La Esfinge de Agost, presenta la postura propia del arte escultórico ático arcaico, donde las esfinges al igual que los leones suelen tener la cabeza mirando al frente, el cuerpo de perfil y la cabeza ya plenamente humana predominando sobre el aspecto felino del cuerpo. Esto, junto al el hecho de estar estrechamente relacionada con otra esfinge hallada en el Pireo y conservada en el Museo Nacional de Atenas, permite datarla entre 570 y 545 a. C. y clasificarla según G.M.A. Righter.
Sin embargo ciertas características de las mismas delatan su raíz ibera. De una parte, la esfinge de Agost debía estar adosada a un muro mientras que las griegas son exentas y, por otra, la cola se introduce entre las ancas, como ocurre con los leones, mientras que en las piezas griegas se dobla sobre sí misma y deposita el extremo, ancho y apuntado sobre el muslo. Está expuesta en el Museo Arqueológico Nacional de España, en Madrid.
La esfinge es una figura que tiene el cuerpo de un león alado, la cabeza de una mujer y cola de serpiente, «es conocida desde la Edad del Bronce en Mesopotamia y Egipto, siendo este último lugar donde parece tener su remoto punto de origen».1 La esfinge masculina en Egipto juega el papel de guardián en el mundo de los muertos. La esfinge femenina ya aparece en Egipto en la dinastía IV, representando a la reina Hetepheres II y fue encontrada en el complejo funerario de Dyedefra en Abu Roash (ca. 2550 a.C.)
Los ejemplos orientales y los griegos empezarán pronto a diferenciarse y evolucionarán autónomamente. En este proceso se aprecia como en el arte griego el aspecto humano de la esfinge irá ganando importancia y la postura más frecuente será la sentada Se cree que se trata de una esfinge que se ubicó en una tumba íbera, porque la esfinge como objeto funerario estaba destinado a guardar y defender a los muertos a los que podía transportar al mundo de ultratumba. Las características de la obra revelan la mano de un artista indígena imbuido de las creencias griegas sobre el mundo de los difuntos que no hubiera visto directamente el modelo que quería reproducir.
Características técnicas[editar]
- Medidas: 82 cm de altura, 56 de anchura y 26 de fondo.
- Tiene pequeñas erosiones y mutilaciones.
- Pilar funerario.
- Estilo ibero-arcaico con influencias helénicas.
- Tallado en piedra caliza.
- Figura con forma de esfinge.

Fue encontrada junto a otra esfinge custodiada en un museo parisino y un toro, del cual se perdió la pista después del hallazgo, el año 1893, en el yacimiento arqueógico de El Camp de l'Escultor, en el término municipal de Agost, provincia de Alicante.
La Esfinge de Haches es una escultura ibérica encontrada en la pedanía de Haches, dentro del término municipal de Bogarra, en la provincia de Albacete. Fue encontrada, de manera casual, a los pies de la torre almohade de Haches. Ha sido datada en el siglo VI a. C. y se encuentra depositada en el Museo Arqueológico de Albacete desde 1945.
Por su enigmática sonrisa ha sido calificada como la Gioconda Ibérica.
Descripción[editar]
Escultura animalística y fabulosa, de carácter apotropaico, propia de la escultura ibérica está representada por esta esfinge, cuya estructura cúbica y visión central la acercan más al altorrelieve.
Es un sillar con talla en alto relieve, en el que la figura aparece en reposo. El rostro es trasunto de una figura arcaica griega, aunque el cuerpo muestra el carácter indígena de esta esfinge que debió tener un significado de protector de una tumba. Se fecha en el siglo VI a. C.
Representa la mítica figura con garras de león, cuerpo de ave y cabeza de mujer, donde la sonrisa arcaica de sus labios, y el trenzado de su pelo recuerdan a la escultura griega.
Se trata de una figura alada y se estima que estaba asociada a un contexto funerario. Representa un ser mitológico, cuya cabeza está girada hacia la derecha, rompiendo el perfil del cuerpo. El cuerpo corresponde a un animal cuadrúpedo en reposo mientras que la cabeza, que mira al espectador, es de mujer.
Los investigadores han hallado ciertos relaciones culturales entre los antiguos pobladores de este territorio y los pueblos del Mediterráneo oriental. La estética de figuras como ésta, las esfinges gemelas de El Salobral o la Bicha de Balazote responden al tipo griego arcaico.

El grifo de Redován es una escultura ibera que fue encontrada en el municipio español de Redován, provincia de Alicante, concremente en el paraje conocido cómo El Mulagar, en el año 1893 en el curso de unas excavaciones llevadas a cabo por Valeriano Aracil.1
Es una imagen de un ser mitológico mitad hombre mitad águila. La obra representa un “grifo” o animal fantástico, con ojos saltones, fauces abiertas en forma de pico, grandes cejas unidas, simulando una palmeta protohelénica, chipriota o fenicia, y en la cerviz, cresta denticulada, flanqueada por sendos cuernos caprinos.
Esta escultura fue exhibida en Museo del Louvre, hasta que fue devuelta a España en el año 1941.2 Actualmente se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional.2
Algunos expertos la sitúan con ciertos rasgos que podrían señalar que el escultor que la esculpió pudiera ser el mismo que realizó la Dama de Elche.

El conocido como León de Bienservida (también León de Huerta Bayonas) es una escultura zoomorfa ibérica hallada en 1893, de manera accidental, en el paraje de Huerta Bayonas en Villarrodrigo (Jaén) y trasladada a la contigua población albaceteña de Bienservida, de la que recibe el nombre.
La pieza fue hallada por unos campesinos durante unas tareas agrícolas y resultó mutilada. Estos trabajadores comunicaron el hallazgo a don Antonio Pretel, dueño de la finca de Huerta Bayonas, contigua al término de Bienservida, y éste la llevó a su domicilio particular, en dicha población albaceteña, para ser custodiada. Hacia 1941 fue donada al Museo Arqueológico de Albacete donde hoy está depositada.
Características[editar]
Como en otras esculturas iberas, hay que resaltar su carácter psicopompo y apotropaico, es decir, de conductor del alma y defensor del difunto y su memoria, propio del simbolismo oriental. Sin embargo, es muy notable la existencia, bajo las patas del león, de una cabeza humana cortada, puesto que el culto al cráneo, derivado de la temática de la cabeza trofeo, suele ser más común en ambientes celtas.

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