martes, 31 de octubre de 2023

HISTORIA DE ESPAÑA

 ESCULTURAS DE ESPAÑA

La Inmaculada de Juan Martínez Montañés, conocida como "La Cieguecita", es una escultura fechada entre 1629 y 1631, que se conserva en la capilla de la Inmaculada de la catedral de Sevilla.

Historia[editar]

Patrones de la capilla de la Inmaculada
Francisco Gutiérrez de Molina
Gerónima de Zamudio
Ambas obras fueron pintadas en 1631 por Francisco de Pacheco, autor también de la policromía de la Inmaculada.

El retablo de la capilla de la Inmaculada, adjunta al trascoro de la catedral, iba a estar originalmente dedicado a San Juan Bautista pero fue cambiado como consecuencia de la decretal Sanctissimus del papa Gregorio XV de 1622, que prohibía cualquier afirmación privada que sostuviera que la Virgen fue concebida en pecado. Por ello el Jurado Francisco Gutiérrez de Molina y su esposa Jerónima de Zamudio decidieron entonces dedicar la capilla a la Inmaculada Concepción y fundar allí una capellanía. Molina murió en 1627 y fue enterrado allí, en la capilla, y el 14 de febrero de 1628, Jerónima encargó a Juan Martínez Montañés un retablo para la misma, que debía estar presidido por una imagen de la Inmaculada.23

Una enfermedad de Montañés le impidió cumplir el contrato en su fecha y queda constancia de que en septiembre de 1629 solicitó una prórroga del trabajo. El retablo finalmente se inauguró el 8 de diciembre de 1631, presidido por la Inmaculada de "La Cieguecita".2

El trabajo de La Inmaculada de este retablo suscitó enseguida admiraciones. Un contemporáneo describe a la Virgen como "tan bella por su modestia, serenidad, piedad y encanto de su rostro que levanta las almas de cuantos miran hacia ella". Otro dice: "La estatua es lo mejor que se ha hecho en el mundo, por ello Juan Martínez Montañés debe vanagloriarse."3

La imagen se ha conservado desde su realización en el emplazamiento para el que fue concebida. De forma excepcional salió procesionalmente el 8 de diciembre de 1917, durante el III centenario del voto concepcionista de la ciudad y con motivo de la inauguración del monumento de Lorenzo Coullaut Valera en al plaza del Triunfo.4

Análisis de la obra[editar]

El retablo de la capilla denominada de la Inmaculada, que se encuentra adosada al trascoro, consta de banco en el que figuran los retratos de los patronos de la capilla, Gerónima de Zamudio y Francisco Gutiérrez de Molina, que fueron pintados por Francisco Pacheco en 1631. La imagen de la Inmaculada se encuentra en la hornacina central, flanqueada por dos tallas de San Gregorio Papa y Juan Bautista así como relieves de San José, San Joaquín, San Jerónimo y San Francisco.5

La Cieguecita está realizada en madera de cedro, mide 164 cm y la policromía corresponde a Francisco Pacheco y Baltasar Quintero. Está esculpida según el modelo apuntado por Francisco Pacheco en su obra Tratado del arte de la pintura que establecía:

"...Hase de pintar, pues, en este aseadísimo misterio, esta Señora en la flor de su edad, de doce a trece años, hermosísima niña, lindos y graves ojos, nariz y boca perfectísima y rosadas mejillas, los bellísimos cabellos tendidos, de color de oro; en fin, cuanto fuere posible al humano pincel…”.

Se trata así de una Virgen niña, con faz redondeada y mirada baja y los ojos entreabiertos (lo que le dio el apelativo de la Cieguecita, por el que es conocida) con una larga melena que cae sobre su espalda dividida. Viste una túnica larga, ceñida con un cíngulo, y un manto sobre los hombros que se recoge con el brazo izquierdo produciendo numerosos pliegues. La pierna derecha está ligeramente flexionada y las manos permanecen unidas. La cabeza está adornada con una corona de 12 estrellas que aluden a las doce tribus de Israel.

A los pies, a modo de peana, aparecen tres rostros de ángeles y media luna con las puntas hacia arriba, lo que se considera una anticipación del concepto asuncionista que le dio a la iconografía Murillo durante la segunda mitad del siglo xvii, con un revestimiento de estrellas y la luna bajo sus pies que describen la visión de la nueva Iglesia que se narra en el Apocalipsis.4

Antonio Moreno Vilches en una carta al erudito Rodrigo Caro habla sobre la inminente inauguración de la obra y la satisfacción de Montañés con el resultado: “Para el día de Nuestra Señora de la Concepción ha de estar puesto el retablo e imagen que ha hecho Juan Martínez Montañés en uno de los altares de los alabastros que están debajo del órgano pequeño. Es la imagen la primera cosa que se ha hecho en el mundo, con que Juan Martínez Montañés anda muy envanecido”.4

Durante el siglo xviii, la escultura estuvo revestida con telas, siguiendo los criterios ultrabarrocos de ese periodo. En una restauración en el año 1779, volvió a su estado original y se renovó la policromía, especialmente en los ropajes y el cuerpo.4

Inmaculada. Catedral de Sevilla
Detalle del rostro.
Parte inferior.
Ropaje policromado.

Influencias[editar]

Otras Inmaculadas
Inmaculada Concepción, Iglesia de la Anunciación (Sevilla), atribuida al taller de Montañés.

Precedentes[editar]

La Cieguecita tiene su primer precedente en la Inmaculada que realizó el propio Montañés, entre 1606 y 1608 para un retablo de la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación de El Pedroso y que constituye la primera realizada por el escultor.

A los pies de La Inmaculada de El Pedroso figura una cabeza de ángel, que en la Cieguecita se van a multiplicar por tres. En este antecedente también se adivina el rostro muy joven de la Virgen, con los rasgos de una niña e igualmente el manto queda recogido bajo los brazos, con una talla espléndida de los pliegues, en los que aparece también un rico estofado. El profesor José Hernández Díaz describe esta imagen de la siguiente forma:6

“Es una bellísima Virgen aniñada, de poético y bello talante, cuyo concepto cambiará años después hacia la sublime interpretación de la Theotocos. La representa en oración, la mirada baja y las manos puestas oracionalmente en forma ovalada….”

El precedente más inmediato de la Cieguecita de la Catedral de Sevilla lo constituye la Inmaculada también realizada por Montañés hacia 1622, para uno de los retablos de la iglesia del convento de Santa Clara de Sevilla y conservada actualmente en el Hospital de los Venerables. En esta representación la Virgen permanece también con las manos unidas, la mirada baja, expresión candorosa y ensimismada, y pisando el creciente lunar, sobre cuyo frente aparecen en este caso dos cabezas de querubines. El tratamiento del ropaje es también muy destacado, con plegados amplios y profundos que difieren ligeramente de la disposición que había utilizado con anterioridad.7

Influencias[editar]

La Virgen de la Inmaculada Concepción de la Catedral, inspiró muchas réplicas posteriores. En todas ellas, la postura de la Virgen contrasta con el tratamiento asimétrico de los ropajes y de unas manos apretadas hacia un lado.3​ Algunas de estas obras son atribuidas al propio Montañés o fueron elaboradas en su taller, como es el caso de la Inmaculada de la iglesia de la Anunciación de Sevilla, atribuida al taller del maestro jienense. Igualmente, Alonso Cano, al que se ha considerado tradicionalmente que se formó como escultor con Montañés, aunque no existe constancia documental, muestra el influjo de Montañés en la Inmaculada de la iglesia de San Julián de Sevilla, realizada por el artista granadino entre 1633 y 1634.


Inmaculada La Cieguecita

Inmaculada La Cieguecita
AutorJuan Martínez Montañés
Creación1629-1631
UbicaciónCatedral de Sevilla,
Andalucía
Bandera de España España
EstiloBarroco
MaterialMadera de cedro policromada1
Dimensiones1,64 m de altura










Nuestro Padre Jesús de la Pasión es una escultura de madera policromada, fechada hacia 1610-1615,1​ obra de Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, Jaén, 1568 - Sevilla, 18 de junio de 1649) que representa a Jesús con la cruz a cuestas. Fue encargada por la Hermandad de Pasión de Sevilla para representar la Quinta Estación del Viacrucis -"Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz"- en su estación de penitencia en la Semana Santa.

20 Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacan para crucificarlo. 21 Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la cruz.2
Marcos 15:20-21

Es una de las más grandes obras maestras de la escultura española de todos los tiempos. Es muy conocida y repetida la cita de Antonio Despuig y Dameto (1745-1813); afirmó al contemplarlo y orar devotamente ante él lo siguiente:

"Le noto un defecto…”; a lo que concluyó rotundo: “…le falta respirar."3
Antonio Despuig

Autoría[editar]

Martínez Montañés contemplando la salida procesional del Señor de Pasión. Joaquín Turina y Areal. (1890). Óleo sobre lienzo. Hermandad de Pasión. Sevilla

La autoría de la imagen está atribuida indubitablemente a Juan Martínez Montañés por su claro estilo montañesino y por los testimonios que nos han llegado. El más conocido y antiguo es el del mercedario Fray Juan Guerrero, hacia 1615, monje del convento Casa Grande de la Merced, sede de la Hermandad en aquella época:

“La imagen del Santo Cristo de Pasión es admiración el ser en un madero esculpido obra tan semejante al natural; no encarezco ni podré lo prodigioso de esta hechura porque cualquier encarecimiento será sin duda muy corto; sólo baste decir es obra de aquel insigne maestro Juan Martínez Montañés, asombro de los siglos presentes y admiración de los por venir”.4
Fray Juan Guerrero

Esta atribución ha sido mantenida por la crítica desde que Acisclo Antonio Palomino (1655-1726), en 1725, vinculase la imagen al maestro alcalaíno -en su comentario se inspiró en 1890 Joaquín Turina y Areal (1847/1903) para su famoso lienzo conservado por la propia Hermandad de Pasión.

Siempre que salía esta cofradía, el maestro escultor acompañado de sus amigos se presentaba al encuentro de la efigie, admirando haberla ejecutado tan expresiva y devota.4
Acisclo

La obra se fecha en uno de los periodos más fructíferos de Montañés, entre 1610 y 1615. Se sabe que en 1619 ya estaba labrado, ya que, en enero de ese año, Blas Hernández Bello contrató un crucificado para el pueblo sevillano de Los Palacios, cuya corona de espinas había de ser “de la materia y hechura de la que tiene el Christo Nazareno de la Cofradía de Pasión dentro de la Merced”.4

Descripción[editar]

Rostro y manos de Jesús de la Pasión

Nuestro Padre Jesús de la Pasión es una talla completa en madera para vestir con los hombros y codos articulados para sujetar los brazos a la cruz. Presenta desbastados los brazos y el torso, mientras cabeza, antebrazos, manos, piernas y pies se encuentran perfectamente anatomizados.

Representa con realismo a un Cristo manso, bello y dulce que sufre llevando en sus espaldas el peso de nuestros pecados. Su rostro gira a la derecha y su mirada se dirige al suelo. La boca entreabierta deja asomar los dientes. Los cabellos labrados, como en tantas obras de Montañés, con raya en medio y pequeños rizos; al igual que en la barba, corta y bífida. Sus manos fuertes y delicadas sujetan la cruz que se coloca sobre su hombro izquierdo. Carga todo el peso sobre la pierna izquierda flexionada, mientras que el pie derecho semilevantado se apoya escasamente sobre la peana rocosa "arrancando a caminar" -extraordinario alarde técnico del escultor que logra alcanzar el equilibrio de la escultura a pesar de lo arriesgado de su postura.

La policromía original es atribuida a Francisco Pacheco, quien colaboraba habitualmente con él en aquella época.4

Morfológica y estilísticamente se pueden vincular con esta obra las imágenes de San José ejecutadas por Martínez Montañés en los relieves de las Teofanías del retablo mayor del monasterio de San Isidoro del Campo. Santiponce. Sevilla. (1609-1613). También han de mencionarse imágenes procesionales de Nazarenos creadas por discípulos y seguidores de Montañés, siguiendo todas ellas el modelo iconográfico del Cristo de Pasión, con lógicas variantes estilísticas. Podemos mencionar como principales ejemplos el Jesús del Gran Poder, obra de Juan de Mesa (1620) o el Nazareno de la Divina Misericordia, de Felipe de Ribas (1640).5
IAPH

El Cirineo[editar]

Cirineo de Pasión de Sebastián Santos

La imagen de Nuestro Padre Jesús de la Pasión la creó Montañés para ser acompañada por una escultura de Simón de Cirene. Desde época muy temprana se conocen testimonios que dan fe de que al Señor de Pasión lo acompañaba un cirineo. El más temprano es el del Abad Alonso Sánchez Gordillo, que entre 1632-34, describía el paso del Señor en estos términos:

Y en lo último de ella Nuestro Señor en andas sobre los hombros de los cofrades y hermanos de la Cofradía con la Santa Cruz sobre sus hombros y Simón Cirineo que lo ayuda. Son ambas figuras muy proporcionadas a lo que representan y mueven mucho a la devoción…”.6
Abad Alonso Sánchez Gordillo

El eminente catedrático José Hernández Díaz opinaba lo siguiente:

Jesús de la Pasión es una imagen encorvada, destinada, a mi modesto juicio, a la colaboración del Cirineo, razón por la cual el patibulum bascula suavemente en ligera diagonal dispuesto para ser sostenido por alguien que lo auxilia...4
...Juan Martínez Montañés debió representar la escena con dos figuras.7
José Hernández Díaz

No tenemos conocimiento de cómo sería el primer cirineo que acompañó a la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Pasión -probablemente esculpido por el propio Montañés-. El más antiguo del que tenemos noticias se incorporó a la Hermandad en 1844: en esa fecha, Pasión adquirió la cabeza y las manos de un San Isidoro procedente de la Antigua Casa Profesa de los Jesuitas (la iglesia de la Anunciación);1​ por la postura de su cabeza, se lo llamó popularmente el "Mirabalcones”. Se vendió en 1951 a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Aguilar de la Frontera (Córdoba).8​ En 1950, José Rodríguez Fernández Andes presentó a la Hermandad una interesante cabeza, procedente de los agustinos de Córdoba, atribuida a Juan de Mesa, para la que el propio Andes realizó el candelero, encargándose de su policromía Juan Miguel Sánchez.9​ Del resto del cuerpo se encargó Luis Ortega Bru.1​ Se lo sustituyó en 1970 por la espléndida escultura de talla completa del cirineo labrada por Sebastián Santos, considerada una de las mejores obras de la imaginería sevillana del siglo xx. "Con argumentos poco convincentes, fue suprimida del paso procesional en 1974".1

En 1974 se omitió la efigie del Cirineo. De esta forma, se rompió la armonía del conjunto y se alteró la voluntad histórica.9
Juan Miguel González Gómez - Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla

Túnicas[editar]

Nuestro Padre Jesús de la Pasión con la túnica de los Cuernos de la Abundancia (1845)
Nuestro Padre Jesús de la Pasión con la túnica de los Cuernos de la Abundancia (1845)

Jesús de la Pasión, como imagen pensada para vestir, posee un excelente ajuar de túnicas. La más antigua que se conserva es la de los Cuernos de la Abundancia, obra de 1845 del bordador Manuel María Ariza.10

La de las Hojas de Acanto la confeccionó Patrocinio López en 1869.1

El origen de la túnica lisa de Nuestro Padre Jesús de la Pasión, que luego se hizo norma en la Semana Santa sevillana, fue idea del pintor Gonzalo Bilbao y de Francisco de Casso. Esta primera túnica lisa, bordada por Dolores Colom, es la que se conoce como túnica de las Rosas. Así lo cuenta Domingo de Casso:

Una muestra, entre las muchas de su amor, es esa primera túnica lisa cortada, cosida y bordada por ella (Dolores Colom). Fue idea conjunta del gran pintor Gonzalo Bilbao y de mi padre (Francisco de Casso) el vestir la imagen del Señor de Pasión con túnica lisa de seda pesada para hacer resaltar las líneas de tan portentosa escultura y destacar ese movimiento y vida de la figura majestuosa de ese Señor que anda con vibración vital al recorrer las calles de Sevilla. Años después, la Camarera’ de la Virgen, María lbarra, donó una túnica lisa de terciopelo de Lyon especialmente fabricada y más tarde, la Hermandad hizo otra acertadísima con la cual sale el Señor.11
Domingo de Casso

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