HISTORIA MEDIEVAL
Al-Ándalus (en árabe clásico: الأندلس) es el nombre que en la Edad Media dieron los musulmanes a la península ibérica.1 Algunos autores restringen el término al territorio peninsular —e inicialmente de la Septimania— bajo poder musulmán entre los años 711 y 1492.2 Para los autores árabes medievales, el término de al-Ándalus designa la totalidad de las zonas conquistadas por tropas árabe-musulmanas en territorios actualmente pertenecientes a España, Portugal, Francia, Andorra y el territorio británico de ultramar de Gibraltar.3
Tras la conquista musulmana de la península ibérica, al-Ándalus se integró inicialmente en la provincia norteafricana del Califato Omeya. En el año 756 se convirtió en el Emirato de Córdoba y posteriormente en el año 929 en el Califato de Córdoba, independiente del Califato Abasí. Con la disolución del Califato de Córdoba en 1031, el territorio se dividió en los primeros reinos de taifas, periodo al que sucedió la etapa de los almorávides, los segundos reinos de taifas, la etapa de los almohades y los terceros reinos de taifas. Con el avance de la Reconquista iniciada por los cristianos de las montañas del norte peninsular, el nombre de al-Ándalus se fue adecuando al menguante territorio bajo dominación musulmana, cuyas fronteras fueron progresivamente empujadas hacia el sur, hasta la toma de Granada por los Reyes Católicos en 1492, que puso fin al poder islámico en la península ibérica, aunque la mayor parte de la población musulmana quedó en la península, unos convirtiéndose al catolicismo y otros, con creencias más arraigadas, marcharon a las cumbres de Sierra Nevada (véase La Alpujarra) hasta su definitiva expulsión.
En la imagen, mapas del Califato Omeya, el Califato de Córdoba, los imperios Almorávide y Almohade y, finalmente, el Reino Nazarí de Granada, con las fechas de acontecimientos relevantes.
Toponimia[editar]
El nombre al-Ándalus referido a la Península Ibérica, aparece documentado por primera vez en una moneda conservada en el Museo Arqueológico Nacional de España y datada en el año 98 de la Hégira/ 716 d.C., pocos años después de la conquista musulmana de la península ibérica. En el dinar bilingüe latino-árabe aparece en una cara la inscripción Ferit[us] soli[dus] in Span[ia] ann[o] XCVII ("fue acuñado este sueldo en Spania, el año 97 [sic, por 98]") y en la otra cara su equiparable árabe: duriba hadal-dinar bi-l-Andalus sanata taman wa-tisin ("fue acuñado este dinar en al-Ándalus, el año 98 [de la Hégira]"). Así pues, «Spania o Hispania se correspondía con el al-Ándalus recién incorporado al Imperio islámico», concluye María Jesús Viguera Molins. «El uso del nuevo nombre contiene el propósito de instalar aquí una nueva entidad estatal, como procurando evidenciar el corte nominal y decisivo de al-Ándalus respecto al reino visigodo, pero manteniendo su entidad espacial. Aplicado a veces a toda la Península Ibérica, de modo concreto fue designado el territorio musulmán», añade esta historiadora.4
Sin embargo, a pesar de estar claro que el topónimo al-Ándalus se usó como sinónimo de Hispania, el origen del término no está claro, y se han formulado varias teorías al respecto.5
Tesis vándala[editar]
Esta histórica y discutida tesis defiende que los vándalos, pueblo germánico que ocupó la Bética romana entre el 409 y el 429 y que desde allí pasó al norte de África, dieron origen al nombre de al-Ándalus. La tesis de los vándalos ya se esgrimía en el mundo hispánico durante la Edad Media, aunque fue a partir del siglo XVI cuando empezó a ser más difundida, apareciendo en la obra de múltiples anticuarios del ámbito cultural español. El arabista neerlandés del siglo XIX Reinhart Dozy fue el primero en argumentarla según la filología moderna. En esta misma línea le siguieron Christian Friedrich Seybold (1859-1921) y Évariste Lévi-Provençal (1894-1956). Este supuesto se ha argumentado a lo largo de la historia de diferentes formas.
Uno de los razonamientos sostenía que el nombre de Andalucía provenía de "Vandalicia", que significaría "la tierra de los vándalos".6 Los puntos débiles de esta tesis son que el topónimo "Andalucía", en su forma primigenia "el Andalucía", es una castellanización documentada del árabe "al-andalusiya", adjetivo árabe relativo al sustantivo "al-Ándalus" y que no es lógico desde el punto de vista cronológico justificar el nombre de "al-Ándalus" a través del nombre "Andalucía", que es posterior. Además no hay constancia documental de que la región alguna vez se denominara "Vandalicia". Sin embargo esta ha sido una etimología muy popular y un auténtico tópico histórico muy repetido. Siguiendo esta falsa etimología, se llegó a usar el topónimo latino "Vandalia", a modo de neologismo para referirse a Andalucía en textos modernos escritos en latín, como por ejemplo el lema que aparece en el escudo de la ciudad de Carmona: SICVT LVCIFER LVCET IN AVRORA, ITA IN VANDALIA CARMONA ('Como el Lucero brilla al amanecer, así brilla Carmona en Andalucía').
A finales del siglo XX, siguiendo la misma idea que relaciona el nombre de "al-Ándalus" con los vándalos, se ha propuesto otra hipótesis. Esta mantiene que el término árabe "al-Ándalus" puede tener origen en la expresión bereber o amazigh "tamort uandalos", que significaría la "tierra de los vándalos". Según esta hipótesis, los habitantes del norte de África, viendo llegar a los vándalos del otro lado del estrecho de Gibraltar, llamaron a las tierras del otro lado "tierra de los vándalos". El razonamiento es que el genitivo en lengua bereber se construye añadiendo la partícula "u" al principio de la palabra, fenómeno que se conoce como "forma constructa". Por ello, teniendo en cuenta que el nombre latino del pueblo vándalo era "vandalus" (pronunciado "uándalus"), la expresión bereber "tamort uandalos", que significaría la "tierra de los vándalos", pudo ser confundida por los árabes con la expresión homófona bereber "tamort u-andalos" o tierra de los ándalos, lo que habría derivado en el vocablo árabe Andalus, con pérdida de la "v" (pronunciada u) por confusión con la citada "forma constructa" bereber y precedida por el artículo antepuesto "al-". El punto flaco de esta hipótesis es que sus partidarios tampoco han podido aportar ninguna fuente histórica documental ni epigráfica que demuestre que la Bética o Hispania fueran llamadas alguna vez "Vandalicia" o "tamort u-andalos".
Tesis visigoda[editar]
Heinz Halm propone que "al-Ándalus" es la arabización de la expresión goda "Landa-hlauts", sustantivo compuesto por los términos "landa" (tierra) y "hlauts" (sorteo) y que significa "tierras de sorteo".7 Según Halm los visigodos se repartían las tierras conquistadas mediante "sorteos" con el objetivo de repoblarlas y llamaban a las tierras repartidas "Sortes Gothicae". De este modo Halm mantiene que "Landa-hlauts" era el nombre godo de la antigua provincia Bética, y que de él pudo derivar el vocablo árabe al-Andalus. Sin embargo en las fuentes históricas solo se ha documentado la expresión latina "Gothica sors" referida al reino visigodo y no se ha hallado la expresión "Landa-hlauts" o similar en fuente histórica alguna.
La tesis visigoda ha sido revisada en 2004 por el historiador Rafael Sabio González, en un trabajo en el que se acentúa el carácter político de la raíz "land".8 Así, ésta vendría a aludir al concepto de nación más que a un reparto de tierras, siguiendo una extendida tradición entre las lenguas germánicas (Deutschland, England, Scotland y Switzerland son algunos ejemplos) y refiriéndose por tanto al conjunto de los territorios ocupados por los visigodos en la península ibérica, y no solo a la Bética. En oposición a al-Ándalus, el concepto Spania (derivado tardío de Hispania) habría sido apropiado por los bizantinos en sus intentos por recuperar la parte occidental del Imperio. Una vez los musulmanes penetraron en la península ibérica, substituyendo a la élite gubernamental visigoda, tomarían la expresión al-Ándalus para referirse a sus dominios, ya exenta de comprensión etimológica pero manteniendo su significación política. De este modo se explicaría el que, a medida que se fuera retrotrayendo el espacio controlado por los musulmanes, también lo hiciera la extensión geográfica así denominada. Es interesante resaltar que el actual macrotopónimo al-Ándalus podría ser más bien fruto de la fosilización del vocablo llevada a cabo por Castilla, ya fuese de un modo casual (ante la fijación temporal de su frontera frente a los dominios almohades) o intencionado.
Tesis atlántica[editar]
La tesis atlántica hace derivar el nombre de "al-Ándalus" del griego Atlantis o del latín Atlanticum. El primer estudioso moderno que apuntó esta posibilidad fue Juan Fernández Amador de los Ríos, basándose en las propias crónicas andalusíes.9 Más recientemente el filólogo Joaquín Vallvé Bermejo, en su obra La división territorial de la España musulmana, afirmó que el nombre "al-Ándalus" tiene su origen en la locución árabe "Jazirat al-Andalus", que significa la ínsula o la península del Atlántico o la Atlántida, y que aludiría a la península ibérica.10 Según este catedrático, la leyenda de la Atlántida de Platón fue transmitida al mundo árabe antes de que naciera el islam en el siglo VII, como revela la poesía preislámica que ya hace referencia a un al-Ándalus.11 Para explicar el paso del grecolatino Atlántida al árabe al-Andalus se apela a la transcripción fonética: Atlanta pronunciado al.landa, (como de atleta se dice al.leta) sustituyendo la “te” por “l” geminada.
En 2002 María Jesús Viguera afirmaba que el nombre podría haber sido aplicado a «la Península del Atlántico» (Yazirat al-Andalus).4 Más recientemente, el historiador Eduardo Manzano Moreno, tras descartar la tesis de los vándalos por considerarla «difícilmente creíble» —«la presencia de los vándalos no dejó una huella duradera y, además, de haber sido así el nombre habría quedado atestiguado en algún texto de la época visigoda»—, ha considerado «más probable» que Al-Ándalus sea «una denominación culta, un nombre evocador, tal vez referido al antiguo mito de la Atlántida y que llevó a los conquistadores a identificar ese mítico lugar con la tierra del extremo más occidental de sus expediciones».12
Historia[editar]
La invasión musulmana se inició en el 711 y dividió a la Península en el Estado musulmán de al-Ándalus y en los distintos condados y reinos cristianos del norte de la Península. Ambos límites geográficos cambiaban y presentaban dos modelos de sociedad bien diferenciados.
Conquista[editar]
Entre los años 711 y 715, los generales del Califato Omeya conquistaron una parte de la península ibérica, aunque sin ningún tipo de dominio efectivo al norte del Sistema Central. La conquista del sur peninsular se sostuvo manu militari. La entrada de los musulmanes en la península se produjo con el desembarco en Gibraltar (Yebel Tárik), el 27 de abril de 711, de Táriq Ibn Ziyad lugarteniente del gobernador de Tánger (Musa ibn Nusair), liderando un ejército de 9000 hombres. Poco después, el 19 de julio, los visigodos fueron derrotados y su rey Rodrigo murió en la batalla de Guadalete. La presencia de los Omeyas al norte del Sistema Central era anecdótica, limitándose a guarniciones desde las que profundizar sus incursiones militares o razzias.
Emirato de Córdoba[editar]
En el año 756 Abd al-Rahmán I llegó a Córdoba y estableció una dinastía que gobernó al-Ándalus hasta 1031. En el 773 Abd al-Rahmán I creó el Emirato de Córdoba, independizándose política y administrativamente del Califato de Damasco, aunque mantuvo con el mismo una unidad cultural, espiritual y moral. Pese a todo, el verdadero organizador del emirato independiente fue Abd al-Rahmán II, que delegó los poderes en manos de los visires. La islamización fue muy rápida y el número de mozárabes (cristianos en territorio musulmán) se redujo considerablemente.
En el año 912, ascendió al trono Abd al-Rahmán III, cuando ya la decadencia política del emirato era un hecho. Intentando acabar con las sublevaciones y conflictos, se proclamó califa en 929, dando paso al Califato de Córdoba.
Califato de Córdoba[editar]
En el año 929, Abd al-Rahmán III estableció el Califato de Córdoba, declarando la independencia religiosa de Bagdad, capital del Califato Abasí. Esta proclamación del califato contenía un propósito doble: En el interior, los Omeyas querían consolidar su posición. En el exterior, consolidar las rutas marítimas para el comercio en el Mediterráneo, garantizando las relaciones económicas con Bizancio y asegurando la subadministración del oro.
Tras la conquista de Melilla en 927, a mediados del siglo X, los omeyas cordobeses controlaban el triángulo formado por Argelia, Siyilmasa y el océano Atlántico. El poder del califato se extendía asimismo hacia el norte y en 950 el Sacro Imperio Romano-Germánico intercambiaba embajadores con Córdoba. En el año 939 un ejército cristiano liderado por Ramiro II de León derrotó a las huestes árabes enviadas por Abderramán III en una de sus operaciones de castigo (razias) contra el norte. El resultado de la batalla disuadió a los Omeyas de su intención de instalar poblaciones árabes en las inmediaciones del Duero y sus áreas despobladas.
La de los Omeyas es la etapa política más importante de la presencia islámica en la península, aunque de corta duración pues en la práctica terminó en el 1010 con la Fitna de al-Ándalus o guerra civil que se desencadenó por el trono entre los partidarios del último califa legítimo Hisham II, y los sucesores de su primer ministro o hayib Almanzor, que desencadenó la fragmentación del estado omeya en multitud de reinos conocidos como Reinos de Taifas. En el trasfondo se hallaban también problemas como la agobiante presión fiscal necesaria para financiar el coste de los esfuerzos bélicos en sucesivas campañas contra el norte cada vez más gravosas.
Primeros reinos de taifas[editar]
Las taifas fueron hasta 39 pequeños reinos en que se dividió el califato como consecuencia de la fitna o guerra civil. El movimiento, iniciado por los Banu Hamud con la proclamación del reino de Málaga, se generalizará durante este periodo y llevará a la fragmentación del califato y a los primeros reinos de taifas. Este no será un periodo pacífico, ya que los distintos reinos de taifas se combatirán entre ellos. Al Califato Omeya de Córdoba lo sucedió el Califato Hammudí de Málaga, si bien el derecho de los Hammudíes a reclamar para sí el imamato o primacía de la comunidad no fue reconocido por un número de regulos de Taifas, era un derecho legítimo. Durante gran parte del periodo de las Taifas, la dinastía hammudí desde la Taifa de Málaga permaneció ejerciendo su poder efectivo y su autoridad religiosa reconocida en un gran territorio a ambas orillas del Mediterráneo.13
Cada taifa se identificó al principio con una familia, clan o dinastía. Así surgen, además de la ya mencionada dinastía Hammudí que dominaría los territorios de la antigua Cora de Rayya, Taifa de Algeciras y Cora de Ceuta, la taifa de los amiríes (descendientes de Almanzor) en Valencia; la de los tuyibíes en Zaragoza; la de los aftasíes en Badajoz; la de los birzalíes en Carmona; y la de los abadíes en Sevilla. Con el paso de los años, las taifas de Sevilla, Badajoz, Toledo y Zaragoza, constituían las potencias islámicas peninsulares.
Imperio almorávide[editar]
La disgregación del califato en múltiples taifas hizo evidente que solo un poder político centralizado y unificado podía resistir el avance de los reinos cristianos del norte.14 Así, la conquista de Toledo en 1085 por parte de Alfonso VI anunciaba la amenaza cristiana de acabar con los reinos musulmanes de la península. Ante tal situación, los reyes de las taifas pidieron ayuda al sultán almorávide del norte de África, Yusuf ibn Tasufin, el cual se estableció en Algeciras y no solamente derrotó al rey leonés en la batalla de Zalaca (1086), sino que conquistó progresivamente todas las taifas, a partir del 1090.14 Pero su brutal ocupación militar terminó en fracaso al resistir los leoneses el asedio a la emblemática capital visigoda de Toledo. La intervención almorávide en la península marcó el comienzo de una larga etapa de influencia magrebí en al-Ándalus.14 Al periodo almorávide (de finales del siglo xi hasta la década del 1140), le siguió luego el almohade (de mediados del siglo xii a la década del 1220) y por fin el benimerín (de finales del siglo xiii a principios del xv).14
La crisis del Imperio almorávide viene marcada por la pérdida de Zaragoza en 1118, ocupada por Alfonso I de Aragón. Los primeros indicios del malestar andalusí contra los almorávides se produjeron en Córdoba en 1121, cuando la población se rebeló contra los almorávides; solo la intervención de los alfaquíes pudo evitar un baño de sangre. Otras rebeliones se produjeron en distintas ciudades y a partir de 1140 el poder almorávide empieza a decaer en el norte de África por la presión almohade. A la península llegan esas noticias. En 1144 un sufí, Ibn Quasi empieza un movimiento antialmorávide y empiezan a surgir los llamados segundos reinos de Taifas.
Segundos reinos de taifas[editar]
Los primeros indicios del malestar de la población andalusí contra los almorávides se produjeron en Córdoba en 1121, cuando la población se rebeló contra ellos. Solo la intervención de los alfaquíes pudo evitar un baño de sangre. Otras rebeliones se produjeron en distintas ciudades. A partir de 1140 el poder almorávide empieza a decaer en el norte de África por la presión almohade y a la península llegan esas noticias. Es entre 1140 y 1153 que aparecen los segundos reinos de taifas. La mayor parte de estos reinos serían barridos por el poderío militar almohade en poco tiempo (aunque la Taifa de Mallorca sobreviviría hasta 1203).
Imperio almohade[editar]
Los almohades desembarcaron desde 114515 en la península ibérica, y trataron de unificar las taifas utilizando como elemento de propaganda su agresión a los reinos cristianos y la defensa de la pureza islámica. En poco más de treinta años los almohades lograron forjar un poderoso imperio que se extendía desde Santarém (Centro de Portugal) hasta Trípoli (Libia) y consiguieron parar el avance cristiano cuando derrotaron a las tropas castellanas en 1195 en la batalla de Alarcos.
A pesar de los esfuerzos de los gobernantes, la dinastía almohade tuvo problemas desde un principio para dominar todo el territorio de al-Ándalus, en especial Granada y Levante. Por otro lado, algunas de sus posturas más radicales fueron mal recibidas por la población musulmana de al-Ándalus, ajena a muchas tradiciones bereberes. La victoria cristiana en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) marca el comienzo del fin de la dinastía almohade, no solo por el resultado del encuentro en sí mismo sino por la subsiguiente muerte del califa al-Nasir y las luchas sucesorias que se produjeron y que hundieron el califato en el caos político dando lugar a los Terceros reinos de Taifas.
Terceros reinos de taifas[editar]
El derrumbe del poder central almohade conduce a una nueva época de fragmentación que una vez más da lugar a la aparición de reinos de taifas, entre el 1224 y el 1265 (nuevamente un reino taifa insular, la taifa de Menorca sería la más longeva y sobreviviría hasta 1287).
Reino nazarí de Granada[editar]
A mediados del siglo XIII al-Ándalus quedó reducido al reino nazarí de Granada. En el año 1238, entra en Granada Muhammed I ibn Nasr conocido, asimismo, como Al-Ahmar, "el Rojo" . Es el creador de la dinastía Nazarí (que tuvo 20 sultanes granadinos) y fue el fundador del Reino de Granada que, si bien al principio, confraternizó con los reyes castellanos, tuvo que convertirse, pasado el tiempo, en tributario de los mismos a fin de mantener su independencia.
En las últimas décadas de la dinastía nazarí de Granada estuvo dividida por una guerra civil interna que enfrentó Al-Zagal, Muley Hacen hermano de Al-Zagal, y su hijo Boabdil.
El último rey de la dinastía nazarí fue Boabdil (Abu 'Abd-Allāh). Su derrota en 1492 por los Reyes Católicos puso fin a la Reconquista, proceso que comenzó en el siglo VIII con Don Pelayo y la batalla de Covadonga, si bien no es más que una magnificación metahistórica como mito del comienzo de la Reconquista1617. El Reino de Granada fue anexionado a la Corona de Castilla.
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