CATEDRALES DE ESPAÑA
La catedral del Redentor es un templo cristiano de Madrid perteneciente a la Iglesia Española Reformada Episcopal.
Catedral Anglicana del Redentor | ||
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![]() Fachada a la calle de la Beneficencia. | ||
Datos generales | ||
Tipo | catedral | |
Estilo | neogótico | |
Calle | calle de la Beneficencia (18) | |
Localización | Madrid, España (España) | |
Coordenadas | 40°25′35″N 3°41′55″O | |
Construcción | 1891-1892 | |
Información religiosa | ||
Culto | Iglesia Española Reformada Episcopal | |
Diseño y construcción | ||
Arquitecto | Enrique Repullés Segarra | |
Promotor | Antonio Carrasco |
Historia y características[editar]
La congregación del Redentor es más antigua que el mismo edificio. Ella fue formada en 1869 y su primer pastor fue Antonio Carrasco. Originalmente la congregación se reunía en un local en la plaza de Santa Catalina, y después en la calle de la Madera, 8.1
El templo se halla emplazado en el número 18 de la calle de la Beneficencia del barrio de Justicia, perteneciente al distrito Centro de la capital.
De estilo neogótico, fue obra del arquitecto Enrique Repullés Segarra2 y su construcción tuvo lugar entre 1891 y 1892.3 La apertura de la iglesia, prevista para 1892, tuvo que ser pospuesta a 1893;4 fue cerrada en 1894 por Alberto Aguilera.4
Fue consagrada durante el sexto sínodo de la Iglesia española reformada episcopal, que se llevó a cabo en septiembre de 1894. Fue durante aquel sínodo que Juan Bautista Cabrera Ibarz fue ordenado como el primer obispo de la iglesia. Fue ordenado por tres obispos de la Iglesia de Irlanda.5
El obispo de la IERE, y por lo tanto el pastor principal de la catedral,6 ha sido Carlos López Lozano desde 1995.
La Antigua Catedral de Santa María de Segovia fue un edificio ubicado en la ciudad de Segovia, Comunidad Autónoma de Castilla y León (España), iniciada en el siglo xii y destruida en 1520 durante la Guerra de las Comunidades de Castilla. El espacio que ocupaba el edificio es en la actualidad la plazuela del Alcázar de Segovia.
En 1088, Alfonso VI de Castilla repobló Segovia, entonces formada por siete aldeas, dándole un régimen jurídico y amurallando la parte más alta. Una vez constituida la ciudad, necesitaba un obispado y una catedral. En 1115 entra al frente del Obispado de Segovia don Pedro de Agén y cinco años más tarde el concejo dona al cabildo de la ciudad, la ladera de la colina que se extendía desde la iglesia de San Andrés hasta el Alcázar. Sobre este terreno se construyó la catedral, el claustro y un nuevo barrio, La Claustra o Canonjía, aislado del resto de la ciudad por tres puertas que se cerraban de noche.
Entre el barrio y la fortaleza se extendía una explanada, donde se construyó la catedral de Santa María, con su claustro, un hospital y el palacio del obispo, formando junto al Alcázar un núcleo compacto, ya que el puente levadizo de la fortaleza se situaba a pocos metros de la puerta de la catedral.
La primera noticia data de 1117, cuando Domingo Petit deja sobre ella una manda en su testamento, debiendo estar el templo por entonces en plena construcción. En 1136, Alfonso VII dona a la catedral toda la sernam del río Eresma, y en 1144 el lugar de Freguezedo; por entonces el templo debía encontrarse casi terminado.
De estilo románico, fue consagrada el 16 de julio de 1228 por don Juan, obispo de Sabinia, y en 1257 Raimundo de Losana la vuelve a consagrar, seguramente por las grandes obras llevadas a cabo hacia 1247.
Descripción[editar]
Sobre su aspecto existen pocos testimonios, aunque las descripciones de los canónigos Pantigoso y Juan Rodríguez dejan averiguar sus trazas principales:
Era un edificio de cortas dimensiones, de tres naves, crucero y cabecera con tres ábsides: el central dedicado a Santa María, el del lado de la epístola a Santiago, y después a San Frutos, y el del evangelio a los santos Juanes. Había también una cripta consagrada a San Salvador y un recio campanario a los pies de la nave de la epístola que competía con la torre del Alcázar, que recrecida por Juan II lleva su nombre. Al lado sur estaba el claustro y, ya al borde del foso, el palacio episcopal. El hecho de que no fuera incendiada durante el asalto comunero, así como algunos documentos del siglo xv referidos al crucero y el dibujo de Wyngaerde, parecen confirmar la hipótesis de que estuvo completamente abovedada. En esto y en la presencia de la cripta, documentada en 1241, difiere la tipología del románico segoviano que emplea las armaduras y carece de aquella.
Su tamaño, el fuerte campanario y, sobre todo, su situación frente al castillo, traen a la memoria la catedral de Zamora, si bien con la diferencia del reducido solar sobre el que se asentaban la catedral y el Alcázar en Segovia, frente a la holgura de la que disfrutan el castillo y catedral zamoranos, que permiten la existencia de un espacio entre ellos por razones estratégicas.
Enrique IV fue el monarca castellano más vinculado a la ciudad, y pronto se dio cuenta del peligro que suponía que el poder civil y religioso tuvieran una vecindad tan inmediata, y ofreció 16 millones de maravedís por trasladar la catedral a la plaza de San Miguel, argumentando que además, de esta forma, la catedral sería más suntuosa y estaría en mejor lugar. A pesar de que los canónigos le daban la razón y decían apoyar la iniciativa tomada por el rey, el cabildo de la ciudad se lo denegó, a lo que el rey manifestó: «Uno a uno os encomiendo a Dios, juntos os doy al diablo». Una vez que sus intentos de trasladar la catedral fracasaron, procuró embellecerla, poniéndola a la altura y esplendor de su Corte; dotó la capilla de San Frutos con cuatro capellanías, mandó pintar la capilla mayor; blanquear, enlucir y enlosar toda la iglesia, así como también pagó el órgano y entregó diversas joyas.
El cabildo catedralicio encargó la reja que cerraba la capilla mayor al maestro Francisco de Salamanca, quien la ejecutó en 1515. La reja fue trasladada a la nueva catedral, cerrando en la actualidad la capilla de la Piedad.
Claustro de Juan Guas[editar]
En 1436 el obispo Juan Vázquez de Cepeda hizo un llamamiento a los eclesiásticos para reedificar el claustro de la catedral románica:
(...) por la grande antigüedad della (La Claustra) y por ser fecha de mampostería e non aver desvano en ella para que se pueda probeer en tiempo de las aguas, está hundida e mobida por muchas partes y está para ser venir al suelo.
A pesar de que la situación en la que se encontraba era lamentable, y que el obispo estableció ciertos impuestos para su reedificación, sus intentos no alcanzaron éxito alguno, y tuvo que esperar hundido y sin tejado hasta la llegada del obispo Juan Arias Dávila para llevarse a cabo las obras. En 1465 el nuevo obispo solicitó licencia al cabildo para construir el nuevo claustro, y se llamó a Juan Guas para que dirigiese las obras del mismo, y que, una vez finalizadas, llevaría a cabo las obras del nuevo palacio episcopal y otras construcciones segovianas, como la cabecera del monasterio de Santa María del Parral, la bóveda de la iglesia de San Miguel, la reedificación del convento de Santa Cruz la Real o las del monasterio de Santa María de El Paular.
Las obras del claustro comenzaron en 1472 y fueron pagadas por el mismo obispo. Se edificó aprovechando parte del solar del antiguo palacio episcopal, en aquellos momentos derruido, añadiendo a su lado el nuevo palacio. Es un hermoso ejemplo de arquitectura gótica, de planta cuadrada y cinco tramos de galería cubiertos con bóvedas de crucería simple, y la portada del mismo fue sufragada por Isabel la Católica.
Cuando fue derruida la catedral y se comenzó el proyecto de la actual, impulsada por Carlos I, Juan Campero se comprometió en 1524 a desmontar y trasladar el claustro a la nueva catedral, obra que finalizó en 1529.
Destrucción del templo[editar]
El 29 de mayo de 1520, tras la reunión de los procuradores del común de la ciudad en la iglesia del Corpus Christi, se inició el movimiento comunero en Segovia, que se extendió rápidamente por toda la ciudad, y su violencia culminó con la muerte en la horca del regidor Rodrigo de Tordesillas, que había votado a favor del rey. Tras el envío de Rodrigo Ronquillo a tomar la ciudad por parte del cardenal Adriano, los partidarios del emperador se fortificaron en el Alcázar y en la catedral. Los canónigos ante tal situación, celebraron su último capítulo en la catedral el 20 de julio y se trasladaron a la iglesia de San Andrés, pero para mayor seguridad a los pocos días acordaron alejarse más de la contienda, y se dirigieron al convento de Santa Clara.
Los comuneros cercaron la catedral, que por su emplazamiento les impedía el paso a la fortaleza, por lo que intentaron picar y romper la capilla mayor, y así tomar la iglesia y torre, desde la cual combatirían las fuerzas reales que se hacían fuertes en el Alcázar. Ante esto, el cabildo de la ciudad salió en defensa de su iglesia y les amonestó por «cuán injusto era derribar un templo y tan suntuoso, y más para hacer la guerra a quien sirviendo a su rey, defendía su Alcázar». Los comuneros respondieron al cabildo que «la iglesia era de la ciudad», y el cabildo trasladó el Santísimo Sacramento al convento de Santa Clara. Asimismo el 10 de octubre enviaron a un canónigo para que expusiese en el ayuntamiento de la ciudad la destrucción de la catedral, pidiendo al ayuntamiento que mediase, y permitiese sacar todos los objetos de valor y las escrituras:
(...) mynan e contamynan en tal manera la yglesia que se espera dar con ella en tierra, de lo qual Dios Nuestro Señor es destruydo e su sacro templo profanado e la cibdad de ello nyngund provecho recibe antes mucho daño, e los dichos Deán e Cabildo mis partes e su yglesia son danyficados en quantía de más de cien myll ducados, porque allende del hedifiçio [hay] retablos, rexas, campanas, órganos, syllas del coro, e joyas de oro e plata e de seda, valen los dichos cien myll dicados, e más mayormente que ay escrituras que si se perdiesen el daño sería yreparable...
El Concejo accedió, pero dejó muy claro que lo fundamental era que los realistas ganasen la guerra, aunque ello supusiese la destrucción de la catedral. Los comuneros consiguieron romper la capilla mayor, abriendo un portillo entre ésta y la de San Frutos, y encontraron a las fuerzas realistas trasladando las reliquias de San Frutos y sus hermanos a la capilla del Alcázar. Se libró la lucha en las naves del templo, y las fuerzas realistas, para evitar que el destrozo fuera irreparable, se replegaron en el Alcázar, abandonando la torre y catedral, que fue sitiada por los Comuneros, quienes atacaron durante seis meses desde su nueva posición, hasta la triste derrota comunera en Villalar, con la que se puso fin al cerco del Alcázar. El canónigo Pantigoso redactó entonces un informe sobre el estado del templo:
(...) aportillada por muchas partes, destechada y desolada, disipada y destruyda. Y los altares derrocados y profanados, los crucifixos e ymagenes de Nuestra Señora y de otros santos descaveçados, braços y piernas hechos pedaços. Los órganos grandes y los otros dos pares que estavan sobre el coro, quebrados y agujereados de escopetadas y otros tiros. Las sillas del coro trastornadas y evertidas de sus lugares, y muchas dellas quemadas, y otras quebradas puestas por defensas y albarradas. Y hecho dentro y alrededor cavas, fosados, minas y contraminas, y por quitar las losas y laudes de la yglesia para hazer varreras y defensas, los huesos de los finados sacados y desenterrados, y hechas otras cosas semejantes. Las rejas de las capillas de la yglesia quytadas y puestas en las puertas y postigos cabe el Alcáçar para más los fortificar, quemada la casa del ospital y la del ospitalero, que estavan junto a la yglesia, donde se albergavan y acogían los pobres y hijos de Dios. Quemado y destruydo el refectorio... derrocada toda la librería o lo que della estava hecho de nuevo en sillería y cantería...M.ª Teresa Cortón de las Heras, La Construcción..., pág. 42.
Concluían así cuatrocientos años de historia para la segunda catedral que tuvo la ciudad. A pesar del informe de ruina, el deán y el Cabildo tomaron una vez terminada la contienda la catedral, que en 1553 todavía quedaba en pie gran parte de las capillas, así como en 1562 buena parte del edificio no se había hundido, como lo demuestra el dibujo de Anton van der Wyngaerde.
Aun así, el emperador Carlos V había ordenado en 1523 que se volviese a construir una nueva catedral, advirtiendo que «no se tornare a reedificar la dicha yglesia, sino que se buscase otro sitio y se edificase de nuevo en otra parte», como así se hizo, y ese año se compran solares en Barrionuevo, y se encarga a Juan Gil de Hontañón el proyecto y trazas de la nueva catedral.
La Parroquia de María Inmaculada, Madre de la Iglesia, de Vitoria (País Vasco, España), es un templo católico situado en el céntrico barrio de Lovaina de la capital alavesa. Construida en estilo neogótico en la primera mitad del siglo xx, popularmente es conocida como la Catedral Nueva, fórmula empleada para distinguirla de la más antigua Catedral de Santa María, un templo gótico de los siglos xiii y xiv edificado en la parte alta de la ciudad, a su vez conocido como la Catedral Vieja. El culto regular se celebra tanto en el templo como en la cripta, bajo la girola, funcionando dicho espacio como parroquia homónima. El templo, entre los más voluminosos de España, es también una de las últimas grandes catedrales erigida en el país, si bien se trata de una construcción incompleta, ya que la falta de financiación dejó sin realizar una serie de elementos arquitectónicos que habrían dado lugar a una iglesia de alzado muy vertical, en lugar de la horizontalidad resultante del incumplimiento del proyecto original, y con una decoración mucho más recargada. Su principal valor radica en la riqueza escultórica, en muchos casos correspondiente al estilo modernista, que ornamenta los paños de las naves y el ábside en el exterior, así como las capillas de la girola, el trascoro y la cripta en el interior.
Catedral de María Inmaculada | ||
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Catedral Nueva | ||
La fachada de la catedral | ||
Localización | ||
País | ![]() | |
Comunidad | ![]() | |
Provincia | ![]() | |
Localidad | Vitoria | |
Coordenadas | 42°50′43″N 2°40′37″O | |
Información religiosa | ||
Culto | Católico | |
Diócesis | Vitoria | |
Orden | Clero secular | |
Estatus | Iglesia parroquial | |
Advocación | María Inmaculada y Madre de la Iglesia | |
Historia del edificio | ||
Fundación | 1907 | |
Fundador | José Cadena y Eleta | |
Primera piedra | 4 de agosto de 1907 | |
Construcción | 1907-1914 1946-1969 | |
Arquitecto | Julián de Apraiz y Javier de Luque (1.ª etapa) Miguel de Apraiz Barreiro (hijo de Julián) y Antonio Camuñas Paredes (2.ª etapa) | |
Otro artista | Enrique Monjo | |
Datos arquitectónicos | ||
Tipo | Iglesia de cinco naves, transepto y girola | |
Estilo | Neogótico |
Historia[editar]
Primera época constructiva (1907-1914)[editar]
En el solar que ocupaba antiguamente el convento de las Brígidas, justo al lado del Parque de la Florida, y triangulando entre las calles Luiz Heinz, Cadena y Eleta y Magdalena, las obras arrancaron el 4 de agosto de 1907 sobre los planos de los arquitectos Julián de Apraiz y Javier de Luque y con el impulso del entonces obispo de Vitoria, monseñor José Cadena y Eleta, quien quería dotar a la diócesis -que entonces cubría las tres provincias vascas- de un templo-sede acorde con las necesidades eclesiásticas que la vieja Catedral gótica de Santa María, situada en el punto alto del Casco Viejo de la ciudad, estaba lejos de satisfacer por su pequeño tamaño y problemático estado de conservación.
Al acto de colocación de la primera piedra, celebrado con todo fasto, asistieron los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg, la reina madre María Cristina, el nuncio de la Santa Sede monseñor Rinaldi, obispos de la provincia eclesiástica, y representantes de la Corte, el Gobierno y las instituciones locales.
La primera fase de las obras discurrió con gran ritmo y celeridad, tomando parte en las mismas obreros y artistas de toda España y también extranjeros. Las obras quedaron paralizadas en 1914, con la llegada del nuevo obispo Melo y alcalde, tras haberse rebasado el presupuesto inicialmente adjudicado, que era de 5 millones de pesetas, y quedar por levantar cuatro quintas partes de la mole proyectada. En esta primera fase quedaron terminadas la cripta (inaugurada en 1911, la girola, las partes bajas de los pilares de sus cinco naves (hasta una altura de 8 metros) y gran parte de los paramentos exteriores de las fachadas, siendo los materiales de construcción y decoración la piedra natural y el mármol, extraídos en su mayoría de canteras de distintos puntos del País Vasco y Navarra.
Segunda época constructiva (1946-1969)[editar]
Las popularmente llamadas "ruinas" de la Catedral se cubrieron de yedra y maleza. Las obras no se reanudaron hasta 1946, una vez acabada la Guerra Civil y obtenida nueva financiación, con el impulso del obispo Carmelo Ballester Nieto y bajo la dirección de los arquitectos Miguel de Apraiz Barreiro (hijo de Julián) y, en menor grado, Antonio Camuñas Paredes.
La construcción avanzó de forma pausada, respetando el estilo inicial pero incorporando las nuevas técnicas del hormigón y la piedra artificial. En 1949 se terminaron la girola y la parte baja hasta el crucero. Hasta 1952 se construyeron la nave alta del presbiterio, la portada lateral norte y un torreón rebajado en lugar del cimborrio original. Entre 1960 y 1963 se colocaron las vidrieras realizadas en la primera época, y en la girola los relieves realizados por el artista Enrique Monjo para el trasaltar. Entre 1964 y 1969 se cubrió el resto de la Catedral sin añadir los arbotantes exteriores, innecesarios al aligerar los pesos y fortalecer la fábrica la utilización de los nuevos materiales arriba citados.
Aunque inconcluso, el templo fue consagrado el 24 de septiembre de 1969 por el cardenal legado Dell'Acqua, acompañado de varios arzobispos y obispos españoles, y en presencia del jefe del Estado, el general Franco, su esposa y el Gobierno casi al pleno.
Faltaba por construir toda la fachada principal a los pies del templo, incluido el pórtico y dos majestuosas torres gemelas chatas, al estilo de Notre-Dame de París, según un modelo simplificado que suprimía los chapiteles contemplados en el proyecto original, desaparecidos al igual que el cimborrio del crucero y una abigarrada decoración arquitectónica en vertical basada en gabletes y pináculos que habría cubierto todo el alzado, produciendo un resultado visual a caballo entre la Catedral de Burgos y la Catedral de Milán. Las torres albergarían en su interior las oficinas de la Curia, un museo, una residencia, y otras dependencias diocesanas. Aun así, el coste adicional era desmesurado. Desaprobado por la mayoría del clero y la opinión pública vitorianos, el proyecto concerniente a las torres fue cancelado y en su lugar se construyó un pórtico rematado en una gran terraza.
Esta obra quedó concluida en 1973, siendo titular de la diócesis el obispo Francisco Peralta, gracias a la confluencia de dotaciones económicas procedentes de la Diputación Foral de Álava, el Ayuntamiento de Vitoria, el Ministerio de Vivienda y numerosas donaciones privadas, la más cuantiosa de las cuales fue hecha por el mecenas local Félix Alfaro Fournier y la familia vitoriana Viguri Martínez de Ilarduya. Tres años después, las naves de la iglesia serían el marco para el funeral de los obreros muertos en los sucesos del 3 de marzo de 1976.
La Catedral de María Inmaculada, Madre de la Iglesia, de Vitoria es considerada actualmente como una de las catedrales españolas de "última generación", conjuntamente con la Catedral de la Amudena de Madrid y la Catedral de San Cristóbal de La Laguna de Tenerife.1
Descripción[editar]
El edificio, de imponentes proporciones, consta de 5 naves longitudinales, la principal y cuatro laterales, un crucero de tres naves, una girola de dos naves con siete capillas absidiales, pórtico, cripta y sacristía. Con sus 118 metros de ábside a pórtico, sus 62 metros de ancho entre los dos testeros del crucero y sus 35 metros de altura en el crucero, se trata de la segunda iglesia más grande de España después de la Catedral de Sevilla. Su planta de cruz latina recuerda a la de la Catedral de Chartres y cubre una superficie de 5750 metros cuadrados, pudiendo cobijar en su interior a 150 000 personas.
El principal interés artístico del templo descansa en su riqueza escultórica, que presenta acusadas variaciones estilísticas por las diferentes etapas constructivas. En la cripta y en los paños exteriores del ábside pueden contemplarse numerosos relieves en arquivoltas, entrepaños, frisos, capiteles historiados y motivos escultóricos que combinan la iconografía religiosa con otra de temática profana, fantástica y vegetal, sorprendiendo esta última por su imaginación y no pocas veces por su audacia satírica. Todo el conjunto rebosa simbolismo y advertencia moral. También las vidrieras responden a distintos gustos y concepciones estilísticas.
Arquitectura y escultura exteriores[editar]
Fachada principal y pórtico[editar]
Orientada a los arranques de las calles Becerro Bengoa y Prado, la fachada, aún desprovista de torres, presenta un alto frente, abierto en su parte inferior por el pórtico o nártex dispuesto en tres grandes arcos apuntados, de mayor tamaño el central, y en la parte superior por un gran rosetón-vidriera sobre la terraza. Mide 22 metros de altura y se apoya en ocho machones dispuestos en dos filas de a cuatro. Los vértices de las aristas está coronados por pináculos neogóticos estilizados. El remate de la nave central, coronado por una cruz, lleva una orla de arquerías ciegas en su parte superior. Sobre el crucero de la nave se eleva un corto y macizo cimborrio cuadrado.
En las portadas exteriores del pórtico se han esquematizado al máximo las arquivoltas, cinco en la principal y tres en las laterales, desapareciendo en estas las escenas historiadas y cualquier otra decoración. La estatuaria de la fachada, dispuesta en los arranques de las arquivoltas entre peanas-basas apoyadas en pares de columnas, que sí están labradas con motivos historiados o vegetales, y doseletes, está inconclusa. Los bultos que han sido tallados y colocados en sus hornacinas hasta la fecha -único trabajo constructivo que sigue activo a día de hoy- incluyen a Padres de la Iglesia y otros santos y santas.
Otras hornacinas vacías figuran en el interior del pórtico, donde los accesos al templo reproducen el esquema de triple portada apuntada, aunque ahora bajo tres grandes tímpanos con bajorrelieves. El de la izquierda, dando paso a la nave del Evangelio, representa el Nacimiento y Adoración de los Pastores. El central, a María Inmaculada rodeada de estrellas. Y el de la derecha, dando paso a la nave de la Epístola, a Pentecostés. Los tres tímpanos fueron labrados entre 1975 y 1979 por el artista Aurelio Rivas. En la hilada interior del columnario se eleva un apostolado modelado en piedra artificial por el escultor Florentino Trapero entre 1964 y 1965, y apoyado en basas historiadas, tallas que corresponden a la primera época constructiva.
Fachada septentrional[editar]
Orientada a la calle Magdalena. En su parte central, dando acceso al brazo septentrional del crucero, se abre una portada con gran arco gótico abocinado cuyo espacio para el tímpano es ocupado por un gran rosetón. El cuerpo superior lo cubre un balcón cerrado con un gran ventanal-vidriera en lo que es el testero del crucero. A sus lados, peanas vacías de estatuaria y dos ventanales que en su día iban a cubrir vidrieras alusivas a la muerte de San José y bajo cuyos botaaguas discurren unas escocias o frisos con relieves de la primera época.
El friso de la izquierda, tallado por Francisco Nieto, Fernando Sánchez y Gaspar Casas, representa escenas de la Guerra del Rif de 1909. El de la derecha, obra de Francisco País, J. M. Aramburu y Juan Payés, contrapone la Escuela Religiosa y la Escuela Laica. Este relieve es un testimonio del conflicto educativo vivido entre Iglesia y Estado en los años (1910-1912) del Gobierno de José Canalejas, promotor de la enseñanza laica y del control de la actividad cultural de las órdenes religiosas.
Entre esta portada norte y el pórtico del pie del templo discurren cinco ventanales y otros tantos paños que se corresponden con los cinco primeros tramos de la nave lateral, hasta el crucero. Los entrepaños (lienzos ornamentales de pared bajo los ventanales) están decorados con orlas vegetales que cobijan diversa vegetación. Sobre estos corren frisos de mármol blanco ornamentados también con especies vegetales.
Las gárgolas en lo alto de los aleros fueron labradas por Manuel y Aurelio Rivas entre 1964 y 1965; representan figuras tomadas del Libro del Apocalipsis.
Ábside[editar]
Orientado a la calle Luis Heintz, enlaza con la fachada septentrional mediante dos paños de pared, correspondientes a los dos tramos interiores del presbiterio, en los que apenas se ha realizado el desbaste de la piedra. Todo el ábside está coronado por gabletes rematados en florones cruciformes; sus gárgolas, de temas monstruosos, son muy esquemáticas.
El cuerpo semicircular se divide en siete tramos, correspondientes a las siete capillas de la girola interior. Cada tramo consta de tres paños muy estrechos en comparación con su altura y cada paño se divide en tres partes. La parte inferior, al nivel del suelo, la conforman las arquivoltas de los ventanales ojivales de la cripta y los capiteles en los que descansan; las arquivoltas centrales están decoradas con figuras alegóricas y las laterales con temática vegetal; los capiteles presentan labra a base de plantas, animales nocturnos y criaturas fabulosas.
La parte intermedia consta de un entrepaño cuadrangular que en los paños centrales presenta motivos ornamentales alusivos a la advocación de la capilla y a sus patronos, con los escudos respectivos, y, coronando éste, un friso o escocia que es igualmente historiado en los paños centrales. Ambos motivos en los paños laterales, o son de temática vegetal o están, en líneas generales, menos elaborados. Por último, marcando la verticalidad de la fábrica, está la parte superior que forman los ventanales y los gabletes.
Los motivos escultóricos más llamativos de este conjunto son los de las arquivoltas de los ventanales de la cripta, donde proliferan los aspectos lúgubres de la vida terrenal y de ultratumba, mezclados con escenas profanas y seres fantásticos en actitudes violentas. En algunos casos las figuras recuerdan en su estilo los grutescos del arte Plateresco.
A continuación, se describe la ornamentación de cada tramo absidial, arrancando por la parte norte y terminando por el sur:
- Capilla del Sagrado Corazón de María
Originariamente de San José. Arquivoltas centrales: escenas del pecado de la sensualidad con demonios y parejas lujuriosas entre yedras. Arquivoltas laterales: cardinas, yedras y otros vegetales. Entrepaños: alegoría con los instrumentos de trabajo de la carpintería de San José. Friso central: escenas del trabajo de San José y de su muerte. Autores: Luis Echeverría (friso), J. M. Leánder, J. M. Fuentes y Francisco Baises.
- Capilla de Navarra
Arquivoltas centrales: la gentilidad, representada por gigantes y atlantes, en estado salvaje, y humanos afligidos por el pecado original, entre parras. Arquivoltas laterales: saúcos. Entrepaño central: escudos de Navarra y San Francisco Javier. Friso central: la obra evangelizadora de los misioneros navarros. Autores: Gaspar Casas (friso), Aniceto Arregui, Andrés Torrero, Tirso Madame y Valentín Hernández.
- Capilla de Guipúzcoa
Arquivoltas centrales: la Muerte, representada por hombres sosteniendo niños muertos, entre aves, alimañas y vegetación exuberante. Arquivoltas laterales: yedras y hojas de parra. Entrepaño central: escudos de Guipúzcoa y Loyola, ornados con anclas, cuerdas y cadenas. Friso central: San Ignacio herido en batalla y las misiones jesuitas en América del Sur. Autores: Jaime Lluch (friso), Ángel Lucarini (friso), Felipe Lobo, Gaspar Casas, Lulio Sánchez, Pedro Domínguez, Julián Asteasu, Valentín Hernáez y Enrique Bieto.
- Capilla de Nuestra Señora del Rosario
Arquivoltas centrales: Niños jugando, a medio tallar. Arquivoltas laterales: hojarasca, adormideras y amapolas. Entrepaño central: símbolos del Santo Rosario. Friso central: la aparición de la Virgen a Santo Domingo y Santa Catalina de Siena, y el triunfo de la Iglesia sobre los herejes. Autores: Luis Fernández (friso), Federico Baucells, Alfredo Quintana, Juan Casas, Luis Fernández, Pedro Domínguez y Vicente García.
- Capilla de Vizcaya
Arquivoltas centrales: la Muerte, representada por cadáveres y esqueletos. Arquivoltas laterales: girasoles, hojas de laurel y roble. Entrepaño central: faltan de labrar los escudos de Vizcaya y Begoña. Friso central: tipos populares vizcaínos, baserritarras y pescadores. Autores. Tirso Madame (friso), Antonio Márquez (friso), José Sort, Jesús Arizti, Francisco Celada, Juan Casas y Tirso Madame.
- Capilla de Álava
Arquivoltas centrales: el Infierno, representado por condenados, entre serpientes, dragones, cadenas y llamas. En los capiteles, escenas de parejas en romería (la mudanza de las cosas humanas). Arquivoltas laterales: rosas, espigas y amapolas. Entrepaño central: a medio labrar el escudo de Álava y otro espacio para escudo vacío. Friso central: escenas de la vida de San Prudencio. Autores: Alfredo Alánder (friso), Juan Pares (friso), Balbino Echoguíbel, Federico Baucells, José Pérez, Vicente García, Andrés Torrero e Isaac Díez.
- Capilla del Sagrado Corazón de Jesús
Arquivoltas centrales: el Castigo, representado por demonios alados entre escenas de condenación y tormento, y vampiros atacando a una pareja. Arquivoltas laterales: ramos de flores y cardinas. Entrepaño central: sin apenas labor escultórica. Friso central: escenas de la vida de Jesús, con Antonio de Padua. Autores: Jaime Lluch (friso), Enrique Bieto, José Bieto, Juan Casas, Juan Terrán, Alfredo Guijarro.
El ábside conecta con la fachada meridional mediante dos paños de pared, correspondientes a los dos tramos interiores del presbiterio y que como sus equivalentes en el lado norte están sin labrar. En ellos se abre la comunicación a la cripta, bajo el nivel del suelo, puerta que en origen estaba destinada al acceso al futuro y nunca construido claustro.
Fachada meridional[editar]
Orientada a la calle Monseñor Cadena y Eleta y el Parque de la Florida. Es simétrica y prácticamente idéntica a la del norte. Flanqueando la entrada, relieves de la primera época, con la Lucha y la Paz de los Monjes, representando los esfuerzos evangelizadores y civilizadores de la Iglesia, y los Artistas de la Catedral, representados en caricatura, afanados en sus trabajos. Ambos frisos fueron ejecutados por Vicente García, Ángel Lucarini, Bernabé López, Francisco Parés, Bernardo López y Agustín Llera.
Entre esta portada sur y el pórtico del pie del templo discurren cinco ventanales y otros tantos paños que se corresponden con los cinco primeros tramos de la nave lateral, hasta el crucero. Los entrepaños presentan molduras y rosetones, apoyados en figuras alegóricas o caprichos vegetales. Los frisos sobre ellos presentan temas variados vegetales y animales.
Las gárgolas de esta fachada, talladas por Aurelio y Manuel Rivas entre 1964 y 1965, hacen referencia a soldados de la Guerra Civil, pudiéndose encontrar un soldado con máscara antigás, otro de transmisiones gritando por teléfono, el miliciano artillero o un auxiliar moro con turbante y alfanje.
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La nave central mide 14 m de ancho, 8 las intermedias, y las externas laterales, una mide 6,5 m y otra 2 m. Las medidas interiores son 96 m de ábside a puerta y 47 m de anchura en el crucero. La nave central tiene una altura de 35 m y las laterales 17,5 m. Las bóvedas son de crucería sencilla, sin nervio espinazo y barlongas (más anchas que largas). El tramo central del crucero, a falta de cimborrio, se cubre con una falsa bóveda circular, poco cóncava, apoyada sobre pechinas y cuya nervadura forma una estrella de ocho puntas. Todas las plementerías están enjalbegadas. En los cuatro pilares que sostienen los arcos torales que enmarcan esta bóveda hay unas hornacinas vacías ideadas para albergar imágenes de los cuatro Evangelistas.
A todo lo largo de la nave central y el crucero, entre la ventanas y los arcos formeros, discurre un hermoso triforio. Cada tramo de triforio se divide en tantos arquillos y maineles como calles y parteluces segmentan las vidrieras superiores. Las vidrieras son de vidrio blanco excepto las que ocupan los testeros de los dos extremos del crucero; éstas son, como se anticipó arriba, vidrieras con rosetón y están coloreadas al igual que las que hacen la función de tímpano de las portadas de acceso bajo ellas. Igualmente coloreada es la gran ventana-rosetón que preside la fachada principal.
Las caras interiores de las tres portadas están flanqueadas por pináculos adosados y coronadas, en bajorrelieve, por grandes escudos: el de Álava y Vitoria, sostenido por leones rampantes, en el testero norte; el de España, en el testero sur; y el papal de Pablo VI, sostenido por ángeles, en el pie de la nave central. Estos escudos pétreos fueron tallados por los hermanos Aurelio y Manuel Rivas.
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