jueves, 14 de septiembre de 2023

HISTORIA DE ESPAÑA

 ESCULTURAS DE ESPAÑA

El Busto de San Pedro apóstol es una obra de la orfebrería aragonesa del Renacimiento representando a San Pedro.

Está representado revestido con ornamentos de pontífice y coronado por la tiara. Llama poderosamente la atención el naturalismo dado al rostro. La cabeza, de bronce, presenta matizaciones de color en rostro, cejas, barba y pelo, además de tener esmaltados los ojos.

Insignia propia de los papas es la tiara, en este caso es una pieza exenta. Está compuesta de tres coronas superpuestas careciendo de las dos ínfulas o bandas de tela que parten de la zona posterior de esta. Esta tiara no es la original; es de latón y de construcción relativamente reciente. El cuerpo queda envuelto por la suntuosa capa pluvial, toda ella maravillosamente ejecutada en plata repujada y cincelada, aunque en algunas partes se encuentra algo maltrecha debido al paso de los años. La carpa se abrocha sobre el pecho mediante un relicario montado sobre las llaves apostólicas colocadas en aspa, dejando asomar en torno al cuello el laborioso arrugamiento del alba.

El relicario citado, compuesto de una esfera inserta en una cartela de roleos, está protegido por un cristal circular en cuyo interior, dispuestas igualmente en círculo, hay una serie de bolitas que no se sabe a qué corresponden.

La capa pluvial, cuyo repujado imita a la perfección la textura de un brocado de bello dibujo renacentista, se enriquece en los bordes con una ancha banda donde, a manera de bordados de imaginería, se presentan, cinceladas, cinco composiciones, distribuidas de la siguiente manera: cuatro de ellas a ambos lados, simétricamente, y la quinta se sitúa sobre la parte posterior del cuello, encima del capillo.

En su parte frontal, las bandas de la capa pluvial ostentan en sendas hornacinas aveneradas, y magníficamente representados, a San Pedro y a San Pablo; ambos están de pie y portan sus respectivos atributos iconográficos de llaves y espada, portando además San Pedro un libro, que señala con su dedo ambos apóstoles. Sobre estas hornacinas, paralelamente también aparece una cartela ovalada enmarcando la figura de un soldado con armadura, portador de una lanza y de rodela apoyadas en el suelo.

La quinta escena, ubicada en la parte posterior, esto es, en la espalda, nos muestra dentro de una cartela, cuyo tamaño es mayor que las anteriores, el pasaje evangélico de la pesca milagrosa, a juicio de Ángel Sanvicente.

Pendiendo de la banda y situado igualmente en la espalda, se encuentra el capillo, que presenta magistralmente cincelado el martirio de San Pedro fuera de los muros de Roma, ante una numerosa presencia de soldados romanos y autoridades civiles, encabezados por el César, deducido esto por el cetro que trae en una de sus manos.

Esta Cabeça de plata de señor sanct Pedro se asienta sobre una base de madera en forma de octógono alargado, que permite su sujeción a la peana procesional.

Historia[editar]

A principios de mayo del año 1554, el doctor en decretos y prior claustral de la Real Casa de Montearagón, Pedro Burro, efectuó una visita pastoral a la yglesia Parochial o Collegiata de Señor Sant Pedro de Ayerbe, por depender este templo de la abadía montearagonesa hasta 1572. Tras ser informado de todo lo concerniente a esta iglesia, el visitador dejó plasmados en un documento los deberes que tenían que hacer los clérigos ayerbenses en un determinado período. Entre los mandatos, se ordenaba a los racioneros ayerbenses que manden hacer la testa o cabeza de Senyor Sanct pedro en un plazo e cinco meses, pues en caso contrario los dineros que an dado de limosnas para costear dicha pieza deberían devolverlos.

Seis años más tarde se estaba trabajando en la realización del busto; a mediados de enero de 1560 se encontraban trabajando conjuntamente el platero zaragozano Benito Hernández, en cuyo taller se obraba y Andrés Marcuello, quien terminó esta imagen de medio cuerpo de San Pedro.

Los de Ayerbe antes de acabar la obra quisieron pagar 7.260 sueldos jaqueses a Benito Hernández, quien tenía previsto terminarla para el mes de agosto de 1561, aplazando hasta entonces el cobro efectivo de dicho importe.

Con motivo de sufragar unas obras en el templo parroquial, fue vendida la tiara original, que era toda de plata y posiblemente con adornos de pedrería.

Dos veces al año era sacado en procesión, el 29 de junio, festividad litúrgica de San Pedro, y el día de la patrona de la Villa Santa Leticia que se celebra el 9 de septiembre. Suprimida la primera en la década de los sesenta del siglo xx, en la actualidad únicamente se procesiona el 9 de septiembre.

Este busto fue restaurado en 1997 en el taller de restauración del obispado de Huesca, pasando a continuación a ser expuesto con carácter temporal, en la sala de Orfebrería del Museo Diocesano oscense. Por medidas de seguridad, en Ayerbe únicamente permanece para la procesión del día 9 de septiembre.













El actual coro de la catedral de Burgos (Castilla y LeónEspaña), que ocupa los tres tramos de la nave mayor inmediatamente anteriores al crucero del templo, con su magnífica sillería formada por 103 asientos tallados en nogal, es el resultado de distintas fases constructivas. Así, el primer coro, de estilo gótico y hoy desaparecido, estaba situado en el presbiterio, en los flancos del viejo retablo mayor, siguiendo el modelo francés, donde el coro capitular se ubica siempre en la cabecera.

Sillería renacentista[editar]

La vieja sillería gótica fue sustituida a partir de 1505 por una nueva de tres alturas tallada en estilo renacentista plateresco por el artista borgoñón Felipe Bigarny en colaboración con otros artistas como Andrés de Nájera o de San Juan y, quizá, Guillén de Holanda. En toda ella se desparrama una abigarrada serie de relieves con escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento, y otras del santoral cristiano. En el siglo xvi se puso de moda en las catedrales españolas situar la sillería en medio de la nave mayor, y así se hizo hacia 1522 con la tallada por Bigarny en Burgos, trasladando las dos hileras de sillerías del presbiterio hasta los pies de la nave. Las modificaciones requeridas por el cambio de ubicación corrieron a cargo de, entre otros escultores, Simón de Bueras, García de Arredondo y Luis Gabeo. En 1586 García de Arredondo realizó un cátedra para el arzobispo siguiendo el gusto renacentista romanista de la época, y años después, desde 1619, se esculpió en estilo clasicista y sobre planos trazados por los arquitectos Juan de Naveda y Felipe Alvaredo una hilera nueva que cerró transversalmente la nave, configurando la actual planta en forma de U.

Reja, órganos y otro mobiliario[editar]

La parte anterior del coro, asomada al crucero de la catedral, fue limitada en 1602 por una extraordinaria reja forjada por el aragonés Juan Bautista Celma, quien la remató con un Calvario y con las armas del cardenal Antonio Zapata y Cisneros, arzobispo de Burgos y promotor de la obra. En el centro del espacio coral se conserva hoy la escultura fúnebre del obispo Mauricio, el fundador de la catedral gótica. Este bulto yacente, tallado en madera y recubierto de cobre repujado con aplicaciones de pedrería, dorados y esmaltes de Limoges, estaba originalmente emplazado en el presbiterio, como correspondía a su condición de artífice del templo. Se trata de una obra gótica fechable poco después de la muerte del prelado en 1238. La pequeña Inmaculada que remata el facistol salió de la mano del vasco Juan de Anchieta. Sobre la sillería, a ambos lados, hay dos órganos; uno es barroco, obrado por Juan de Argüeta en 1636, aunque fue modificado por José de Echevarría a principios del siglo xviii; el otro es neoclásico, como manifiesta la caja realizada por el ensamblador Manuel Cortés para cubrir el ingenio ejecutado por el maestro organero Juan Manuel de Betolaza.

Trascoro[editar]

Frontal del trascoro.

El frontal del trascoro, mirando a los pies de la nave, se construyó con ricos materiales en 1626 a modo de retablo marmóreo articulado en tres calles y rematado con una solución arquitrabada con balaustrada y embolados; las calles de los lados vienen definidas por dos pares de columnas corintias de fustes estriados, ocho en total, en cuyos intercolumnios se abren sendas hornacinas que acogen dos esculturas de alabastro encargadas en 1623 a Antonio de Riera; la calle central consiste en un arco de medio punto en arcosolio donde se encaja un lienzo que retrata a los santos ermitaños Antón y Pablo, atribuido alguna vez al riojano afincado en Burgos Diego de Leiva, se sabe por una carta de Zapata de 1623 que había sido encargado a un «insigne pintor» y traído de Madrid.1​ Habiendo gustado este frontal del trascoro, se procedió a guarnecer del mismo modo los laterales, según proyecto de Juan de la Sierra ejecutado entre 1656 y 1659 por Juan de los Helgueros, quien colocó en los nichos una serie de seis lienzos del monje benedictino fray Juan Ricci dedicados a San Antonio, San Francisco, Santa Céntola y Santa Elena, Santa Victoria, Santa Casilda, y San Julián de Cuenca, tratándose los cinco últimos de santos burgaleses o con reliquias conservadas en la catedral. Estos seis cuadros barrocos se disponen tres a cada lado, presidiendo unos arcosolios concebidos como pequeños altares. Figuran entre las obras más conocidas de Juan Ricci, y a ellos dedicó unos versos el escritor francés Téophile Gautier, quien visitó la catedral burgalesa en 1845.












El Cristo crucificado, situado en la Iglesia de San Francisco de Palencia, es una escultura en madera policromada del escultor de origen nórdico Alejo de Vahía, sugiriendo, por el cuidado en el modelado, una cronología ca. 1500.

Análisis de la imagen[editar]

En su copiosa producción, Alejo de Vahía cultivó muy distintos tipos iconográficos. Entre éstos destacan las imágenes de Cristo crucificado. En ellos responde a la evolución general de esta tipología a lo largo del siglo XV.1​ De tratamiento anatómico característico, inciden en la expresividad, pero sin caer en deformaciones o en gesticulaciones. De la veintena de imágenes de Cristo crucificado que han sido puestas en relación con este autor -en ocasiones, obras de taller o de escuela de limitadas cualidades-, ésta de la iglesia de San Francisco, identificada como obra suya con ocasión de la elaboración del Inventario artístico de Palencia y su provincia, es, sin duda, una de las mejores.

Destaca especialmente el tratamiento de sus brazos, más inclinados de lo que es habitual en el siglo XV, que confiere al conjunto un especial dinamismo. Lleva las manos cerradas alrededor de los clavos, pies cruzados en rotación interna y una gruesa corona de espino trenzado. Además viste un perizonium al que Ara Gil denomina de tipo A,2​ esto es que uno de los extremos del lienzo, que pasa entre las piernas, se remete por delante formando un borde inferior horizontal. Sus características relacionan esta imagen con la de la iglesia parroquial de La Seca (Valladolid) o la del Museo Frederic Marès de Barcelona.

Además esta obra forma parte de la Semana Santa palentina, siendo su imagen más antigua. Compone, junto con una moderna escultura de María orante al pie de la cruz, el paso titular de la Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús Crucificado y Nuestra Madre Dolorosa, fundada en 1949. Este paso protagoniza la procesión del Lunes Santo en la titulada: las Cinco llagas, además vuelve a salir el Jueves Santo en la procesión del Indulto y en la tarde del Viernes Santo esta vez formando conjunto con la Virgen Dolorosa en la procesión del Santo Entierro.


Cristo crucificado
Alejo de VahíaHacia 1500.
Madera policromada, 174 cm.

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