HISTORIA MEDIEVAL
Se denomina Reconquista al período de la historia de la península ibérica de aproximadamente 780 años entre la conquista omeya de Hispania en 711 y la caída del Reino nazarí de Granada ante los reinos cristianos en expansión en 1492. La conquista completa de Granada marca el final del periodo.
La historiografía tradicional utiliza el término «Reconquista» a partir del siglo xix1 para lo que previamente se conocía como «restauración» de los reinos cristianos visigodos, entendida como conquista de nuevos terrenos por unas nuevas monarquías que pretendían restablecer un orden político y religioso preexistente.23
El comienzo de la Reconquista se marca con la batalla de Covadonga (718 o 722), la primera victoria conocida de las fuerzas militares cristianas en la península ibérica desde la intervención militar de las fuerzas combinadas árabe-bereber de 711. En esa pequeña batalla, un grupo liderado por el noble Pelayo derrotó a una patrulla musulmana en las montañas de la cordillera cantábrica y estableció el reino cristiano independiente de Asturias. La Reconquista terminó con la conquista del emirato de Granada, el último estado musulmán en la península, en 1492, la conquista y caída fue precedida por las Capitulaciones de Granada o Tratado de Granada (1491).
Después de 1492 toda la península fue controlada por gobernantes cristianos. La Reconquista fue seguida por el Edicto de Granada (1492) que expulsó a los judíos de Castilla y Aragón que no se convirtieron al cristianismo, y una serie de edictos (1499-1526) que forzaron las conversiones de los musulmanes en España, y en 1609-1610, su destierro. Desde mediados del siglo xix, la idea de una «reconquista» se arraigó en España asociada a su creciente nacionalismo y colonialismo.4
El término «Reconquista» ha sido muy discutido por algunos académicos e incluso su uso ha sido cuestionado por supuestamente no responder a la realidad histórica medieval peninsular.
Reconquista | |||||
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![]() La rendición de Granada, obra de Francisco Pradilla, representa la entrega de las llaves de la ciudad de Granada por el rey musulmán Boabdil a la reina Isabel I de Castilla y al rey Fernando II de Aragón. | |||||
Fecha | 722-1492 (770 años) | ||||
Lugar | Península ibérica | ||||
Casus belli | Invasión musulmana de la península ibérica en el siglo viii | ||||
Resultado | Conquista cristiana de Al-Ándalus | ||||
Beligerantes | |||||
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El término «Reconquista»: historiografía y tradición[editar]
La «Reconquista» constituyó para los distintos reinos y señoríos surgidos en el aislamiento del norte montañoso de la Península un proceso restaurador y liberador, no solo del territorio, sino de la numerosa población cristiana hispano-visigoda (mozárabes),7 que permaneció durante siglos en el territorio ocupado. Resultaban ser los verdaderos herederos del reino visigodo, y su apelación constante al auxilio de los reinos cristianos, suponía para las autoridades musulmanas un problema que surgía periódicamente y que era resuelto con persecuciones y deportaciones de distinto grado.8
Según esta misma visión tradicional la temprana reacción en la cornisa cantábrica en contra del islam (Don Pelayo rechazó a los sarracenos en Covadonga apenas siete años después de que atravesaran el estrecho de Gibraltar), y el rechazo del territorio actualmente francés después de la batalla de Poitiers del año 732, sustentan la idea de que la Reconquista sigue casi inmediatamente a la conquista árabe. Incluso, «gran parte de dicha cornisa cantábrica jamás llegó a ser conquistada»,9 lo cual viene a justificar la idea de que la conquista árabe y la reconquista cristiana, de muy diferente duración (muy corta la primera y sumamente larga la segunda), se superponen. Teniendo en cuenta esta posible superposición, podría considerarse como una sola etapa histórica, sobre todo si tenemos en cuenta que la batalla de Guadalete, la primera batalla por defender el reino visigodo en el año 711, marca el inicio de la conquista musulmana.
Sin embargo, algunos académicos, como los historiadores Abilio Barbero y Marcelo Vigil10, han manifestado que el término de «Reconquista» podría ser inexacto, pues los reinos cristianos que «re-conquistaron» el territorio peninsular se constituyeron con posterioridad a la invasión islámica, a pesar de los intentos de estas monarquías por presentarse como herederas directas del antiguo reino visigodo. Se trataría más bien de un afán de legitimación política de estos reinos, que de hecho se consideraban reales herederos y descendientes de los visigodos, así como de un intento por parte de los reinos cristianos de justificar sus conquistas, por otro lado esta versión choca con el hecho indiscutible de la finalidad religiosa de la reconquista por restablecer el catolicismo en toda la península.11
Por otro lado, el término parece confuso, considerando que tras el derrumbe del Califato a comienzos del siglo xi, los reinos cristianos optaron por una política de dominio tributario –parias– sobre las taifas en lugar de una clara expansión hacia el sur, y las pugnas entre las diferentes coronas –y sus luchas dinásticas–, que solo alcanzaron acuerdos de colaboración contra los musulmanes en momentos puntuales.
Durante el Siglo de Oro algunos poetas definieron y denominaron a los españoles como «godos» (como dijo Lope de Vega: «eah, sangre de los godos»),12 y durante las guerras de independencia en América, eran también así llamados por los independentistas americanos (de ahí procede el uso despectivo que se emplea en Canarias para referirse al español peninsular). Es por ello, que los críticos del término lo consideran un concepto parcial, pues solo transmite la visión cristiana y europea de este complejo proceso histórico, soslayando el punto de vista de los musulmanes andalusíes; también puede decirse que en el lado cristiano existía conciencia de «reconquista».13
El debate historiográfico sobre la «Reconquista»[editar]
En su España invertebrada (1922), José Ortega y Gasset, desde la filosofía afirmaba que «Un soplo de aire africano los barre [a los visigodos] de la Península (...) Se me dirá que, a pesar de esto, supimos dar cima a nuestros gloriosos ocho siglos de Reconquista. Y a ello respondo ingenuamente que yo no entiendo cómo se puede llamar reconquista a una cosa que dura ocho siglos»1415. Eloy Benito Ruano, medievalista español, contradijo a Ortega afirmando que la larga duración, ochocientos años, no es un argumento de peso para invalidar la Reconquista como fenómeno: «Argumento que, a nuestro juicio, puede rebatirse con la invocación de tantos procesos y fenómenos históricos como pueden ser, en sus diversas proporciones, el cristianismo, el feudalismo, la institución monárquica... Sujetos todos hoy incluibles en la moderna concepción braudeliana (de Braudel) de la longue durée.16»
En 1965 los historiadores Marcelo Vigil y Abilio Barbero de Aguilera propusieron que los pueblos del norte peninsular presentaban en la Alta Edad Media un bajo nivel de romanización y cristianización. Según estos autores, estos pueblos, que habían resistido tanto a romanos como visigodos, rechazarían del mismo modo la invasión árabe. Teniendo esto en cuenta, estos autores afirmaron que: «el fenómeno histórico llamado reconquista no obedeció en sus orígenes a motivos puramente políticos y religiosos (...). Debió su dinamismo a ser la continuación de un movimiento de expansión de pueblos que iban alcanzando formas de desarrollo económico y social superiores».17 Aunque tuvo cierta acogida entre algunos historiadores españoles del momento como José Luis Martín Rodríguez,18 otros como Claudio Sánchez-Albornoz rechazaron esta propuesta desde el mismo momento de su publicación.19 En 1992, José Miguel Novo Güisán publicó un trabajo donde afirmaba que sí había un alto grado de romanización en los pueblos del norte peninsular ya en el Bajo Imperio Romano, contradiciendo la propuesta de Marcelo Vigil y Abilio Barbero.20
Escritores como Ignacio Olagüe Videla, en La revolución islámica en Occidente (1974), consideran que la invasión militar árabe es un mito y sostienen que la creación de Al-Ándalus fue el resultado de la conversión de gran parte de la población hispana al islam.21 Estas tesis han sido estudiadas por el conocido arabista González Ferrín en su obra Historia general de Al-Andalus, en la que sobre la Reconquista dice «que en verdad nunca existió». También plantea que al-Ándalus «constituye un eslabón insustituible de la historia europea». Olagüe afirma en La revolución islámica en Occidente: «Creen los historiadores que ha sido invadida España por unos nómadas llegados desde el Hedjaz, sin habérseles ocurrido medir en un mapa el camino que era menester andar, ni tampoco estudiar en obras de geografía los obstáculos que era necesario vencer en tan larguísimo viaje».21 Las hipótesis de Olagüe no cuentan con ningún apoyo significativo en la historiografía actual.22 La obra de Olagüe ha sido calificada de «historia ficción» y rechazada en círculos académicos.23 La arqueología y los textos antiguos desmienten esta teoría, ya que son abundantes las fuentes clásicas y los restos arqueológicos que prueban que la conquista islámica fue violenta, con numerosas batallas y asedios, con poblaciones enteras exterminadas por los ejércitos islámicos, como en Zaragoza o Tarragona durante la Conquista del norte. Además, tanto en fuentes cristianas como musulmanas, aparecen numerosas citas acerca de los elevados impuestos especiales que debían pagar solo los no musulmanes, como la gizya, harag, así como leyes que tratan con inferioridad a los no musulmanes.
Los medievalistas franceses Charles-Emmanuel Dufourcq y Jean Gautier-Dalché, en su obra La España cristiana en la Edad Media (1983) califican al proceso de conflictos entre cristianos y musulmanes como reconquista24:
Entre los siglos viii y xv, la historia de la Península Ibérica es en gran parte la historia de la lucha contra los musulmanes a cargo de estos núcleos preislámicos que no habían sido sometidos o que habían escapado pronto a su dominio: núcleos que se consolidaron poco a poco como Estados, recibiendo cada uno un nombre particular. Por el contrario, sus habitantes llamaron Spania a toda la zona —cualquiera que fuese su variable extensión— que el islam dominaba; los árabes, por su parte, la designaban con el nombre de Al-Andalus. La lucha entre ambas partes de la Península —es decir, la cristiana, fragmentada, y la musulmana, tan pronto unida como desmenuzada en diversos reinos— se convirtió en la reconquista: se entiende, reconquista de la parte musulmana por los cristianos.Charles-Emmanuel Dufourcq y Jean Gautier-Dalché, La España cristiana en la Edad Media (1983)24
Derek William Lomax, escritor e hispanista británico especializado en la literatura medieval española, escribió en su libro La Reconquista (1984)25:
La Reconquista es un marco conceptual utilizado por los historiadores. Pero, a diferencia del concepto de Edad Media, no se trata de un concepto artificial. Por el contrario, la Reconquista fue una ideología inventada por los hispano-cristianos poco después del año 711, y su realización efectiva hizo que se mantuviera desde entonces como una tradición historiográfica, convirtiéndose también en objeto de nostalgia y en un cliché retórico de los publicistas tanto tradicionales como marxistas.25
El catedrático arabista Serafín Fanjul, en sus libros Al-Andalus contra España (2000) y La quimera de Al-Andalus (2004), desmonta los mitos de una invasión poco violenta, la idealización de la convivencia de culturas o religiones en Al-Ándalus y usa el término reconquista, entendiéndolo como la recuperación por parte de las comunidades cristianas del territorio invadido por los musulmanes. En Al-Andalus contra España, Fanjul afirma: «Pero será en el reinado de Alfonso III (866-911) y al socaire de la incipiente reconquista, cuando la Crónica profética anuncie ya la vuelta del reino de los godos y la recuperación de todo el suelo de España bajo la égida del mismo rey».26
Eloy Benito Ruano, historiador medievalista español, escribió en el año 2002: «Exaltada en general su valoración a lo largo de los siglos, tanto por su propia cronística como por la simple intuición de la masa española, esta versión ha venido siendo objeto de un generalizado en ingenuo (sincero) "patriotismo", por lo general perfectamente lícito». Sobre las reacción en contra de la visión tradicional de la Reconquista, opina que no son argumentos válidos la larga duración del proceso, ya que otros fenómenos de la historia han sido igual de largos, ni la supuesta ausencia de una ideolgía reivindicadora en la élite, ya que estuvo presente por escrito a partir de la Crónica albeldense (año 833), ni la falta de continuidad en el proceso, ya que el espíritu de confrontación, según su opinión, siempre estuvo presente. Eloy cita a la historiadora francobelga Adeline Rucquoi «La Reconquista es una realidad y tiene su historia»16.
Julio Valdeón Baruque, medievalista y catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid, define la Reconquista en su obra El concepto de España (2006) como «recuperación»:
El término «Reconquista», como es sabido, se refiere a la actividad militar desarrollada por los combatientes cristianos a lo largo de los diversos siglos de la Edad Media, con la finalidad de recuperar todos aquellos territorios que cayeron, durante las primeras décadas del siglo viii, en poder de los invasores musulmanes procedentes de las tierras occidentales del norte de África. De hecho, con la excepción de los territorios situados al otro lado de la Cordillera Cantábrica y de los montes Pirineos, el resto de la península Ibérica, así como las tierras adyacentes (islas Baleares), habían sido ocupadas con una gran facilidad por los ejércitos islamitas. De todos modos, el término «Reconquista», que quiere decir recuperación, y no descubrimos con ello ningún secreto, solo es aplicable al ámbito de la España cristiana y no tiene ninguna relación con lo sucedido en aquellos tiempos en los territorios de al-Andalus.Julio Valdeón Baruque, La Reconquista: El concepto de España (2006)9
El historiador Domínguez Ortiz, en su trabajo España. Tres milenios de historia (2000), explica lo dilatado del proceso con una falta de solidaridad del mundo cristiano en la causa peninsular frente a los musulmanes: «La Conquista y posterior Reconquista (...) cuatro años de Conquista, seis siglos de Reconquista. (...) una disimetría tan llamativa ha de buscarse no sólo en la diversa actitud de las poblaciones concernidas, sino en una mayor solidaridad de los musulmanes a uno y otro lado del Estrecho frente a la ayuda muy escasa (...) que a la España cristiana llegó a través de los pasos pirenaicos».27
Los medievalistas García de Cortázar y Sesma Muñoz, en su trabajo Manual de Historia Medieval (2014), señalan: «Entendido como un proceso de colonización, la Reconquista fue resultado de una combinación de estímulos demográficos, económicos, ideológicos, políticos y militares, y se desarrolló entre comienzos del siglo xi y finales del XIII».28
El medievalista español Ladero Quesada opina sobre el término reconquista que, aunque la palabra comenzó a usarse a comienzos del siglo xix, ya existía una ideología afín a este concepto empleada por las monarquías de los reinos medievales cristianos en su avance peninsular29:
Aunque la palabra «reconquista» es un neologismo, difundido en los primeros decenios del siglo xix, el concepto ha sido un núcleo principal de interpretación de la historia española, desde el siglo xii, e incluso antes, hasta tiempos recientes. (...) el concepto de recuperación/restauración fue el motor ideológico y el elemento de propaganda más importante de los utilizados por los dirigentes de los reinos de España en los siglos medievales, y, segundo, que, evidentemente, las guerras de conquista, los procesos de colonización y la condición de tierras de frontera marcaron durante siglos la realidad de aquellos reinos.Miguel Ángel Ladero Quesada, La formación medieval de España, 2014 29
Y en su obra Lecturas sobre la España histórica (1998), Ladero sentencia30:
«Actualmente, muchos consideran espurio el término Reconquista para describir la realidad histórica de aquellos siglos, y prefieren hablar simplemente de conquista y sustitución de una sociedad y una cultura, la andalusí, por otra, la cristiano-occidental; pero aunque esto fue así, también lo es que el concepto de Reconquista nació en los siglos medievales y pertenece a su realidad en cuanto que sirvió para justificar ideológicamente muchos aspectos de aquel proceso».Miguel Ángel Ladero Quesada Lecturas sobre la España histórica (1998) p.33430
Manuel González, historiador español, señaló en 2005: «La Reconquista en manos de unos y de otros se había convertido en un tópico retóricamente exaltado y objeto de culto o en uno de esos conceptos que había que extirpar y combatir. Creo que ambas posturas son igualmente erróneas, porque ambas adolecen del mismo defecto: el de reducir la enorme complejidad del hecho histórico de la Reconquista a una sola de sus múltiples facetas». Y sentencia: «La idea de reconquista, a despecho de modernas teorías y hasta el descrédito que en determinados círculos académicos e intelectuales haya podido tener o tenga, sigue en pie»31.
Federico Ríos Saloma, doctor en Sociedad y cultura medieval, afirma en un artículo publicado en 2008 que el concepto de reconquista apareció por primera vez en 1646 en la obra Histórica relación del Reyno de Chile y de las misiones y ministerios que exercita la Compañía de Jesús. Aunque reconoce que en la Crónica profética del año 883 ya se plantea un deseo de expulsión de los musulmanes de la península ibérica, opina que el proyecto de Alfonso III tenía más un carácter más restaurador que de recuperación. Federico señala tres corrientes actuales en el debate en torno a lo que fue la reconquista: La primera corriente está representada por Derek Lomax y Manuel González. Consideran que la conquista militar del territorio andalusí debía interpretarse como una reconquista, ya que desde el reinado de Alfonso III "la reconquista era algo más que un proyecto nebuloso" y, además, un hecho histórico con una dimensión espiritual, material y económica. La segunda corriente es defendida por Thomas Deswarte: deduce que la conquista militar fue una fase previa a la restauración política y eclesiástica promovida por los monarcas astur-leoneses, aferrados a una concepción singular del mundo por la herencia política visigoda y con elementos del pensamiento tardo-romano y agustiniano. La tercera corriente, concebida desde un enfoque materialista (marxista), se halla representada por Abilio Barbero, Marcelo Vigil, José María Mínguez y Joseph Torró, y entiende la conquista militar de al-Ándalus como una fase más del proceso general de expansión del Occidente cristiano ocurrido a lo largo de los siglos del alto y pleno medievales32
En 2010 Eduardo Manzano Moreno destacó que las crónicas de la época de Alfonso III de Asturias se escribieron en un momento —la segunda mitad del siglo ix y principios del siglo x— en el que Al-Ándalus estaba atravesando una profunda crisis, lo que les hizo pensar a los cronistas que el fin de la presencia musulmana en la península ibérica estaba cerca. «Cuando esas circunstancias se frustraron, el programa se reajustó de acuerdo con las nuevas condiciones que la historia de los siglos posteriores fue aportando, aunque es evidente que la idea de "pérdida" y de "recuperación" de lo perdido siguió estando presente a lo largo de los siglos». Pero esas menciones posteriores «atenuaron muy considerablemente el componente religioso. Así, en pleno siglo XIV don Juan Manuel decía que hay guerra entre los cristianos y los moros y la habrá hasta que hayan tomado los cristianos las tierras que los moros tienen capturadas, pero negaba que el conflicto tuviera un trasfondo religioso ya que ni por la ley, ni por la secta que tienen [los moros] habría guerra entre ambos».33
Años más tarde, el mismo Eduardo Manzano Moreno defendió que el término «reconquista» presupone equivocadamente la continuidad entre los reinos y condados cristianos del norte y la Monarquía visigoda anterior a la conquista musulmana de la península ibérica, con lo que Al-Ándalus habría sido simplemente un paréntesis histórico en la evolución peninsular. Este historiador también cuestiona el uso del término «repoblación» pues añade la noción de que Al-Ándalus «fue convenientemente borrado de manera súbita y radical después de la ocupación cristiana». Así, Manzano Moreno propone abandonar el binomio «reconquista»/«repoblación» para referirse a la expansión cristiana, lo que «no implica ―matiza― que la ocupación de enclaves y territorios no alterara sustancialmente situaciones previas, ni que hubiera importantes abandonos de ciertos enclaves, ni que, en fin, se impusieran formas de encuadramiento nuevas que acabaron configurando los caracteres presentes en las sociedades bajomedievales. Hubo, pues, ciertas continuidades, pero también cambios dramáticos, y estos últimos no hicieron más que incrementarse con el paso del tiempo hasta llegar a hacer irreconocible la antigua sociedad andalusí».34
En 2018 la revista Al-Ándalus y la historia organizó un debate sobre el uso término «Reconquista» en el que participaron Alejandro García Sanjuan, de la Universidad de Huelva, y Carlos de Ayala Martínez, de la Universidad Complutense de Madrid. El primero rechazó el uso del término debido a su carga ideológica «nacional-católica» que imposibilita su aplicación a la realidad medieval peninsular.6 El segundo, tras reconocer las limitaciones que plantea el uso del término, defendió su validez entendido, no como un hecho histórico, sino como la ideología que crearon los reinos cristianos del norte para legitimar sus conquistas sobre el territorio andalusí.5
Por otro lado, para los cristianos peninsulares la reconquista no terminó con la conquista de Granada, sino que continuó en el norte de África septentrional. Con el objeto de "restituir" el territorio de la Mauritania hispana35 que era parte de Hispania desde la división de Diocleciano. Las conquistas de los Reyes Católicos en el norte de África (Melilla, Cazaza, Mazalquivir, Orán), y anteriormente las de los reyes portugueses, (Ceuta, Tánger) estaban también basadas en el mismo principio de restauración36. Sin embargo, la historiografía romántica española del siglo XIX omitió la continuidad que tenía para los cristianos peninsulares el norte de África restringiendo el concepto de Hispania a "la península" y como consecuencia que la reconquista terminó cuando se tomó la ciudad de Granada.
El hispanista británico Henry Kamen niega el término Reconquista alegando que «ninguna campaña militar dura ocho siglos» y que el término no aparece hasta 1796 cuando lo empiean a usar los conservadores «para subrayar la supuesta gloria de España, usando un concepto equivocado para servir a una ideología».
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