lunes, 22 de febrero de 2021

HISTORIA DE ESPAÑA

 HISTORIA MEDIEVAL - REINO VISIGODO DE TOLEDO , CONTINUACIÓN

El reinado de Recaredo (586-601)[editar]

La conversión al catolicismo[editar]

En el 586 muere en Toledo Leovigildo y le sucede su otro hijo Recaredo, que adoptó como madre a Goswinta (que no era su madre natural), debido al poder que tenía esta mujer.

Recaredo (586-601) desde el comienzo ya mostró su intención de abrazar al catolicismo. Lo primero que hizo fue buscar y matar al verdugo de su hermano llamado Sigberto, con lo que se atrajo el apoyo de los católicos. En el 587 reunió un sínodo arriano en Toledo y en él se produjo un debate religioso: al final la decisión fue que era mejor convertirse al catolicismo, antes que intentar que toda la población se convirtiera al arrianismo.

Pero esta conversión del pueblo no fue tan fácil y en ciudades como Mérida y en la región de Septimania hubo una fuerte oposición a esta conversión; ante esta situación Recaredo convocó el III Concilio de Toledo.

En Mérida se levantaron algunos magnates y quisieron derrocar al rey y al obispo Masona que tenían un gran poder y riqueza, pero el dux de Lusitania Claudius (de origen romano) la sofocó. En Septimania pidieron ayuda a los francos, pero fracasaron en el intento. También Goswinta se rebeló pero dada su avanzada edad no tuvo éxito.

En tiempos de Leovigildo y Recaredo hubo relaciones con los francos además de tensiones por la Septimania. Hubo una serie de enlaces entre los francos y los visigodos, así Recaredo se casó por poderes con Regunta (que fue capturada en Tolosa por un conde opuesto a la conversión católica cuando se dirigía hacia Toledo) y después con Clodosilda, que tampoco llegó a realizarse. Finalmente se casó con la visigoda Baddo.

El III Concilio de Toledo[editar]

Los Concilios de Toledo van a ser muy importantes ya que a partir de este momento gracias a sus actas se conoce gran parte de lo que ocurría en el reino no solo en lo religioso, sino también en lo político, social y administrativo.

El III Concilio empieza el 8 de mayo del 589 y se tratan aspectos religiosos y de administración pública.

En el aspecto religioso en el Concilio los representantes de la Iglesia Católica ofrecieron a la firma de Recaredo un documento en el que abjuraba del arrianismo, además de tener que hacer una profesión pública en nombre del pueblo visigodo (esto significará el final del arrianismo).

El concilio trató todo lo que estaba escrito en el Tomo Regio; en adelante todos los concilios tendrían un libro en donde se analizarían todos los problemas del reino y se aportaría la documentación necesaria. Ese Tomo Regio tenía 23 cánones (propuestas), y se cerró con un discurso de san Leandro. Gracias a este documento se sabe las personas que asistieron, ya que todos firmaron. Además de la firma de Recaredo aparecen las firmas de 72 obispos.

Las actas del concilio permiten ver, que fue mediante la imposición de manos de un sacerdote católico, como se realizó la incorporación de los arrianos a la iglesia católica. Los obispos arrianos siguieran manteniendo su cargo; solo se les obligó al celibato. En las diócesis donde hubiera dos obispos, ambos se quedarían en la ciudad hasta que uno muriese y se quedase el otro los bienes de las dos Iglesias. A las reliquias, libros y demás símbolos de culto de los arrianos se les aplicó una ordalía.

Medidas administrativas

La primera consecuencia política fue la ordenanza a todos los obispos de que cuando llegaran a sus diócesis, comunicaran las medidas tomadas en el Concilio, realizando sínodos y concilios regionales dirigidos por los metropolitanos (arzobispos y obispos). Ramón de Abadal y de Vinyals dice que este concilio nos revela una nueva estructura del reino, ya que a partir de ese momento se dispuso que las reuniones o concilios regionales debían estar presididas por un alto funcionario o por un administrador del patrimonio fiscal, siendo elegidos por el rey. Con esta medida los obispos se convirtieron en vigilantes de los administradores, para poder avisar al rey de los abusos, o incluso con poder para excomulgar a los administradores.

A partir de aquí se sabe que hubo concilios provinciales en Sevilla, Toledo, Narbona, Huesca y Barcelona. En el de Barcelona hubo un documento llamado Epistola de fisco barcelonensis en el 592. En este documento se fijan los impuestos y quién tiene que pagarlos. Pocos años después la Iglesia se queja de que estos concilios regionales no se celebren y consiguen ser ellos los que nombren a los agentes fiscales que realizan la recaudación de impuestos. Se pueden denunciar ante el rey las irregularidades, pudiendo ser penados por el propio obispo cuando fuese claro que se estaba atentando contra los pobres.

El reino visigodo católico[editar]

Cuando acaba el Concilio, Recaredo envía un documento al papa, en el que anuncia su conversión al catolicismo, pero en el año 591 aún el papa no lo había recibido por los problemas con bizantinos y burgundios. Finalmente consigue llegar un emisario llamado Provino a Roma en el 595. Este retraso se especula que pudiera ser debido a problemas internos tras la conversión al catolicismo.

San Isidoro dice que fue un reinado de equidad; hay unos años de paz y se concede la amnistía a todos los nobles rebeldes expulsados a los que se les devuelven sus posiciones. Por su parte el rey incitará a la construcción de iglesias y monasterios; se dictan normas relativas a los criterios de disciplina eclesiástica. El problema de los judíos apareció por entonces, y se prohibieron los matrimonios mixtos. Los judíos mediante al pago de dinero hicieron que el rey se olvidase momentáneamente de ellos. Se prohibió el matrimonio de las viudas, las vírgenes (niñas que eran ofrecidas por sus padres a los monasterios) y de los penitentes públicos (cuando alguien que tenía un cargo público e iba a morir se le aplicaba un óleo —aceite bendecido en Sábado Santo— si este sobrevivía ya no podía volver a ocupar el cargo que tenía). Recaredo nombró a muchos hispanorromanos en la administración de los cargos públicos. También apareció el patronato por el cual los reyes pueden nombrar a los obispos.

En el 601 muere Recaredo, pero antes se le practicó una penitencia pública, esto es un acto que promueve la Iglesia visigoda, donde el obispo de Toledo le aplica la extrema unción. Esta penitencia se administraba cuando el rey estaba moribundo; si sobrevivía dejaba de ser rey.

A Recaredo le sucede un hijo ilegítimo, Liuva II (601-603). Para muchos este hijo no podría ocupar el cargo ya que su madre no era de sangre noble. Los nobles decían que era un rey muy joven sin experiencia y que había sido muy rebelde a la monarquía visigoda (Baddo también intentará derrocar a Liuva II). La nobleza busca un noble para que ocupe la corona y, dando un golpe de estado, coronarán a Viterico, que mata a Liuva II en el 603.

Viterico (603-610) era un experimentado guerrero que destacó luchando contra los bizantinos (conquistó Medina-Sidonia). Intentó casar a su hija con Teoderico II, hijo de Childeberto II (rey de Austrasia), aunque su hija fue rechazada, por lo que su política de alianzas matrimoniales con los francos fracasó.

Fue acusado de usurpar el poder, por lo que se le denominó tirano. Los que le acusaron fueron perseguidos y desterrados a Septimania, entre ellos el conde Búlgar y muchos obispos. En el 610 Viterico muere asesinado en un banquete y sube al trono Gundemaro.

Gundemaro (610-612) lo primero que hizo fue reestructurar el gobierno. Se iba a producir un cambio en la política exterior ya que este había sido duque de Septimania, y es allí donde conoció a todos los desterrados de Viterico, entre ellos al conde Búlgar, que luego va a ser su ministro y va a jugar un papel muy importante en el gobierno. A todos los desterrados les son devueltas sus tierras e inicia una persecución contra los fieles a Viterico, a los que se expropian sus bienes. En cuanto a la política exterior inició campañas contra los bizantinos, los francos y los vascones. En la lucha contra los francos en Septimania se alió con el reino franco de Austrasia y tuvo como enemigos a Neustria y al Reino de Borgoña.

Sus relaciones con la Iglesia fueron muy buenas. En este momento se produce el extraño hecho de que Toledo, capital del reino, no era la capital religiosa y Gundemaro eleva a Toledo como sede metropolitana de la provincia de la Cartaginense. Para ello alude que la capital de la Cartaginense (Cartagena) está ocupada por los bizantinos, por lo que convierte a Toledo, capital de la Carpetana, en sede metropolitana (Todo esto se sabe gracias a san Isidoro). Este nombramiento lo realiza en dos pasos:

  1. El rey reunió a todos los obispos y pidió su parecer al respecto. Los obispos estaban de acuerdo en el cambio, sobre todo los de la Cartaginense, por lo que firmaron un documento que así lo atestiguaba.
  2. Gundemaro publicó un documento donde decreta la supremacía de Toledo sobre los demás sedes episcopales, firmada por los demás obispos de la Bética, Lusitania, Septimania, etc.

En el 612 muere de forma natural y es sucedido por Sisebuto.

Sisebuto, el rey sabio[editar]

Sisebuto (612-621), fue el rey más culto, ilustrado y piadoso, según san Isidoro. Luchó contra los bizantinos, se preocupó de la religión y perdonó a sus enemigos; fue de una gran religiosidad, e intentó convertir a otros reyes arrianos al catolicismo. También sabemos que escribió una carta a su hijo Teudila intentando que este saliera del monasterio para acometer sus responsabilidades en el reino.

Los monasterios y la vida cenobítica fueron impulsados por la corona. Escribió un libro sobre la vida de san Desiderio. En cuanto a la política religiosa se mostró muy exigente con los obispos. En el concilio de Mentesa se trató el problema de la conversión en monjes de algunos obispos, abandonando sus funciones, intentando acabar con esta situación. En este concilio se puso en marcha la política antijudía, actualizando toda la legislación contra los judíos que fue entregada a los obispos de Illiberis, Jaén, Córdoba, etc. En ella se les prohibía la tenencia de siervos cristianos y los matrimonios mixtos. Otras leyes serán la de pena de muerte contra los judíos que no cumplieran estas leyes y la confiscación de sus bienes. Esto obligó a los judíos a la conversión, aunque muchos de los judíos trataron de obviarlo, marchándose fuera, y otros tuvieron que convertirse de forma ficticia, con lo que aparece el problema de los conversos, que se trata de solucionar en el IV Concilio de Toledo.

También aparece la irrevocabilidad de la oblatio (todos aquellos bienes y personas cedidas a la iglesia), que no podían ser devueltas. Esto se completa con la consiguiente profesión monástica del niño (estos niños pasan a ser monjes dependientes del monasterio). Los monasterios van a cumplir un papel muy importante ya que no solo se reza en ellos, sino que también tienen funciones de cultivo de la tierra, ganadería, etc.

Las campañas militares se desarrollan en varios frentes, y por primera vez se construye una flota para luchar en el mar contra los bizantinos y contra los vascones. Hubo una rebelión astur y vascona que fue sofocada mediante esta flota por los duques Riquila y Suintila y además se recuperó parte de Cantabria que había sido ocupada por los francos. Gracias a esta flota también se tomaron Cartagena y Málaga, donde se estableció un obispo en 619. Además de la guerra se tomaron medidas diplomáticas que llevaron a Cesáreo, gobernador bizantino en la península, a pedir la paz y para conmemorarlo Sisebuto mandó construir una serie de basílicas en las que se celebrarán los concilios regionales. Entre estas destaca la basílica de Santa Leocadia en Toledo. Se produce además un resurgimiento de los sínodos provinciales y se sabe que en la Bética y en la Tarraconense se realizaron dos.

En el 621 muere Sisebuto por un exceso de medicamento. Le sucede su hijo Recaredo II (621) que muere a los pocos días y finalmente accede al trono Suintila, que era uno de los militares más importantes del reino y que había luchado contra vascones y bizantinos en el reinado de Sisebuto.

Suintila, expulsión de los bizantinos y unidad política en la Península[editar]

Suintila (621-631) expulsó definitivamente a los bizantinos, con lo que extiende el poder del reino de Toledo por toda la geografía peninsular.

En el año 625 hay una rebelión en el valle del Ebro que es aplastada. San Braulio dice que la zona del Ebro en el 625 volvió a conocer la paz, quedando libre de una pesadilla. También se produjeron ataques de los vascones en este mismo valle, que pudieron ser rechazados finalmente, restaurándose a continuación la ciudad militar de Oligicus (Olite) para mantenerlos a raya.

Conocemos gracias al tesoro de Guarrazar la existencia de la corona votiva que Suintila ofreció a Dios por sus campañas militares.

En el 631 se produce una revuelta de la nobleza encabezada por Sisenando, que con el apoyo de Dagoberto I (rey de los francos) logra destronar al rey, ya que su propio hermano Geila o Iundila (asociado al trono de su hermano) le había traicionado, manteniéndose rebelde en el sur de la Península, donde llegó a acuñar moneda. En el 633 Sisenando aplasta a su rival y convoca el IV Concilio de Toledo para legitimar su poder.

Sisenando (631-636) tuvo como primer problema la reclamación de los francos del missinium (una bandeja de oro, plata y joyas preciosas) por los servicios prestados en la usurpación de Sisenando. Los francos llegaron a invadir Zaragoza, y al final consiguieron una indemnización de 200.000 sueldos. Suintila es perdonado, gracias a la intervención de la Iglesia, y morirá más tarde en Toledo.

La aclamación como rey de Sisenando tampoco fue aceptada de buen grado por todos, y fue acusado de tirano.

El IV Concilio de Toledo y el período constituyente[editar]

En esta fase se entra en el período constituyente, en el que hará un gran esfuerzo por legislar y estructurar las instituciones en la monarquía, para estabilizar la monarquía y la participación de las fuerzas sociales en el reino.

El encargado de esto fue san Isidoro, que escribe un catálogo de las virtudes del verdadero rey: «el gobierno nunca puede ser arbitrario, ni caprichoso y estará sujeto al derecho». La realeza adquirirá ahora un carácter sagrado, porque desde ahora todo rey elegido debe ser ungido por la Iglesia (unción sacra) y debe pasar por la reunión de un Concilio donde será aclamado como rey, por lo tanto nadie puede atentar contra un «elegido de Dios». Además establece unas leyes para la sucesión en el trono.

Todo esto se pone en marcha, ya que la falta de legislación provocaba la inestabilidad política.

Esta reorganización política del reino se pone en marcha en el IV Concilio de Toledo que se celebró en el 633. Los dos años que trascurren entre el Concilio y el comienzo del reinado de Sisenando se explican por las conversaciones entre las distintas familias de magnates y la Iglesia.

Algunos historiadores creen que todos los problemas políticos antes del concilio se reflejan en que han aparecido monedas acuñadas en Iliberris y en Emérita por Iudila (Geila). Existe la teoría de que ambos hermanos se repartieron el trono y después de la revuelta de Sisenando en la Tarraconense, Iudila no apoyó a su hermano y permaneció como rey en el sur.

En este concilio condena a Iudila y también se trata el problema de Suintila que estaba aún vivo, aunque ya no era rey. Todo el que a partir de ahora conspire contra el rey auténtico será considerado traidor, rebelde y será castigado.

El IV Concilio de Toledo introduce una serie de reformas políticas a partir de un compromiso entre la Iglesia, el rey y la aristocracia. El rey debe ser una persona de signo nobiliario y goticista. El Concilio se puede dividir en dos apartados:

La obra disciplinar o eclesiástica

En este apartado se establece la disciplina eclesiástica y la unidad litúrgica, creándose la Iglesia nacional visigoda. El nombramiento de los obispos no será realizado como hasta ahora por el rey; a cambio de esto se prohíbe a los obispos escribir cartas a obispos de otros reinos sin la autorización del rey. Se dicta la inmunidad del clero en los tributos (aunque se diferencian los bienes personales de los eclesiásticos), también se legisla el papel de las escuelas para la formación de los clérigos y se siguen realizando leyes en contra de los judíos.

El Concilio se institucionaliza y cada concilio ratificará o no lo aprobado en el concilio anterior, y también ratificará los sínodos y concilios provinciales que se celebren después de este. Además del Tomo Regio ahora los obispos presentarán otro documento que será la orden de celebración del concilio.

La obra administrativa

El canon nº 75, es el fundamento de la constitución política del reino visigodo. En el siguiente concilio este canon 75 se ratificó y va a ser leído al comienzo de los demás concilios. Tendrá como objetivo la estabilidad del reino.

En la monarquía visigoda la legitimidad no vendría por herencia sino por elección y consagración del elegido, y el que atente contra eso caerá en un crimen abominable por dos razones:

  1. Ya que había sido previamente jurado por los demás nobles.
  2. Ya que era consagrado, por lo que caerán sobre el tirano las leyes de la Iglesia (excomunión).

Muerto el rey se tienen que reunir los magnates y los obispos, que elegirán al nuevo rey. El rey debe de gobernar con justicia, piedad y será condenado por la Iglesia todo rey que gobernare despóticamente.

Además el Concilio trató el tema de Suintila y dictaminó que no tiene derecho a gobernar, ya que había cometido irregularidades en su gobierno y además Suintila firmó un documento en el que renunciaba a cualquier derecho al trono. Suintila devolvió los bienes adquiridos durante su reinado y muere en el 641 en Toledo, mientras que Sisenando y san Isidoro mueren en el 636.

Chintila y el V y VI Concilios de Toledo[editar]

A continuación empieza el reinado de Chintila (636-639) y se celebra el V Concilio de Toledo. Sus hechos se conocerán sobre todo gracias al V y VI Concilios, debido a la nulidad de otras fuentes.

Su elección se produjo según el canon nº 75. Subió al trono el mismo día que murió Sisenando y se realizó la unción sacra. Además dos o tres días después se celebra el V Concilio de Toledo.

Reunidos en santa Leocadia los obispos del centro peninsular, se plantea el problema sucesorio por lo que se hace una lista de las familias cuyos hijos podían acceder al trono. En este concilio los que formaban parte de la corte (fideles regis) son respetados en sus cargos pagándoles una especie de sueldo, dando lugar a un «funcionariado».

En el 638 se convoca el VI Concilio de Toledo en el que se reunieron muy pocos obispos del centro de la península, en santa Eulalia. Se trató la disciplina eclesiástica, destacando la figura de san Braulio de Zaragoza; se garantizan los beneficios de los hijos de reyes, la no pena de muerte y en cuanto al poder de los reyes, se da una lista de razones para impedir gobernar:

  1. Tonsurados.
  2. Calvos.
  3. Personas de origen servil y esclavos.
  4. Extranjeros (es decir que no pertenecieran a las familias godas).

Además se garantiza el estatus de los fideles regis ante el cambio de un rey, siempre que no se demuestre que hayan fallado en su cargo.

El problema de los judíos hace que estos tengan que pagar grandes cantidades de dinero para no ser expulsados. En este concilio sabemos que hubo problemas con el papa Honorio I; este mandó un enviado para que le informara del estado de la iglesia con respecto a la conversión de los judíos. San Braulio escribe una carta el papa para informarle que desconoce lo sucedido en el reino y que no haga caso de las habladurías que llegan a Roma. A los judíos se les obligó a firmar un documento por el que se comprometían a convertirse a la fe cristiana, pese a lo cual siguió existiendo una gran cantidad de judíos sin convertirse.

Chintila muere en el 639 y le sucede su hijo Tulga (639-642), de débil carácter incapaz de controlar a la nobleza visigoda. En el 642 se alza una revuelta dirigida por Chindasvinto que se hace con el trono.

Las grandes depuraciones de Chindasvinto[editar]

Bajo el reinado de Chindasvinto (642-653) vamos a asistir a las «grandes depuraciones». Los cronistas francos de los siglos VI y VII emiten unos juicios sobre la conducta de los reyes visigodos. Así Gregorio de Tours habla de «la detestable costumbre de los godos».

Chindasvinto llegó al trono porque Tulga era un adolescente inexperto, y dio un golpe de estado en Pamplona donde será aclamado rey por una parte de la nobleza; la entronización oficial se realiza en Toledo. Cuando llegó al trono era un hombre de una edad avanzada (unos 79 años), pero tenía una gran energía y vigor. Había intervenido en todas los hechos importantes del reino desde Leovigildo, e intervino en todas las intrigas y golpes de estado.

Las purgas que realizó contra sus enemigos son lo que han dado a Chindasvinto su fama. Se habla en la crónica de la Continuatio hispana de Chindasvinto como: «demoledor de los godos».

Además la Crónica de Pseudo Fredegario dice que fueron quitados de en medio 200 primates pallatii (aristocracia importante) y 500 mediocres (pequeña aristocracia), siendo asesinados, expropiados o desterrados y dice que:

Chindasvinto no dejó de dar muerte con la espada a cuantos tenía por sospechosos hasta quedar convencido de que el morbo de los godos había quedado extinguido. Los godos, domados por Chindasvinto, no osaron ya tramar contra él ninguna de sus acostumbradas conspiraciones.

Ramón de Abadal y de Vinyals dice que la mitad de la clase política visigoda fue depurada.

Chindasvinto elaboró una legislación destinada a dar fundamento político a sus medidas represivas, de las que no se escaparon ni los prófugos, que son considerados por las leyes como reos de alta traición.

En el 642 promulgó una ley que distingue a los que atentaron contra el rey, la nación o la patria desde su reinado y los que lo hicieron desde el reinado de Chintila. Estos serán castigados con la muerte y se les expropiaran sus bienes; esta pena puede ser conmutada por el rey a cambio de la ceguera.

El rey, para asegurar la eficacia de tan rigurosa legislación, ordenó que se obligase a aceptarla bajo juramento a los magnates y demás miembros del oficio palatino, así como a los obispos. Y como última garantía, para que la ley eclesiástica reforzase lo dispuesto por la ley civil, Chindasvinto promovió la reunión del VII Concilio de Toledo donde se decretaron severas penas canónicas contra los clérigos y laicos autores de los delitos políticos contemplados por la legislación real.

Se producirá la excomunión de por vida, hasta el momento de su muerte, en el que, con el permiso del rey se levantaría la excomunión, a los rebeldes y prófugos. Los obispos que levantaran esta excomunión serán castigados, y si el hecho es grave serán también excomulgados.

El obispado se levantó contra Chindasvinto, pero este se impuso a estas protestas. Muchos obispos no asistieron a este Concilio, entre ellos san Braulio de Zaragoza (el miembro más ilustre del episcopado hispano). Sin embargo sí se vieron obligados a jurar la ley.

Hay otro decreto que dice que la ley civil estaba por encima de la eclesiástica y se debía obedecer antes al rey que a los obispos; este fue tachado de anticlerical por san Braulio. Además se suprimió el principio de inmunidad y fuero, por lo que ahora los obispos estaban obligados a pagar impuestos por sus posesiones.

San Braulio muestra su pesimismo y preocupación por estos temas en una carta dirigida al obispo de Valencia. Además busca la amistad de Emiliano (obispo de Toledo) para que influya en Chindasvinto.

Este como legislador introdujo reformas en la administración y en la vida jurídica y preparó una recopilación del derecho visigodo que sería promulgado por su hijo Recesvinto y recibiría el nombre de Liber Iudiciorum o «Fuero juzgo».

Entre otras existían 98 leyes promulgadas por Chindasvinto, de las que la mayoría eran sobre política económica. Estas leyes significarán un saneamiento de la hacienda pública (debido a las confiscaciones de bienes) y una mejora en la moneda. Una de las leyes era la De non alienandis privatorum et cunales regus, por la que impide el fraude fiscal y prohíbe que las tierras sometidas a tributo público pasaran a propietarios exentos del pago de impuestos.

En cuanto al terreno militar en el 642 los vascones vuelven a los ataques y matan a un joven optimate llamado Oppila. Además una embajada enviada por los francos es detenida en Zaragoza por lo que las relaciones con los francos se vuelven muy tensas.

En el 649 surgió una importante iniciativa política que, aun siendo contraria a la letra de la legislación real sucesoria, podía sin embargo salvar el reino de un delicado trance. Los promotores de la idea fueron san Braulio, Eutropio (obispo de Tarazona) y Celso, gobernador tal vez del distrito civil del Ebro medio, donde estaban enclavados estos dos obispados. Los tres personajes dirigieron una carta a Chindasvinto proponiendo la asociación al trono de su hijo Recesvinto, para que fuera en vida su corregente y luego, tras la muerte, sucesor suyo. Chindasvinto accedió a lo solicitado y el 29 de enero del 649 Recesvinto fue asociado al trono. San Braulio pretendía que la transición de un reinado a otro fuera tranquila y pacífica y que se evitara el revanchismo.

Esto se entiende ya que hacía poco un gran caudillo llamado Froja se había rebelado con el apoyo de los vascones en la Tarraconense. Durante varios meses los vascones sitiaron Zaragoza, según relató a su colega Quirico de Barcelona el obispo Tajón, sucesor de san Braulio, que sufrió encerrado entre los muros los avatares y angustias del asedio. Por fortuna para los sitiados, un ejército mandado personalmente por Recesvinto llegó a tiempo de socorrerles. Los vascones fueron vencidos, Froja murió con ignominia y Zaragoza y sus defensores se salvaron. Es probable que este desenlace feliz coincidiera con los últimos días de la larga existencia de Chindasvinto, que murió en el 653. San Leandro murió en el 651 y se asiste al ascenso de Tajón y san Fructuoso de Braga que había fundado una serie de monasterios en zonas poco pobladas de Galicia, que supondrían importantes focos de atracción para la población.

El «deshielo político» de Recesvinto[editar]

Durante el reinado de Recesvinto (653-672) empieza un periodo que se denomina de «deshielo político», que consiste en buscar la paz con los nobles castigados por su padre, sin que la figura de este se vea desprestigiada. Para ello convoca el VIII Concilio de Toledo, donde se tratarán los modos de castigar a los que atentasen contra el reino. La muerte de Chindasvinto produjo un cambio de coyuntura política puesto que Recesvinto era un monarca deseoso de contar con la aristocracia para su gobierno. La Crónica Albeldense dice que durante su reinado «Hispania descansó».

VIII Concilio de Toledo

Se elaboraron una serie de textos donde se exponían los dos principales temas a tratar en el concilio:

  1. La llamada de los huidos y refugiados en tiempos de su padre.
  2. Determinar a quiénes de estos se les devolverían sus posesiones que habían sido expropiadas.

El 16 de diciembre se celebró el Concilio en la basílica de Santa Leocadia, aunque después fue trasladado a la iglesia de San Pedro y San Pablo. Las actas del Concilio fueron firmadas además de por los obispos, por los magnates laicos (18 nobles y pertenecientes al oficio palatino).

Se trata el asunto de la diferenciación entre el patrimonio real y la fortuna privada del monarca. Además aquellos nobles que reclamasen tierras, que hubieran sido adquiridas de forma ilegítima, no tendrían derecho a que se les devolvieran. Para ello tenían que aportar documentación de la compra o cesión de esa tierra. Ante esta demanda se comprueba que la mayoría de tierras habían sido adquiridas de forma ilegal.

Recesvinto firma un documento por el que, ni él, ni sus hijos, podrán heredar las tierras adquiridas por su padre. El rey visigodo acepta esta situación, retrotrayendo la ley hasta el reinado de Suintila. Con esto se observa que lo que había hecho su padre era algo común entre los reyes anteriores.

Otro tema tratado en el Concilio fue que Recesvinto era rey sin haber sido elegido, por lo que todos los obispos y magnates lo ratifican en su cargo y lo ungen como rey.

Otra ley trata sobre el lugar de sucesión: el sucesor será elegido allí donde muera el rey anterior o en Toledo.

En cuanto a la cuestión judía, los obispos piden que esta cuestión se trate ya que la unidad de fe del reino era fundamental, por lo que se les obligó a cumplir las leyes dictadas en los anteriores concilios, ya que tanto los judíos no bautizados como los conversos judaizantes constituían la única mancha en la unidad religiosa del pueblo. El concilio dedicó un canon a la cuestión, pero el rey, en cambio, publicó diez leyes civiles y una vez más se obligó a los judíos a un nuevo compromiso colectivo en el que prometían ser fieles a la fe cristiana.

La empresa más importante de Recesvinto fue la promulgación del Liber Iudiciorum en el 654, ya iniciado por su padre. En el Concilio se le da permiso para que promulgue este código.

En el 655 se celebró el IX Concilio de Toledo que trató solo materias eclesiásticas y fue presidido por Eugenio II, arzobispo de Toledo.

En el 656 se celebró el X Concilio de Toledo a petición de Recesvinto, pero que no fue presidido por él. Se trataron temas poco relevantes como la celebración de la fiesta de la Virgen o nombrar a un nuevo metropolitano para Galicia.

Otras noticias (que son muy escasas, ya que no hay fuentes) del final del reinado de Recesvinto es que nombró a san Ildefonso como metropolitano (arzobispo) de Toledo.

En el 666 se tiene noticia de la celebración de un sínodo en Mérida, por el que conocemos que se realizaron algunas campañas contra los vascones y que se le devolvieron algunas diócesis a la provincia de Lusitania que le habían sido arrebatadas cuando esta región estaba ocupada por los suevos.

En el 657 murió su mujer llamada Reciberga, y no se sabe que contrajera nuevas nupcias ni que tuviera descendencia.

Construyó la iglesia de San Juan de Baños en Palencia y ofreció una corona votiva a Dios perteneciente al famoso tesoro de Guarrazar.

La muerte sorprendió al monarca lejos de Toledo, en la villa de Gérticos, en territorio salmantino, seguramente una residencia veraniega de la Corte, donde el rey se encontraba acompañado de un numeroso séquito de magnates palatinos. Fue el primer día de septiembre del año 672.

El ocaso del reino visigodo-católico[editar]

Con Wamba (672-680) se puede decir que comenzó el fin del reino visigodo, ya que a partir de su reinado se produjeron unas interminables luchas entre dos familias de nobles visigodos.

Wamba fue elegido rey a la muerte de Recesvinto por los magnates palatinos presentes en Gérticos. Sobre este momento se tiene un amplio conocimiento gracias al documento que ha dejado san Julián de ToledoHistoria excellentissimi Wambae regis.

Wamba es elegido porque gozaba de un gran prestigio dentro del reino y era un hombre maduro y vigoroso. Aunque rechazó la corona aludiendo su elevada edad, se le obligó a aceptar el reino. San Julián dice que los demás optimates le obligaron ya que era una persona que reunía todos los requisitos, aduciendo incluso que la voluntad divina había influido en la decisión. Wamba aceptó la corona pero puso la condición de ser ratificado en Toledo antes de ser ungido como rey. Finalmente fue aclamado como rey en Toledo y ungido en la iglesia de San Pablo y San Pedro por el metropolitano Quirico. Wamba en un último intento pidió a los allí presentes, que si alguno tenía algo en contra de su nombramiento, lo dijera. Y a pesar de que nadie dijo nada pronto empezaran los alzamientos contra su persona.

Rebelión del duque Paulo[editar]

En la zona de la Septimania se produce una rebelión en la primavera del 673. Wamba se entera de esta rebelión cuando salía de Toledo para sofocar una rebelión de los vascones. Esta rebelión se extendió por parte de la región y estaba dirigida por tres personajes (el conde Ilderico, el obispo Gumildo y el abad Ramiro). Aunque en un principio se creía una simple escaramuza regional, se complicó por la lejanía de la provincia y porque Wamba envió para sofocarla al duque Paulo.

El motivo de la rebelión fue que la mayoría de los cargos estaban en manos de los hispani (a los habitantes de la Septimania se les llamaba gali) enviados desde Toledo. También es importante decir que en esta rebelión participó el clero.

Wamba al recibir la noticia de la rebelión envió a Paulo (hispano) para sofocarla con un ejército, pero este, una vez llegado a Septimania se convierte en jefe de los rebeldes. En Narbona se declaró rebelde a Toledo y se suma a la rebelión el duque de la Tarraconense, por lo que la rebelión se expande. En una asamblea, Paulo propone que se elija un nuevo rey y todos los presentes eligen a Paulo, que se hizo ungir allí mismo y envió una carta a Wamba en la que se denomina rey de la parte oriental y llamará a Wamba rey de la parte austral. Requisó el tesoro de las iglesias para disponer de un tesoro como todos los reyes. Buscó el apoyo de francos, vascones y sajones; después intenta atacar a Wamba, pero este reacciona y vence a los vascones y dirige su ejército hacia Narbona. Allí, dividirá su ejército en tres partes. Domina la parte de la Tarraconense, se apodera de las ciudades de Barcelona y Gerona y el ejército pasa los Pirineos, donde se une a la otra parte del ejército, tomando y saqueando Narbona. Después toma BéziersAgde y Nimes donde estaba refugiado Paulo que es vencido y capturado.

El duque Paulo y los demás rebeldes se rinden y Wamba se compromete a respetar la vida de cada uno de ellos. En primer lugar libera a los prisioneros que no eran visigodos para no entrar en conflictos con francos y sajones. Después se realizará un juicio contra Paulo (conocido gracias a la crónica de san Julián). En este fueron juzgados 53 jefes, de los cuales 28 se entregaron en Nimes y el resto fue capturado. El juicio fue una asamblea judicial dirigida por Wamba, en el que además participaron el ejército y la nobleza no militar.

En el juicio fue acusado de:

  • Haber violado el juramento de fidelidad hacia Wamba.
  • Haber incitado al pueblo visigodo a la rebelión.

Reconocida la culpabilidad de Paulo y los otros, la pena se estipuló en función al canon nº 75 del IV Concilio y a dos leyes de Chindasvinto, en las que se culpaba a los que ponían la vida del rey en peligro. Todos los acusados fueron excomulgados en función a las leyes eclesiástica. Además fueron condenados a muerte por las leyes laicas, pero Wamba respetó la vida de Paulo y los rebeldes como había prometido. Se devuelven todos los bienes requisados por los rebeldes y se renueva una serie de cargos en la administración de la zona. También se expulsa a los judíos de esa zona, ya que habían participado en la rebelión. A los seis meses Wamba vuelve a Toledo con los rebeldes rapados y con una espina de pescado en la cabeza.

Las leyes militares de Wamba[editar]

Otro hecho importante de Wamba es promulgar las leyes militares. En estas leyes influye la rebelión de Paulo y la pasividad del pueblo ante esta sublevación. Es decir, se había producido un decaimiento de los deberes militares.

Otro problema es que mucha gente, para escapar de los problemas civiles, se incorporaban a los monasterios con la finalidad de evitar el servicio militar. Esta Ley contempla dos supuestos:

  1. Cuando alguien del exterior ataque al estado, tanto los laicos como los eclesiásticos que se encontraran a menos de cien millas, deberán acudir rápidamente, aunque no sean llamados. Las penas que tienen los que no acudan serán:
    1. Se le desposee de todos los bienes.
    2. Será desterrado.
    3. Pierde su derecho de testificar en un juicio.
    4. Si se demuestra que no quiso ir, se le reduce a servidumbre.
  2. Cuando la rebelión se produzca en el interior, quien no acuda perderá los bienes y será desterrado.

En el 681 la mitad de la población había caído en la infamia (no había cumplido estas leyes). Esto se sabe gracias al Concilio XI de Toledo.

En el 675 se celebraron concilios en Toledo y en Braga. El primero se celebró en la basílica de Santa María y fue el XI Concilio de Toledo que trató temas eclesiásticos: episcopado, decadencia de la moral, disciplina eclesiástica, abusos de algunas personas de la iglesia; y además se trataron temas teológicos como el dogma de la Santísima Trinidad o de la Virgen.

También hay que destacar que en su reinado se produjeron problemas con la Iglesia, debido a que en las leyes militares se obligaba a los religiosos a tomar las armas y a que Wamba creó una serie de obispados que entregó a personas adeptas a su figura. Gracias a la Hitación de Wamba,32​ documento del siglo XII publicado por Ramos Loscertales, se conoce la creación de estos obispados y su configuración dentro de las distintas provincias.

También conocemos que en el 670 hubo una amenaza de los árabes que desde su base en Kairuán lanzaron diversos ataques.

Ervigio y la legitimación de su poder[editar]

El 14 de octubre de 680, el rey Wamba cayó en un estado de inconsciencia, por lo que recibió la penitencia, sacramento que de acuerdo a la práctica se aplica a alguien cercano a la muerte, pero debido a la práctica de la época fue vestido con los hábitos religiosos y tonsurado en presencia de magnates laicos de su palacio,33​ lo que de acuerdo al VI Concilio de Toledo le incapacitaba para reinar.34​ Cuando volvió en sí se encontró en un estado irreversible y firmó documentos para que Ervigio fuera proclamado horas después, el día 15, y ungido como su sucesor por el metropolitano Julián de Toledo el día 21 de octubre. Sin embargo, la designación de un rey por su predecesor no formaba parte de la elección del nuevo monarca, y dado que Ervigio fue proclamado con gran celeridad, esto induce a pensar en una intriga palaciega, a lo que se añade que fue el propio Ervigio el mismo que instaba a los obispos del XII Concilio a publicar los hechos.35​ En la intriga parece haber intervenido el metropolitano de Toledo, que era amigo de Ervigio, y contrario a las medidas de Wamba para debilitar la sede toledana.36​ Sin embargo, existe la hipótesis que Ervigio no formara parte de la conjura: ante el desvanecimiento de Wamba, el entorno palatino aprovechó para destronarle mediante el sacramento de la penitencia y la tonsura eclesiástica, y cuando Wamba se recobró renunció al trono y designó como sucesor a Ervigio como su propio candidato para desbaratar los planes de los conjurados, algo que la Iglesia aceptó, pero con eso Ervigio se ganó así la anivamersión de los conjurados que habrían tenido otro candidato, lo cual explica la debilidad del monarca en su reinado y el designar a Égica como su propio sucesor.37

XII Concilio de Toledo

Las circunstancias de su ascenso al trono hicieron que Ervigio hiciera una política de grandes concesiones y sometimiento a la nobleza y a los obispos.38​ En primer lugar buscó asegurarse la posición en el trono, y en el XII Concilio de enero de 681 los obispos certificaron la autenticidad de los documentos que acreditaban la toma de hábitos religiosos por parte de Wamba, y que este pidiera que Ervigio fuera proclamado como su sucesor, con lo que así se declaró la legitimidad de Ervigio.

En el XII Concilio, el rey tenía preparadas veintiocho leyes antijudaicas,39​ como las referidas a la obligatoriedad del bautismo, la prohibición de la circuncisión, no poder tener esclavos cristianos, prohibición de celebrar fiestas judías, o el seguimiento de los desplazamientos, aunque se derogó la pena de muerte indiscriminada presente en la legislación de Sisebuto.40​ Esta rapidez da a entender que algunas leyes ya estaban preparadas por Julián de Toledo antes de la abdicación de Wamba.41

También se produjo la confirmación de la primacía de Toledo, se sancionaron todas las leyes contra los judíos y se ultimó la revisión del Fuero Juzgo, recogiendo en ese nuevo código la promulgación de una nueva ley militar. Esa nueva ley ratifica algunos aspectos de la ley de Wamba, pero modifica aquello en lo que no está de acuerdo la Iglesia. Cuando se produzca una invasión deben acudir los señores con sus clientes y una décima parte de los siervos, pero quedan libres los eclesiásticos.

XIII Concilio de Toledo
crisis económica y social

La época de Ervigio es de una gran fragilidad y crisis económica, con secuelas de hambre que marcan el período, hasta el punto que la población no tenía para pagar los impuestos. Esto se puso de manifiesto en el Tomo Regio del XIII Concilio de Toledo:

  • Amnistía a los nobles y familias que habían participado en la revuelta de Paulo. El concilio recogió esta medida, que se extendió a estas familias hasta tiempos de Chintila, con orden de que se les restituyan todos los bienes que tenían cuando participaron en la rebelión de Paulo.
  • La condonación de impuestos atrasados que no podían ser pagados.
  • La exclusión de los cargos palatinos de siervos y libertos.

Además se acordó para los nobles el habeas corpus:

  1. Cuando se celebre un juicio contra un noble el tribunal estará formado por nobles que serán como mínimo de su mismo rango.
  2. El juicio debe tener garantía de ser imparcial, por lo que el inculpado puede impugnar a miembros del tribunal.

También se promulgan medidas que favorecen la posición de la familia real: casamiento de su hija Fisido con un sobrino de Wamba llamado Égica. este se compromete a defender a la familia de Ervigio una vez fuera rey. El concilio ratificó ese matrimonio.

En los últimos años del reinado, se sabe que llegó en el 683 un emisario del papa León II para garantizar la adhesión de la Iglesia Visigoda a las decisiones tomadas en el III Concilio de Constantinopla (es decir a la condena del monotelismo como herejía). este consistía en decir que Cristo tenía una sola naturaleza, porque la ortodoxia decía que Cristo tenía naturaleza humana y divina. Estos documentos fueron mandados a los distintos obispados donde se celebraron concilios regionales. San Julián manda a Roma la Apología de la fe en la que la Iglesia Visigoda se adhería a estas decisiones.

Sucesión de Ervigio

Ante la debilidad del monarca, los conflictos con la nobleza y para evitar represalias contra su familia, casó a su hija Cixilo con Égica, un magnate pariente de Wamba y que encabezaba un clan nobiliario hostil,42​ en algún momento de su reinado.43​ Puesto que Ervigio no podía esperar que un hijo suyo pudiera mantenerse en el trono el matrimonio de Cixilo con Égica era una forma de compatibilizar ambas familias. Para evitar que sus hijos quedaran desamparados cuando él desapareciera hizo jurar a Égica que garantizara la protección de la reina y de sus hijos.44

En 687 sintiéndose mortalmente enfermo, Ervigio proclamó a Égica como su sucesor el 14 de noviembre y el 15 recibió la penitencia, y desligó de su obediencia a los magnates para que fueran a acompañar al nuevo rey a Toledo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario