ÉPOCA MEDIEVAL - LEYENDA NEGRA DE LA INQUISICIÓN
Del siglo XIX al XX[editar]
El historiador Ronald Hilton26 le ha dado mucha importancia a este tipo de imagen de España del siglo XVIII. Habría proporcionado el entramado ideológico a Napoleón para su invasión en 1807: la iluminada Francia lleva su luz a la atrasada y oscura España. De hecho, una de las reformas que Napoleón introdujo en España fue la eliminación de la Inquisición.
Así, el reverendo Ingram Cobbin, en una reedición del siglo XIX del The Book of Martyrs de Foxe, podía contar a sus lectores los relatos más fantásticos sobre lo que encontraron en las celdas del tribunal de la Inquisición las tropas francesas que ocuparon Madrid:27
...encontraron instrumentos de tortura de todo tipo... la tercera [máquina encontrada] era infernal, colocada horizontalmente, en la que la víctima era atada: la máquina colocada entre dos conjuntos de cuchillos colocados de manera que girando la máquina con un manubrio la carne de las víctimas era arrancada toda de sus extremidades en pequeños trozos. La cuarta [máquina] sobrepasa a todas las demás en ingenio malvado. Su exterior era una gran muñeca, ricamente vestida y con la apariencia de una hermosa mujer con sus brazos extendidos preparados para abrazar a su víctima. Un semicírculo estaba dibujado en el suelo a su alrededor y la persona que traspasara esta marca fatal tocaba un muelle que provocaba la apertura de la máquina demoníaca, sus brazos inmediatamente lo abrazan y miles de cuchillos lo despedazan en otras tantas piezas.
Estados Unidos[editar]
Al igual que Inglaterra había usado la Leyenda Negra como arma política en el siglo XVI, Estados Unidos la utilizó durante la guerra de Cuba. De Robert Green Ingersoll (1833–1899), político y orador estadounidense, son las siguientes palabras:28
España siempre ha sido excesivamente religiosa y excesivamente cruel... tenían miedo de que si daban la menor concesión a los moros, Dios los destruiría. La idea era que el único camino para asegurar la ayuda divina era la fe absoluta, y esa fe era probada por el odio a todas las ideas inconsistentes con las propias... España ha sido y es víctima de la superstición... Nada quedaba más que los españoles; es decir, indolencia, orgullo, crueldad y superstición infinita. Así España destruyó toda la libertad de pensamiento a través de la Inquisición, y durante muchos años el cielo estuvo lívido con las llamas del auto de fe; España estaba ocupada llevando leña a los pies de la filosofía, ocupada quemando a gente por pensar, por investigar, por expresar opiniones honestas. El resultado fue que una gran oscuridad cubrió España, atravesada por ninguna estrella e iluminada por ningún sol naciente.
En Estados Unidos, en el siglo XIX, el conocimiento de la Inquisición estaba permeado por escritores polémicos protestantes e historiadores como William H. Prescott y John Lothrop, cuya ideología había influenciado el relato. Junto con los mitos tejidos en torno a la quema de brujas en Norteamérica, el mito de la Inquisición se mantuvo como una malévola abstracción, sustentada en el anticatolicismo. A pesar de los trabajos de Lea y el alemán Joseph Hansen, la situación se mantuvo, apoyada por multitud de obras literarias y del cine, por lo menos hasta la década de 1960 e incluso hasta la actualidad, como se puede comprobar en la obra de Dave Hunt.29
Según Peters, los términos inquisición, inquisitorial y caza de brujas comenzaron a generalizarse en la sociedad estadounidense en los años cincuenta del siglo XX para referirse a la opresión de su gobierno,30 tanto pasada como presente, posiblemente por influencia de los autores europeos contemporáneos. Carey McWilliam publicó en 1950 Wich-Hunt: The Revival of Heresy (Caza de brujas: el renacimiento de la herejía) un estudio sobre el Comité de Actividades Antiestadounidenses, en la que hace amplio uso de La Inquisición para entender el fenómeno contemporáneo de la histeria anticomunista. El eco de la obra se vería ampliado posteriormente con The American Inquisition, 1945-1960 de Cedric Belfrage e incluso llegará hasta 1982 con la obra Inquisition: Justice and Injustice in the Cold War (Inquisición: justicia e injusticia en la Guerra Fría) de Stanley Kutler. El término inquisition se ha generalizado tanto que se emplea como sinónimo de investigación oficial, especialmente de tipo político o religioso, caracterizado por su falta de respeto por los derechos del individuo, prejuicios por parte de los jueces y castigo cruel.31
La leyenda negra en España[editar]
El grado de aceptación de la Inquisición por el pueblo resulta difícil de evaluar.32 Kamen trata de resumir esta situación diciendo que la Inquisición era considerada como un mal necesario para mantener el orden. Y no es que no hubiera críticas al Tribunal, que las hubo y muchas, como se puede leer en los archivos de la misma Inquisición, pero estas críticas no se consideran como pertenecientes a la Leyenda Negra. Por ejemplo Alonso de Virués, humanista y obispo, criticaba en 1542 la intolerancia y a aquellos que usan las cadenas y el hacha para cambiar la disposición del alma; Luis de Granada criticaba en 1542 a los que por celo equívoco cometen pecados contra moros, judíos o gentiles; Juan de Mariana, a pesar de apoyar a la Inquisición, criticaba la conversión forzada y la creencia en la limpieza de sangre.
A partir del siglo XVIII la opinión pública, gracias a los contactos con el extranjero, comenzó a cambiar lentamente y aparece la Leyenda Negra en España. La libertad religiosa y de pensamiento de Francia era mirada con interés, y las víctimas iniciales, conversos y moriscos, habían desaparecido. Empezaron a aparecer intelectuales ilustrados, como Pablo Olavide y más tarde Campomanes y Jovellanos, que echaban en cara a la Inquisición el injusto trato dado a los conversos. También se publicaron obras como Auto de fe celebrado en la ciudad de Logroño33 (1811) de Moratín, en la que se relata la historia de un juicio masivo contra unas brujas que se realizó en Logroño, comentado con notas satíricas por el autor. Sin embargo, estos intelectuales liberales, una parte de los cuales estaba en el gobierno, no eran revolucionarios y se preocupaban por mantener la estabilidad social.
La Inquisición dejó de funcionar en la práctica hacia 1808, durante la Guerra de Independencia Española, al ser abolida por el gobierno de ocupación francés, pero se mantuvo como institución hasta 1834.[cita requerida]
A comienzos del siglo XIX aparece en España y Francia una escuela de historiadores liberales, los primeros en hablar de la decadencia española, que consideraba responsable a la Inquisición de esta decadencia económica y cultural, y de todos los males que aquejaban al país. Otros historiadores europeos retomarían el tema más tarde, y esta posición puede seguir observándose en la actualidad. Esta escuela de pensamiento afirmaba que la expulsión de los judíos y la persecución de los conversos habría llevado al empobrecimiento y la decadencia de España, además de la destrucción de la clase media.34 Este tipo de autores son los que harían exclamar a Menéndez y Pelayo
¿Por qué no había industria en España? Por la Inquisición. ¿Por qué somos holgazanes los españoles? Por la Inquisición. ¿Por qué duermen los españoles la siesta? Por la Inquisición. ¿Por qué hay corridas de toros en España? Por la Inquisición.La ciencia española, Madrid, 1953, p. 102.
Esta corriente de pensamiento, junto con los demás elementos de la Leyenda Negra, pasarían a formar parte de la ideología del anticlericalismo español de finales del siglo XIX y principios del XX. El anticlericalismo formaba parte de muchas otras ideologías de la izquierda, como el socialismo, el comunismo y el anarquismo. Así, Fernando Garrido, diputado socialista, decía en abril de 1869,35 que la Iglesia había utilizado al Tribunal de la Inquisición como instrumento para conseguir sus fines. Con él amordazó la libertad de expresión e impidió la difusión de la verdad. Ello supuso un rígido despotismo durante tres siglos y medio de historia española.
La Inquisición en la ficción y el arte[editar]
Hacia el siglo XVII ya existía un volumen suficiente de materiales sobre la Inquisición como para que los autores de teatro y novela tuvieran un terreno fértil en el que cosechar sus argumentos y personajes. Los martirologios de los siglos XVI y XVIII y la literatura de viajes y los relatos de testigos de los siglos XVI y XVII fueron la inspiración para autores de ficción que a menudo afirmaban contar la «historia verdadera».
De entre los relatos de testigos, reales o inventados, al ejemplo ya mencionado de Antonio del Corro, merece la pena destacar el de Anthony Gavin, que publicó en 1726 Master-Key to Popery36 (Clave maestra del papismo, edición en francés en 1726, en inglés en 1729). El libro es una crítica feroz al catolicismo y el capítulo dedicado a la Inquisición fue especialmente popular. En otro relato anterior, cuenta que cuando las tropas francesas entraron en el palacio de la Inquisición en Zaragoza, liberaron 400 prisioneros y un harem de 60 jóvenes mujeres, entre las que se encontraba Madame Faulcault, a la que encontró en Francia y que fue quien le relató la historia. Posiblemente sea la primera historia que contiene el tema del inquisidor cruel y libidinoso.
La novela gótica[editar]
Hacia la mitad del siglo XVIII cambiaron los gustos del público, los romances de aventuras dejaron paso a las novelas de sentimientos. Es la época de la creación de la novela gótica, especialmente popular en Inglaterra (Gothic novel) y en Alemania (Schauerromantik); también la hubo en Francia (roman noir). Este tipo de novela se caracteriza por transcurrir su acción en un Medioevo indeterminado en el que se contrastan el terror del marco escénico – viejas ruinas, naturaleza salvaje, conventos, calabozos, etc. – y de los personajes – fanáticos religiosos, padres descastados, religiosos católicos, sobre todo inquisidores y jesuitas – con la inocencia del protagonista, jóvenes virtuosos, «naturales», de gran sentido común y de religiosidad benévola. Todas estas novelas presentan a la Inquisición y a los inquisidores con un anticatolicismo muy del siglo XVIII y muy británico. Las diferentes inquisiciones se funden en un todo único, basado claramente en el modelo español, en un modelo en el que destaca el secretismo y la austeridad implacable del tribunal, que a pesar de la irracionalidad teológica, los procedimientos injustos y la implacable persecución de sus víctimas, sirve a menudo de justicia literaria.
Una de las primeras novelas góticas en las que aparece la Inquisición es Der Geisterseher (El que ve fantasmas; 1787-1789) de Schiller, aunque en este caso se trate de la Inquisición veneciana. La primera novela en explotar a fondo el tema es The Monk (El monje; 1796) de Matthew Lewis, a la que siguieron muchas otras. Esta forma de la novela gótica acabaría con la aparición de sátiras que ponían de relieve los elementos más absurdos de las tramas.
La obra que más influencia tendría es The Pendulum (El pozo y el péndulo) de Edgar Allan Poe, publicada en 1843. Poe se basa firmemente en otras historias de terror anteriores y en los libros de historia publicados en la Inglaterra del momento, relatando los horrores de la Inquisición desde el punto de vista de un prisionero que es expuesto a una muerte penosamente lenta y que será salvado finalmente por las tropas francesas del General Lasalle en su toma de Toledo.
La última gran novela gótica que se centra en La Inquisición será The Vale of Cedars, or, The Martyr (El valle de los cedros, o La mártir; 1850) de Grace Aguilar, escritora inglesa descendiente de judíos sefarditas. La novela marca la fusión de los tribunales y las sociedades secretas con La Inquisición, además de ser la primera novela que trata el asunto desde un punto de vista judío.
El inquisidor libidinoso[editar]
A partir de comienzos del siglo XIX aparecen novelas en la literatura inglesa, francesa e italiana que muestran la degeneración sexual de figuras del antiguo régimen, es decir, la aristocracia y el clero, herederas del interés por la erótica y lo sexual aparecida en el siglo XVIII. Entre los personajes mostrados de esta forma estarán naturalmente también los inquisidores. Una de las primeras novelas en las que aparece el inquisidor libidinoso es Cornelia Bororquia, atribuida a Luis Gutiérrez y publicada en París en 1801. Quizás la novela que mayor uso haga del personaje sea Les mystères de l'Inquisition et autres societés secrets d'Espagne (1844) de Madame de Suberwick, que escribía bajo el seudónimo Victor de Féréal. Estas novelas se caracterizan por «rehabilitar» al pueblo español; la Inquisición es atribuida a la Iglesia, a Santo Domingo y a reyes débiles que se agarran al poder. Al contrario que en la novela gótica, la Inquisición es mostrada de forma voluptuosa y excesiva, llena de hipocresía y codicia. En el caso de Les mystères, al componente sádico y erótico, particularmente en las escenas de tortura de José-Paula, se une el mensaje político ilustrado antimonárquico y anticlerical. El tema del inquisidor libidinoso aparecerá de forma intermitente durante todo el siglo XIX.
Don Carlos[editar]
Otro tema que beberá en las fuentes de la Leyenda Negra son las historias de Don Carlos, el príncipe Carlos, hijo de Felipe II de España. Como se ha visto más arriba, Guillermo de Orange y Antonio Pérez prepararon el camino que seguiría César Vichard de Saint-Réal en 1672 con su obra Dom Carlos. La obra, aunque en su mayoría fantástica, fue tomada por real por varios autores posteriores que retomarían la trama. Así, el Don Karlos, Infant von Spanien de Friedrich Schiller, publicada en 1787 y basada en la historia de Saint-Réal y en History of Philip II de Robert Watson. La Inquisición y en particular el Cardenal Gran Inquisidor no salen bien parados en la trama: su sombra se deja notar en toda la obra, a pesar de que su aparición es breve, y finalmente serán el instrumento de la muerte de Don Carlos. El impulso dado al tema por Schiller hará que se publiquen varias obras y alguna ópera con la misma historia, de las que la más famosa sin duda es el Don Carlos de Giuseppe Verdi.
Iconografía de la Inquisición[editar]
Las primeras representaciones de la actividad inquisitorial ilustran pasajes de la vida de santo Domingo de Guzmán, como el Auto de Fe presidido por Santo Domingo de Guzmán de Pedro Berruguete, procedente del convento de Santo Tomás de Ávila, fundación de fray Tomás de Torquemada. En el siglo XVII, cuando los autos públicos de fe se hicieron raros y era mucho el tiempo que pasaba entre uno y otro, el propio Consejo de la Suprema encargó ilustraciones de ellos, que dejasen constancia y fiel testimonio del acontecimiento, como sucedió con el celebrado en la Plaza Mayor de Madrid en 1680, cuya pintura se encargó a Francisco Rizi.
La iconografía creada por pintores católicos y por la Inquisición misma fue adoptada a partir de finales siglo XVII por los enemigos de la institución, iconografía que fue ampliada con algunas otras imágenes que la Inquisición no hubiera permitido o que hubiera permitido solo de forma excepcional.
Uno de los primeros en añadir grabados en sus libros fue Charles Dellon, en su L’inquisition de Goa. La relation de Charles Dellon, que fueron muy populares y se emplearon para ilustrar otros libros hasta el siglo XVIII. Pero las ilustraciones más utilizadas serán las que aparecen en Mémoires Historiques (1716) de Louis-Ellies Dupin, sobre todo la n.º 10 realizada por Bernard Picard que muestra una cámara de tortura de la Inquisición. La imagen de Picard surge de una tradición europea independiente que desde el siglo XV en adelante representa escenas de la pena capital en libros. La particularidad está en que Picard tomó imágenes de esa tradición y les añadió algunos elementos que la convertirían en parte de la iconografía de la Inquisición: un inquisidor sentado, un cura y un escriba. La imagen u otras copiadas de ella, es quizás una de las más famosas y que más han sido reproducidas.
A partir de 1810 cambió la representación de la Inquisición, al igual que en la literatura, hacia una más erótica y pasional. De nuevo, la obra que más ilustraciones tenía y que más circuló fue la de Féréal Les mystères de l'Inquisition et autres societés secrets d'Espagne37 (1844). Una de las características de estas gráficas es la imagen de la mujer inocente en peligro o en tormento, aprovechando incluso para mostrar desnudez.
Goya[editar]
Edward Peters, en su libro Inquisition (1989), persigue la transformación de la Leyenda Negra de la Inquisición dentro del arte, desde el siglo XIX hasta el siglo XX. Esta Leyenda Negra ya no es exclusivamente española, aunque se basa claramente en el modelo español de la Inquisición. Para Peters, la Leyenda Negra será universalizada en el siglo XIX por dos grandes artistas: Francisco de Goya y Dostoyevski.
El único gran pintor que empleó el tema de la Inquisición en su obra fue Goya. Será en sus apuntes, en el llamado Álbum C, realizados entre 1803 y 1824, en los que expresará con más libertad y furia su resentimiento hacia la Inquisición, señalando la frivolidad con que la Inquisición perseguía a sus víctimas. Uno de los apuntes más sobrecogedores es el de Galileo, Por descubrir el mobimiento (sic) de la tierra, encadenado a un enorme asiento de piedra, inmóvil, denunciando con ello que Galileo fue enjuiciado porque se atrevió a discutir el modelo geocéntrico del Universo. La visión de Goya con respecto a la Inquisición cambió hacia 1820. De ser considerada una institución anticuada, que se asienta sobre supersticiones y un pueblo ignorante, una institución específicamente española, pasa a convertirse en un símbolo de la injusticia universal, que opera por igual en todas partes, con el mismo propósito, y sus víctimas ya no sólo son locos o ignorantes -como se ve en sus Caprichos- , sino también los inocentes, los sabios y los héroes.
El Gran Inquisidor[editar]
Según Peters, el libro que más ha influido en la imagen moderna del Gran Inquisidor ha sido sin duda Los hermanos Karamázov (1879) de Dostoyevski. A él se debe el renacimiento de un mito que había comenzado a desaparecer en el olvido. Phillip II de Prescott influye en la obra de Dostoyevski, de la que Dostoyevski poseía una copia y de cuya relación salió probablemente buena parte de la información sobre la Inquisición y su funcionamiento.
El relato, que impresionó a los críticos en su tiempo, debe ser entendido dentro de la ideología de Dostoyevski, su religiosidad ortodoxa rusa, su nacionalismo y su crítica a la cultura occidental. Frente a la piedad y la religiosidad rusa, coloca el materialismo sin alma y la religiosidad sin Dios del cristianismo occidental. Esta es la razón de que el interés de Dostoyevski en la propia Inquisición se agote en la creación de un decorado que le permita crear al personaje, que a su vez transmita su feroz crítica a Occidente, identificado con el Gran Inquisidor.
La literatura contemporánea[editar]
A partir de la Primera Guerra Mundial, la imagen de la Inquisición vuelve a tomar auge, ya no como un arma contra el Papa, la Iglesia Católica o España, sino como un símbolo universal de la represión, lo que Peters llama La Inquisición. La Leyenda fue reinterpretada por multitud de obras literarias, estudios sociológicos y periodísticos, influenciados por El Gran Inquisidor de Dostoyevski y aplicados a casos como la Unión Soviética, la Italia fascista, la Alemania nazi, la Polonia socialista o los Estados Unidos. Quizás el autor más importante que empleó este mecanismo fue Stefan Andres en su novela El Greco malt den Grossinquisitor (El Greco pinta al Gran Inquisidor; 1936). Estas metáforas comienzan a perder fuerza a mediados del siglo XX y hacia 1950 ya no se empleaban como tema de reflexión política.
En cambio, la metáfora de la Inquisición como manipulador de mentes se mantendrá durante algún tiempo más en novelas como en Ciemności kryją ziemię (Una oscuridad cubre la tierra) de Jerzy Andrejewski.
Lion Feuchtwanger, un escritor alemán exiliado en Estados Unidos, publicó en 1951 Goya, en la que presenta a Goya como un mártir de la revolución liberal que se enfrenta a la Inquisición y sale victorioso. El libro se convirtió en película en 1971 y fue traducido a 24 idiomas.
La fuerza de la Leyenda Negra de la Inquisición se fue erosionando a partir de la década de los 50 del siglo XX, y la literatura de los últimos decenios ya no emplea la metáfora de la Inquisición, tanto la española como las demás, con la misma intensidad, ya que los recursos que la ficción encuentra en sí misma son mucho más potentes.38
Historiografía moderna[editar]
Durante la ocupación francesa de las tropas napoleónicas, se encargó a Juan Antonio Llorente, un ilustrado afrancesado que había sido durante algún tiempo Comisario y Secretario de la Inquisición de Corte, la conservación de los archivos de la institución. Llorente fue el primero que realizó una historia de la Inquisición basada en documentos originales, aunque más tarde los destruiría, escribiendo un libro que tendría una influencia enorme en la percepción de la institución y que en su momento fue la obra estándar sobre el tema. Sin embargo, la obra contiene muchos errores, de los que el más sonado es la cantidad de víctimas de la Inquisición que da: 32.000 quemados en la hoguera.39 La obra de Llorente fue empleada por otros historiadores, como el estadounidense Prescott, que en su estudio inacabado sobre Felipe II (1855) hace responsable al Inquisidor General Valdés de la falta de genio intelectual en España.
Hubo que esperar hasta el siglo XIX para que se realizara un estudio en profundidad de la vertiente antisemita de la Inquisición. Parece ser que este movimiento comenzó en los años 30 del siglo XIX con la emancipación de judíos y católicos en Gran Bretaña. Historiadores y novelistas empezaron a usar la España del siglo XV como paradigma de la nación de raza y religión única. De la época son, por ejemplo, la History of the Reign of Ferdinand and Isabella, the Catholic40 (Historia del reinado de Fernando e Isabel; 1837) de William H. Prescott y Conquest of Granada41 (La conquista de Granada) de Washington Irving. Con el crecimiento de este movimiento diversos autores, como el español Amador de los Ríos o el judío alemán Yitzhak Baer, comenzaron a explorar el papel de víctimas de los judíos, olvidados hasta ese momento, eclipsados por los protestantes. Este tipo de estudios, radicados en la consciencia judía de ser los descendientes de las víctimas y más tarde en las experiencias del siglo XX, destacan la tragedia de los judaizantes y la expulsión de 1492, y consideran a la Inquisición como su pesadilla particular.42
El primer historiador que intentó crear una historia objetiva de la Inquisición fue Henry Charles Lea, un historiador estadounidense que en 1870 comienza a recoger material para sus obras.43 Lea, a pesar de no tener un punto de vista objetivo,44 ubica firmemente la Inquisición dentro del hecho histórico y fuera de la fantasía. Lea es de los primeros escritores protestantes en reconocer que la creencia de que las torturas usadas por la Inquisición de España fueron excepcionalmente crueles, se debe a los escritores sensacionales [sic] que han abusado de la credulidad de sus lectores [...] El sistema era malo, pero la Inquisición española no fue responsable de su introducción y, en general, fue menos cruel que los tribunales seculares al aplicarlo, limitándose estrictamente a unos cuantos métodos conocidos. La comparación entre las inquisiciones española y romana resulta favorable a la primera.45 Su obra sigue siendo en el siglo XXI uno de los grandes clásicos del tema.
En 1914 se publicó La Leyenda Negra de Julián Juderías. Sería la primera vez que se emplea el concepto de leyenda negra para referirse al conjunto de la propaganda antiespañola que se extendió por Europa desde el siglo XVI por lo menos. En su libro, Juderías hace una defensa apasionada de la cultura y la obra de España frente a lo que percibe como los ataques, tanto desde el resto de Europa, como desde España misma. Para Juderías la Inquisición no representa nada extraordinario dentro de la época, aunque intenta dejar claro en varias ocasiones que no defiende a la Inquisición y la considera un tribunal cruel y despiadado, eso sí, ni más ni menos cruel que otros comparables de Alemania, Inglaterra, Francia o Suiza. También ataca a Llorente, al que trata de traidorzuelo y del que dice que manipuló los datos que obtuvo y quemó los documentos que no le interesaban, afirmando que todavía no existe una historia de la Inquisición, puesto que sólo conocemos ataques furibundos y apologías no menos entusiastas (ignorando la obra de Lea, que le era conocida). A pesar de reconocer que la influencia de la Inquisición está por evaluar, Juderías afirma que la Inquisición no practicó los abusos de la que se le acusa y que fue un instrumento en mano de los Reyes para mantener en la Península una cohesión espiritual que faltó por completo en los demás países, [que] impidió que España fuese teatro de guerras de religión que hubieran causado un número de víctimas infinitamente superior al que atribuya a la represión inquisitorial más exagerada de sus detractores. El autor tampoco cree que la Inquisición tuviese un papel importante en el desenvolvimiento intelectual español, puesto que coincide con el Siglo de Oro de la cultura española, ni que representara una barrera intelectual con el resto de Europa, dado que la traducción de obras españolas se realizó incluso en Suecia y Rusia, mencionando además a muchos intelectuales españoles que estudiaron o enseñaron en universidades del resto de Europa.46
A partir de Juderías, muchos otros han empleado el concepto. Habitualmente aparece como un apartado en las obras que tratan sobre la leyenda negra española y las que tratan sobre la historia de la Inquisición.
Un clásico moderno sobre la Inquisición lo constituye The Spanish Inquisition. A historical revision. (La Inquisición española. Una revisión histórica) de Henry Kamen. El libro, publicado en 1965 por primera vez, es un amplio estudio de las diferentes inquisiciones y su historia. Kamen dedica un capítulo específico a la leyenda negra, el llamado Inventing the Inquisition (Inventando la Inquisición), aunque el asunto también es tratado en el resto del libro. Así, por ejemplo, en el capítulo dedicado al impacto en la literatura y la ciencia, comenta que47 es implausible y falso sugerir que a España (y a Portugal) se le negara el contacto con el mundo exterior. [...] La imagen de una nación hundida en la inercia y la superstición por culpa de la Inquisición era parte de la mitología creada alrededor del tribunal. Kamen no niega que España permaneciese ajena a las corrientes intelectuales europeas a inicios de la Época Moderna, pero no a causa de la Inquisición, ni por falta de libertad interior en el país.
Uno de los autores que más se han ocupado del tema ha sido Edward Peters, que considera su trabajo similar a lo que se ha dado en llamar en el siglo XX mitología política. Su libro Inquisition, de 1988, está dividido en tres partes. La primera es una historia de la Inquisición desde su creación en la Edad Media hasta su desaparición, la segunda es la creación de la leyenda negra en el siglo XVI, que él llama el mito de la Inquisición, y la tercera es la transformación y supervivencia de ese mito en La Inquisición, un concepto que, en la mente del público, sería una institución que funde las inquisiciones europeas en una sola, con un aire de Inquisición española, cuyo reino de terror habría durado unos 400 años hasta casi el siglo XIX y cuya área de actuación habría sido el mundo católico. Peters hace especial hincapié en la imagen y la percepción de la Inquisición, el mito, empleando gran parte del libro en presentar la visión del tribunal que el arte ha producido en los últimos 400 años, ya que para el autor este mito, la leyenda negra, se transmitiría a partir de mediados del siglo XVIII principalmente a través de la literatura.
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