HISTORIA MEDIEVAL - RECONQUISTA CONTINUACIÓN
Final de reino visigodo de Toledo y aparición de los primeros focos de resistencia cristiana[editar]
En 711 se produjo en la península ibérica la primera incursión musulmana, compuesta por 7000 bereberes enviados por el gobernador Musa ibn Nusair y comandados por Tárik. Zarparon desde el norte de África y entraron en la península ibérica por Gibraltar (que precisamente debe su nombre actual a Tárik, «Jebel al-Tarik»). Roderic o Roderico (Don Rodrigo), uno de los últimos reyes visigodos, intentó rechazar esta incursión, siendo derrotado38 y perdiendo la vida en la batalla de Guadalete (o laguna de la Janda). Ese mismo año Tarik entró en Toledo, la capital de los visigodos.39 Tárik fue llamado a informar al califato, viajando a la capital Damasco, y nunca más volvió.[cita requerida] Su lugar lo ocupó el gobernador Abd al-Aziz, más conocido por la historiografía como «Musa». En el año 712 Musa cruzó el estrecho con más de 18 000 guerreros musulmanes, tanto árabes como bereberes, y conquistó Sevilla, Mérida y Zaragoza, realizando además incursiones en Galicia, León y Asturias.39 Con Musa da comienzo lo que se conoce como Emirato dependiente.40 Los invasores se sirvieron del sistema de calzadas romano para avanzar entre el año 711 y el 714 por el territorio,41 dejando guarniciones en puntos clave.42
A partir de este momento los musulmanes empezaron una política de tratados con los nobles visigodos, como el de Teodomiro en Murcia, que unido a una política relativamente tolerante con judíos y cristianos,42 les permitió controlar la mayor parte de la península en pocos años.41 El pacto entre Teodomiro y Abdelaziz, firmado el 5 de abril de 713, donde se mantenía en el poder a las viejas autoridades hispanogodas a cambio de algunas concesiones, lealtad a Damasco y el pago de tributos:
En el Nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. Edicto de ‘Abd al-‘Aziz ibn Musa ibn Nusair a Tudmir ibn Abdush [Teodomiro, hijo de los godos]. Este último obtiene la paz y recibe la promesa, bajo la garantía de Dios y su profeta, de que su situación y la de su pueblo no se alterará; de que sus súbditos no serán muertos, ni hechos prisioneros, ni separados de sus esposas e hijos; de que no se les impedirá la práctica de su religión, y de que sus iglesias no serán quemadas ni desposeídas de los objetos de culto que hay en ellas; todo ello mientras satisfaga las obligaciones que le imponemos. Se le concede la paz con la entrega de las siguientes ciudades: Uryula [Orihuela], Baltana, Laqant [Alicante], Mula, Villena, Lurqa [Lorca] y Ello. Además, no debe dar asilo a nadie que huya de nosotros o sea nuestro enemigo; ni producir daño a nadie que huya de nosotros o sea nuestro enemigo; ni producir daño a nadie que goce de nuestra amnistía; ni ocultar ninguna información sobre nuestros enemigos que pueda llegar a su conocimiento. Él y sus súbditos pagarán un tributo anual, cada persona, de un dinar en metálico, cuatro medidas de trigo, cebada, zumo de uva y vinagre, dos de miel y dos de aceite de oliva; para los siervos, sólo una medida. Dado en el mes de Rayab, año 94 de la Hégira [713]. Como testigos, ‘Uthman ibn Abi ‘Abda, Habib ibn Abi ‘Ubaida, Idrís ibn Maisara y Abu l-Qasim al-Mazali.Ibn Idari, Libro de la increíble historia de los reyes de al-Andalus y Marruecos (s. XIV) (Traducción F. Maíllo Salgado)43
Poco tiempo después del inicio de la invasión apareció en el seno de los vencedores diversas disputas entre árabes y bereberes, y dentro de los árabes, entre qaysíes y yemeníes.42 En 716 Abd al-Aziz fue asesinado en Sevilla y se inició una crisis tal que en los siguientes cuarenta años (hasta el año 756, con la llegada de Abderramán I), se sucedieron veinte gobernadores, período conocido como Emirato dependiente.40 Con el fin de acabar una revuelta bereber, quienes se sentían marginados por la mayoría árabe, desde Siria se mandaron tropas árabes con el propósito de sofocarla.
En el año 716, con el centro de poder ya establecido en Córdoba,42 los árabes comenzaron a dirigir sus fuerzas hacia los Pirineos para tratar de entrar en el territorio de la antigua Galia romana. Entre los años 711 y 725 los musulmanes ocupan la Península salvo pequeños núcleos cristianos en Asturias y los Pirineos. En el año 720 llegaron incluso a tomar la ciudad de Narbona. Sin embargo su avance por el reino franco se vería frenado por la derrota en Poitiers en el año 732.42 Entre los años 751 y 756, una serie de malas cosechas fuerzan el repliegue de las tropas musulmanas hacia el sur del Duero, permitiendo la reorganización y recuperación de los cristianos del norte.44
Crónica mozárabe del año 754 donde se narra la experiencia del momento de la conquista musulmana de la península ibérica desde el punto de vista cristiano:
En este tiempo, en la era 749, año cuarto del imperio de Justiniano, nonagésimo segundo de los árabes, (...) el propio Musa, como las columnas de Hércules lo encaminaban hacia esta desdichada (...), atravesando el estrecho de Cádiz penetra en ella —injustamente destrozada desde tiempo atrás e invadida— para arruinarla sin compasión alguna. Después de arrasarla hasta Toledo, la ciudad regia, y azotar despiadadamente las regiones circundantes con una paz engañosa (...) Y así, con la espada, el hambre y la cautividad devasta no solo la Hispania ulterior sino también la citerior hasta más allá de Zaragoza, ciudad muy antigua y floreciente, poco ha desprovista de defensas porque así lo quiso Dios. Con el fuego deja asoladas hermosas ciudades, reduciéndolas a cenizas; manda crucificar a los señores y nobles y descuartizar a puñaladas a los jóvenes y lactantes. De esta forma, sembrando en todos el pánico, las pocas ciudades restantes se ven obligadas a pedir la paz, e inmediatamente, complacientes y sonriendo, con cierta astucia conceden las condiciones pedidas.Crónica mozárabe, (754) (trad. López Pereira, Zaragoza, 1980. pp 69-73)43
La veloz y contundente invasión islámica, además de los factores que propiciaron la expansión mundial del islam, se explica por las debilidades que afectaban al reino visigodo:
- El frágil e incompleto dominio que ejercía sobre el territorio peninsular, puesto que en 711 el rey Rodrigo se hallaba dirigiendo una campaña militar en el norte.
- La división de sus élites, con enfrentamientos vinculados a la elección de los sucesores al trono de una monarquía no hereditaria y electiva.
- Una aristocracia terrateniente de tardía conversión al catolicismo, superpuesta a una población libre o servil con condiciones vitales muy duras, en la que existía un fuerte descontento. Muchos recibieron la conquista como una mejora de su situación.[cita requerida]
- La decadencia de la actividad mercantil derivó en una minusvaloración de la población judía, que en gran medida la protagonizaba. Los musulmanes pudieron ver una ventaja en la situación de las minorías hebrea, amparándola bajo la jurisdicción islámica.
Tras la invasión, la resistencia cristiana cristaliza en dos focos de los cuales Asturias fue el más precoz.45
El foco asturiano[editar]
Tras la invasión islámica, una minoría cristiana escapó al norte de la península ibérica.24 Del núcleo asturiano surgió una monarquía cuyo poder les permitiría avanzar en los años siguientes hasta la línea del Duero46, entre Oporto y Simancas.47 En el año 718 se sublevó un noble llamado Pelayo (718-37). Fracasó, fue hecho prisionero y enviado a Córdoba (los escritos usan la palabra «Córdoba», pero esto no implica que fuera la capital, ya que los árabes llamaban Córdoba a todo el califato).[cita requerida] Sin embargo, consiguió escapar y organizó una segunda revuelta en los montes de Asturias, que empezó con la batalla de Covadonga en 722.47 Esta batalla se considera el comienzo de la Reconquista. La interpretación es discutida: mientras que en las crónicas cristianas aparece como «una gran victoria frente a los infieles, gracias a la ayuda de Dios»,[cita requerida] los cronistas árabes[cita requerida] la describen como un enfrentamiento con un reducido grupo de cristianos, a los que tras vencer se desiste de perseguir al considerarlos inofensivos. Probablemente fuera una victoria cristiana sobre un pequeño contingente de exploración. La realidad es que esta victoria de Covadonga, por pequeñas que fueran las fuerzas contendientes, tuvo una importancia tal que creó en torno a Don Pelayo, un foco de independencia del poder musulmán que le permitió mantenerse independiente en Oviedo e ir incorporando nuevas tierras a sus dominios. Con Alfonso I de Asturias (739-757) el reino se benefició de las dificultades de al-Andalus44 y de la inmigración de cristianos venidos del valle del Duero, que quedó prácticamente despoblado. Este aporte humano permitió a los reyes de Asturias ampliar sus dominios46.
En cualquier caso, los árabes desistieron de controlar la zona más septentrional de la península,4824 dado que en su opinión, dominar una región montañosa de limitados recursos e inviernos extremos no valía la pena. Además, la fuerte resistencia de los francos en Aquitania y Septimania les impidió destinar fuerzas a la cornisa cantábrica.24 Los cristianos de la zona no representaban un peligro, y controlar el extremo más alejado supondría más costes que beneficios.[cita requerida] Las poblaciones astures y cántabras emprendieron una campaña de resistencia y depredación contra las tierras del Duero.47 El yerno de Pelayo, Alfonso I de Asturias, aprovechó la crisis interna del emirato de Córdoba para extender el control desde Galicia a Álava.47 La sorprendente expansión y consolidación del minúsculo reino con el largo reinado49 de Alfonso II (791-842), quien ya pudo vencer en batalla campal a los musulmanes, recuperó conscientemente la herencia visigoda (officium palatinum), favoreció la creación de monasterios49 y estableció la capital en Oviedo.47 Esta situación preocupó a las autoridades califales, por lo que se llevaron a cabo sucesivas incursiones (en tiempos de Alfonso II, se hizo una cada año en territorio asturiano), pero el reino sobrevivió y se siguió expandiendo, con sonoras victorias como la batalla de Lutos, Polvoraria y la toma de Lisboa en 798. La aparición del presunto sepulcro del apóstol Santiago en Compostela sirvió para fortalecer la identidad e ideología del reino.49
El reino de Asturias era inicialmente de carácter astur, pero fue sometido en sus últimas décadas a una sucesiva gotificación debida a la influencia de los inmigrantes de cultura hispanogoda que huían desde el sur.47 Asimismo, fue un referente para parte del espacio cultural europeo con la batalla contra el adopcionismo, al romper con el obispado de Toledo.47 El reino estuvo por épocas muy vinculado al reino de los francos, sobre todo a raíz del «descubrimiento» del supuesto sepulcro del apóstol Santiago. Esta idea «propagandista» consiguió vincular a la Europa cristiana con el pequeño reino del norte, frente al sur islamizado. La emigración de clérigos mozárabes a Asturias permitió crear la doctrina que consideraba al rey como heredero de los visigodos, con derechos a avanzar hacia el sur sobre los territorios de Al-Andalus. Esta doctrina proporcionó a la nueva monarquía elementos propios de las tradiciones godas.46
Alfonso el Magno reinó cincuenta y un años. En el undécimo de su reinado fue depuesto por un rebelde y recluido en el monasterio de Ablaña. Liberado por un tal Teuda y otros fieles, fue repuesto en el trono del reino de Oviedo. Alfonso hizo en Oviedo una admirable iglesia de piedra y cal dedicada a San Salvador y los doce apóstoles y edificó la de Santa María con sus tres altares. Construyó igualmente la basílica de San Tirso, admirable edificio, y adornó cuidadosamente estas casas de Dios con arcos y columnas de mármol, oro y plata y lo mismo que hizo con los palacios del rey, las decoró con pinturas. Estableció en Oviedo todo el ceremonial de los godos, tal como se había desarrollado en Toledo, tanto en la organización de la Iglesia como en la del palacio.
El foco pirenaico: formación de los reinos[editar]
Se originó a partir de la resistencia carolingia (el caudillo franco Carlos Martel había rechazado la invasión musulmana de Aquitania en la batalla de Poitiers en 732). Posteriormente su sucesor, Carlomagno, trató de hacer retroceder a los musulmanes mediante una expedición en el valle del Ebro, consiguiendo conquistar Barcelona y Gerona. Con todo, la expedición fue un desastre tras la derrota ante los vascones en la batalla de Roncesvalles, tal y como narra la Chanson de Roland. Tras este fracaso creó la Marca Hispánica como barrera defensiva50 (frontera militar del sur), que con el tiempo dio origen a otros focos cristianos en la península: el reino de Pamplona, los actualmente llamados condados catalanes, y los de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza.
Marca Hispánica[editar]
El territorio situado entre el oriente de Navarra y el mar se dividió en condados sometidos a los francos. Los condados catalanes fueron divisiones de la zona occidental de la Marca Hispánica y los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza ocupaban la zona intermedia. Fue una zona de contención militar que tomaron los francos para frenar las incursiones sarracenas. Si bien la intención inicial de estos era llevar las fronteras hasta el Ebro, la Marca quedó delimitada por los Pirineos en el norte y por el río Llobregat en el Sur. Los francos favorecieron la llegada de mozárabes, entre los que surgió con el tiempo un sentimiento contrario al dominio franco. Posteriormente se independizó del dominio franco gracias a la actuación de los condes Aznar Galíndez, conde de Aragón desde 809 hasta 820 y Wifredo el Velloso, que en el año 874 reunió y gobernó de forma autónoma los condados catalanes para legarlo luego a sus descendientes50 Borrell II (947-92) y Ramón Borrell (992-1018).44
En la zona de los condados catalanes, el Condado de Barcelona se convirtió muy pronto en el dominante de la zona. Tras la unión dinástica entre el Reino de Aragón y el conjunto de condados vinculados al de Barcelona, tendría origen la Corona de Aragón, que extendería sus dominios hacia el sur y el Mediterráneo.
El avance cristiano[editar]
El avance de los reinos cristianos en la península ibérica fue un proceso lento, discontinuo y complejo, en el que se alternaron períodos de expansión con otros de estabilización de fronteras y en el que muchas veces los diferentes reinos o núcleos cristianos siguieron también ritmos de expansión distintos, a la vez que se remodelaban internamente, con uniones, divisiones y reagrupaciones territoriales de signo dinástico.También cambiaba internamente la forma y fuerza del poder musulmán peninsular al que se enfrentaban, experimentando diversas fases de poder centralizado y períodos de disgregación.
La expansión conquistadora estuvo salpicada de continuos conflictos y cambiantes pactos entre reinos cristianos, negociaciones y acuerdos con poderes regionales musulmanes y, puntualmente, alianzas cristianas más amplias, como la que se dio en la batalla de Simancas (939), que aseguró el control cristiano del valle del Duero y del Tormes; o la más sonada (por su excepcionalidad) y de más amplios vuelos en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, que supuso el principio del fin de la presencia almohade en la península ibérica. El estudio de tan dilatado y complejo proceso pasa por el establecimiento de diferentes fases en las que los historiadores han establecido perfiles diferenciados en los ritmos y características de conquista, ocupación y repoblación.
Siglos VIII a X[editar]
Derrotado el reino visigodo de Toledo entre el año 711 y el 714,48 al margen de la invasión solo queda una estrecha franja montañosa en el norte peninsular. El principal esfuerzo de estos primeros núcleos de resistencia hasta el siglo x irá dirigido a consolidar nuevas estructuras político-institucionales sobre una realidades socio-económica en transformación (el asentamiento masivo de población huida del avance musulmán), configurando las bases del feudalismo en la península ibérica. Al oeste se afianzó el reino asturiano, extendiéndose entre Galicia, el Duero y el Nervión. Al este la Marca defensiva carolingia germinará en diferentes núcleos cristianos pirenaicos. Su precaria situación quedará demostrada durante el reinado de Abd al-Rahman III (912-961), cuando reconocieron la soberanía del Califato y se convirtieron en estados tributarios.
Durante el siglo ix y a comienzos del x, los territorios cristianos asistieron a un incremento de la población y al desarrollo de la colonización y explotación de tierras. Los avances de las conquistas fueron lentos al principio, durante los últimos años del reinado de Alfonso II (Brañosera, 824), para acelerarse con posterioridad desde mediados del siglo ix, durante los reinados de Ordoño I y Alfonso III (Braga, Tuy, Astorga, León, Amaya, Briviesca, Miranda, Oporto (868), Simancas (889) y Zamora (893).51 En la zona castellana serían incorporadas a territorio cristiano: Clunia, Roa, San Esteban de Gormaz (912) y Osma.51 En el año 914 durante el reinado de Sancho Garcés I se añadiría la zona alta de La Rioja.51
Asturias[editar]
El avance sobre el valle del Duero a lo largo del siglo ix parece confirmar la visión goticista iniciada con Alfonso III el Magno (866-910).[cita requerida] En el año 856 se produce la toma de León, siendo la nueva sede de los monarcas para administrar mejor los nuevos territorios.52 Con Alfonso III la frontera quedó fijada en el Duero gracias a la política de colonización llevada adelante con habitantes de las montañas y huidos cristianos de la zona islámica.46 Las tierras de repoblación pasan a ser propiedad de los labriegos en lo que se conoce como presuras. Estos campesinos llevaban una vida rudimentaria, basada fundamentalmente en la ganadería y agricultura, constituyendo pequeños núcleos.44
El Reino de Asturias tuvo varias escisiones. La primera, a la muerte del rey Alfonso III el Magno, que repartió sus dominios entre tres de sus cinco hijos: García, Ordoño y Fruela. Estos dominios incluían, además de Asturias, los condados de León, Castilla y Galicia y las marcas de Álava y Portugal (esta última, por aqueil entonces, era solo la frontera sur de Galicia). García se quedó León, Álava y Castilla, fundando el Reino de León. Ordoño se quedó Galicia y Portugal, y Fruela se quedó Asturias.
Reino de León[editar]
En la primera mitad del siglo x se llegó a superar la línea del Duero, avanzando hasta Salamanca y Coímbra. En la zona oriental del Duero se produjeron choques más duros contra los musulmanes, entre los que destacamos la derrota de las fuerzas conjuntas de Ordoño II de León y Sancho Garcés I de Pamplona en la Valdejunquera (920) contra el emir Abderramán III y la victoria de Ramiro II (931-951) en Simancas (939).52 Ramiro II repobló Sepúlveda y la cuenca del Tormes. A Ordoño III de León (951-956) sucede Sancho I (956-958) por presiones de la facción navarra, cuya influencia culmina con Ramiro III.
El avance cristiano al sur del Duero no terminó consolidándose a causa de la reunificación de al-Andalus por Abderramán III, que en el año 929 se autoproclamó califa, iniciando el Califato de Córdoba. Será bajo su gobierno que la zona islámica peninsular alcanzará su cenit político, económico y cultural.39 El territorio cristiano sufrió ataques con las aceifas de Almanzor,44 canciller del Califato de Córdoba y hayib o chambelán del califa Hisham II (976-1009). Se perdieron todas las plazas situadas al sur del Duero y la mayoría de las ciudades importantes del norte peninsular, como Santiago, León y Barcelona, sufrieron asaltos y daños importantes.53
Castilla[editar]
Castilla (territorium Castellae) fue mencionada por primera vez en un documento en el año 800.54 Era la zona más oriental de León y expuesta a las incursiones islámicas del valle del Ebro46 y se correspondía al valle alto del río Trueba, al norte de la provincia de Burgos y al pie de la Cordillera Cantábrica.54 Se trataba de un condado poblado fundamentalmente por vascones cristianizados que había ido adquiriendo autonomía a medida que declinaba el poder de los reyes de León. 46 Se fue consolidando un estilo de vida propio de la zona de frontera: una sociedad fuertemente jerarquizada en lo militar (con unos condes muy autónomos con respecto al poder de los reyes de León), habituada a la guerra y al botín por un lado y a las relaciones mercantiles con al-Andalus por otro.55 Se independizó de León con Fernán González (930-970) tras la muerte de Ramiro II en el año 951.46 La expansión castellana, tanto guerrera como pacífica, tuvo como resultado lejano la construcción de un amplio conjunto de territorios desde el Atlántico al Mediterráneo.54 En su avance hacia territorios despoblados del sur durante los siglos ix y x se definirán dos zonas: «Castilla Vieja», que correspondería a los territorios al norte del Duero, y lo que quedaría al sur hasta la Cordillera Central o Extrema Dorii, que durante mucho tiempo conservará un derecho propio y unas instituciones urbanas particulares.56
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El Reino de Pamplona, posteriormente llamado Reino de Navarra, tuvo como origen la propia familia gobernante, que había pactado la expulsión de las tropas francas de Pamplona con los muladíes de Tudela, la familia Banu Qasi50. Su primer rey fue Íñigo Arista (820-851). Tras él, el nuevo reino logró mantener la autonomía con García Íñiguez (851-70) y Fortún Garcés (870-905).44 A principios del siglo x, la familia Jimena sustituye a la Arista y el primer rey es Sancho Garcés I (905-26), que tiene un gran éxito militar.[cita requerida]
Referencia a Sancho Garcés I en la Crónica albeldense (881):
En la era 944 [año 906] surgió en Pamplona un rey de nombre Sancho Garcés. Fue hombre de inquebrantable veneración a la fe de cristo, piadoso con todos los fieles y misericorde con los católicos primidos. ¿A qué decir mucho? En todas sus acciones se mostró magnífico guerrero contra las gentes de los ismaelitas; causó múltiples desastres a los sarracenos. Este mismo conquistó, en Cantabria, desde la ciudad de Nájera hasta Tudela, todas las plazas fuertes. Desde luego la tierra de Degio, con sus villas, la poseyó entera. La tierra de Pamplona la sometió a su ley, y conquistó asimismo todo el territorio de Aragón con sus fortalezas. Luego, tras eliminar a todos los infieles, el vigésimo año de su reinado partió de este mundo.Crónica albeldense (s.XI)57
Le seguirán García Sánchez I (926-70), Sancho Garcés II (970-94) y García Sánchez II (994-1000). La economía del reino estaba basada fundamentalmente en la agricultura y el pastoreo, con algunos contactos comerciales con los musulmanes.44 Pamplona llegó a controlar lo que actualmente es Navarra (su origen), La Rioja (llamado entonces «Reino de Nájera») y lo que en la actualidad es el País Vasco,50 y a unir dinásticamente los condados de Castilla, dependiente de León pero muy autónomo, y Aragón (tras haberse constituido como dinastía hereditaria con el conde Aznar Galíndez), Sobrarbe y Ribagorza en los Pirineos en tiempos de Sancho el Mayor (1004-1035). A su muerte legó su reino patrimonial (el Reino de Pamplona) a García Sánchez III de Pamplona (1035-54), a quien de jure, deberían estar subordinados los tenentes de las otras zonas de su reino: Fernando, que recibió el condado de Castilla, Ramiro, que recibió el condado de Aragón y Gonzalo, el menor de los hermanos, que heredó Sobrarbe y Ribagorza. Tras anexionarse Sobrarbe y Ribagorza en 1045, Aragón se independiza.58
Siglos XI y XII[editar]
La disgregación del Califato en una treintena de taifas, coincidirá con la reorganización y consolidación política de los reinos hispano-cristianos59 y facilitará un lento avance cristiano por la Meseta norte y el valle del Ebro. Ello será financiado con las imposiciones tributarias (parias) a que sometieron a los reinos musulmanes Fernando I de Castilla y León (1035-1065), Sancho Garcés IV de Pamplona (1054-1076), Sancho Ramírez de Aragón (1064-1094) y Ramón Berenguer I de Barcelona (1035-1076),60 convirtiéndolos virtualmente en protectorados. Es un período de europeización,59 con la apertura a las corrientes culturales continentales (Cluny, Císter) y la aceptación de la supremacía religiosa de Roma. La guerra con al-Andalus se plantea ya como una guerra de reconquista, provocando que la frontera adquiera un carácter de provisionalidad permanente.59 El avance castellano-leonés (Toledo, 1085) provocó sucesivas invasiones norteafricanas –almorávides y almohades– que evitaron el colapso de la España musulmana. La repoblación entre el Duero y el Tajo se produce con colonos libres formando concejos con amplia autonomía (fueros), mientras que en el Ebro, los señoríos cristianos explotarán a la población agrícola musulmana.
Aragón[editar]
El Reino de Aragón tiene su origen en un condado perteneciente a la Marca Hispánica. Se uniría al de Pamplona gracias al enlace dinástico de Andregoto Galíndez con García Sánchez I en el año 943.44 Tras la muerte de Sancho III de Navarra en 1035, legó a su hijo Ramiro (1035-63) el dominio del condado de Aragón.58 Tras anexionarse los condados de Sobrarbe y Ribagorza, Ramiro I establecería un reino de facto que comprendía los tres antiguos condados y ocupaba los Pirineos centrales. En 1076, durante el reinado de Sancho Ramírez de Aragón, llegó a anexionarse Navarra. Durante el reinado de Alfonso I el Batallador y tras una dura lucha con las taifas de Zaragoza, el reino aragonés llegó al Ebro, conquistando la capital en 1118. Tras la muerte de Alfonso I, los reinos de Aragón y Navarra se escinden al elegir cada uno a su gobernante.
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Incluye Castilla, León, Navarra y el bajo Aragón. Entre los años 1000 y 1035, Sancho el Mayor somete a la Iglesia a Roma con la reforma benedictina con Cluny como referencia. Tras García Sánchez (1035-54) el reino se divide entre castellanos y aragoneses.44
Castilla[editar]
Tras ser un condado hereditario con Fernán González (923-970), pasa a ser un reino con Fernando I (1032-1065). Le siguen Sancho II (1065-72) y Alfonso VI (1072-1109). Auge del románico.
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