SIGLO XV EN ESPAÑA - PINTORES
Tomás Giner (fl. 1458-1480) fue un pintor hispanoflamenco activo en Zaragoza, pintor de Fernando II de Aragón.
Vinculado con el estilo juvenil de Jaume Huguet, desde 1458, cuando ya debía de ser un pintor acreditado, se documenta su trabajo para los testamentarios del arzobispo Dalmau de Mur en el retablo de la capilla del palacio arzobispal, del que se conservan dos tablas con San Martín y santa Tecla y San Agustín y san Lorenzo.1 Cercana a ellas se encuentra la tabla de San Vicente del Museo del Prado, procedente de la capilla del Arcediano de la Seo de Zaragoza en la que trabajó de 1462 a 1466. En este último año firmó con Arnaut de Castellnou un contrato de compañía por tres años para repartirse por mitades gastos y beneficios de diversas obras de pintura, entre ellas el retablo de la Virgen de la Corona de la parroquial de Erla, conservado in situ. Se han perdido en cambio los de Alfajarín y el de la iglesia de San Juan el Viejo de Zaragoza, documentados en 1467 y 1468. De estos años ha de ser la tabla de San Lorenzo, titular del retablo de Magallón, que por algunas noticias indirectas se le puede atribuir.2 En noviembre de 1473 recibió el nombramiento de pintor de Fernando II, rey de Sicilia y heredero de la corona de Aragón. Un año más tarde volvió a trabajar en la Seo, ahora en la pintura de la caja del órgano en colaboración con Felipe Romeu. Significativamente, en una de las últimas noticias documentales disponibles y a pesar del prestigio que pudiera haber alcanzado como pintor del rey, al contratar en 1479 el retablo de Santa Ana para Mainar se le impuso todavía la utilización de oro pintado conforme al modelo del retablo de San Bernardino de Blasco de Grañén en el convento de San Francisco de Zaragoza.3
Junto a estas obras documentadas, Gudiol le atribuyó también, entre otras, el retablo de la colegiata de Santa María de Calatayud cuya tabla central, dedicada a la Adoración de los Reyes, sigue el modelo del retablo del Condestable pintado por Huguet en 1465, subrayando de este modo las deudas que con él habría adquirido Tomás Giner en su avance hacia el naturalismo y el progresivo abandono de las estilizaciones góticas.
Nicolás Gómez fue un miniaturista, pintor e ilustrador español que trabajó entre 1454 y 1510.1 Ilustró libros para la catedral de Sevilla y para la colección particular de Isabel la Católica.1 También realizó pinturas murales para el monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce.
La catedral de Sevilla conserva 84 "historias" gráficas, muchas "fronteras" (orlas) y 84 letras miniadas (letras con algún personaje o una escena en su interior) de Nicolás Gómez en 21 libros de coro. Todas estas ilustraciones muestran a personajes del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Debido a varios expolios del siglo XIX, algunas de estas ilustraciones están dispersas. Seis "historias" de Nicolás Gómez se encuentran en la Galería Nacional de Arte de Washington D.C.. Llegaron en 1964 como parte de la colección Rosenwald y, al parecer, habían sido compradas por William Sterling en Madrid en 1849. A pesar de haber sido comprados en Madrid, procedían, con total seguridad, de los libros de coro catedral de Sevilla. En 1994 la librería parisina Les Enluminures, que vende ilustraciones antiguas, puso a la venta una letra miniada del mismo álbum adquirido por William Sterling en 1849.
Para el monasterio de San Isidoro del Campo, realizó las pinturas murales del refectorio y las del claustro de los Evangelistas. La pared del refectorio está ocupada por un fresco de 2,5x5 m de la Santa Cena. En el claustro de los Evangelistas se conservan nueve figuras de santos y, en el zócalo, una escena de 1,12x1,20 m a san Jerónimo rodeado por cuatro frailes. A cada lado hay dos figuras de 1,10x050 m. A la derecha de esta escena están representados un obispo y un papa y, a la izquierda, a un obispo anónimo junto al obispo san Isidoro. En el muro situado a la derecha de estas pinturas, cerca de la entrada del patio de los Muertos, tiene frescos de dimensiones similares de san Lorenzo y san Esteban. El tramo de lacería que separa estos frescos de la puerta tiene una apariencia similar al paño que cubre la mesa de la Santa Cena. En este claustro también están las figuras de san Sebastián, santa Catalina, y santa Paula. Las figuras de san Mateo y la Magdalena fueron retiradas de este claustro en el siglo XIX y se encuentran en el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla.
Trabajó para los Reyes Católicos de 1487 a 1501. Ilustró la Biblia Romanceada para Isabel la Católica. Este libro pasó a la familia Mendoza-Sarmiento y, posteriormente, a Felipe II. En la actualidad se conserva en la biblioteca del monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Esta biblia tiene 66 "historias" y una única orla. También ilustró un libro de fábulas llamado Calila y Dina, con ilustraciones de personas y animales. Este libro también se conserva en la biblioteca de El Escorial.
Blasco de Grañén, también llamado «Maestro de Lanaja» (Zaragoza - ibídem, octubre de 1459), fue un pintor gótico activo en Aragón desde 1422.
Pintor con taller en Zaragoza, de reconocida fama, llegó a ser nombrado pintor del rey Juan II de Aragón. Tuvo como ayudante, entre otros, a Pedro García de Benavarre, con quien realizó en 1445 unos retablos para el monasterio de San Pedro de Siresa.
Biografía y obra[editar]
Grañén fue seguidor de Juan de Leví. En 1435, realizó el retablo para la cofradía de Santa María de la Iluminación de Zaragoza. Dos años después ejecutó un retablo para el altar de Santiago para la iglesia de Santa María de Épila.
Para la iglesia de San Salvador de Ejea de los Caballeros contrató en 1440 el retablo mayor que a su muerte dejó sin terminar, siendo concluido por su sobrino Martín de Soria, quien seguramente venía colaborando ya en él con su tío y procurador y en unión del también pintor Juan Ríus. Conservado in situ, no es fácil determinar la parte que corresponde a cada uno, fuera de las escenas del banco, dedicadas a la Pasión de Cristo, desde la Última cena al Camino del Calvario, que parecen obras enteramente de la mano de Grañén. Todavía en 1476 Soria cobró de los parroquianos de San Salvador la última cantidad adeudada por la finalización del retablo, pero el año 1454 inscrito en números romanos en la tabla de las Bodas de Caná induce a pensar que la obra se encontraba ya muy avanzada, también en el cuerpo del retablo, en el momento de la muerte de Grañén.
La elevada suma solicitada por Blasco de Grañén para dar cumplimiento al retablo de Ejea (diez mil sueldos) se justifica no solo por el tamaño de la obra, sino también porque en el precio se incluía la cantidad de dos mil seiscientos sueldos que costaba la labor del trabajo en madera —imagen titular y mazonería— que había encomendado el pintor a los tallistas Domingo y Mateo de Sariñena, que volverían a colaborar con él en el retablo de San Jaime para la parroquia de Épila de Zaragoza.
En un documento de cobro del retablo de Aguilón, realizado por Martín de Soria, diciéndose su nieto, se informa de la muerte de Grañén ocurrida el año 1459 en Zaragoza.
En el momento de su muerte, octubre de 1459, su viuda, doña Blanca de Tena, junto con don Pedro Oriz, clérigo y rector de la iglesia de Santa Cruz de Zaragoza, parroquia a la que pertenecía el matrimonio Grañén por razones de vecindad, como ejecutores de las últimas voluntades del artista, se hicieron responsables de dar terminación a lo que el pintor había dejado sin concluir, el retablo de Épila y el retablo de Ejea de los Caballeros entre otros trabajos. Se encargó de la finalización de las obras su sobrino, el pintor zaragozano Martín de Soria, documentado en Zaragoza desde 1449 hasta 1487. Los trabajos de mazonería continuarían a cargo de los hermanos Sariñena, quienes darían por cumplida su labor a comienzos del mes de abril del año 1464.
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