CATEDRALES DE ESPAÑA
La Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Nuestra Señora de la Asunción es un templo católico inacabado ubicado en la ciudad de Valladolid, España, con categoría de catedral, sede de la Archidiócesis de Valladolid. Concebida en el siglo xvi y diseñada por el arquitecto Juan de Herrera, es un edificio de estilo herreriano con añadidos barrocos. Se encuentra construida en un 40-45 %,1 debido a la falta de recursos para un proyecto de tal magnitud y a los gastos provocados por la difícil cimentación del templo, situado en una zona con un gran desnivel en el terreno.2
Obtuvo la categoría de catedral el año 1595, tras haber sido un templo colegial dependiente de la diócesis de Palencia en su segunda etapa como colegiata.
Está situada en el centro de la ciudad, en una zona ligeramente elevada, cerca de la iglesia de Santa María La Antigua y construida junto a la colegiata de Santa María, anterior iglesia colegial de Valladolid, algunos de cuyos espacios fueron destruidos para continuar con las nuevas obras.
Catedral de Nuestra Señora de la Asunción | ||
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Bien de Interés Cultural | ||
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Localización | ||
País | ![]() | |
Comunidad | ![]() | |
Localidad | Valladolid | |
Coordenadas | 41°39′10″N 4°43′24″O | |
Información religiosa | ||
Culto | Iglesia católica | |
Diócesis | Valladolid | |
Orden | Clero secular | |
Advocación | Nuestra Señora de la Asunción | |
Historia del edificio | ||
Fundación | 1595 | |
Construcción | 1589-Inconclusa, consagrada en 1668 | |
Arquitecto | Juan de Herrera | |
Datos arquitectónicos | ||
Tipo | Catedral | |
Estilo | Herreriano, barroco y churrigueresco | |
Año de inscripción | 3 de junio de 1931 | |
Bien de Interés Cultural Patrimonio histórico de España | ||
País | ![]() | |
Código | RI-51-0000980 | |
Declaración | 3 de junio de 1931 |
Antecedentes y contexto histórico del origen[editar]
En el último cuarto del siglo xi el rey Alfonso VI encomendó al conde Pedro Ansúrez la repoblación y administración de esta zona que hoy comprende la provincia de Valladolid. Los núcleos de población más importantes, a orillas del río Pisuerga, eran Cabezón y Simancas, en cuyas tierras jurisdiccionales iban surgiendo las villas agrícolas.3 Una de estas villas, Valladolid, fue elegida por el conde Ansúrez como asentamiento suyo y de su familia y como centro desde el cual organizaría y gobernaría toda la repoblación del entorno.4 Por entonces Valladolid era una aldea rodeada por una cerca de defensa, que contaba con un alcázar o castillejo y dos iglesias dedicadas a dos santos hispanos tradicionales: san Julián y san Pelayo.5 El conde Ansúrez eligió la zona de extramuros para edificar su propio palacio. De esta forma inició una expansión de la villa hacia el sureste. Además del palacio, según la tradición, construyó una iglesia o capilla privada, que sería el origen de la actual iglesia de Santa María La Antigua, y una Colegiata o iglesia Mayor que vino a heredar el protagonismo de la dicha iglesia de San Pelayo y que realzó la importancia religiosa de la villa. Esta iglesia Mayor, edificada en arte románico, se llamó Santa María la Mayor y fue el origen de la catedral vallisoletana.
Las tres primeras colegiatas[editar]
El conde Ansurez creó la primera colegiata con la intención de que fuera una iglesia o templo Mayor, punto de referencia del desarrollo de la villa hacia el sureste y que destacó hasta mediados del siglo xii. Sobre sus ruinas, en tiempos de Fernando III el Santo se construyó la segunda, de vida más longeva y que permaneció hasta el xvii, cuando el culto se trasladó a la actual catedral, que es su heredera, a la que se le ha llamado también cuarta colegiata. La tercera colegiata, que fue un intento fracasado de un templo más ambicioso y cuyas obras se vieron congeladas por falta de dinero, se construyó perpendicularmente a la segunda; de esta tercera colegiata solo queda el vestigio de los cimientos.
Primera: la colegiata del conde Ansúrez[editar]
En el lugar más elevado de la población y a extramuros fundaron el conde Ansúrez y doña Eylo, su mujer, la primitiva colegiata en el año 1095, cuya Carta de Fundación comienza diciendo:a7
Yo el conde Pedro Ansúrez juntamente con mi mujer la condesa Eylo [...] ofrecemos por el remedio de nuestras almas [...] a la iglesia de Santa María de Valladolid [...] con tal condición que el oficio divino se celebre en la dicha Iglesia, y que se tenga la devoción debida a sus sagrados altares y reliquias.
La ciudad crecía y era necesario dotarla de una iglesia que sirviera de templo mayor. Esta colegiata se convirtió en el principal templo de la ciudad. La colegiata no fue una iglesia aislada sino que nació como un monasterio familiar del conde Ansúrez que al mismo tiempo servía de iglesia Mayor de la villa y que contaba con menos rentas que un obispado, pero que pretendía mantener su independencia, sometiéndose directamente a Roma.b El 21 de mayo de 1095 tuvo lugar la solemne consagración,8 dirigiendo la ceremonia el arzobispo de Toledo Bernardo, con el obispo de Palencia, Raymundo, asistidos por los obispos Pedro de León, Gómez (de Burgos), Osmundo (de Astorga), Martín (de Oviedo) y Amorico (de Lugo), acompañados de varios condes y caballeros.9
Nada queda de esa primitiva colegiata, solo los restos de la torre románica de los tiempos del conde Ansúrez, construida a los pies y con la función de torre-pórtico. Poco antes el conde había edificado en el entorno su casa-palacio en la que iba incluida una pequeña iglesia o capilla palaciega. Como dicha iglesia ya había tomado como titular a Santa María, se le añadió el apelativo de la Antigua, mientras que la nueva colegiata fue conocida como Santa María la Mayor.10 En los años 1124, 1143 y 1155 se celebraron en ella tres Concilios Nacionales. Esto viene a demostrar la importancia que iba adquiriendo Valladolid en la vida religiosa y civil.11
Segunda colegiata del siglo xiii[editar]
Entre los años 1219 y 1230, reinando Fernando III el Santo y siendo canciller Juan Domínguez, se llevó a cabo la construcción de la segunda colegiata sobre el solar de la primera, respetándose tan solo la torre románica que dejó de ser torre-pórtico en 1333 cuando construyeron delante una serie de capillas destinadas a enterramientos. Son las capillas que han resistido el paso del tiempo y que forman parte desde el año 1965 del Museo Diocesano y Catedralicio. En 1228 se celebró en el nuevo edificio otro Concilio Nacional. Esta colegiata se mantuvo al uso hasta 1668 en que definitivamente se trasladó el culto al templo herreriano.11
Tercera colegiata renacentista[editar]
En 1527, el Cabildo convocó un concurso entre arquitectos, al que acudieron los más prestigiosos maestros del momento: Diego de Riaño, Juan de Álava, Francisco de Colonia, Juan Gil de Hontañón y Rodrigo Gil de Hontañón. A juicio del Cabildo, la colegiata del siglo xiii se había quedado pequeña y demasiado sencilla para la categoría de Valladolid, en un momento en que se habían construido la catedral de Segovia y la Nueva de Salamanca y en que los conventos de la ciudad (San Pablo, San Benito y San Francisco sobre todo) costeaban grandes y suntuosas obras. Ese mismo año, en el mes de junio, se colocó la primera piedra. El proyecto, en principio ambicioso, similar al de la catedral de Segovia (una iglesia de tres amplias naves, con capillas entre los contrafuertes, crucero y cabecera que se supone sería semicircular, ya que se conservan solo trazas del sector de los pies de este edificio), apenas pasó de la cimentación y de la elevación de unos metros. Las obras avanzaron muy lentamente por falta de recursos económicos y también porque surgieron graves problemas con el tema de la expropiación,12 ya que se necesitaban los terrenos hacia el sur, debido a que se había cambiado por completo el eje de la nueva planta (la nueva colegiata no se empezó a construir sobre la antigua sino perpendicular a ella): quedaría la cabecera al norte, junto al antiguo claustro de la colegiata anterior y los pies al sur. Aun así, el atrio quedaría algo elevado por lo que fueron necesarias unas escalinatas para su acceso (esta nueva disposición será respetada por los planos de la catedral de Herrera y así es como se ve la catedral en el presente).13
Se echaron los cimientos ese mismo año de 1527, comenzando la construcción por los pies, para poder hacer uso de la antigua colegiata mientras duraban las obras. La idea era llegar al crucero, que caería en la zona del antiguo claustro, y empezar entonces la demolición total. Pero al avanzar tan lentamente, el propio Gil de Hontañón se vio obligado a hacer reformas en la colegiata vieja para seguir el uso litúrgico sin problemas. Gil de Hontañón murió en 1577 y las obras seguían prácticamente como al principio. Habían pasado 50 años y la moda y las técnicas en el arte de construir habían cambiado.13
Cuarta colegiata-catedral: Juan de Herrera[editar]
Desde la muerte del arquitecto Rodrigo Gil de Hontañón en 1577, las obras de la tercera colegiata habían quedado paralizadas. Solo se habían echado los cimientos y elevado algunos metros de algunos muros. Ante esta situación, el Cabildo decidió continuar la gran obra aun cuando su situación económica nunca era boyante. Aprovechando una estancia de Juan de Herrera en Valladolid (requerido por el Ayuntamiento para hacer los planos de varias obras municipales),14 el Cabildo se entrevistó con él y le pidió el estudio y trazas de una nueva colegiata que fuera de acuerdo con los tiempos y que se edificaría sobre las obras de la anterior renacentista, siguiendo el mismo eje norte-sur, siempre perpendicular a la vieja colegiata de la que aún se conservaban algunas capillas. El arquitecto aceptó el encargo y se puso inmediatamente a trabajar, de manera que el 13 de mayo de 1582, Pedro de Tolosa, que había trabajado en el Monasterio de El Escorial y en Villagarcía de Campos, obtuvo la maestría mayor para las obras, haciéndose cargo de ellas bajo la dirección del arquitecto Diego de Praves, hombre de confianza de Juan de Herrera. Pedro de Tolosa murió al año siguiente y le sucedió como maestro de obras su hijo Alonso de Tolosa.15
A instancias de Felipe II y tras la bula expedida por el papa Clemente VIII, la colegiata en construcción tomó el rango de catedral en 1595.16 Al año siguiente, en 1596, Felipe II otorgó el título de Ciudad a la villa de Valladolid. En 1597 murió Juan de Herrera y un año después, en 1598, murió Felipe II.
De la dependencia de Roma hasta la sede episcopal vallisoletana[editar]
En un principio, el conde Ansúrez instituyó la colegiata (con su pequeña comunidad monacal) dependiendo directamente de la Santa Sede de Roma y autorizando al obispo de Toledo para que fuera el encargado de hacer cumplir las cláusulas de la fundación. Sus abades ejercieron jurisdicción episcopal sin estar sujetos a otros prelados, además de tener licencia para escoger un dominus o protector, o tutor que velara por los intereses del monasterio. Este es el sistema característico de esta época, el sistema de behetrías entre parientes; en este caso los parientes serían el abad y sus monjes, constituidos en señorío, que tomarían un tutor o benefactor dentro de la familia de los condes y sucesores, con derecho a cambiarlo si el elegido no cumplía con toda responsabilidad. Así las cosas, el conde Ansúrez tuvo que preparar su auto exilio a tierras de Urgel donde gobernaba su yerno Armengol.17
En 1103, cuando estaba a punto de partir, encomendó su abadía de Valladolid al obispo de Palencia Raymundo. No fue una encomienda formal y oficial con cesión de todos los derechos sino un encargo a su amigo y hombre de confianza, con el mandato además de que entregara 100 sueldos anuales a la Santa Sede. En 1110, el conde regresó del destierro y con la ayuda y aprobación de la reina Urraca, recuperó su abadía-colegiata. Pero por entonces ya no estaba el obispo Raymundo y este hecho molestó a su sucesor, el obispo Pedro de Palencia, que inició una disputa y buscó el favor del papa Pascual II. Este papa, y más tarde Inocencio II, confirmaron la vinculación de la colegiata a la sede de Palencia. A partir de estos hechos se desencadenó una pugna abierta entre las dos villas. Con Armengol VI llamado el de Castilla (nieto del conde Ansúrez) se llegó a un acuerdo que fue en realidad una claudicación, entregando la colegiata al obispo de Palencia y concertando que en ese momento este nombrase abad al arcediano Nicolás. El acuerdo tuvo como consecuencia muchas protestas y disturbios hasta que Alfonso VII ratificó el convenio sustentándose en que «así lo había querido el fundador conde Ansúrez», y tomó una decisión irrebatible, dejando para la posteridad el mandato de dos pautas a seguir por el régimen interno: que la elección del abad era un derecho del Cabildo colegial y que el rey se reservaba la potestad de confirmarla.18
En 1162 intervino de nuevo el papa, Alejandro III. Mandó reformar la abadía con la instauración de una nueva comunidad de canónigos de San Agustín, encargando realizar dichos cambios al obispo de Toledo.19
A finales del siglo xv, los Reyes Católicos suplicaron al papa Alejandro VI que uniese la abadía de Valladolid al obispado de Palencia. El papa murió antes de haber despachado la bula. De nuevo, hacia 1504 hicieron una petición a Julio II, quien despachó la bula con una cláusula: que el obispo de Palencia lo fuese también de Valladolid, que ambas iglesias fuesen catedrales y que cada cabildo tuviese su hacienda aparte. Pero el abad de la colegiata de Valladolid, don Fernando Enríquez, no quiso dejar la abadía y el papa tuvo que suspender la bula de unión, «Hac vice duntaxat».20
El siguiente abad, Alfonso Enríquez, mantuvo la colegiata 30 años, hasta que en 1555, Pedro de la Gasca, obispo de Palencia, insistió en la unión mencionada ante el emperador. Así, en mayo de 1554, el Consejo Real dio una provisión en que mandaba a la ciudad de Palencia y al Cabildo de Valladolid que en un determinado tiempo alegasen las razones que pudieran tener para no realizar tal unión. Palencia envió sus procuradores. Al frente iba Francisco de Salas, procurador del Deán y Cabildo. Entre otros razonamientos alegó:21
[...] querer hacer ahora una unión de dos iglesias catedrales, la una en un pueblo tan grande y tan rico, y que cada día va en tanto crecimiento como es Valladolid, y la otra de otra iglesia que está en tan pequeño pueblo y tan pobre como es Palencia es dar ocasión y hacer que del todo se olvide se deshaga y disminuya la iglesia y ciudad de Palencia, porque es harto verosímil que el obispo que por tiempo fuere de Palencia y Valladolid se querrá y preciará más intitular del mayor y más insigne pueblo que es Valladolid y no del menor y más pobre que es Palencia. Porque esto no parezca adivinar que no hay mejor regla o conjetura en lo porvenir que la experiencia de lo pasado, tenemos ejemplo harto claro en la ciudad de Baeza y Jaén, como después se ganó Jaén que son dos iglesias catedrales debajo de un obispo [...] como Jaén es mayor, se ha quedado en olvido Baeza y solamente se llama obispo de Jaén, aunque la iglesia de Baeza sea catedral. [...]
El procurador dio hasta ocho razonamientos más. Valladolid por su parte, pidió ser arzobispado y que Palencia fuese una de las iglesias sufragáneas, o que al menos se nombrara un obispo de Valladolid y Palencia, en ese orden, y que la renta de la abadía se gastase en la fábrica de la nueva iglesia.22
El Consejo Real resolvió el tema no por sí mismo, sino haciendo una consulta directa al rey que estaba en Flandes. El tiempo pasó sin resolverse nada, hasta que en 1595 y siendo obispo de Palencia Martín Aspi Sierra, se desmembró Valladolid, convirtiéndose en catedral con sede episcopal, con la aquiescencia de Clemente VIII en el reinado de Felipe II, que concedió esta gracia a su ciudad natal, «venciendo así la majestad del rey».22
El rey había enviado como embajador en Roma al duque de Sessa, Antonio Fernández de Córdoba y Cardona, con el encargo de llevar a cabo las negociaciones con el papa Clemente VIII, que otorgó la bula Pro Excellenti del 25 de noviembre de 1595, haciendo a Valladolid sufragánea del Arzobispado de Toledo. Felipe II presentó como primer obispo de la nueva catedral a Bartolomé de la Plaza, magistral de la colegiata de Baza que fue ratificado y nombrado por el papa, por bula del 18 de diciembre de 1596. El territorio de la nueva diócesis vallisoletana fue muy recortado para no inferir ni perjudicar las diócesis cercanas.23
El 16 de marzo de 1851, habiéndose celebrado el Concordato de 1851 con la Santa Sede (siendo papa Pío IX), la reina Isabel II pidió el título y dignidad de metropolitana para esta catedral. El papa ejecutó la petición, otorgando la bula el 4 de julio de 1857. Ya no fue sufragánea de Toledo, y sí pasaron a serlo de ella las jurisdicciones de Ávila, Ciudad Rodrigo, Salamanca, Segovia y Zamora.24
El proyecto de Juan de Herrera[editar]
Los rasgos del nuevo templo son clasicistas, basados en las construcciones de la Antigua Roma que habían inspirado a la arquitectura del Renacimiento y a teóricos como Vitruvio, con su obra De Architectura.25 También se nota influencia manierista, sobre todo a través de los escritos de Sebastiano Serlio. La línea es pura, sin concesiones al adorno de ninguna clase. La única decoración del edificio es la puramente arquitectónica: cornisas, capiteles, pilastras o barandas.26
El proyecto tiene como referencia la nueva ideología que había inspirado el Concilio de Trento, que defendía el acercamiento de la Eucaristía al pueblo.26 Así, Herrera traslada el coro –que tradicionalmente se había colocado en frente del altar mayor bloqueando su visión– a la cabecera del templo, dejando un amplio espacio entre el crucero y la puerta sur de entrada por los pies. El coro, que rodearía el altar, estaría abierto a la nave del templo, con lo cual ambos serían perfectamente visibles por los fieles.27
En resumen, el edificio de Herrera sería una gran iglesia de tres naves, con capillas entre los contrafuertes, siguiendo la disposición general y las proporciones de la planta de la colegiata trazada en 1527, cuyos cimientos pisaba, si bien la cabecera del edificio de Herrera sería recta.26
La planta, como ha demostrado Fernando Chueca Goitia, se organiza en un rectángulo de proporción 2x1, (420x210 pies castellanos) encontrándose el crucero en el centro del mismo.28 El edificio poseería tres naves de cuatro tramos cada una desde los pies hasta el crucero y de otros tres tramos desde el crucero a la cabecera. El edificio está proporcionado por un método usado por los maestros tardogóticos españoles en las catedrales de Segovia o Salamanca: cada tramo de las naves laterales es cuadrado en planta y cada uno de los de la nave principal es un rectángulo de proporción sesquiáltera (proporción 2x3) en planta cuyo lado menor es igual al lado del cuadrado que forma en planta un tramo de la nave lateral; también las capillas-hornacina se modulan por medio de rectángulos sesquiálteros: el lado mayor del rectángulo en planta de las mismas es igual al del cuadrado que forma en planta un tramo de la nave lateral. Así, un tramo de las naves laterales tiene una medida en planta de 40x40 pies castellanos, un tramo de la nave central en planta mide 40x60 pies (40x3/2 = 60) y las capillas hornacinas están inscritas en planta en un rectángulo de 40x28 pies (40x2/3 ≈ 28).29
Las secciones del edificio se proporcionan también sobre la base de la proporción sesquiáltera. La nave central y las colaterales se separarían con grandes arcos de medio punto sobre pilares de sección cuadrada de 13 pies de lado con pilastras corintias adosadas, sobre las que cabalgaría un gran entablamento del mismo orden que abrazaría toda la nave central a la altura del arranque de las bóvedas, generando una potente sombra. La nave central se cubriría con una gran cañón corrido con lunetos y las laterales con bóvedas de arista, mientras que el crucero lo haría con una cúpula vaída (el cimborrio que aparece en algunos dibujos no se debe a Herrera y se añadió a los planes del proyecto avanzado el siglo xvii, buscando una silueta más movida y barroca al exterior). La luz entraría por la nave central por medio de grandes huecos termales que quedarían parcialmente ocultos por el entablamento, con lo que se haría la ilusión de que la bóveda flotaría sobre el entablamento, sin una unión física con resto del edificio.29
Abiertas a las naves laterales habría una serie de capillas-hornacinas entre los contrafuertes. En cuanto a estas, si bien están, naturalmente, comunicadas con el templo a través de grandes arcos, se conciben como espacios más o menos independientes, con su propio foco de luz, un pequeño óculo; el muro de estas capillas, cubiertas con bóveda de cañón con lunetos, está animado por decoración de placas y hornacinas que modelan el potente muro de piedra. El arco de comunicación entre las capillas-hornacina y las naves laterales se configura en su alzado a estas últimas como un arco del triunfo con dos pares de pilastras dóricas que sujetan una tribuna a la que se abre, por medio de una pequeña puerta (que introduce la escala humana dentro de la escala colosal a la que está pensado todo el edificio para acentuar su grandeza), el espacio que existe sobre las capillas hornacinas, concebido para usos auxiliares, como archivo o biblioteca.
En los dibujos de Herrera, en los exteriores, el cuerpo central y principal de la fachada de los pies (al sur), se concibe como el apilamiento de dos elementos de la arquitectura clásica: el arco del triunfo y el frente de templo. El cuerpo central se adelantaría notablemente al resto de la fachada, consiguiendo así una especie de vestíbulo o nártex a la entrada del templo. El piso bajo del cuerpo central, concebido como arco de triunfo con dos pares de columnas dóricas gigantes a los lados que apearían un potente entablamento dórico, cobijaría la puerta principal, adintelada y con guardapolvo; sobre este arco del triunfo se encontraría el segundo cuerpo, concebido a manera de un templo tetrástilo, aunque con el manierismo de sustituir las columnas por pilastras, que irían a plomo sobre las columnas del arco del triunfo del piso inferior. En el centro del cuerpo alto, entre las pilastras, si situaría una enorme ventana adintelada y con guardapolvo para iluminación del interior. Se coronaría con frontón triangular con remates de bolas en vez de acroteras. Además, los paños de muro de este cuerpo central estarían animados con hornacinas.29
En los extremos de la fachada se situarían dos torres iguales de planta cuadrada, con tres pisos separados por entablamentos apeados sobre pilastras dóricas pareadas dispuestas en las esquinas, siendo los dos primeros pisos macizos, con los lienzos del muro animados con hornacinas, adornos de placas y ventanas adinteladas, y el último cuerpo, donde estarían las campanas, abierto con un gran arco en cada cara de la torre, coronándose todo con una balaustrada con bolas a plomo de las pilastras y cúpula de media naranja con linterna y remate. Entre las torres y el cuerpo central adelantado se situarían sendos cuerpos de unión correspondientes a las naves laterales interiores y en los que se encontrarían las puertas de acceso a estas, adinteladas y con guardapolvo. La fachada posterior no sería muy distinta a la principal, aunque no se adelantaría el cuerpo central ni el primer piso de este cuerpo tendría cuatro grandes columnas dóricas, sino pilastras, y no habría puerta. Las torres serían también más bajas que las de la fachada principal, pues tendrían solo dos pisos, si bien semejantes en todo a los dos primeros de las torres principales, rematándose con una balaustrada con bolas y un chapitel piramidal de pizarra rematado con una gran esfera.
En los alzados exteriores laterales, se encontraría en el centro la fachada del crucero, idéntica en todo al cuerpo central de la fachada principal, con su arco triunfal dórico abajo y su frente de templo arriba. En los extremos de los laterales se hallarían las torres y entre estas y el crucero, se encontrarían los cerramientos de las capillas hornacinas y las dependencias auxiliares situadas encima de ellas. Este cerramiento se vería al exterior como un muro apilastrado rítmicamente, animado con las ventanas adinteladas de las dependencias auxiliares y con los óculos de las capillas y rematado por una saliente cornisa. Este muro dialogaría con las construcciones próximas a la Catedral por su altura moderada. Sobre él, aunque en un plano posterior, retrasado, se encontraría el cerramiento lateral de la nave central, más alta, con los contrafuertes en forma de arbotante invertido y los huecos termales que la iluminan, rematado con una gran cornisa y el tejado de pizarra.29
En su proyecto, Herrera tuvo en cuenta la posibilidad de un gran claustro procesional cuadrado de un solo piso de orden dórico, que iría unido a la nave oeste y que contendría dependencias como la sala capitular o la sacristía. La construcción de este claustro traería serias dificultades de tipo técnico y económico, pues por este lado del oeste del edificio había un importante desnivel que caía hasta el cauce del río Esgueva y por ello, parece que su construcción nunca se consideró seriamente.29
El edificio, al pisar la cimentación de la colegiata de 1527, se orientaría en un eje norte-sur, con la cabecera el norte, sin seguir la orientación canónica, ya en desuso en el siglo xvi, en el que pesaban más los valores urbanísticos a la hora de orientar las iglesias.
Una vez terminado el estudio, Herrera puso los planos en manos de su discípulo y hombre de confianza, el arquitecto Diego de Praves.14c En 1587 tuvieron una entrevista de trabajo en Madrid. Es sabido que Juan de Herrera jamás estuvo a pie de obra de la catedral de Valladolid.30
Hay controversia entre los historiadores sobre si las trazas de esta catedral de Valladolid son un reflejo de la basílica de El Escorial.31
Evolución de las obras: siglo xvi[editar]
El nuevo edificio no solo trajo aires modernos en cuanto a arquitectura se refiere, sino también en la técnica y modo de trabajar, copiando el sistema llevado en las obras de El Escorial. En primer lugar, se organizó en el entorno un gigantesco obrador o taller que dio nombre a la vía abierta delante de la fachada: calle de la Obra. Se coordinó un equipo de picapedreros (que extraían la piedra en canteras cercanas, como la de Villanubla), carreteros, canteros, carpinteros y otros oficios. Hubo un grupo de trabajo integrado por profesionales de la construcción, cuya cabeza principal era Juan de Herrera, que había diseñado los planos y había ideado la fábrica, seguido por su hombre de confianza, Diego de Praves, como arquitecto director y supervisor que tenía a sus órdenes a un maestro mayor, Pedro de Tolosa, quien a su vez había nombrado a varios aparejadores, entre los que se encontraba su hijo, Alonso de Tolosa. Pedro de Tolosa murió en 1583, sucediéndole en la maestría mayor su hijo Alonso, que se mantuvo a pie de obra hasta 1588, año en que Diego de Praves se hizo cargo de la obra como arquitecto-director y maestro mayor.29
Diego de Praves replanteó todo el templo desde los pies hasta el crucero. Empezó la construcción por los pilares del lado del Evangelio y trató de embutir lo que se había construido de la colegiata gótica trazada en 1527 en el nuevo edificio. Sin embargo, los muros ya realizados del lado del Evangelio del templo de 1527 tenían una leve declinación en planta, lo que hacía problemático su aprovechamiento. Para solventar esto, Praves escribió una carta a Herrera en la que manifestaba esta cuestión, acompañándose de un plano donde se dibujaba lo que estaba hecho de la colegiata de 1527 y lo del nuevo edificio de Herrera. Solucionados estos problemas, los muros de la colegiata tardogótica se reaprovecharon, embutiéndolos en los de la obra herreriana. En 1589 se compró más piedra para labrar las basas y zócalos de los pilares interiores. En 1594 ya se estaban preparando los cimientos del crucero, que irrumpiría en el claustro de la anterior colegiata. Un año después, Felipe II iba a conseguir la sede episcopal para Valladolid, de manera que en plenas obras, el edificio pasó de seguir siendo una colegiata a ser ya una catedral. Sin embargo, faltaban todavía bastante años para su consagración, así es que la liturgia siguió celebrándose en el edificio de la antigua colegiata. En 1599, de Praves terminaba el sector del lado del Evangelio desde los pies hasta el crucero, aunque faltando la cubrición. Hacia 1600, empezaba la fachada principal (sur), haciéndose el gran arco de la misma en 1616. En los primeros años del siglo xvii se trabajaba realizando molduras y cornisas y construyendo el sector del lado de la Epístola desde los pies hasta el crucero, dejándolo también hasta el arranque de las bóvedas.29
El siglo xvii[editar]
En 1620 murió Diego de Praves, sucediéndole en la maestría de obras su hijo Francisco de Praves, con quien se terminaron las capillas del lado del Evangelio, haciendo sus bóvedas. En la década de 1620, Juan de la Rozadilla talló los capiteles corintios de las pilastras de la nave central y las molduras y modillones del entablamento de la nave. A la muerte de Francisco de Praves en 1637, tomó su puesto Juan de Répide, hasta 1661. Cuatro años más tarde, Sebastián Mardaz Colmenares, supervisado por Francisco Tejerina, cerró toda la nave de la Epístola con bóveda de arista y en 1662 se terminó la nave central, tapándola con bóveda de cañón corrido con lunetos y adornada con yeserías ajenas a las trazas de Herrera. Las obras se habían dilatado más de lo esperado, así que el Cabildo tomó la decisión de inaugurar la nueva catedral, aunque estuviera incompleta. El 26 de agosto de 1668, en una ceremonia de gran solemnidad, fue consagrada la parte construida de la nueva catedral,32 que se componía de las tres naves, las capillas del lado del Evangelio, una capilla en el lado de la Epístola y tres ábsides provisionales en el espacio en que se suponía iría el crucero.33
El siglo xviii[editar]
Los recursos económicos siguieron siendo escasos a pesar de las ayudas de los reyes y otras donaciones, por lo que las obras de la catedral o se paralizaban o continuaban lentas y sin grandes avances arquitectónicos. Ya entrado el siglo xviii, se levantó la torre del lado del Evangelio, siguiendo las trazas de Herrera, aunque no demasiado fielmente. En 1713 se pudieron terminar las capillas del lado de la Epístola, todavía en estilo herreriano, a pesar de que venía imponiéndose el barroco. Sin embargo, el cuerpo alto de la fachada principal fue terminado al gusto de la nueva corriente artística, siguiendo las trazas del arquitecto Alberto de Churriguera. Los planos y dibujos de este arquitecto que se guardan en los archivos, distan bastante de la interpretación y hechura que dieron los maestros de obras correspondientes y los canteros, que no supieron estar a la altura. La fachada principal, con sus estatuas, fue terminada en 1733.3315
El siglo xix[editar]
Las obras de engrandecimiento de la catedral quedaron interrumpidas en la mitad del proyecto de Herrera. Además, la torre que se había levantado a principios del siglo xviii, se hundió en 1841, causando daños al edificio que tuvieron que ser reparados, aunque la torre jamás se volvió a levantar. A principios de año 1880, se comenzó la construcción de la torre del lado de la Epístola, que finalizó en 1890, salvo el remate actual de la cúpula y la escultura del Sagrado Corazón de Jesús que se añadieron en 1923.
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