ESCULTURAS DE ESPAÑA
El retablo de la Pureza es una obra escultórica religiosa del siglo xvii ubicada en el patio de Banderas, en el barrio Santa Cruz, en Sevilla (Andalucía, España). Encuadrado en la tipología de «retablo público» o «retablo callejero», este es el único dedicado a la Inmaculada Concepción que se conserva en Sevilla junto con el de la Capilla de la Pura y Limpia y el de las gradas de la catedral, si bien este último está presidido por una imagen de la Asunción.
Historia[editar]
La obra está fechada en el último tercio del siglo xvii1 y se desconoce la identidad del autor, aunque por sus características podría tratarse de una pieza procedente del taller de Pedro Roldán.2 De acuerdo con una leyenda, Cristóbal Colón, antes de iniciar en 1493 el viaje que lo llevaría a descubrir Puerto Rico y Jamaica (el primero que efectuaba tras el descubrimiento de América), rezó ante el retablo,3 el cual pasaría a ser conocido como «retablo de Colón». El origen de esta leyenda, nunca confirmada y con toda probabilidad infundada, pudo ser la existencia de un retablo anterior en el mismo lugar que, deteriorado a causa de las inclemencias del tiempo, fue retirado y sustituido por el actual, datado en una fecha muy posterior a la muerte de Colón (se cree a su vez que el retablo primitivo pudo proceder de las dependencias privadas del almirante en el Real Alcázar de Sevilla).4 Al parecer en el mismo lugar en que se halla el retablo estuvo ubicada una pintura al fresco, actualmente desaparecida, obra de Antonio del Rincón.5
Pese a la falsedad de la leyenda, la novelista Fernán Caballero (residente en el n.º 1 del patio de Banderas) hizo uso de esta tradición oral para evitar la desaparición del retablo durante el siglo xix en el marco de la Revolución de 1868, popularmente conocida como «La Gloriosa». Caballero redactó un escrito al Gobierno en el que solicitó la no destrucción de la obra alegando su importancia histórica en base a sus conexiones con Colón, lo que permitió que el retablo fuese respetado.67
Descripción[editar]
Ubicado en el interior del arco de entrada al patio de Banderas, en una hornacina en arco carpanel acristalada y con marco de madera, el retablo, de casi dos metros de alto y 2,37 de ancho, es de estilo barroco tardío con policromía dorada y consta de un cuerpo con cinco calles, banco y ático. La calle central contiene un altorrelieve de la Inmaculada y, en el fondo, varios símbolos vinculados a esta advocación mariana en bajorrelieve, como un sol y una luna. La imagen de la Virgen muestra una marcada postura frontal rota por un leve desplazamiento en los pliegues de la túnica así como por la disposición asimétrica del manto, destacando una corona circundada por una aureola con rayos y, a los pies de la talla, un escabel compuesto por una nube decorada con las cabezas de cuatro ángeles, sobresaliendo en los extremos las puntas de una luna creciente.
En las calles laterales destacan hornacinas aveneradas en arco carpanel con imágenes de bulto redondo de San Joaquín y Santa Ana, ambas sobre ménsulas semicirculares al igual que el relieve de la Inmaculada. Estas hornacinas están enfrentadas debido a que la calle central y las calles que la enmarcan presentan una disposición similar a la de los retablos de tipo cascarón. Por su parte, en las calles de los extremos, en hornacinas aveneradas de medio punto, destacan las imágenes de bulto redondo de San Pedro y San Fernando, este último canonizado y proclamado patrón de Sevilla en la época en que se fecha el retablo. Estas dos hornacinas presentan sobre ellas, en el friso, un rostro en altorrelieve enmarcado por rocalla, mientras que a ambos lados están flanqueadas cada una por columnas salomónicas cubiertas de hojarasca y coronadas por capiteles corintios.
En el banco, directamente bajo cada uno de los cuatro pilares, destacan ménsulas rematadas en su parte inferior con la cabeza alada de un ángel, estando toda la predela cubierta con rocalla al igual que el resto del conjunto. El ático se apoya sobre una cornisa moldurada y escalonada en cuyo centro, enmarcado por un frontón partido curvo, se erige una hornacina presidida por una talla de San José cargando al Niño Jesús en su regazo. Esta hornacina es de medio punto y se apoya sobre capiteles dóricos sustentados por ménsulas, estando los extremos del ático cubiertos de rocalla.
Restauración[editar]
Entre 2020 y 2021 el retablo fue sometido a una labor de restauración por parte de Patrimonio Nacional.8 Las tareas de reparación, acometidas también en otro retablo del Real Alcázar y con un coste superior a los 36 000 euros, estuvieron destinadas a desinsectar y limpiar la obra de la suciedad que la cubría así como a corregir numerosos defectos, tales como el oscurecimiento de los barnices,9 las lagunas de policromía, la caída del remate izquierdo y la desaparición de volumen en las imágenes del retablo.2 Dada la dificultad de trabajar sobre un andamio en una zona de paso tan estrecha, para poder llevar a cabo estas tareas se requirió desmontar la obra, la cual fue restaurada en las propias dependencias del alcázar. También se realizaron labores de conservación en la urna, para lo cual, entre otros trabajos, se retiraron capas de pintura para efectuar un entonado cromático8 y se instaló un nuevo sistema de iluminación en el exterior dado el riesgo que suponía el anterior, ubicado dentro de la urna2 (hay constancia de que el retablo se iluminaba ya en la década de 1850).
retablo de la Pureza | ||
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Autor | anónimo | |
Creación | último tercio del siglo xvii | |
Ubicación | patio de Banderas, barrio Santa Cruz, Sevilla (Andalucía, España) | |
Estilo | barroco tardío | |
Material | madera policromada |
El Retablo de la Purísima se encuentra en la catedral de Astorga en uno de sus muros. El retablo se debe al mecenazgo del obispo de dicha catedral Alfonso Mejía de Tovar (también llamado Alfonso Messia de Tovar, 1616-1636), que lo encargó en 1627 para poder albergar la talla de la Inmaculada Concepción del escultor Gregorio Fernández, con motivo de la celebración en Astorga del Voto de la Inmaculada.1
Consta de banco, un único cuerpo, tres calles y un ático. Las trazas y las pinturas se deben a Juan de Peñalosa y la arquitectura corrió a cargo de Francisco Ruiz, supervisada por el arquitecto Pedro Álvarez de la Torre. El dorado lo hizo Juan de Meaza (en 1630). El retablo mide 8 x 5,10 x 5 m. La imagen titular es la Inmaculada de Gregorio Fernández situada en el centro y delimitada por pares de columnas entorchadas.
Descripción del retablo[editar]

Consta de banco, un cuerpo con tres calles y un ático. En el centro del banco está ubicado el sagrario, custodiado a ambos lados por dos ángeles. El resto está repartido entre cabezas de ángeles con grandes alas y dos pinturas de Peñalosa: a la derecha el tema de la Anunciación del ángel a Santa Ana, siguiendo el relato de los Evangelios apócrifos y a la izquierda la Anunciación del ángel a San Joaquín, del mismo origen. Estos dos pasajes culminan en el lienzo del ático donde se representa el abrazo de Joaquín y Ana ante la Puerta Dorada de Jerusalén. Todas estas pinturas son de Peñalosa.
Las tres calles del cuerpo central están separadas por columnas entorchadas que tienen los capiteles corintios. En la calle central y ocupando todo el cuerpo se halla la imagen titular de la Purísima, obra de Gregorio Fernández de cuya existencia da fe el canónigo Peñalosa en su escrito sobre las fiestas de la Inmaculada Concepción en que no solo nombra a Gregorio Fernández como el autor sino que describe minuciosamente la escultura.2 En las calles laterales hay cuatro cuadros de Juan de Peñalosa con metáforas del Cantar de los Cantares y con letanías de la Virgen. Este único cuerpo está separado del ático por un friso y un frontón quebrado aplastado en cuyo centro puede verse una paloma, símbolo del Espíritu Santo.
El ático lleva en el centro el lienzo de Peñalosa con la representación mencionada del Abrazo ante la Puerta Dorada. Está enmarcado con cuatro columnas estriadas. En las esquinas pueden verse los escudos heráldicos del obispo Mexia.
Retablo de la Virgen de la Majestad (catedral de Astorga)
El retablo de la Virgen de la Majestad de la catedral de Astorga se encuentra situado en la capilla absidal menor del lado del Evangelio que desde 1994 está dedicada a capilla del Sagrario. La fabricación de este retablo se debe al mecenazgo del obispo Alfonso Mejía de Tovar (también llamado Alfonso Messia de Tovar, 1616-1636) que con su gran devoción mariana quiso dedicar una capilla especial a la imagen antigua de esta Virgen.
Es un retablo de estilo clasicista hecho en madera dorada y policromada que empezó el ensamblador Lupercio Getino y terminó otro ensamblador llamado Mateo Flores (de Ponferrada). El entallador y ensamblador Getino se había formado en el taller del escultor Gregorio Español cuya obra fue muy extendida por la diócesis de Astorga durante las últimas décadas del siglo xvi y primer tercio del XVII. Las trazas y las pinturas son de Juan de Peñalosa y las esculturas de los ángeles atribuidas a Gregorio Español (1622). En el centro se encuentra la imagen titular, Virgen de la Majestad, románica del siglo xii. El conjunto mide 7 x 4,5 x 0,15 m. Consta de banco, cuerpo único, ático y tres calles. En 1994 tuvo lugar una buena restauración llevada a cabo por Javier Oyamburu.
Descripción del retablo[editar]
Consta de sotabanco y banco, ambos dorados con maestría. En el centro del banco se halla el sagrario que es una pieza ligeramente anterior a la elaboración del retablo. Tiene frontón y bajo él y sobre la puerta está el relieve del resucitado. En los flancos pueden verse las pinturas de Pedro y Pablo. A ambos lados del banco y bajo las dos calles laterales aparecen los relieves de unos ángeles portadores de cartelas que llevan escritas las indulgencias dadas por el papa Gregorio XIII por ser éste un altar privilegiado.
En la calle central y en lugar preferente se halla la hornacina que cobija la imagen titular: la Virgen de la Majestad; es obra románica de comienzos del siglo xii, tallada en madera de peral policromada en temple y chapada en plata. Mide 120 x 41 x 37 cm. La Virgen está sentada sobre un trono y a su vez ella misma sirve de trono a su hijo. Pertenece a las llamadas Sedes sapientiae o Trono de Sabiduría o Trono del Señor, que es la Kyriotissa bizantina. Mantiene en su mano derecha el símbolo de la manzana (alusión a la nueva Eva) mientras señala con su mano izquierda a Jesús. El Niño lleva túnica y en este caso va calzado, siendo este detalle un precedente sobre este modelo románico. Es una imagen-relicario, con el hueco ubicado en la espalda donde se encontraron a raíz de la restauración de 1988 unos paquetitos identificados por cartelas que indicaban ser astillas de la Vera Cruz y leche de María.

A ambos lados de la talla de la Virgen, en las calles laterales, hay dos pinturas de Juan de Peñalosa. La que está a la derecha del espectador es Santa Teresa de Jesús, copia del retrato que le hizo fray Juan de la Miseria. Con esta representación se hace un homenaje a la renovación de la Iglesia con sus nuevos santos tras en Concilio de Trento. La parte inferior muestra una inscripción con dedicatoria:
S. Theresiae iesu carmelitane/ordinis renovatrici (a Santa Teresa de Jesús, renovadora de la orden carmelitana)
Una filacteria rodea la cabeza de la santa, saliendo estas palabras de su boca:
Misericordia dni, in aeternum cantabo (Cantaré eternamente las misericordias del señor) salmo 89
El cuadro de la izquierda del espectador representa a San Genadio, obispo de Astorga de 899 a 919, en alusión a los santos tradicionales hispánicos.

El ático muestra una pintura obra así mismo de Peñalosa, con la representación de la imposición de la casulla a San Ildefonso. El fondo de la pintura parece representar el interior de la catedral de Toledo. Peñalosa pintó la cara del santo representando el rostro de su mecenas y amigo el obispo Alonso Mexía de Tovar. A ambos lados del lienzo hay dos escudos de este obispo y a su lado las figuras de gran tamaño de dos ángeles portadores de los símbolos de la jerarquía de la Iglesia: el báculo y la mitra. Estas esculturas están atribuidas a Gregorio Español. El ático termina en un frontón triangular sobre cuyos lados inclinados reposan las figuras de dos niños o angelotes.
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