miércoles, 22 de noviembre de 2023

HISTORIA DE ESPAÑA

 ESCULTURAS DE ESPAÑA

El Transparente de la catedral de Toledo es una obra del arte barroco construida entre 1721 y 1732 por el arquitecto Narciso Tomé, ayudado por sus hijos. Tomé fue nombrado en 1721 arquitecto suplente de la catedral. Se encuentra en el muro absidial de la catedral, en el trasaltar mayor. La obra es de estilo churrigueresco, siguiendo el modo iniciado por José de Churriguera (1665 - 1725).

Encargo[editar]

Tomé y sus hijos lo realizaron en tiempos del arzobispo Diego de Astorga y Céspedes (1720 a 1734), cuya tumba se halla a los pies de su altar. En el ángulo inferior derecho puede observarse una inscripción grabada en latín donde se da a conocer al autor. Traducido al castellano es como sigue:

«Narciso Tomé, Arquitecto Mayor de esta Santa Catedral Primada, delineó, esculpió y a la vez pintó por sí mismo toda esta obra compuesta y fabricada de mármoles, jaspe y bronce»

Desde su construcción fue una obra polémica por su exuberancia. En la actualidad está considerada la obra maestra de Narciso Tomé, y estimada más como composición arquitectónica que escultórica.

El Transparente está hecho de mármoles traídos de Génova, jaspe y bronces. La idea de su realización rompiendo el muro absidal surgió con el fin de dar luz al sagrario que se encuentra justo a su espalda. Se abrió un óculo a través del muro. A su vez este óculo recibe la luz de los tragaluces hechos en la parte superior del ábside, de manera que el Transparente queda iluminado al mismo tiempo que reparte la luz a través del óculo hacia el sagrario. Dicho óculo puede recordar al que talló Bernini sobre el altar de la Cátedra de San Pedro en Roma.

El Transparente, vista lateral.

Composición[editar]

La estructura está concebida a manera de retablo con dos cuerpos en altura unidos o separados por el óculo que es el símbolo del Sol con sus rayos acompañados de un séquito de angelitos dispuestos en múltiples posturas. A su alrededor se encuentran los cuatro arcángeles, y además pasajes de Gedeón y profetas que llevan en sus manos las filacterias con el texto de sus adivinaciones.

El eje de todo el grupo está compuesto de abajo arriba en primer lugar por la mesa de altar sobre la que se realza la estatua de la Virgen de la Buena Leche, trabajada en mármol blanco de Carrara y enmarcada por columnas decoradas ampliamente con ornamentación exuberante. A continuación el óculo transparente que consiste en una vidriera adornada por un sol de bronce.

Litografía de 1842

Se ven bellos relieves en bronce: a la izquierda Abigaíl ofrece al rey David pan y vino para aplacarle en su enfado con Nabal; a la derecha Ajimelec entrega a David la espada de Goliat más el pan consagrado. El cuerpo superior está ocupado por la Última Cena, de tamaño ligeramente mayor que el natural, cuyo tema tiene un significado eucarístico. Más arriba pueden verse las esculturas de la Fe, la Esperanza y la Caridad.

En los laterales del grupo están las imágenes de san Eugenio y santa Leocadia a la izquierda; san Ildefonso y santa Casilda a la derecha. La obra entera presenta movimientos de líneas como corresponde a lo más espectacular del barroco español. Como culminación está la gran oquedad de la bóveda por donde entra la luz. Es una bóveda decorada con pinturas al fresco de temas bíblicos. Tiene también gran ornamentación de figuritas esculpidas en mármol y alabastro.

Apreciaciones[editar]

El escritor cubano Alejo Carpentier, que sentía una declarada predilección por la Catedral de Toledo, señala el Transparente como el auténtico milagro de La Primada, donde la apoteosis del barroco europeo la sitúa al mismo nivel de otros templos de primer orden, como la Basílica de San Pedro en Roma o la Catedral de San Basilio en Moscú. Su conceptualización de «lo real maravilloso» atribuido a la exuberante realidad de Hispanoamérica, encuentra la culminación del arte barroco en la mezcla de elementos antitéticos de este grupo escultórico, que dejarían huella en algunas de sus obras más importantes (El Siglo de las lucesConcierto barroco).









El Triunfo de la Candelaria es uno de los principales monumentos escultóricos de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, (isla de TenerifeCanariasEspaña). También conocido como Obelisco de la Candelaria, fue donado en su día por Bartolomé Montañez, como complemento de la cruz de mármol que él mismo había regalado unos años antes con el fin de completar la ornamentación de la Plaza de la Pila, llamada así porque en ella se encontraba una fuente que desde principios del siglo xviii abastecía de agua potable a la población de Santa Cruz y a los barcos que fondeaban en su puerto, y actualmente llamada Plaza de la Candelaria.

El monumento está dedicado a la Virgen de Candelaria, a quien el Archipiélago Canario tiene por patrona, y simboliza la aparición de la Virgen y la posterior conversión de los menceyes guanches. Es un monumento de estilo neoclásico, aunque la Virgen tiene trazas góticas.

Autor y breve descripción[editar]

El monumento, de mármol esculpido en Génova (Italia) por Pasquale Bocciardo en 1768 (Hernández Perera, 1961), tenía originalmente una altura aproximada de 11 metros. Sobre una base cuadrada descansa un soporte con volutas y finos adornos florales de mármol. En el soporte hay cuatro estatuas de mármol que representan a otros tantos guanches, que custodian la imagen de la Virgen de la Candelaria, colocada en la cima de una pilastra piramidal. Como se ve en las láminas de los libros de Sabin Berthelot (1839) y de Olivia Stone (1887), en la base había cuatro putti cabalgando sobre delfines, esculpidos también en mármol, que representaban las estaciones. Estaban bastante deteriorados, pues habían sido mutilados por dos soldados ingleses en 1825 (Poggi y Borsotto, 1881). Cuando se remodeló la plaza en 1928 se quitaron y desaparecieron. A pesar de la falta de esas pequeñas figuras que adornaban el pedestal, sigue siendo un elemento escultórico de alto valor artístico (Tarquis, 1973), y seguramente el más popular e importante de todos los que adornan las calles de Santa Cruz (Cioranescu, 1998: 246).

Inscripciones[editar]

En los cuatro laterales del prisma que soporta la pilastra se encuentran cuatro inscripciones. En una se recuerda la razón de la colocación de la Virgen: "Esta sacra pirámide se erige monumento de cristiana piedad para eterna memoria de la aparición de Candelaria, imagen de María Santísima cuyo sagrado bulto adoraron en esta isla los gentiles 104 años antes de la predicación del Evangelio". En la segunda se dice: "Los conquistadores la aclamaron patrocinio especial de Tenerife. Los isleños patrona general de las Canarias. Adórala que es imagen de aquella augusta madre de Dios que por los hombres se hizo hombre". En la tercera se señala que "los regios sucesores de Tenerife, coronados de flores y trayendo por cetros majestuosos las áridas canillas de sus padres, reverenciaron oculto numen en esta santa imagen, vieron la luz de Dios entre las sombras, y la invocaron en todas sus conquistas". La cuarta inscripción nos dice quién fue su donante y en qué fecha se erigió: "A expensas y cordial devoción del capitán D. Bartholomé Antonio Montañez, castellano perpetuo del castillo real de la marina de Candelaria, año de Ntro. Señor Jesu Christo MDCCLX y VIII, el X del pontificado de Ntro. Ssmo. padre Clemente XIII y el IX de la proclamación en Madrid de Ntro. catholico rey y señor, D. Carlos III".

Anacronismo y fecha de erección[editar]

En la inscripción el tiempo se cuenta de tres modos diferentes: 1) cronología o era cristiana (año de Ntro. Señor MDCCLX y VIII); 2) cronología del papa Clemente XIII (año X del pontificado de Ntro. Ssmo. padre Clemente XIII, es decir 1768 ya que Clemente XIII fue elegido papa en 1758); 3) cronología del rey Carlos III (año IX de la proclamación de Carlos III de España, es decir 1768, pues Carlos III sucedió a su hermano Fernando VI en 1759). Puede cometerse el error de interpretar la primera como 1778, al confundir la letra upsilon (y) estilizada con la X latina. Se trata de un evidente error, entre otras razones porque la cronología de los papas finaliza con su muerte, iniciándose la cronología del papa siguiente, y en 1778 Clemente XIII llevaba nueve años enterrado (y su sucesor, Clemente XIV, también llevaba enterrado cuatro, ya que el papa de 1778 era Pío VI).

Son muchos los libros de viajes escritos en los siglos XIX y XX que describen y hablan del Triunfo, pues hasta bien entrado el siglo xx fue el primer monumento y símbolo religioso que encontraban los viajeros al bajar del barco que los había llevado a Tenerife. Bory de Saint Vincent (1803) fue uno de los primeros en publicar las inscripciones. Y Sabin Berthelot (1839) fue el primero que editó una lámina del Triunfo. Viendo la pobreza de la plaza principal de aquella población convertida ya en capital de Canarias, podemos acertar a comprender el valor que entonces representaba el monumento, y por qué aparecía como importante símbolo de Santa Cruz.


Triunfo de la Candelaria

Triunfo de la Candelaria, monumento en honor a la Virgen de Candelaria (patrona de Canarias).
Localización
PaísBandera de España España
LocalidadPlaza de la Candelaria de Santa Cruz de Tenerife (España). 28°28′00.6″N 16°14′52.9″O
Coordenadas28°28′01″N 16°14′53″O
Historia
Inauguración1768
AutorPasquale Bocciardo
Características
TipoMonumento conmemorativo
Dimensiones4 metros de altura total
Protección
CaracterísticasMármol de Carrara










La Virgen Comendadora de la Merced es una talla de los siglos xvi o xviii atribuida a José Montes de Oca y a Jerónimo Hernández. Está ubicada en la capilla del Museo de Bellas Artes de Sevilla, en Andalucía (España).

Historia[editar]

Emplazamiento[editar]

La Virgen Comendadora de la Merced fue originalmente emplazada en el coro de la Casa Grande de la Merced Calzada (actual Museo de Bellas Artes), siendo por ello denominada «Virgen del Coro»,1​ aunque también acabaría siendo conocida como «Virgen del Rayo» debido a que durante una tormenta un rayo impactó en el coro y provocó serios daños en los bienes del convento, quedando intacta la imagen de la Virgen.2​ La talla siguió conservándose en el mismo lugar tras la expropiación del inmueble en 1835 con motivo de la desamortización de Mendizábal,3​ aunque no en su emplazamiento original, pasando a custodiarse en la capilla del museo.

Accidente y descubrimiento[editar]

El 15 de febrero de 1992 sufrió graves daños al romperse en varios fragmentos a causa de una caída fortuita desde el sitial donde se exhibía, siendo restaurada con éxito por Francisco Berlanga, quien durante el proceso de reparación descubrió en el interior de la figura un pergamino el cual interpretó como una restauración anónima acometida en el siglo xviii,1​ lo que desencadenaría dudas sobre la autoría de la talla.

Atribución y datación[editar]

Actualmente son dos los escultores a quienes se atribuye la autoría de la imagen: José Montes de Oca2​ y Jerónimo Hernández.4​ La atribución a este último fue defendida en el siglo xx por el catedrático José Hernández Díaz en base a la tesis propuesta por el investigador Celestino López Martínez:

El erudito López Martínez fecha esta soberana imagen en 1584, y apunta la atribución a Jerónimo Hernández, clasificación que suscribo en plenitud. La monumentalidad compositiva, las perfecciones del dibujo, modelado y talla son las utilizadas en la producción de este excepcional imaginero. Su policromía corresponde al siglo xviii5

Sin embargo, y pese a que también se llegó a postular al arquitecto Juan de Oviedo,6​ Montes de Oca es considerado generalmente como el autor de la imagen,789​ surgiendo esta atribución en 1800 de la mano de Juan Agustín Ceán Bermúdez,10​ postura compartida por Antonio Torrejón Díaz, quien retrasó la ejecución de la talla hacia 1735,11​ si bien el hallazgo de 1992 volvió a poner en duda esta atribución, habiéndose considerado ya anteriormente la posibilidad de que no fuese una pieza original sino el resultado de la remodelación de una obra precedente.11

Descripción[editar]

La imagen, de 1,75 metros de alto y realizada en madera policromada, dorada y estofada, luce un rostro maduro aunque dotado de formas suaves y redondeadas, en el que destacan una boca entreabierta, un pequeño hoyuelo en el mentón, una nariz prominente y unos ojos casi cerrados con la vista dirigida al suelo. La melena presenta raya al medio y caída a ambos lados de la cara, posándose delicadamente sobre los hombros y el tórax, donde se forman marcadas ondulaciones. El brazo derecho de la Virgen está flexionado y la mano posada sobre el pecho, mientras que el otro brazo reposa casi a la altura del regazo al tiempo que la mano izquierda sostiene un Libro de las Horas a modo de acompañamiento del rezo litúrgico de la comunidad de mercedarios.5

Viste el hábito de la orden, compuesto por una túnica, un escapulario y una capa ricamente decorados con estofados barrocos, destacando a su vez el escudo de los mercedarios a modo de broche en el escote, donde se unen los extremos de la capa. Los ropajes presentan pliegues anchos de escaso volumen y cierto vuelo gracias a la doblez de una de las esquinas del escapulario, si bien la imagen destaca en su totalidad por su ausencia de movimiento, aunque sin llegar a caer en la estaticidad típica de muchas imágenes sedentes. La Virgen, quien parece inclinarse hacia delante, se halla sentada en un trono a imagen y semejanza del relato de la aparición experimentada por San Pedro Nolasco, ataptándose la capa a la hechura del asiento y del respaldo en vez de mostrar una caída libre.

El trono presenta una arquitectura típica del barroco: resaltan en la zona superior del respaldo motivos de rocalla y dos querubines de cuerpo entero enmarcando el rostro de María, hallándose dispuestos a su vez los rostros en relieve de tres serafines bajo el arco de medio punto sobre el que reposan los querubines. A los pies de la Virgen, a modo de escabel, se hallan las cabezas aladas de varios serafines, algunas de frente, otras de perfil y otras giradas hacia abajo, lo que dota de mucho movimiento a la obra, creando la sensación de que los ángeles están revoloteando a los pies de María. De acuerdo con Álvaro Dávila-Armero del Arenal, las figuras angelicales, el hoyuelo del mentón de la Virgen y la madurez de su rostro son los detalles que han permitido atribuir la imagen a Montes de Oca.6

Legado[editar]

La Virgen Comendadora de la Merced está considerada como una de las mejores obras de Montes de Oca junto con un San José de 1743 venerado en la Iglesia de San Isidoro de Sevilla,12​ relacionándosela a su vez a nivel estilístico y compositivo con la Virgen Comendadora del Convento de La Merced Calzada de Écija.13​ Del mismo modo, Ceán Bermúdez la cita como una de sus esculturas más destacadas junto con la Dolorosa de la Hermandad de los Servitas, la Santa Ana custodiada en la Iglesia de El Salvador, y la Dolorosa de la Iglesia de Nuestra Señora del Mayor Dolor de Aracena, perdida en un incendio en 1795.


Virgen Comendadora de la Merced
Autoratribuida a José Montes de Oca y a Jerónimo Hernández
Creación1584 o c. 1735
UbicaciónMuseo de Bellas Artes de SevillaAndalucía (España)
Estilobarroco
Materialmadera policromada
Dimensiones175 cm

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