Vellica fue una importante ciudad fortificada de los antiguos cántabros vellicos, a cuyos pies, en el llano, según Floro1 y Orosio2 hubo una formidable batalla entre cántabros y romanos durante las guerras cántabras. Su localización es incierta. Para algunos historiadores debería corresponder con el castro de Monte Cildá, en Olleros de Pisuerga (Palencia), relacionándola con la mansio Villegia recogida en el Itinerario de Barro, mientras que otros la localizan en la zona de Riaño (León) y en Espinosa de los Monteros (Burgos), cuya tradición sitúa Vellica como asentamiento primitivo de la localidad. También se ha sugerido que Vellica y Bergida son la misma ciudad.34
Según Joaquín González Echegaray esta ciudad correspondería con la fortificación de Monte Cildá, «donde apareció una inscripción que cita al clan de los Vellicum», y que «tuvo que ser conquistada por los romanos al penetrar desde el sur, después del castro de Peña Amaya y antes de Monte Bernorio».5
Fue tomada por los romanos durante la Batalla de Vellica (25 a. C.) y destruida.
En el siglo V los habitantes de la ciudad, entonces extendida por el llano, fortificaron precipitadamente en las alturas el antiguo castro ante el derrumbe del Imperio romano y temeroso de las invasiones de los pueblos del norte de Europa. Este suceso coincide también con los vestigios hallados en el Yacimiento de Monte Cildá.
El Conjunto Arqueológico formado por los yacimientos de La Espina del Gallego, Cildá, el Cantón y Campo de Las Cercas es un Bien de Interés Cultural de Cantabria, con la Categoría de Zona Arqueológica declarado por Decreto 70/2002, el 6 de junio. Se distribuye por los términos municipales de Corvera de Toranzo, Anievas, Arenas de Iguña, Molledo, San Felices de Buelna y Puente Viesgo.
Los yacimientos arqueológicos de La Espina del Gallego, Cildá, El Cantón y Campo de las Cercas forman un conjunto estrechamente vinculado que ha sido interpretado como un campo de operaciones militares de montaña durante las guerras cántabras, que se desarrollaron entre el año 29 a. C. y el 19 a. C. Son, en realidad, cuatro yacimientos diferenciados, con discontinuidad entre ellos. Las primeras excavaciones fueron llevadas a cabo por equipos dirigidos por el arqueólogo santanderino Eduardo Peralta Labrador.

La Espina del Gallego[editar]
El yacimiento de La Espina del Gallego constituye un castro indígena, reocupado y fortificado por una guarnición militar romana en el transcurso de las guerras.
El yacimiento de La Espina del Gallego se ubica en la cumbre de la misma denominación a 965 msnm, en la sierra que conforma la divisoria de los valles de Toranzo e Iguña (términos municipales de Corvera de Toranzo, Anievas y Arenas de Iguña). Se han documentado estructuras pertenecientes a dos momentos de ocupación que se corresponderían con el castro indígena y con la ocupación posterior por parte de una guarnición militar romana. El castro indígena tiene una forma triangular con tres líneas defensivas, en las que se han identificado rampas, portillos y un posible foso. En las últimas campañas arqueológicas se han localizado estructuras castreñas de planta rectangular. A época romana corresponderían un posible barracón romano de 100 metros de largo por cinco de ancho, otro edificio no identificado, un horno de fundición y un camino empedrado. Como materiales arqueológicos hallados cabe resaltar un tesorillo de denarios de época republicana principalmente del siglo I a. C., materiales metálicos, un camafeo de cornalina y cerámica romana común.
Los otros yacimientos[editar]
Los yacimientos de Cildá, El Cantón y Campo de las Cercas representan campamentos romanos de asedio del castro de distinta naturaleza y tamaño.
Cildá[editar]
El yacimiento de Cildá se localiza en el monte del mismo nombre, en la divisoria de los términos municipales de Arenas de Iguña y Corvera de Toranzo a 1064msnm, unos dos kilómetros al sudeste del castro de La Espina del Gallego. Se han documentado estructuras defensivas complejas propias de los campamentos militares romanos de montaña. Su estructura es irregular debido a la necesidad de adaptarse al terreno. Gracias a la prospección arqueológica se detectaron líneas defensivas de terraplenes y fosos de tierra que correspondían a un campamento romano de grandes dimensiones. La superficie del campamento ocuparía entre veintidós y veinticinco hectáreas, aunque la zona central propiamente campamental tendría una extensión de cinco hectáreas. En ella se han descubierto y excavado los caminos empedrados correspondientes a la via praetoria y a la via principalis. Las sucesivas campañas arqueológicas han mostrado estructuras de tipo barracón en el área central, posibles plataformas para armamento, puertas en clavícula, estructuras tumuliformes, etc. Como materiales arqueológicos recuperados figuran diversas piezas metálicas de carácter militar romano.
El Cantón[editar]
El yacimiento conocido como El Cantón se localiza en el paraje del mismo nombre, en el monte denominado Cotera Redonda (en la divisoria de los términos municipales de Arenas de Iguña y Molledo). Desde El Cantón se divisa el castro de La Espina del Gallego, que queda a unos dos kilómetros y medio al Nordeste, y a unos tres kilómetros y medio al Este se divisa el campamento de Cildá. Se trata de un campamento romano de pequeñas dimensiones y forma circular, de menos de una hectárea de superficie. Posee una estructura defensiva formada por un agger de tierra y piedra suelta y un foso delante de él. Se han documentado dos puertas en clavícula. El yacimiento ha sido atravesado por una pista cortafuegos que divide en dos la superficie del campamento en dirección Suroeste-Noroeste, y marca el límite de la replantación de pinos que ocupa una tercera parte del campamento. Se han hallado fragmentos de materiales metálicos, así como molinos.
Campo de las Cercas[editar]
El yacimiento de Campo de las Cercas se localiza en la divisoria de las cuencas del Pas y del Besaya, en una estribación denominada La Collada (en la divisoria de los términos municipales de Puente Viesgo y San Felices de Buelna). Se trata de un recinto campamental romano de grandes dimensiones. En realidad se caracteriza por la presencia de dos recintos adosados de planta rectangular y esquinas redondeadas. Su extensión es de unas dieciocho hectáreas. Las estructuras defensivas se componen de atrincheramientos rectilíneos, sistemas de fosos, puertas en clavícula, etc. Se han recuperado diverso material arqueológico metálico, como fíbulas, monedas y un glande de plomo de honda.
Corocotta o Cocorotta, fue un personaje de la Antigüedad (siglo I a. C.), cuya existencia se conoce únicamente por una sola cita del historiador romano Dión Casio que, según la traducción más difundida, la de Adolf Schulten, reza así:
Irritóse tanto [Augusto] al principio contra un tal Corocotta, ladrón hispano muy poderoso, que hizo pregonar una recompensa de doscientos mil sestercios a quien lo apresase; pero más tarde, como se le presentase espontáneamente, no solo no le hizo ningún daño, sino que encima le regaló aquella suma.Dión Casio 56, 43, 3 (traducción de A. Schulten en Fontes Hispaniae Antiquae, vol. V, Barcelona, 1940, p. 335)

Controversia sobre el personaje[editar]
Desde que Adolf Schulten publicó su tesis de que Corocotta fue un importante héroe de la resistencia ante Roma, un caudillo local durante las guerras cántabras de Augusto, basada en su interpretación de la única cita disponible sobre el personaje (Dión Casio LVI, 43, 3), fue ésta la que se impuso sin discusión en la bibliografía experta, cántabra y española, lo que ha motivado que hoy en día Corocotta incluso tenga una importante presencia social y cultural en Cantabria, así como en Internet.
La tesis cantabrista[editar]
La tesis tradicional presenta a Corocotta como héroe de la resistencia contra Roma, como unificador y caudillo local durante las guerras cántabras de Augusto.
Según Adolf Schulten, Corocotta luchó en las guerras cántabras contra Roma durante los años 29 a 19 a. C. Al mando de las unificadas tribus de la región, causó numerosos problemas al ejército romano. Fue tal su fama que durante la campaña del emperador Augusto en Hispania, entre los años 26–25 a. C., éste puso el precio de 200.000 sestercios a su cabeza. Fue el propio Corocotta el que se presentó en el campamento para cobrar la recompensa, ante el asombro del emperador, el cual, ante su gesto de valentía, le dejó marchar libre tras otorgarle la recompensa.
Adolf Schulten argumenta su tesis en el hecho de que:
Dión lo refiere con ocasión de la muerte de Augusto en el año 14 después de Jesucristo para demostrar su clemencia. Tratándose de una guerra en Iberia, y no habiendo habido en Iberia otra en tiempo de Augusto que la cantabro-astúrica, este Corocotta debe haber sido algún jefe de los Cántabros o Astures. Y como Corocotta se rindió al propio Augusto, debe situarse el suceso en los años 25-26, es decir, cuando Augusto personalmente estaba en CantabriaAdolf Schulten, Los Cántabros y Astures y su Guerra con Roma, Madrid, 1962.
También según Adolf Schulten, «su nombre más bien parece céltico, con la raíz Coroc-, que se encuentra en los nombres Coruc-us, Coroc-aucus en Lusitania, donde existe también Corocuta (CIL, II, 550), que viene a ser lo mismo que Corocotta.» Y es usado en el británico en la misma formación Carataco, otro caudillo guerrero durante la conquista de Britannia. Abundando en esta cuestión, la raíz C(o)ro(c)- la encontramos en la epigrafía peninsular bajo diversas variantes:
Coroc-: Chaves (Port.)
Coroc-uta: Mérida (Badajoz)
Coroc-(a)udius y Coroc-audi: Bragança (Port.)
Croc-i: Bragança y Valpaços (Port.)
Croquet-a Ciempozuelos,Valdemoro y Titulcia (Mad.)
Croc-(a) Castro del Parque Olimpia (Mad.)
Estas tesis son seguidas por autores contemporáneos como Joaquín González Echegaray (Los Cántabros, 1997) o Eduardo Peralta Labrador (Los cántabros antes de Roma, 2000), que añade como evidencia el hecho de que:
El nombre del caudillo cántabro Corocotta es de la misma raíz que la del dios (Corono), por lo que cabe suponer que el jefe cántabro se sintiese especialmente vinculado al arquetipo divino cuyo comportamiento imitaba al frente de sus tropas (el segundo elemento de su nombre es el celta "cotto", "viejo".Los cántabros antes de Roma, pág. 226
Asimismo Coronus es el nombre de un dios guerrero frecuente en Hispania y también, CORONA, el de un soldado de la Legio VII Gemina (267 p. 49). Su radical, coro-, es probable que porte la raíz indoeuropea *koros, presente en el céltico corio ‘tropa’ (TLG 57) y en el antiguo irlandés cuire... véase el término Coroña (toponimia asturiana).
El investigador cántabro Jesús Maroñas, acerca de la segunda parte del nombre Coro-cotta da la siguiente explicación: Por un lado conocemos la voz céltica kottos "viejo", atestiguada en antropónimos como Cottus, Cotta, Cottius, Cotthios, y algunos derivados como Cottilus o en el nombre de alguna tribu, caso de los Ate-cotti "lo más viejos", etc.
El céltico kottos sobrevive en: bret. coz; y ant. córn. coth "viejo".
1.- El significado no ha de tomarse siempre literalmente, ya que "viejo" equivale a "veterano" o "respetable", puesto que en el caso de los cántabros sabemos que los ancianos eran muy respetados dentro de su sociedad.
2.- Por otro lado, el celta conoce también la voz kutios "nombre del sexto mes del año", que en el calendario de Coligny aparece mencionado entre los de Ogronn- y Giamonios, mencionado en nominativo (gutios, cut-) y en genitivo (cutio, qutio, quti). La alternancia sorda/sonora inicial K-/G-) es frecuente en otros casos hallados en el mismo calendario.
El vocablo kutios pervive en el antiguo irlandés guth, "voz", y el galo gutuater, "el que invoca".
Por tanto sería Corocotta "la voz, el guía, ¿el que convoca... al ejército"?
La tesis norteafricana[editar]
La tesis norteafricana es la mantenida por Alicia M. Canto en los años 2004-2005.1 Esta autora ha venido sosteniendo que Corocotta no fue ni cántabro ni héroe, ni tuvo papel alguno en las guerras cántabras, sino un afamado y audaz ladrón, de probable origen norteafricano. Para ello se basa en distintos argumentos, entre los cuales figuran los siguientes:
- Una traducción del texto griego de Dión Casio más exacta que la hecha por Schulten (cf. arriba) pone en evidencia que Dión no le define en realidad, como se viene repitiendo, como "bandolero español" o "bandido hispano", sino como "cierto bandido en Hispania" (tína lestén én Ibería), lo que no solo no confirma ni autoriza a deducir un origen cántabro, sino que más bien sugiere una procedencia no hispana.2
- Dión Casio no cita a Corocotta dentro del relato de las guerras cántabras, de las que trata en sus libros LIII y LIV, donde hubiera sido el lugar adecuado desde la perspectiva de la técnica histórica, sino dos libros después, en el LVI, y en el marco de un elogio general de la clemencia de Augusto, que acababa de fallecer. Esto es, la cita no se adecúa ni al contexto histórico, ni a la fecha de las guerras.
- Según ella, la atribución cronológica y circunstancial del incidente con Augusto en el escenario de las guerras cántabras fue hecha por Schulten sin una base real. Pero podría ubicarse en cualquiera de las estancias de Augusto, ya como emperador, en Hispania (caso en el que hay que recordar que éste pasó la mayor parte de las guerras cántabras en Tarraco, como es bien sabido), y tampoco hay mención alguna en Dión Casio de que recibiera a Corocotta en ningún "campamento", o de que éste "se rindiera", todo lo cual fue afirmado por el autor alemán. Incluso toda la anécdota pudo ocurrir en cualquier otro lugar. Fue la enorme influencia que Schulten tenía en España la que hizo a todo el mundo aceptar su interpretación.
- La misma actitud de Corocotta, al presentarse ante el enemigo para cobrar, a título personal, la recompensa por su captura,3 resulta impropia, e ilógica, si se tratara de un verdadero "héroe de la resistencia indígena".
- Por último, el estudio del nombre del bandolero, Corocotta (que procede del conocido animal originario de África, la krokóttas griega, citada ya en el siglo V a. C., y no sería céltico en el sentido que propugnó Schulten) lo presentaría como un apodo o mote muy congruente con lo anterior: "el Hiena" o "el Chacal", en adecuada consonancia con la que sería la verdadera profesión del personaje. Esta idea se refuerza con un documento tardío, llamado Testamentum Porcelli, cuyo protagonista se llama M. Grunnius Corocotta, y que era posiblemente originario de la región de Tebeste, cerca de Cartago, en el moderno Túnez. Desde esa misma zona pudo pasar a actuar en Hispania el Corocotta citado por Dión Casio.
La autora anunció otro artículo más extenso al respecto; pero entre tanto, en otoño de 2008 sus hipótesis fueron aceptadas de plano por varios expertos de las universidades de Cantabria y Zaragoza, en una conocida monografía,4 dando lugar su presentación pública a diversos titulares de prensa, muy explícitos al respecto.56 Los mismos autores, no obstante, se curan en salud señalando que en cualquier caso, todo esto puede ser revisado en unos años, y que los estudios arqueológicos que se realizan en los yacimientos pueden aportar nuevos conocimientos sobre la figura de Corocotta y los cántabros en la antigüedad.
Corocotta como reclamo turístico[editar]
En la actualidad, la figura de Corocotta es uno de los símbolos culturales y turísticos de Cantabria. En cualquier pueblo se encontrarán colgantes, estatuas artesanales o incluso pines del legendario personaje. Los recuerdos suelen ser vendidos junto a un pequeño folleto en el que se dan nociones históricas, además de asegurarse el carácter fuerte y fiero del personaje, así como su destreza con las armas.
Corocotta en la cultura[editar]
La figura de Corocotta ha sido representada en algunas obras de ficción como:
- 1980 : Los cántabros, película dirigida por Paul Naschy, además de hacer el papel de Agripa, y con Dan Barry en el papel de Corocotta. Esta película muestra las guerras cántabras y un hipotético enfrentamiento entre Corocotta y el general romano Agripa.
- 2005: El último soldurio, libro escrito por el periodista Javier Lorenzo y que relata de forma fantasiosa la vida de Corocotta. Narra desde su infancia en Cantabria hasta su muerte en las guerras cántabras, pasando por lugares tan lejanos como Britania, el norte de África e incluso la ciudad de Roma como guardaespaldas del mismísimo Julio César.
- 2010: El mundo de Corocotta, obra teatral de Fernando Rebanal. Estrenada en 2010 por la compañía Sileno Teatro, repasa de forma amena el modo de vida cántabro, las técnicas de lucha de romanos y cántabros, y dramatiza el encuentro entre Corocotta y Augusto, huyendo de tópicos y proponiendo la teoría de un pacto. La obra fue interpretada por José María Pertusa y Fernando Rebanal, quien además dirigió la puesta en escena.
Laro, frecuentemente citado como Laro el cántabro, fue un guerrero cántabro en la Edad Antigua (siglo III a. C.), que luchó como mercenario en el bando cartaginés durante la Segunda Guerra Púnica.
Biografía[editar]
La única crónica que nos habla de este guerrero es el poema Punica de Silio Itálico, que cuenta que combatió en la guerra entre Cartago y Roma como parte del contingente mercenario de tribus hispanas contratado por Aníbal. No son pocos los autores que han puesto en duda la existencia de Laro, aduciendo en Silio la obvia intención de embellecer sus crónicas con héroes y combates épicos por encima de cualquier pretensión de exactitud.12 Sin embargo, otros han puesto en duda a su vez estos criterios, argumentando que el papel de Laro parece demasiado destacado en el texto como para considerarlo un mero embellecimiento.3
Asumiendo su historicidad, Laro habría sido el líder de un grupo de cántabros jóvenes que habrían sido reclutados por los generales cartagineses Hannón el Viejo y Magón Barca, los cuales atravesaron la península alrededor del año 207 a. C. con el fin de encontrar mercenarios norteños y celtíberos con los que sustituir las fuerzas de su colega Asdrúbal Barca.4 Éste había sido derrotado el mismo año por los generales romanos Claudio Nerón y Livio Salinator en la Batalla del Metauro, contienda que puso de manifiesto la fiabilidad de los guerreros hispanos cuando, a pesar de la clara adversidad, cayeron éstos los últimos de todo el ejército púnico mientras defendían a Asdrúbal.4
De entre todos sus guerreros, siempre según las palabras del poeta, Laro destacaba individualmente por su corpulencia, ferocidad y poder marcial. Se le describía armado de un bipennis o hacha de guerra de dos hojas, que manejaba con una sola mano y empleaba de vez en cuando para cazar osos pardos. Iba protegido por un casco de cuero empenachado, y posiblemente por una caetra o escudo redondo como el usado por sus compatriotas. Sin embargo, también era referido como un temible combatiente sin armas a causa de su fuerza física.4 Durante las batallas, lanzaba alaridos para atemorizar a sus enemigos y era poseído por lo que los romanos llamaban furor heroicus, un ímpetu guerrero incontenible valorado por los celtas de su etnia.4
El cántabro Laro era temible por la naturaleza de sus miembros y por su corpulencia, aunque no dispusiera de armas. Como es la fiera costumbre de esta gente, se enfrentaba a la batalla empuñando el hacha con la mano diestra. A pesar de que viera que los guerreros se dispersaban rechazados, una vez destruida la juventud de su gente, sin embargo él en solitario colmaba el campo con cadáveres. Además si el adversario se encontraba cerca, le gustaba herirle de manera frontal, si la lucha llegaba desde la izquierda, giraba el arma. Pero cuando el fiero atacante llegaba por la espalda, no se perturbaba, sino que lanzaba hacia atrás su hacha de doble filo.Silio Itálico (Punicas 16,46-65)
La principal y última intervención de Laro y sus guerreros se produjo el mismo 207 a. C. en la batalla que libraron Hannón y Magón contra el pretor Marco Junio Silano en Celtiberia. Perdida la batalla para el bando púnico y deshechas todas sus tropas, los hispanos fueron típicamente los últimos en caer, y entre ellos se hallaban los cántabros, que combatían con fiereza hasta el final de sus fuerzas. Silio narra que, aun cuando éstos fueran también diezmados, Laro abatió en solitario a tantos romanos que éstos comenzaron a evitarle aterrorizados. Observando esta situación, Lucio Cornelio Escipión, hermano de Escipión el Africano, cargó contra Laro y le arrojó un pilum, pero el cántabro lo desvió con el hacha, aunque no lo bastante como para que el proyectil no rozase la crin de su casco. El cántabro cargó entonces contra Escipión y le lanzó un hachazo, pero Lucio consiguió bloquearlo con su escudo y cortarle el brazo derecho de un tajo de su gladio, tras lo que pudo por fin acabar con él. Tras caer Laro, los cartagineses acabaron por ser derrotados, y Hannón fue capturado.4
Silio habla también de otro mercenario de la misma batalla llamado Laro, el cual hacía muecas tan terroríficas durante la batalla que se le comparaba con una gorgona, pero se cree que éste no se trataba de Laro el cántabro, sino de otro guerrero celta o quizás galo del mismo nombre.4
En la cultura popular[editar]
Laro es el protagonista de la novela gráfica Laro, el cántabro, publicada por Andrés Torres "Andy" en 2001.
También se le referencia en la trilogía literaria de Simón Hergueta Laro, la leyenda del árbol milenario, ambientada mucho más tarde, durante las Guerras Cántabras.
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