CONJUNTOS MONUMENTALES
Alcazaba Cadima | ||
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Bien de interés cultural Patrimonio histórico de España | ||
Murallas ziríes de la antigua Alcazaba Cadima | ||
Localización | ||
Localidad | Granada | |
Datos generales | ||
Categoría | Monumento | |
Código | RI-51-0011732 | |
Declaración | BOE 29 de junio de 1985 | |
Estilo | arquitectura islámica | |
Mapa de localización | ||
Ubicación en Granada | ||
La Alcazaba Cadima (al-Qasba Qadima o Fortaleza Vieja) fue el núcleo urbano originario de la Granada musulmana, tras su refundación por Zawi ben Ziri, alrededor del año 1010. En ella se encontraba el palacio de los reyes ziríes, sobre el que se construiría posteriormente el complejo nazarí Dar al-Horra.
Descripción
[editar]Estaba situada en lo más alto del actual barrio del Albaicín, alrededor de las calles Aljibe de la Gitana, cuesta María de la Miel y callejón de San Cecilio, extendiéndose hasta la iglesia de San Nicolás.
Contenía dos barrios, Harat Alcazaba, al norte, y Rabat Almufadar, al sur. Disponía de, al menos, cuatro puertas de acceso, Bib Cieda (que subsiste hoy, como Puerta Nueva o Puerta de las Pesas, conocida por la ciudadanía granadina como Arco de las Pesas), Bib Caxtar y Bib Elbis, en el paño norte de la muralla, conectando con el arrabal del Albaicín, y Bib Albonud en el paño este.1 No se conoce ninguna puerta en sus paños sur y oeste, a pesar de lindar con los barrios más populosos de la ciudad.
Actualmente quedan en pie la mayor parte de los paños de muralla de su lado norte.
Aljibe del Rey | ||
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Datos generales | ||
Uso | Aljibe | |
Calle | Placeta Cristo Azucenas, 2 | |
Localización | Granada, Andalucía, España | |
Construcción | Siglo XI | |
Capacidad | 300 metros cúbicos | |
Ocupante | Fundación AguaGranada | |
El Aljibe del Rey, también conocido como Aljibe real o Aljibe viejo, es una estructura hidráulica ubicada en el barrio del Albaicín de Granada, Andalucía, España. Se trata del mayor aljibe histórico de la Granada musulmana, construido durante el Reino zirí, en torno al siglo XI. Actualmente el Aljibe del Rey se encuentra dentro del Carmen del Rey, que alberga el Centro de interpretación del agua y la sede de la Fundación AguaGranada, que lleva gestionando el monumento desde enero de 2008.1
Historia
[editar]Este aljibe era suministrado por un ramal de la acequia de Aynadamar, proveniente de Fuente Grande, en Alfacar, y que desde el siglo XI nutría, asimismo, las huertas del rey Badis Ben Habús de la dinastía zirí.2 Victor Rabasco García considera que la existencia de un aljibe de estas proporciones, 300 metros cúbicos, era evidencia de que daba servicio a un complejo mucho más grande, probablemente la Alcazaba Cadima relacionada con la monarquía, de ahí su nombre.3
Una de las curiosidades de los aljibes es que se solían usar galápagos, debido a que estos animales se alimentaba de algas e insectos, dejando el agua limpia.
Descripción
[editar]Su estructura es cuadrangular con cuatro naves y unas dimensiones de once por once metros. Cada nave está dividida por arcos de medio punto, apoyados sobre pilares cuadrados, y cada bóveda mide unos cuatro metros de altura, 10,63 metros de longitud y 2,40 metros de anchura. Se trata del único aljibe en Granada que presenta dos lumbreras por cada bóveda.3
La boca del aljibe es de construcción moderna, adosado a las tapias del carmen, y está constituido por un arco de medio punto, enmarcado por un alfiz. Toda la portada exterior, renovada en 1985, está realizada en ladrillo y está cubierto con un pequeño tejado a dos aguas con alero.
Entre las más interesantes y entretenidas tareas que la explicación del Patrimonio Cultural de la ciudad nos provoca está sin duda la búsqueda y localización de espacios, rincones, objetos materiales y aún monumentos, que bien por estar en manos privadas o públicas, u olvidadas de la mano de Dios, casi nadie conoce, cuanto menos atiende a ubicar en su lugar y situación precisos. La búsqueda y localización de estos espacios singulares se convierte en ocasiones en una tarea más próxima a la búsqueda y captura policiaca o a los remedos de los indianajones de pacotilla que a un verdadero trabajo de campo donde nuestros predecesores, los arqueólogos e historiadores lo saben casi todo, pero lo guardan “pro domo sua” en sus cajones y gavetas, todo lo más sometidos al escrutinio de los eruditos y profesionales del ramo, muy alejado todo de la vox populi a quien queremos llevar nosotros estos dulces culturales que tienden a parecer asunto menor cuando en verdad son codiciadas piezas para los profanos y aún los entendidos en nuestra historia.
Uno de los espacios en los que más dificultades encontramos fué sin duda la localización de los BAÑOS ÁRABES DEL ALBAIZÍN. Monumento almohade coetaneo de la expansión extramuros de la vieja ciudad zirí y pieza clave en el desarrollo urbano y doméstico a partir del siglo Xll y Xlll.
Bien leídos llevábamos los informes de los expertos: Gómez Moreno, Gallego Burín, Orihuela Uzal, y otros, los cuales sin género de dudas los ubicaban en la calle del Agua del Albaizín, en los números 1, 3, 5 de la citada calle, con entrada actual por Cuesta de la Almona hacia un patio corrala de vecinos donde persistían (pese a la afrenta de la demolición parcial de alguna de las salas) tan preciado y desconocido monumento.
Nuestros primeros pasos nos llevaron, como era de rigor, a las citadas casas. Con poco acierto, pues encontramos las puertas cerradas y nadie nos dió fe de que allí hubiera otro cosa que las tres viviendas de tres señoras nonagenarias emparentadas entre sí y afincadas en la manzana. Fiasco mayúsculo que volvió a repetirse una segunda y tercera vez. A la de cuatro pudimos hablar por fin con Paquita, la propietaria de la casa número 1, a la cual se le pusieron los pelos de punta cuando le preguntamos por el motivo de nuestra presencia allí . Lo que ella nos dijo fué determinante para abandonar momentánemente las pesquisas por ese lado:
-“Aquí no hay más agua, nos soltó lacónica y seria, que la que sale del grifo; busquen Uds por otro lado”. Sin embargo, algo en su expresión nos dió a entender que no decía toda la verdad y que por alguna razón (que no podía ser otra que la de evitarse molestias), no estaba dispuesta a franquearnos la entrada con la ilusa intención de contemplar algo, lo que quedara, de aquel baño legendario. La frustración sin embargo no fué óbice para seguir investigando algún ardite o pacto que convenciera a Paquita, a la que abordamos otra vez, de forma amistosa, dejándole caer una invitación en la cercana Casa Pasteles para ablandar sus resistencias. Su terca negativa fué bastante brusca:
-“Ya les dije que no, que aquí no hay ningún baño de ninguna clase, y en el mío gasto ducha”. En fin, gestión perdida, aunque no del todo, pues aprovechamos para indagar en la llamada “casa árabe de Pardo”, unos metros más arriba de la misma calle, donde sabíamos de la existencia de una casa morisca remodelada, ya que no rehabilitada en estricto sentido, donde quizá, por una remota casualidad fuera allí, y no junto a Plaza Larga donde se encontraran los citados baños.
No, no, nos dijeron las vecinas a las que preguntamos. Ahí no hay baño, todo lo más un aljibe de tantos y además los dueños viven en Madrid y no dejan entrar a nadie.
Los baños existían, pero, ¿cómo verlos?. Logramos encontrar alguna foto antigua y malbaratada que lo probaba, los expertos también lo indicaban sin género de duda. Pero había que documentarlo y probar con pelos y señales a día de hoy, que aún quedaba en pié algún resto real y visible que mostrar a los estudiosos y participantes en nuestras visitas.
Durante varios meses desistimos de intentarlo. La puerta se había cerrado bruscamente y ya hemos aprendido a fuerza de tiempo que sin la colaboración de los propietarios de un bien cultural protegido o no, privado o público, jamás se consigue, ya no visitarlo, sino siquiera documentarlo.
Nuestras pesquisas siguieron por los alrededores de la calle del Agua encontrando en compensación valiosos espacios y aún casas no conocidas antes, en ruinas algunas, como la del Callejón de la Botica, reconstruidas como la de la calle de las Minas o la “arreglada” muralla Zirí, visitada desde el interior de un domicilio particular del rincón de Plaza Larga.
Si alguien nos preguntaba por los baños del Albaizín, le dábamos largas: estamos en ello. Existen, no hay duda; quedan restos importantes. Tarde o temprano los visitaremos, pero no es asunto fácil. la buena intención quedó postergada para tiempos futuros.
Casi olvidado el trajín una mañana la Doctora M. X. Trabajadora del Centro de Salud del Albaizín, y a la que alguna vez habíamos contado nuestras cuitas nos sorprendió con la siguiente información:
-En el otro lado del baño que buscáis, en la Corrala, vive Ma. C. D. que es paciente mía, y persona que me tiene confianza. Pedid un domingo por la mañana que ella en persona y con la máxima discrección os dejará ver EL BAÑO.
Asi, de forma tan azarosa, un domingo de la primavera pasada hicimos la visita: Vimos unos restos aún saludables del vestíbulo y de la primera sala del baño, y aún los restos de una segunda con sus típicos lucernarios y claraboyas. https://secretosdegranada.wordpress.com/2014/06/20/el-dia-que-descubrimos-los-banos-arabes-del-albaizin/
Los baños públicos ocuparon un lugar privilegiado en la ciudad de Granada. En ellos el agua, tenía dos funciones principales: la limpieza corporal y la preparación a la oración, cumpliendo con ello un importante servicio sanitario.
Los árabes construyeron la mayoría de estos baños próximos a mezquitas, rábitas, y otros edificios de índole público. El barrio del Albaicín fue muy prolífico en este tipo de infraestructuras. A estas alturas del siglo XXI, y tras las fuertes reformas que se han hecho en algunos baños árabes de la capital granadina, todos conocemos los del Bañuelo, e incluso, esperamos con ansiedad la apertura de los baños de Hernando de Zafra, popularmente conocidos como Casa de las Tumbas .
Tras la conquista castellana los baños públicos se comenzaron a denostar, llegando, la gran mayoría, a su desaparición o transformación, entre ellos se encuentra el Baño del Albaicín.
El Baño del Albaicín
El Baño del Albaicín ya estaba en estado ruinoso a mediados del siglo XIX. Fue, según Seco de Lucena, el baño público más grande de todos los construidos en Granada.
El inmueble fue levantado en el siglo XIII, con diversos materiales de acarreo provenientes de otras edificaciones preexistentes. El Baño del Albaicín se encontraba cerca de Plaza Larga, entre las actuales calles del Agua y Almona, muy cerca de la Cuesta de la Alhacaba, y estuvo en funcionamiento hasta mediados del siglo XVI. Los documentos del Archivo de Protocolos Notariales de Granada constatan que, en 1517, Francisco de Baeza arrendó el baño a los moriscos granadinos Alonso Halaf y Alonso Alaxeb por el precio de cuarenta y cinco mil maravedís anuales.
Anterior a la conquista castellana las rentas del baño formaban parte del patrimonio de los reyes nazarís.
El Baño del Albaicín se levantó cerca de una rábita cuyo alminar, en 1527, todavía se conservaba, aunque en estado ruinoso. La rábita se situaba frente a un aljibe que a su vez estaba adosado a las espaldas de la casa número 1 de la Calle del Agua.
Manuel Gómez Moreno nos cuenta que el baño, ya destruido en su época, ocupó un solar tan extenso que en él se pudieron edificar cuatro viviendas consecutivas, que son, los números 1, 5, y 7 de la Calle del Agua y el número 79 de la calle Almona
La entrada al baño árabe se hacía por un patio situado junto al mencionado aljibe, y daba a la sala fría. Aquí los usuarios se despojaban de sus ropas y recibían: toallas, jabón, esponja, zancos de madera para no quemarse los pies y un par de cubos de madera. Algunas veces, después del baño, se utilizaba como sala de reposo y reunión.
Le sigue la sala templada o Al-bayt al-wastani, su acceso se realizaba a través de un arco escarzano. Aquí los usuarios recibían masajes, ungüentos, perfumes, etc.
Esta sala es la más amplia de todas, medía 13 por 7 metros y es comparada, por Gómez Moreno, con el Baño de la Casa Real de la Alhambra. La sala está dividida en tres galerías, cada una de ellas cuenta con tres arcos de herradura ligeramente apuntados, sostenidos por columnas y capiteles árabes primitivos, corintios y compuestos, quizás, aprovechando otros materiales de edificios antiguos y entre ellos había un capitel visigodo. Las galerías disponen de bóvedas de cañón con claraboyas estrelladas y octogonales, mientras que la bóveda central era esquifada, cuenta Gómez Moreno en su guía de Granada.
Por último, está la sala caliente o Al-bayt al-sajun. En ella se recibían los baños de agua caliente, el calor se obtenía a través de un suelo radiante.
La estancia mide 13 por 3,40 metros, cuenta con bóvedas esquifadas y lucernas. A ambos lados se situaban dos pequeños espacios con dos arcos de herradura y con columnas similares a la anteriores mencionadas. Uno de los capiteles contaba con una inscripción, estudiada por Almagro Cárdenas quien dio la siguiente traducción: “… El Imam (Abd)-allah, Emir de los creyentes…”
El pavimento es de ladrillos gruesos, hundido por algunos lados. Estos huecos corresponderían con sendas chimeneas que servían para dar calor a la estancia.
Frente a la puerta se abrían dos arcos ojivales y entre ellos un tercero escarzano bastante ancho. El situado a la izquierda daba paso a una estancia con bóveda como las anteriores donde existía una pequeña alberca para baños templados. El otro arco comunicaba con un aposento de planta cuadrada, con bóveda esquifada, que sirvió también para baños. A mediados del siglo XIX, todavía quedaban restos del pretil que cerraba la puerta de esta estancia y del caño por donde manaba el agua caliente. https://rinconesdegranada.com/bano-arabe-del-albaicin
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