorial (ms. P-III-21 y ms. h-III-3). Castigos e exemplos de Catón es la versión castellana más extendida y cuenta con nueve ediciones hasta 16098 desde mediados del siglo XIII. Se puede deducir que el autor de la traducción era una persona culta, debido a sus conocimientos del latín, amplio vocabulario y destreza a la hora de tratar tópicos literarios de la época.
Temática[editar]
El Catón castellano es una obra esencialmente didáctica, busca la formación de sus lectores, como deja ver en una de sus primeras estrofas: “Todo hombre que quisiere ser bien enseñado, / en aqueste mi romance ponga su cuydado, / que si él bien guardare lo que aquí es mandado / puede ser bien dichoso y bien aventurado”. A través de los consejos que un padre le ofrece a su hijo se consigue transmitir una serie de conocimientos y advertencias. No solo se encuentran enseñanzas morales, también encontramos advertencias y consejos morales e intelectuales. Se podría decir que el Catón castellano era una guía de ejemplo moral y de comportamiento. Queda totalmente claro el carácter didáctico de la obra, por lo que no sorprende que fuera utilizada en la educación. En la obra se observan variados temas que son tratados siempre desde la figura de autoridad del padre, que va transmitiendo sus conocimientos a su hijo, que en ningún momento de la obra toma la palabra.
Cabe destacar el gran carácter religioso de la obra, haciendo numerosas referencias a Dios y a los ideales de comportamiento cristianos. La obra original ya poseía un gran carácter religioso, pero las traducciones posteriores supieron tratarlo desde un punto de vista cristiano. El carácter moral de la obra va fuertemente unido al ideal religioso “Lo que yo hijo te mando, sobre todo mandamiento, / que te humilles a Dios siempre de buen talento, / ca Él hizo el cielo con todo el firmamento, / el fuego, y el agua, la tierra y el viento”.
Otro tema recurrente es el honor, tópico frecuente en la Edad Media. Se trata desde un punto de vista moral, tratando sobre la lealtad y sobre la nobleza del individuo “No prometas dos vezes lo que no puedas dar,/ lo que prometieres no lo quieras negar,/ no ayan que decir, los que de ti quieren burlar,/ que no es cortesía prometer y no dar”.
También se tratan distintos aspectos sobre la educación o el adecuado comportamiento. Se engloban consejos sobre la buena conducta en distintos contextos sociales “Quando fueres combidado no seas hablador, / ca no es cortesía, mas es gran desonor, / llamarte han parlero, otrosí dezidor, / tenerte han por loco y no será tu honor”.
La formación intelectual del individuo es uno de los principales preceptos que hace visible el autor, demostrando su naturaleza culta y su papel en la educación. No solo es una enseñanza espiritual, tanta importancia tiene la moral como el intelecto. Es visible una clara tendencia a evaluar los conocimientos por encima de los bienes materiales “Si tú ovieres hijos y no ovieres riqueza, / muéstrales algún saber de arte o de sotileza, / con que puedan escusar la cuyta y la pobreza, / porque no sean pobres ni se den a ninguna vileza”.
Otro tópico medieval que es tratado en la obra es el concepto de mesura. Tanta importancia pone el autor en este término que lo repite en numerosas ocasiones con afán de resaltar lo importante que es tener mesura en nuestra vida “Despiende lo que has ganado siempre con mesura, / nunca uses mal dello, ni hagas dello locura, / ca quien lo suyo gasta, por su mala ventura, / pide después a otros quando es en rencura”.
La amistad juega un papel importante en la obra, ya que se presenta de forma recurrente. En ciertas ocasiones se observan contradicciones a la hora de tratar este tema, ya que a veces el autor se decanta por el honor y la justicia y otras veces se decanta por la amistad, como se observa en los siguientes versos: “Si algún tu amigo supieres que es culpado/ el mal que d'el supieres téngelo encelado, / que más vale que tú solo seas despagado / que no sea de todos por ti menospreciado”, donde se observa la importancia de la amistad, frente a la siguiente estrofa: “Quando fueres traydo en prueva por testigo, / di verdad sin vergüença y haz lo que te digo, / aunque a otro haga mal y sea tu amigo, / súfrelo y dale passada, no hagas de ti enemigo”, en la que se antepone el honor.
Se aprecia la cultura literaria del autor cuando hace referencia a escritores de tradición latina, tales como Virgilio “Si las labores de la tierra quisieres aprender, / el libro de Virgilio te esfuerça a leer, / ca ay puedes aprender cómo has de hacer, / y él te mostrará si lo quisieres saber”; don Macer “Si por aventura ovieres tal cuidado / que la virtud de las yervas quieras saber de grado, / pregunta por don Macer y lee su ditado, / guarecerás al doliente, al sano avrás pagado”; don Lucano “Si quieres saber las batallas romanas / que fueron mucho grandes, otrosí las africanas, / leerás a don Lucano que las dize muy llanas, / ellas y otras muchas te contará muy loçanas” y por último al consagrado poeta latino Ovidio “Si por aventura quisieres saber amar, / Ovidio en su arte lo suele demostrar, / cómo deven los hombres con las mugeres hablar, / y cómo tú deves con ellas razonar”.
Las mujeres son tratadas desde un punto de vista un tanto misógino. Observadas con cierto desdén, en ocasiones simbolizan aspectos negativos, aunque también es resaltable la figura de la esposa, que recibe cierta dualidad, tratándola en ocasiones como una parte indispensable de la familia y en otras ocasiones como una figura engañosa “Quando fueres ayrado y llorare tu muger, / hijo, las sus palabras no quieras creer, / ca por ello llora, porque te pueda vencer, / y por lo que ella quiere, que tú no quieres hacer”.
Están presentes otros temas recurrentes de la literatura medieval como la muerte “No quieras sin mesura tu vida despender, / gran miedo de la muerte no quieras aver, / siempre toma alegría con quien la sueles tener, / ca siempre temer la muerte haze la vida perder” o el alma y sus analogías.
Características generales[editar]
El Catón es una obra puramente didáctica. Jugó un papel importante en la educación medieval. Conservamos numerosas versiones de la misma, todas coinciden en la estructura, ya que se tratan los diversos temas mediante la figura de autoridad del padre. Hay que tener en cuenta la necesidad de amenizar el aprendizaje, no sólo se pretende enseñar algo, sino que también se busca que este proceso de aprendizaje sea en cierto modo entretenido. Aquí reside la naturaleza de esta obra, ya que son una serie de sentencias transmitidas de tal forma que para el lector no sea tedioso.
Forma y estructura[editar]
Ante las distintas versiones, se encuentran notables diferencias respecto a la forma y estructura del texto, unas veces siendo representado en cuaderna vía y otras como redondillas de arte menor. Otra traducción impresa por el impresor y editor de origen alemán Pablo Hurus redactada en 1493 estuvo estructurada con versos de arte mayor.9
La versión más reconocida del Catón Castellano o Castigos y ejemplos de Catón es una edición impresa por Pedro de Castro que se realizó en Medina del Campo (Valladolid) en el año 1543.10 En esta edición se hace uso de la cuaderna vía, el tipo de estrofa más popular y utilizada habitualmente por los autores del mester de clerecía. Se trata pues, de versos alejandrinos de 14 sílabas con una clara rima consonante y monorrima (AAAA) en todo el poema.
Simbolismo[editar]
En cuanto a recursos retóricos, aparecen símbolos muy propios de la literatura de la época como la visión del alma de las personas como una nave o un barco “(…) que muy más llanamente suele la nave andar/ a las veces por el río que no haze por la mar”. El resto del lenguaje es claro y conciso, sin muchos adornos técnicos ya que su finalidad principal no es entretener mediante el embellecimiento de sus palabras sino educar en unos valores y cánones determinados.
El Catón en la literatura posterior[editar]
Las distintas versiones y traducciones del Catón realizadas en los siglos posteriores a la composición original tuvieron un gran peso en la literatura moral y sapiencial del Renacimiento y luego en el período Barroco. Durante el siglo XVIII, se adaptó a los cambios literarios y políticos, y en consecuencia, apareció renombrado en numerosas ocasiones, pero con una base de texto e intención muy similar en todas. Algunos títulos que se le dieron fueron Nuevo Catón, Catón español político cristiano, Guía del niño instruido, y padre educado: cartilla y catón para todas las artes o El precioso Catón.11
Diferentes escritores consagrados hicieron uso de la buena y rica tradición que englobaba en todos los ámbitos al Catón y sus obras. En el Libro de buen amor12, aparece una sentencia en la introducción que pertenecía a los Disticha Catonis, que dice así: “Ca dize Catón: Nemo sine crimine vivit”, y conforme avanza la obra, son citadas otras sentencias morales de la obra latina, siempre introduciendo al autor de la sentencia primero “Palabras es del sabio é díselo Catón: Que omne á sus cuydados, que tiene en corazón,/ entreponga plazeres é alegre la rrazón,/ ca la mucha tristeza mucho pecado pon”. Miguel de Cervantes pondrá en boca de Sancho Panza la sentencia recogida en Castigos y ejemplos de Catón “y el mal, para quien le fuere a buscar”, en uno de los diálogos con Alonso Quijano13. Lope de Vega, en el prólogo de la Trecena Parte de sus comedias, se referirá a Catón como un censor al defender al género comedia y a sus propias obras “No corre en esta edad esta costumbre, y así tendrá disculpa la novedad, pues ya en otras he dicho la causa de imprimirlas, aunque algunos rígidos Catones, mal afectos a oírlas, rehúsen su lección y desestimen su estudio; (…)”14.
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