La Dama de Baza es una escultura íbera del siglo IV a. C., labrada en piedra caliza policromada por los bastetanos. Se encuentra expuesta en el Museo Arqueológico Nacional de España, en Madrid.
Hallazgo[editar]
Esta obra fue encontrada el 22 de julio de 1971 por el arqueólogo Francisco Presedo en el Cerro del Santuario, necrópolis de la antigua Basti (Baza), en la provincia de Granada (España).
Estaba dentro de una cámara funeraria de 2,60 m² y 1,80 m de profundidad, donde había además un ánfora púnica que se comunicaba con la superficie por medio de un embudo, a través del cual seguramente se hacían desde el exterior, libaciones como ofrendas líquidas. Esto indica que se profesaba culto a la persona allí enterrada.
Delante de la dama había un pequeño amontonamiento de armas quemadas y otros objetos que formaban la panoplia de un guerrero. Los arqueólogos, basándose en esto, llegaron a la conclusión de que podría tratarse del enterramiento de un importante guerrero. Sin embargo, recientes estudios realizados en los restos encontrados en el interior de la Dama revelan que éstos pertenecieron a una mujer.
Las teorías que se barajan actualmente son que podría haberse tratado de una guerrera divinizada (en relación a las falcatas y otras armas encontradas en el yacimiento) o de una reina-sacerdotisa. Si bien el carácter sacro de la persona allí enterrada es más que evidente, no lo es tanto su carácter guerrero. Es posible que dichas falcatas sean simples ofrendas o demarcadores del prestigio social del que gozaba la persona allí enterrada (debido a lo costosa que era la elaboración de una de estas "espadas"), por lo que se tiende a pensar que se tratara con más probabilidad de una figura femenina de gran importancia social, como una reina o hechicera.
Descripción[editar]
La dama está sentada en un trono que tiene unas alas bastante largas en el respaldo. Las patas delanteras del trono son garras de león. La superficie está rematada con la técnica del estucado y pintada después en azul, rojo, castaño y negro, todo ello aglutinado con yeso.
Su rostro muestra unas facciones mediterráneas. Tiene el pelo negro, con dos grandes ondas laterales que asoman por debajo de un tocado compuesto por una cofia o tiara que cubre parcialmente las orejas y que además está decorada con tres bandas. Lleva unos pendientes de gran tamaño que están huecos y que cuelgan directamente del lóbulo de la oreja. El cuello está cubierto por cuatro gargantillas y a continuación luce un collar formado por cuentas en forma de tonel al que se enganchan cinco colgantes. Otro gran collar se muestra con tres piezas en forma de corazón. En los dedos tiene numerosos anillos y en cada muñeca se pueden ver varios aros.

La Dama de Castellar, también denominada Damita de Castellar, es una estatuilla/exvoto de bronce que data de entre el siglo IV a. C. - y el siglo II a. C., que representa a un dama o sacerdotisa, y que fue esculpida por los iberos, y cuyo hallazgo se produjo en la localidad de Castellar, Provincia de Jaén, (Andalucía), en el yacimiento arqueológico denominado "Cueva de la Lobera", a principios de la década de los 70 del siglo XX por parte del arqueólogo francés Gerard Nicolini.
Se trata de un exvoto, y representa a una dama de la aristocracia o una sacerdotisa ibérica, que viste túnica, va ataviada con diversas joyas y porta una cofia y dos rodelas en la cabeza;1
Características[editar]
- Forma: Dama o sacerdotisa.
- Material: bronce.
- Contexto: Edad del Hierro II.
- Estilo: Ibérico.1
- Técnica: a la cera perdida.
Conservación[editar]
La pieza se expone de forma permanente en el Museo de Arqueología de Cataluña de Barcelona.

La Dama de Caudete es un busto femenino tallado en piedra perteneciente al arte íbero fechada alrededor del siglo IV a. C y hallada en Caudete (Albacete, España. Alberto Benito Sánchez encontró la dama en un estado muy deteriorado y en dos trozos, de una parte la cabeza y de otra el cuerpo. La cabeza se halló en las cercanías de la Casica del Tío Alberto alrededor de marzo de 1945, mientras que el segundo apareció a 500 metros aguas abajo a principios de 1972, cerca del puente del cementerio de Caudete. Fue el sacerdote de La Encina, Jerónimo Hernández Santiago el que propició las gestiones para que la cabeza pasara a formar parte del Museo Arqueológico de Villena, facilitando a José María Soler García, fundador del museo, explorar la zona donde se encontró el hallazgo. En el caso del busto, fue el arqueólogo mismo quien apremió al Ayuntamiento a adquirir la pieza, que obraba en poder de Alfaro Pla Martínez, el descubridor.1 Tras el hallazgo, fue restaurada por Vicente Bernabeu, técnico del Museo Arqueológico Provincial de Alicante. En esta misma población albaceteña se halló también la cierva de Caudete.
Fue modelada a partir de un bloque de arenisca de caliza blanca, de color gris verdoso. La cabeza mide 24 cm de altura y pesa 8 kilos, mientras que el busto entero mide 68 centímetros. No se han observado restos de policromía en todo el busto. Representa a una dama de facciones nobles, que se dejan entrever a pesar de las desgraciadas mutilaciones. Va tocada con una peineta corta cubierta por una ajustada mantilla que llega hasta la frente y desciende por los aladares, dejando al descubierto los rizos del cabello. La mantilla se ciñe a la cabeza por medio de una diadema de 61 mm de anchura. Las mutilaciones afectan especialmente a la mitad izquierda del rostro, con ablación de nariz y labios. El lado derecho se encuentra mejor conservado, aunque no carece de erosiones y desconchaduras. Dado que la parte posterior del manto está labrada mucho más toscamente, parece que la imagen se realizó para ser contemplada de frente, y no se puede descartar que estuviera empotrada. Por la parte posterior, a la altura del cuello, hay un resalte que ha sido vaciado verticalmente para dejar un hoyo de 10 centímetros de longitud, seis de anchura y cinco de profundidad, que podría tratarse de una variante de los huecos funerarios de algunas esculturas coetáneas, como la dama de Elche o la dama de Baza. En conjunto, es obra de un autor avezado y de gran sensibilidad estética.
La Dama actualmente se conserva en el Museo Arqueológico de Villena (Alicante) y acompañó a la Dama de Elche durante la estancia de esta última en Elche con ocasión de la apertura del nuevo Museo Arqueológico y de Historia de la ciudad.

La Dama de Guardamar, también llamada Dama de Cabezo Lucero fue descubierta en el yacimiento arqueológico de Cabezo Lucero sito en el término municipal de Guardamar del Segura (provincia de Alicante, España) el 22 de septiembre de 1987 en el curso de excavaciones arqueológicas programadas.
A poca profundidad, en la tumba número 100, apareció un gran trozo de un rodete de piedra, primer fragmento de un busto de dama ibérica, con indumento semejante a la Dama de Elche. La excavación proporcionó muchos elementos más, entre ellos un gran fragmento que comprendía el tocado, la cara y el cuello. Pero la escultura, rota de antiguo, había sido martilleada e incluso en zonas había sufrido la acción del fuego. Transportada al laboratorio del Museo Arqueológico Provincial de Alicante, el restaurador Vicente Bernabeu comenzó con el lavado e identificación de los restos hallados, así apareció un trozo con el mentón, otro con los labios, que habían sufrido una erosión en el labio inferior derecho, fragmentos del pecho y de los collares, y otros muchos trozos de piedra, pertenecientes a la pieza, pero que no encajaban entre sí ni tenían ninguna superficie labrada. La tarea de restauración fue delicada y minuciosa, prolongándose desde octubre de 1987 hasta junio de 1988, en que se culminó. La pericia del restaurador Vicente Bernabeu y su capacidad artística lograron revivir una pieza que era de dificilísima reconstrucción, y que ahora, aún con lo que le falta, muestra su belleza tal cual pudo salir de las manos del escultor que la labró hace dos mil quinientos años. Se conserva en el MARQ (Alicante).
Descripción[editar]
Es una escultura fragmentada, de piedra caliza de grano fino, color grisáceo. Su altura máxima (en estado restaurado) es de 50 cm., de los que 25 cm. corresponden a la cabeza y la cara. Se inscribe en la escultura ibérica de gran formato.
La Dama viste una túnica con escote redondo, sin ningún broche. En la frente hay una diadema que muestra unas ondas en su parte inferior, cubierta por una banda de tejido que enlaza los dos rodetes laterales, objetos cilíndricos huecos, de poco grosor, seguramente de metal, decorados al exterior por un umbo central y unos radios en talla a bisel, de 16 cm. de diámetro. Por encima de la banda y los rodetes está el manto, ajustado sobre una cofia, alta en la nuca, en el que están finamente labradas las arrugas. El borde del manto se levanta un poco en el centro de la frente y por los lados se ajusta a los rodetes, cubriéndolos en parte. Los ojos están solamente indicados, ya que la cara fue martilleada. Se ha podido reconstruir la nariz, boca y mentón que estaban en pedazos. Sobre el pecho y en una altura de 19 cm. se desarrollan dos órdenes diferentes de collares. El inferior está compuesto por siete bullae o dijes, todos iguales salvo el central, que tiene una acanaladura, colgadas de un grueso cordón. Más abajo hay otro segundo collar con dijes, más grandes que los anteriores, de los que hay dos en forma de triángulo curvilíneo y tres mayores, con la parte inferior semicircular. De estos últimos el central va decorado con una acanaladura. Se puede postular por paralelos (como los collares del Tesoro de Aliseda (Cáceres)), que estas bullae o dijes eran de metal, seguramente precioso.
Por encima de estos collares hay otros dos, el superior, más cercano al cuello, es una sarta de cuentas de tres formas, en oliva, esféricas y planas, que se ensartan por este orden: oliva, esférica plano, esférica, oliva. Más abajo, sobre el pecho hay otro collar de cuentas algo más grandes, compuesto por una sarta de cuentas esféricas, separadas por dos cuentas planas. Estos dos collares deberían de ser de cuentas de pasta vítrea, que aparecen muy a menudo en las excavaciones de Lucentum (Alicante).
Estilísticamente la Dama del Cabezo Lucero resulta formalmente un poco más arcaica que las de Baza, Cerro de los Santos y Elche, con unas características más ibéricas, frente a la de Elche, más helenizante. En cuanto a cronología, el yacimiento no sobrepasa el 300 a. C., y su florecimiento se emplaza entre el 430 y el 350 a. C. en líneas generales. Parece posible darle una fecha entre el 400 y el 370 a. C.
Su contexto es funerario. En efecto, este hallazgo se acompaña de otros testimonios de escultura relativos a animales (grifos, toros...), comparables a los de otras necrópolis ibéricas del sureste y de Andalucía occidental que ratifican la existencia de una necrópolis aristocrática en Cabezo Lucero.

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